NOVIEMBRE 1828 [ PERÚ ]
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OCURRE EN AREQUIPA LA SUBLEVACIÓN DEL BATALLÓN PICHINCHA, QUE SE DIRIGÍA A LIMA PARA APOYAR AL PRESIDENTE LA MAR EN LA GUERRA CONTRA LA GRAN COLOMBIA. LA CAUSA DEL LEVANTAMIENTO FUE LA MALA ADMINISTRACIÓN DE LOS VÍVERES POR PARTE DEL CORONEL Y DEL COMANDANTE A CARGO.
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PERÍODO 1
[ CAPÍTULO 13 ]
Hallábanse en actitud de rebeldía los indígenas de Iquicha, en la provincia de Huanta, departamento de Ayacucho, al mando de algunos jefes y oficiales españoles y del cabecilla José Antonio Navala Huachaca, que se había iniciado como comandante de guerrillas en 1814 combatiendo contra los patriotas. Nominalmente seguían en obediencia a Fernando VII y estaban en armas contra la causa separatista. El terrorismo que ejercían en el departamento originó la intervención oficial. El gobierno se dirigió al Congreso para demandar una medida salvadora. EI Congreso, calificó de “infortunio” la actitud de estos rebeldes y dictó la ley de 14 de julio de 1827, que ordenaba al prefecto de Ayacucho y al intendente de Huanta, les hicieran entender lo sensible que había sido la triste suerte que les afligía y les prometiesen la reedificación de sus pueblos, la entrega de semillas y herramientas y la autoelección de municipalidades. La Mar les dirigió una proclama eximiéndoles del pago de las contribuciones atrasadas y de las actuales, así como del servicio militar. La respuesta fue el asalto y la captura de Huanta por los iquichanos (12 de noviembre de 1827) y el avance amenazador sobre Ayacucho, que fue contenido por el prefecto Domingo Tristán. Cuatrocientos indios prisioneros en un combate en Ayacucho fueron dados de alta en el batallón que mandaba el coronel Francisco de Vidal. Entre marzo y mayo de 1828, otras cruentas operaciones de guerra acabaron con la amenaza iquichana. La discusión de los artículos constitucionales sobre la ciudadanía, motivó acalorados debates y contribuyó indirectamente a que se alterara el orden público. Un sector del Congreso, con Luna Pizarro, intentó considerar entre los peruanos a los españoles residentes en la República, Vidaurre se opuso vigorosamente a este proyecto. Un antiguo guerrillero convertido en diputado, Ninavilca, planteó entonces la separación de los diputados hispanófilos y comunicó su proyecto a Vidaurre. Este reveló lo que sabía a La Mar. Enemigos de Vidaurre, obtuvieron su desafuero, así como el de Ninavilca, y quedaron ambos presos, junto con otras personas, algunas de ellas, de baja estofa. Uno de los presos, el coronel Alejandro Huavique, antiguo guerrillero, como Ninavilca, logró sublevar un cuartel en la noche del 23 de abril de 1828. Avisado un sargento mayor del batallón llamado Felipe Santiago Salaverry, se presentó en el cuartel, encontrando ya formada la tropa; y delante de ella entabló un duelo con Huavique, y le obligó a huir, mortalmente herido. Quedó así restablecido el orden. Seis días después, autorizado por el Congreso, el gobierno embarcó a Vidaurre en la fragata norteamericana China, con rumbo al puerto de Salem. Hubo quien vinculó la intentona de Huavique con Santa Cruz. El ministro encargado de Hacienda, José de Morales Ugalde, presentó al Congreso una extensa memoria de todo lo hecho dentro de su ramo en el pasado gobierno y una relación de las entradas y gastos públicos en 1827. Fue el primer esbozo de Presupuesto en el Perú. Los gastos pasaban de 5 millones de pesos; de ellos, Guerra y Marina absorbían casi 2 millones y medio. Los empleados de la República, sin contar los de ese ramo, llegaban a 752. En setiembre de 1828, pocos días después de haberse hecho cargo del poder por haber asumido La Mar el mando de las fuerzas armadas, el vicepresidente Salazar y Baquíjano intentó nombrar ministro de Gobierno a Luna Pizarro, en una fórmula que iba a tener, además a José María de Pando en el ministerio de Hacienda. Luna Pizarro ha dejado sobre este episodio un diario, en el que narró sus diversas incidencias. Al principio se negó bajo el pretexto de su salud; pero fue nombrado de todos modos, lo cual no le hizo cambiar de parecer. Pando también renunció, alegando que carecía de preparación hacendaria, aunque luego dijo que aceptaría si Luna se comprometía a no perseguir al partido riva-agüerino. Al respeto tuvieron ambos una entrevista. La susceptibilidad de Luna Pizarro frente a esta atingencia, el principio de autoridad que el Vicepresidente invocó en relación con las condiciones para aceptar el portafolio y, en realidad, la falta de Luna Pizarro para la función ministerial, frustraron la combinación. El episodio, aparte de su valor anecdótico, ofrece el interés de exhibir el sentido personal o individualista de los nombramientos ministeriales, fuera de toda consigna de partido, la falta de persecución a los antiguos servidores de Bolívar, la escasez de hombres dirigentes y la psicología de