Antonio Fuentes y Zurita.
E
n los altos exteriores de la Monumental de Insurgentes, en lo que corresponde a la barda del tendido de sol, se encuentra el modelado a cincel de Antonio Fuentes y Zurita, gran torero sevillano que nació un 15 de marzo de 1869. La escultura luce al torero que lleva un par de banderillas, se ven de tamaño tan cortas que son casi nada y solamente quedan a la imaginación, por el deterioro que tiene la obra, pero va ligado con el toro que pasa por la espalda del diestro, es una muestra atractiva de dicha ejecución. ¡Cuánta falta hace el mantenimiento a todo el conjunto escultórico, incluso a la misma plaza! Fuentes, hizo gala a su apellido fluyendo y recreando su oficio, fue uno de esos toreros que la vida lo premió al tener gran elegancia, y versatilidad; vistió de seda y oro por primera vez a los 16 años en armonía con la edad un 16 de agosto de 1885 en Guillena, municipio de la localidad española de Sevilla, Andalucía ingresó en la cuadrilla de Raimundo Rodríguez Ayllón entre 1888-1889 Tuvo la experiencia trasatlántica de torear en La Habana en 1887. Como banderillero pisó Madrid el 31 de mayo de 1891, siempre fue un haz de los zarcillos. Estuvo algunas veces actuando bajo la dirección del Gallo, Alternó con Emilio Torres “Bombita” en la cuadrilla de Francisco Arjona Reyes (Currito) y más tarde en la de José Sánchez del Campo conocido como “Cara -Ancha”, 32 Mary Carmen Chávez Rivadeneyra
y Luis Mazzantini. Fuentes fue un torero completo, cubría los tres tercios extraordinariamente, hasta lo describían de la siguiente manera: él siempre está “paradito y sin titubeos”. Tomó la alternativa en Madrid, catedral del toreo el 17 de septiembre de 1893 con el toro “Corredor” del hierro de José Clemente que le cedió su padrino Fernando Gómez, “El Gallo” creador de la alada dinastía de altos revoloteos. Toreó la tarde en que el toro “Perdigón” arrebató la vida de Manuel García “El Espartero”. Alfredo Just adoraba la destreza y la clase en los diestros, Antonio Fuentes era un torero de esta talla, además vino a México en 1899 demostrando sus selectas habilidades, por ello, consiguió estar inmortalizado en el Coso de Insurgentes. Antonio dentro de su propia estima, no se daba el reconocimiento que merecía. Se dice que una tarde que acarició al cielo en una faena, rompió en llanto después de asustarse de sí mismo de lo que logró. ¡Viva entre la grandeza la sencillez de los toreros! Su gran rival de ruedos fue Rafael Guerra “El Guerra”, quien dijo: “¡Después de mi naiden y después de naiden Fuentes”! Y sí, sin dudad, Fuentes emanaba “fuentes” de creatividad, para que el ego del Guerra lo reconociera era por algo, de ahí que hiciera famosa una de sus grandes frases.