El sentido de la túnica de nazareno (VI)
C
uando amablemente fui invitado a continuar la serie de artículos que, sobre El sentido de la túnica en nuestras Hermandades, se vienen publicando en la revista Semana Santa de Osuna y se mencionaba mi experiencia continuada como nazareno de la Vera-Cruz, tuve pocos argumentos para no aceptar la invitación y mucho menos después de que siempre me he manifestado crítico con la poca información que tradicionalmente hemos ofrecido a nues-
tros nazarenos sobre el hábito cofrade y su utilización; y de haberme esforzado durante años en contribuir a mejorar la imagen pública de nuestros desfiles procesionales, que desgraciadamente no siempre fueron ejemplares. Creo que, con carácter general, no hemos prestado la suficiente atención en dar a conocer a nuestros nazarenos la importancia de portar la túnica con el necesario respeto y dignidad. Para tal efecto, solo basta recordar las imágenes de nazarenos en las 16
calles con los rostros sin cubrir, permaneciendo revestidos incluso en bares u otros lugares inadecuados. Aunque ahora la situación ha cambiado considerablemente, insisto en mi persistencia en una actitud crítica y en demandar una catequesis permanente de cómo debe ser el comportamiento del nazareno desde que sale de casa para el desfile procesional, durante su permanencia en las calles a lo largo del recorrido y hasta el regreso a casa.