EL TRATADO DE PIQUIZA SEÑALÓ EL FINAL DEL SUEÑO BOLIVARIANO DE UNIR BOLIVIA, PERÚ Y COLOMBIA. DESPUÉS DE PIQUIZA, BOLÍVAR COMENZÓ A HABLAR EN SUS CARTAS DE LA GUERRA AL PERÚ.
entrega de media paga; la repatriación de las tropas colombianas en el plazo de quince días por la ruta que hasta Arica señalara Gamarra; la devolución de los soldados enrolados en el ejército, al país a que pertenecieran; la reunión de un Congreso en Chuquisaca para admitir la dimisión de Sucre y nombrar el gobierno provisional; el funcionamiento posterior de una Asamblea Nacional para elegir el Presidente definitivo, preparar la nueva Carta política y determinar la fecha en que comenzaría la retirada del ejército peruano; la ocupación de Potosí por dicho ejército hasta que se reuniera el Congreso; el mantenimiento del mismo a costa de Bolivia; la entrega de los peruanos enrolados en el ejército boliviano y de los bolivianos enrolados en el ejército peruano.
SUCRE EN PRISIÓN.- En aquellos días, Sucre llegó a estar preso, y tuvo como guardia una compañía del ejército peruano, a las órdenes del coronel Bernardo Escudero, ayudante de Gamarra. Así lo vio José Rufino Echenique, que tenía entonces 19 años y era capitán. He aquí lo que cuenta al respecto en su Memorias: “Yo que veneraba la persona de Sucre y que ansiaba conocerlo, pedí al coronel Escudero que me proporcionara verlo. Este consultó con él mi deseo y prestándose a concederme la gracia, fue donde él. Confieso que su presencia me infundió el mayor respeto y me consternó en el alma verlo en ese estado y con el brazo amarrado y sujeto por un pañuelo a consecuencia de la herida. Me recibió con la amabilidad y bondad que le eran características dirigiéndome diversas preguntas y entre ellas la del lugar de donde venía. Contestándole a todos, en cuanto a la última, le dije de Chuquisaca, y el objeto con que allí había ido (que era conducir la imprenta del ejército peruano). Conocí que esto lo mortificó y se expresó en términos algo duros, principalmente contra Gamarra, diciendo que nunca esperó de él que procediese de tal modo contra quien había dado independencia y libertad en Ayacucho, encargándome que así se lo dijera. Cumpliendo con el encargo, así lo hice cuando lo vi para darle cuenta de mi comisión. Aprobó el modo como yo había procedido en ella y en cuanto a las palabras del general Sucre dijo: “Cierto que él fue quien dirigió la batalla, pero también debía recordar que fui yo quien eligió el campo en que se dio; y así se lo mandaré decir por conducto de Escudero”. Días después del tratado de Piquiza habían mediado entre Sucre y Gamarra notas insultantes. En una de ellas aludió Gamarra precisamente a la batalla de Ayacucho y alegó haber tenido allí una participación que había sido ocultada “mientras la ambición se lo ha apropiado todo”. Jactose entonces bajo su firma el cuzqueño de haber él escogido el campo de aquella definitiva acción de la independencia (1).
LA DESPEDIDA DE SUCRE.- Reunido el Congreso el 3 de agosto de 1828, Sucre presentó su renuncia, su mensaje presidencial y una lista con tres nombres, para que uno de ellos fuera escogido como vicepresidente. Su mensaje presidencial, merece, en verdad, llamarse discurso a la nación boliviana. Recuérdese la actitud que había tenido ante el Perú. Recuérdense, asimismo, las circunstancias de su caída y el espectáculo que a su vista tenía, triunfantes los soldados peruanos, ufano su enemigo Gamarra. Considérese además, cuáles eran las perspectivas internacionales del mundo y la guerra inminente en el Norte. Había escrito Sucre textualmente, en esos días: “Si el Perú conquista a Bolivia y la conserva, el Sur de Colombia corre mil y mil riesgos” (Carta a Bolívar, desde La Paz, 27 de enero de 1828). No puede asombrar, por eso, el sentido que tuvo
(1) La publicación de esta carta de Gamarra y de las memorias de Echenique ratifica la versión que di en el libro La
Iniciación de la República (Lima, 1929) sobre el punto de vista del invasor de Bolivia en 1828 acerca de su participación en la batalla de Ayacucho y que motivó un ataque contra mí de Vicente Lecuna en su libro Catálogo de errores y calumnias en la historia de Bolívar (Nueva York, 1958).
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PERÍODO 1
[ CAPÍTULO 14 ]