JULIO 1829 [ EE.UU. ]
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EN ESTADOS UNIDOS, WILLIAM AUSTIN BURT PATENTA EL TIPÓGRAFO. APARATO AL QUE MÁS TARDE SE CONOCERÍA COMO MÁQUINA DE ESCRIBIR. CONTABA CON CARACTERES UBICADOS EN UNA RUEDA SEMICIRCULAR QUE SE GIRABA HASTA LLEGAR AL ELEGIDO, EL CUAL ERA LUEGO PRESIONADO CONTRA EL PAPEL. EL SISTEMA NO FUE BIEN RECIBIDO, PUES ERA MÁS LENTO QUE LA ESCRITURA HECHA A MANO.
DESCUBRImIENTO DEL CONVENIO DE GIRÓN.- Uno de los peruanos muertos en Tarqui fue el coronel Pedro Raulet. Algunos dirigentes del ejército de Colombia hicieron que se le cortara la cabeza y que ella fuese enviada en una lanza de Cuenca, ciudad a donde expedicionó este valiente. Jefes, oficiales e individuos de tropas prisioneros en aquella acción, heridos o sanos, resultaron muertos. Otra parte de los soldados peruanos capturados quedó incorporada en el ejército colombiano, sin duda en cumplimiento de la teoría de los reemplazos. Cuando Sucre ratificó el convenio de Girón escribió altaneras frases que en medio de declaraciones de amor al Perú tenían carácter “ofensivo e inusitado” según le dijo La Mar. Pero donde estuvo más irritante su actitud fue en el parte de la batalla y en del decreto de premios que expidió. Según este debía levantarse en el campo donde ella se libró “una columna de jaspe con el diseño que hará el Gobierno en que se inscribirán, de un lado los nombres de los cuerpos del ejército del Sur, en el opuesto los de sus generales y jefes; en el tercero el de los oficiales y tropa muertos y heridos en el combate; y en el que mira al campo del enemigo se inscribirá en letras de oro: El ejército peruano, de ocho mil soldados que invadió la tierra de sus libertadores, fue vencido por cuatro mil bravos de Colombia el veinte y siete de febrero de mil ochocientos veinte y nueve”. Los batallones Yaguachi, Caracas y Rifles y el escuadrón Cedeño pondrían en sus banderas el mote: “Vengadores de Colombia”, lo mismo que en su banderola la compañía de cazadores del Cauca. Una medalla sería distribuida entre los asistentes a la batalla con la inscripción: “Vengadores de Colombia en Tarqui”. Otra medalla especial correspondía al general Flores. En los registros públicos los nombres de los muertos serían inscritos como “mártires y vengadores de su patria”. La Mar, desde Gonzanama, escribió a Sucre una carta, con motivo de todos estos hechos, para enrostrarle su discrepancia con las palabras de generosidad y concordia. Defendió allí la contribución peruana en Junín y Ayacucho. Sostuvo que solo había sido destruida en Tarqui la vanguardia compuesta de cerca de mil hombres, después de haber resistido vigorosamente a todo el ejército colombiano; y agregó que en vano fue esperado el ataque de este en el llano más inmediato después de haber sido rechazada por los Húsares la carga del escuadrón Cedeño. Enfáticamente manifestó que todo el ejército peruano no había reunido más de 4.500 hombres y que al mencionar su número elevándolo a 8.000, Sucre había cometido una equivocación voluntaria. Por todo ello declaró en suspenso el convenio de Girón mientras se daban las satisfacciones capaces de indemnizar las injurias recibidas y se destruían los depresivos testimonios mencionados (17 de marzo). Las tropas de Guayaquil, al mando del coronel José Prieto, oriundo de ese puerto, y la escuadra se negaron a cumplirlo el 11 de marzo de 1829; y el Gobierno de Lima lo desconoció, con fecha 2 de abril. El general Necochea tomó el mando de Guayaquil a fines de ese mes. EL SIGNIFICADO DE TARQUI.- Un testigo de lo que ocurrió en Tarqui, el que fue más tarde general Echenique, cuenta en sus Memorias lo siguiente: “Nunca he podido comprender que se diera por perdida por nosotros aquella batalla habiendo reveses por una y otra parte, esperada y preparados nosotros para ella, quedando dueños del campo y con un ejército superior al del enemigo, aún después de aquellos reveses, se haya persuadido al mundo que la perdimos y nosotros consentir en ello, sin aclarar las cosas demostrando que no hubo batalla campal ni menos la perdimos. Podría ser que no se llevara a efecto el plan que nos propusimos y por el que se emprendió la campaña y que lo abandonáramos; pero de esto al hecho material de haberse perdido la batalla, hay una gran diferencia. El acto verdadero y que comprenderá cualquiera es que nos retiramos por un tratado, cosa que muy bien pudo suceder sin batalla y aun sin que se hubiera disparado un tiro”. En un “Diario de oraciones” publicado en el N° 1 del periódico La Patria en Duelo constan estas palabras que, sin saberlo, ratifican lo afirmado por Echenique: “Nuestra tropas se han
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PERÍODO 1
[ CAPÍTULO 15 ]