Luz Amorocho: Luz al oído

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Luz Amorocho

Luz al oído

Lucas

Serie homenajes / Arquitect@s en Bogotá
Luz. Fotografía Ignacio Gómez Pulido. Ca. 1972.
Maldonado Loboguerrero

ALCALDÍA MAYOR DE BOGOTÁ

Alcaldesa mayor de Bogotá Claudia López Hernández

Secretario de Cultura, Recreación y Deporte Nicolás Montero Domínguez

Director Instituto Distrital de Patrimonio Cultural Patrick Morales Thomas

Subdirectora de Divulgación y Apropiación del Patrimonio Angélica María Medina Mendoza

Coordinación editorial y edición Ximena Bernal Castillo

Diseño gráfico, diagramación y retoque digital Yessica Acosta Molina

Corrección de estilo Bibiana Castro Ramírez

Apoyo imágenes históricas y de archivo Alfredo Barón Leal

Fotografías e imágenes Archivo Maldonado-Tió, Archivo personal de la Familia Amorocho-Federico Durán, Archivo Universidad Nacional de Colombia, Beatriz Vásquez, Camilo Rodríguez-IDPC, Clara Cárdenas, Ernesto Lleras, Germán Téllez, Ignacio Gómez Pulido, Mariona Tió de Gispert, Museo Nacional de Colombia, Nicolás Serrano, Rafael Moure, Revista y Ediciones Proa, Revista Semana, Diego Romero y David Segura.

Agradecimientos:

Ana María Pinzón, Christine de Bremond d'Ars, Lorenzo Fonseca, Oscar Posada, Meredith TenHoor, Jacques Mossseri, María del Mar Ravassa, Patricia Ariza, Álvaro Vanegas, Juan Carlos Vanegas, Beatriz Vásquez y Camila Loboguerrero, Federico Durán Amorocho, Jaime González Cabra.

Impresión

Buenos & Creativos S.A.S. ISBN 978-958-53758-6-4

www.patrimoniocultural.gov.co Impreso en Colombia, 2021

LUZ AMOROCHO Arquitecta

UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

Rectora Dolly Montoya Castaño

Decano Facultad de Artes Carlos Eduardo Naranjo Quiceno

Vicedecana académica Tatiana Urrea Uyabán

Vicedecano de Investigación y de Extensión Nelson Vergara Bobadilla

Centro de Divulgación y Medios Alfonso Espinosa Parada

Coordinación de publicaciones Juan Francisco Poveda Aguillón

Grupo de Investigación en Historia y Teoría de la Arquitectura Latinoamericana (Gistal):

Coordinadora investigación Silvia Arango Cardinal

Investigadores Katherin Triana Urrego Diego Romero Sánchez Laura Buitrago Herrera William García Ramírez. Profesor Investigador. Facultad de Arquitectura y Diseño. Pontificia Universidad Javeriana

LUZ AMOROCHO

Luz al oído

Autor

Lucas Maldonado Loboguerrero

Página opuesta: Luz en el Parque de los perros. Fotografía Hernán Díaz. Ca.1969. Archivo propiedad Rafael Moure.

Nota a la edición El lector encontrará en ambas caras de este libro, citas, fuentes e imágenes compartidas. Lejos de tratarse de un error o de una omisión de cuidado en el momento de realizar el proceso editorial, alude al hecho inevitable que comprende la apertura de las narrativas sobre un mismo tema: aún siendo particulares y con enfoques distintos, los textos y miradas de los dos títulos que conforman Luz Amorocho dialogan, transitan de un lado a otro, se distancian, se encuentran, generan acentos y se complementan. Como la vida misma.

Presentación

Este libro es un ejercicio que intenta salirse de los formalismos. Quizás solamente por fuera de las fórmulas y las convenciones resulta probable narrar a una mujer como Luz Amorocho. Si bien el hecho de haber sido la primera mujer graduada como arquitecta en el país es la razón por la cual se la reconoce en ámbitos académicos e intelectuales —aunque de manera muy insuficiente—, su condición de precursora solo es comprensible si se atiende al carácter singular de una mujer que tomó el riesgo de habitar los terrenos prolíficos que se ocultan debajo de los contornos clasificatorios. Es allí, fuera del mandato de los límites, siempre artificiosos, donde se encuen tran las regiones más fecundas para la realización y el descubrimiento. Y fueron estas, como se verá a lo largo del texto, las regiones que habitó Luz Amorocho.

Dos tonalidades resuenan en las páginas siguientes. Una se sintetiza en el enunciado que plantea Silvia Arango en su texto introductorio: “Luz fue conocida como la primera mujer en graduarse como arquitecta en Colombia y pretendimos entender cuál era el significado profundo de ese hecho apa rentemente tan sencillo”. Y, la otra, la resume Lucas Maldonado en su prólogo, cuando manifiesta que este es “un libro que se cree música popular, siempre saludando parientes y amigos”. Ambos registros, el de la exploración del significado profundo del hecho mencionado, junto con la presencia envol vente de los universos afectivos y cotidianos de Luz Amorocho, son abor dados desde múltiples fuentes, recursos y voces, para componer un relato polifónico que procuró ser fiel al carácter de Luz o, al menos, no confiscarlo simbólicamente.

Incluir el nombre de Luz Amorocho en la Colección Homenajes de este sello editorial responde, desde luego, al interés del IDPC por reconocer la relevancia de sus logros profesionales en medio de un contexto social profundamente signado por los preceptos del patriarcado. Pero también obedece a una razón tal vez menos evidente, aunque no menos importante: su capacidad de deslizarse, grácil y vivaz, a través de las paredes que sepa ran lo vedado de lo permitido, lo improbable de lo probable, y la sujeción de la libertad en todas las esferas de su existencia. O en casi todas.

La fertilidad de la desobediencia, que sin melindres, ni ademanes ni mayores ambiciones preconcebidas irrumpe, sinuosamente, desde los márgenes: y transforma. O, simplemente, la desobediencia como mera posibilidad del pensamiento y del andar se avizora, en estas páginas, como una suerte de invitación que se anida debajo del umbral de la literalidad. Este gesto vital, que de momento se percibe como una insinuación, podría revelarse, en toda su sencillez y grandeza, como el legado que Luz Amorocho le entrega a una sociedad cada vez más voluntariamente sujeta a las estructuras que la constriñen. Es este, entonces, el legado que el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural quiere poner de manifiesto con el presente homenaje.

Nona, mi luz, mi vida.

ACTO

Frufrú

Colegio

Serrano

regreso

Nacional

desencuentro

Bosque Izquierdo

despedidas

Índice 10 Prólogo 12 PRIMER
13 I. Shirley Temple colombiana 17 II. La loca
del Baltabarán 21 III. Primera arquitecta del país 30 IV. Las huelguistas del
Mayor 32 V. El Grupo Tumaco 40 VI. Cuéllar
Gómez 46 VII. Quemó las naves 50 SEGUNDO ACTO 51 I. Noticias de Luz 58 II. Ducha a la francesa 60 III. Bogotá est si laide 64 IV. Marat-Sade 69 V. De
a la
78 VI. Los turbulentos setenta 84 VII. Un
y dos
89 VIII. El
94 IX. La jubilación 98 INTERMEDIO: Luza 102 TERCER ACTO 103 I. Nuevos trabajos 107 II. Luz al volante 111 III. Pregúntale a Colombia 114 IV. La caída 117 V. Las hermanas Morocho 120 VI. Siete empachos 124 VII. La casa de Clara 126 VIII. Última entrevista 129 IX. ¿Qué día es hoy? 131 X. Un velorio clandestino 133 Epílogo

Prólogo

Ahora que llega finalmente el día de echar este libro a su suerte, por decirlo así, y entregar al molde estas letras de Luz Amorocho, me piden explique en este prólogo quién soy y por qué yo. No es tarea fácil, pero divertida sí. Porque, en todo caso, llevo años barruntando la idea de hacer un libro sobre Luz Amorocho.

¿Que por qué sobre Luz Amorocho?

Bien puede atento lector voltear el libro o saltarse unas páginas, para hacerse una idea de la inolvidable Luz, la que nos cambió la vida a varios, de cerca o de lejos, y así, lector, evitarnos enojosas repeticiones.

¿Que por qué yo?

Vueltas doy dijo el otro y como ateo caigo en la única palabra posible: la suerte.

La suerte de conocerla y considerarla maestra. La suerte de su larga y pro funda amistad con mis papás, que permitió su participación en mi crianza, y el cariño que nos tuvimos y la valentía que me inculcó. Aunque me decía, “Lucas, cuidado, siempre estás poniendo el pecho y un día te van a llover piedras”. Suerte que todavía no me han llovido (tantas). Suerte que ella me quisiera como a un hijo, que de sangre, o hasta donde se sabe o se imagina, no tuvo. La suerte, también, cómo no, de tener un papá arquitecto, que todos los paseos los volvía de arquitectura, y que me llevaba a su taller y me ponía a dibujar, y en vacaciones a ganarme unos dinerillos ayudando a cortar cartón y a hacer maquetas. Y de haber crecido en ese barrio y en ese edificio del que hablaré, y donde había tanto arquitecto. Y de haber podido construir yo mismo, ya grande, una casa. Y de haber publicado un libro de este jaez, sobre la vida y la obra de mi papá, que me es tan querido. Suerte tal vez, también, soñar con lectores atentos, de un libro que se cree música popular, siempre saludando parientes y amigos. Suerte y gracias, de una vez, a quienes lo publican y me dejan escribir mi nombre en la tapa con el de Luz. Y gracias a mi mamá que me enseñó a leer y a escribir. Que no soy arquitecto, y estos libros los escriben arquitectos, o escritores arquitectos, o al menos escritores, y yo no soy, si se quiere, ninguno de los dos. Pues me declaro artista, en ese sentido de alguien cuyo interés no es sino dejar

10

un testimonio. Que he de contar una vida que no es la mía y jamás podré ser objetivo. Declaro que no me interesa y que, por fuera de las matemáti cas, no conozco objetividad. Aviso que cuando hablo de Luz estoy sin duda hablando de mí. Siempre he querido, como ella, ser actriz. Y ahora me quité el bigote y me ricé los pelos, con la intención insensata, y acaso patológica, de parecerme a ella.

Suerte ha sido sentir vivo interés por la arquitectura y por los libros. También me dedico al cine (como mi mamá), pero los libros son más baratos, la industria de mi país permite hacerlos muy bien y duran mucho más que un disco duro. Menciono lo de las películas porque aprendí a hacer fotos, y haciendo documentales seguramente fue que aprendí a investigar así, a entrevistar y a transcribir voces ajenas. Y, subtitulando, el placer de mejorar lo dicho, sin que nadie se dé cuenta.

Suerte que me enseñaron a viajar y a entender otras lenguas.

En fin, que tal vez este no sea más que un informe para un libro tan defini tivo como improbable y que ahora entrego, con la efeméride pisándome los talones: Luz cumpliría cien años el próximo 22 de abril. No se trata, pues, de una rigurosa biografía sobre una persona ilustre o grande artista (aunque a mí me lo parezca). Incluso, podrá al final sorprenderse el lector con lo modesto de su legado arquitectónico. Porque Luz no fue una arquitecta en el sentido de proyectar una serie de edificios para ser incluidos en eso que llaman, pomposamente, “los anales” de la arquitectura en Colombia. No. Fue simplemente, si esto acaso es cosa simple, alguien que marcó profun damente mi vida. La mía y la de unas cuantas personas que hablarán a continuación.

Una última aclaración preliminar: los apuntes que aparecen en cursiva, como este mismo, son míos, al igual que las notas a pie de página y los pie de foto; si algún nombre propio no tiene llamado, o alguna cara conocida no está mencionada, se debe más a desinformación que a olvido. Mala suerte tal vez.

Espero lo disfruten o la disfruten. Lucas. Barcelona, 13 de noviembre de 2021.

11Prólogo •

Primer acto

Luz. Ca. 1947. Archivo Maldonado-Tió.

I. Shirley Temple1 colombiana

En los dos últimos años hice una serie de entrevistas, por cuenta del coronavirus casi todas telefónicas, con sus amigos. Faltaron muchos. Empezando por Luz y todos los que ya no están. Pero el caso es que son esas conversaciones, junto con alguna otra hecha años atrás, las que nutren este libro, transcritas y editadas.

Después de su muerte, esta foto, colgada en una de las paredes de mi apar tamento en Bogotá, me acompaña.

BEATRIZ VÁSQUEZ2: A Luz le encantaba esa fotografía y siempre la tuvo en su cuarto, en la cabecera de su cama Esta es la anécdota: cuando tenía unos cuatro años, participó en un concurso muy popular en esa época, que hicieron aquí y en varios países, el de la niña Shirley Temple colombiana. Y esa fotografía es con la ropa y el tocado que ella tenía para participar.

Por dónde empezar. Como dijo el sabio sobre la novela: la necesaria contin gencia de cualquier principio. Algún dato sobre los papás.

JORGE ARIAS DE GREIFF3: El padre de las Amorocho fue un líder socialista de Colombia, uno de los líderes. Años después, ese socialismo lo acabó López Pumarejo4, haciendo las reformas de los socialistas: repartió zapatos para que no hubiera obreros con alpargates, por ejemplo, y otras reformas de ese tipo que dejaron sin piso a los socialistas, y entonces se acabaron. Había otro líder socialista que era Uribe Márquez5, en Antioquia, y ya nadie los menciona.

Yo sé que don Marco Tulio Amorocho, el papá de Luz, fue líder de una manifestación obrera que el ejército dispersó a sangre y fuego, con un saldo de varios muertos. Eso debió pesar mucho en esa casa. En la prensa se le conoció como la Masacre de los Artesanos.

1 Shirley Temple (California, 1928-2014). Actriz del Hollywood clásico.

2 Beatriz Vásquez (Medellín, 1953). Arquitecta, conoció a Luz en 1982. Fueron muy amigas.

3 Jorge Arias de Greiff (Bogotá, 1922). Ingeniero, astrónomo e historiador. Amigo de Luz.

4 Alfonso López Pumarejo (Honda, 1886-Londres, 1959). Fue presidente de Colombia en dos periodos, primero entre 1934 y 1938, y luego entre 1942 y 1945, puesto al que tuvo que renunciar.

5 Tomás Uribe Márquez (Medellín, 1886-Bogotá, 1936). Ingeniero agrónomo, escritor y perio dista. Fue propulsor de la primera Confederación Obrera Nacional y, a la vez, cofundador y secretario general del Partido Socialista Revolucionario de los años veinte.

13Primer acto •
Luz Amorocho. Ca. 1927. Archivo Maldonado-Tió.

Ana Lucía Carreño con sus cuatro hijos. Ca. 1930. Archivo Maldonado-Tió.

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Portada del semanario dedicada a la Masacre de los Artesanos. Bogotá Cómico 86, 19 de abril, 1919. Biblioteca Nacional.

JORGE ARIAS DE GREIFF: Sí, sí. Es que el líder aquí en Bogotá era el papá de Luz y Leonor6. Pero eso puede que ni Luz lo supiera, porque estaban muy chiquitas cuando eso, en los años veinte, cuando tenían menos de diez años.

De su familia, Luz contaba que había vivido la guerra de los Mil Días (18981901), una guerra civil en Colombia a la que se le achaca la separación de Panamá; y contaba que sus tías escondían guerrilleros liberales7. Su padre Marco Tulio (1883-1943) fue concejal por el Partido Socialista, fundador de una mutua obrera, importante masón y dueño de una fábrica de muebles. Su madre, Ana Lucía Carreño Philips (1890-1976), era la gerente de la fábrica hasta que murió su marido, y con él tuvo cuatro hijos, Jaime, Jorge, Luz y Leonor.

BEATRIZ VÁSQUEZ: El papá era un radical, descendiente de liberales radicales santandereanos. Por eso, Luz decía que ella le agradecía a toda esa tradición familiar, de ideas progresistas, el que hubiera podido trabajar y estudiar, porque en su casa la orden era que hombres y mujeres estudiaban y trabajaban por parejo. No había nada que hacer; nada de que las mujeres eran las consentidas y no hacían nada. Yo recuerdo que ella hablaba de su papá como del hombre más amoroso del mundo con su mamá: que no sabía dónde ponerla, porque, como era tan pequeñita —igual que Luz, así de flaquita—, la cargaba en brazos para un lado y para el otro, de puro consenti miento. Según Luz, ella jamás vio una pareja que se amara tan intensamente; decía que era algo que le quedó muy grabado toda la vida: el intenso amor que se prodigaban su papá y su mamá. Nunca supe realmente qué hacía el papá, porque lo que yo siempre entendí es que la fábrica de muebles la diri gía la mamá, ella era la que estaba al frente de las artesanas. Nunca le oí decir: “Mi papá se dedicaba a tal cosa…”. Esa parte yo no la conozco.

ERNESTO LLERAS8: A mí me encanta la saga de La dama y el vagabundo, aunque, claro, puede que sea una fantasía mía, porque él no era vagabundo, pero sí liberal, de esos liberales de racamandaca, de las sociedades demo cráticas, masón, artesano y político. Y se casa con la mamá de Luz, Ana Lucía Carreño Philips, de apellidos elegantísimos, ella muy “venida a menos”, como dicen, pero de una familia muy elegante y goda. Yo me imagino que Marco Tulio, que era de Bucaramanga, creo, se casó con esa señora tan distinguida

6 Leonor Amorocho (Bogotá, 1925-2017). Radióloga y jefa de enfermeras del Hospital Saint Vin cent de Nueva York. Vivió allí toda su vida, hasta que se pensionó y volvió a Bogotá

Marco Tulio Amorocho. Masón grado 33. Ca 1920. Archivo Maldonado-Tió.

7 En el reportaje del periódico El Tiempo (ca. 1977) “La primera arquitecta colombiana”, Luz explica esos antecedentes. Ver página 93 de este libro.

8 Ernesto Lleras (Bogotá, 1942). Profesor, ingeniero y poeta. Quizás el amigo más cercano que tuvo Luz.

15Primer acto •

del Socorro y, como no tenían cómo mantenerse en Santander, se vienen a Bogotá y montan esa fábrica de muebles de mimbre en su casa de Santa Inés. Luz siempre decía: “En mi familia nunca se pensó que las mujeres iban a vivir de sus maridos, sino que iban a trabajar y hacerse cargo de sus vidas”. Yo pienso que eso venía del papá, pero también de la mamá, porque al fin y al cabo ella trabajaba en la empresa de muebles de mimbre. Es que eso de ser mujeres libres era una blasfemia en esa época, porque las mujeres tenían que ser “sumisas y obedientes al marido”.

A mí también me encanta la saga de La dama y el vagabundo, aunque de alguna manera esta entrevista con Luz misma, hecha cuando ella tenía 78 años, la contradice:

LUZ AMOROCHO9: La cosa comenzó porque mi papá, a raíz de la guerra de los Mil Días, vino a Bogotá a buscar cómo ayudar a sus once hermanos. Después mi mamá, que también era santandereana y vivía en Bucaramanga, hizo un viaje, más de salud que de cualquier otra cosa, y se quedó donde una prima que vivía aquí. Papá tomó contacto con mamá a través de esa señora, y mamá se fue otra vez para Bucaramanga y pasaron tres años durante los que se escribían cartas. Se casaron en Bucaramanga y se vinieron a vivir a Bogotá, de manera que los cuatro hijos fuimos bogotanos.

ISABEL MARIÑO10: Luz tenía una hermana, Leonor, y dos hermanos, Jorge y Jaime. Jaime, un tipo muy serio que estudió ingeniería. Se casó con una judía, gringa, y vivió en California hasta que se murió. Era profesor de la universidad en el pueblito ese, Berkeley. El pueblito, si me oyeran... Jorge, en cambio, coqueteaba hasta con la Virgen del Carmen. Se casó chiquito y tuvo dos hijos, María Lucía y Jorgito. Quedó viudo y se casó de nuevo. Jorge era muy complicado. Jaime nunca se metió a la masonería. Jorge sí.

El patio de la casa en Santa Inés. De izquierda a derecha, Luz y su hermana Leonor, una prima y un hermano. Ca. 1930. Archivo personal de la familia Amorocho, Federico Durán.

9 Entrevista de Javier Correa a Luz Amorocho. Unimedios, Universidad Nacional, 2000.

10 Isabel Mariño (Ubaté, 1922). Madre de familia. Amiga de Luz desde la infancia. Esta entrevista sucedió en 2018, dos años antes del coronavirus.

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Plaza central de mercado La Concepción. S. f. Fondo Daniel Rodríguez, Colección Museo de Bogotá. MdB 18677

II. La loca Frufrú del Baltabarán

Es triste que la infancia de Luz esté asociada con el Mercado Central, un edificio que desapareció con la modernización de ese sector de la ciudad, que Luz misma promovió.

ISABEL MARIÑO: Cuando yo conocí a las Amorocho, vivían en la 10.ª con calle 8.ª, por ahí, en el barrio Santa Inés. Una casa grandotota. La parte de atrás era gigantesca, tenía solar y unos cuartos por allá donde el papá tenía una fábrica de muebles de mimbre. Entonces los primeros veinte pesos que me gané yo, nos los ganamos Leonor, Luz y yo, pintando unos cochecitos de muñecas que tenían un cuadro rosadito.

ISABEL MARIÑO: Yo conocí a Luz cuando teníamos doce años, en el colegio. Ella venía de Manizales, de un colegio donde su tía era la directora. Para ella, Manizales era el paraíso terrenal, y llegó aquí a un colegio que era como de la Edad Media, el colegio de la señorita Herminia Espinosa J., donde estaba yo con mis tres hermanas, en la carrera 10.ª junto a la iglesia de Santa Inés; un cole gio horrible, que no seguía ningún pénsum ni estaba aprobado de nada.

Las niñas del colegio éramos más bien feas y morenas, mientras que ella era rubia; entonces, fue una sorpresa agradable. Y, además, era divertidísima. En el recreo, un día, empezó a hacer gestos, bailando y botando tobillo, y dijo algo que se nos grabó a todas y se hizo famoso: “Hoy, la bella duquesa de Pontarcy, se convertirá en la loca Frufrú del Baltabarán”. Eso la consagró

Barrio Santa Inés. Arriba, a la izquierda, la plaza de Bolívar con la catedral y el Capitolio; tres bloques más abajo, el Mercado Central o de La Concepción; y unos 200 metros al sur, sobre la carrera 10.a, debía estar la casa de Luz. Ca. 1938. Fotografía Sociedad de Mejoras y Ornato de Bogotá.

17Primer acto •

como la mujer más importante del colegio. Todo el mundo la admiraba. Era la única que se atrevía a hacer alguna gracia, porque éramos bobas, todas.

Luz leía en francés como por arte de magia, porque había estado en el colegio de las señoritas Villamil, y ellas escasamente hablaban español. Pero Luz aprendió y lo hablaba lo más bonito; hasta en Francia el francés se le oía muy bien. A mí, en cambio, me decía que nunca podría hablar francés, que no podía hacer sonidos nasales porque tenía la nariz muy grande. Y que tenía la frente muy chiquita. Imagínate eso…

Luz fue mi compañera, pero yo crecí a pesar suyo. Un día un profesor me preguntó y yo no sabía. Tenía que decir “peciolo”, o algo así, pero no me salía la palabra. Y miraba a Luz a ver si me soplaba, pero ella, con una mirada penetrante, como de roquera, no me dijo nada. Y después, qué barbaridad, me suelta: “¡Usted cómo tiene de chiquita la frente!”. Fue una pedrada. Así de terrible era ella desde chiquita. Violenta. Y yo me dejaba.

En el colegio siempre estuve por debajo suyo, porque Luz era muy inteli gente. Entendía matemáticas, por ejemplo, que yo nunca entendí. Me llevaba una ventaja bruta en capacidad cerebral, en memoria, en lectura: ella ya había leído a los que apenas estaban comenzando a escribir, mientras yo estaba apenas leyendo Mujercitas. Era inalcanzable.

En el centro, Luz con su moño y, de negro, Leonor. Ca. 1930. Archivo Maldonado-Tió.

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Luz a caballo. Ca. 1940. Archivo personal de la familia Amorocho, Federico Durán.

Izquierda:Luz con quien creo es su prima y aquel antioqueño de ceja grande. Ca. 1938.

Archivo Maldonado-Tió.

Derecha: Luz tocando un bemol. Ca. 1940. Archivo Maldonado-Tió.

Pero, en cambio, yo sí tenía una ventaja sobre Luz, y es que las cosas román ticas y amorosas las manejaba mejor. Porque Luz era dramática… Pero no, no, ¡cómo te voy a contar los dramas de Luz, si Luz está viva!

El día de esa entrevista, Luz aún vivía en su apartamento del Bosque Izquierdo o, digamos mejor, sobrevivía, asistida por enfermeras día y noche. Ya no se comunicaba. Ese día, en todo caso, Isabel terminó por contarme de los amores juveniles de Luz. Así, gracias a ella, supe de “un antioqueño de esos de ceja grande, buen mozo y pendejo, que la enamoró locamente”, su primer amor, al que conoció en un viaje que hizo a los Llanos Orientales, a donde un tío Amorocho, que allí vivía.

ISABEL MARIÑO: El calor del llano y todo ese folclor la descuadraron.

19Primer acto •

Y la siguiente historia la ubica en una casa de Chapinero, un barrio de ensanche del centro de Bogotá, que comenzaba a crecer bucólico, con lago y cómodas casas.

Isabel refiere que en su casa había piano y Luz tocaba.

ISABEL MARIÑO: Luz estaba de novia de Javier hasta que un día él se le corrió. Eso le ardió muchísimo. Y como era tan dominante con nosotras, tuvimos que acompañarla a pasar el guayabo. La mamá, Leonor, Luz y yo arrendamos una pieza en Sopó, y estuvimos ocho días, acompañándola. Y se lo mejoramos echando pata por esos pueblos del camino: Tocancipá, Gachancipá… A pie, para matarle el sufrimiento intenso en que estaba por Javier. Luz era muy intensa.

Bueno, pasó el tiempo y estaban Leonor, Luz y la mamá en el salón de té del Hotel Granada, que era a donde uno iba elegante, cuando en esas entró Javier. Entonces Luz dijo: “Voy a hablar con él”. Leonor la agarraba, mientras la mamá le decía: “No, mijita, tú no puedes ir”, “Que sí, mamá”, “Que no”. Hasta que se soltó y se fue a hablar con él. Nunca supimos qué le diría, pero el tipo se puso pálido, se paró y se fue.

Luz era una persona muy formal y decía que, cuando las cosas se acaban, hay que acabarlas. Eso me lo enseñó a mí y me obligó a hacer unas metidas de pata terribles en mi vida. Es que Luz era tormentosa. Pero también muy graciosa. Y cantaba lindo.

Hotel Granada. Fondo Saúl Orduz. Ca. 1930. Colección Museo de Bogotá. MDU7227

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Recorte de periódico. Ca. 1946. Archivo Maldonado-Tió.

III. Primera arquitecta del país

En el prólogo de un libro que publicó ya vieja, ella cuenta que el papá, siendo ella adolescente, la llevó a conocer los predios que el Gobierno le había adjudicado a la Universidad Nacional para lo que sería la Ciudad Universitaria. La que se llamaría la Ciudad Blanca y que aún era solo verde.

Ella sería la primera mujer en graduarse de la carrera de Arquitectura. Y al regreso de París la haría su ciudad, pero no nos anticipemos. Cuando Luz entró a estudiar a los diecinueve años, efectivamente era verde.

CARLOS NIÑO MURCIA11: La Universidad Nacional es la primera Ciudad Universitaria en Latinoamérica. La de México viene mucho después, como en el 50, mientras que la de Caracas es como del 60 o 70. La de aquí, en cambio, surge desde el gobierno de López Pumarejo, a fines de los 30. La gente cuenta que por la calle 45, hacia abajo de la Caracas, había una o dos cuadras construidas, pero que ya desde la carrera 17 hasta la universidad eso era campo, o sea, era como una ciudad separada de la ciudad. Y llegar a esa ciudad con edificios blancos, nuevos, daba una sensación de modernidad muy grande.

López Pumarejo quería valorizar unas tierras del occidente de Bogotá. Y tenía, además, ese proyecto modernizador de que las clases menos favore cidas pudiéramos entrar a la universidad, que no se enseñara escolástica sino ciencias modernas, psicología, sociología, filosofía moderna. Y que estuviera todo integrado y no disperso.

Es en esa generación que bregó por modernizar el país en donde hay que ubicar a Luz, en ese proyecto de modernización de todo, de la literatura, del arte, de la sociología… Esa generación, sin embargo, fue vencida. Vea, por ejemplo, el presidente López Pumarejo, una persona sumamente importante. García Márquez decía que si no fuera por él no habríamos ni pasado por el siglo XX. Sin embargo, ya en su segundo gobierno, lo obligaron a retroceder, porque es que este es un país muy conservador.

ISABEL MARIÑO: Yo era muy amiga de Luz cuando estaba en la universidad y tenía un grupo de amigos que se divertían mucho. Tenía un enamorado que era Enrique García, pero a Luz no le gustaba tanto, le gustaba más la Danta,

11 Carlos Niño Murcia (Ubaté, 1950). Arquitecto, investigador y escritor.

21Primer acto •

Enrique García, Edgar Burbano, etc. en los prados de la facultad. Fotografía de Luz Amorocho (¿?). Ca. 1944. Archivo Maldonado-Tió.

Ciudad Universitaria 1940. Tomado del libro de Luz Universidad Nacional de Colombia. Planta física, 1867-1982. Monografías Arquitectura 1 (Bogotá: Proa, 1982, 14).

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En ese entonces, la Facultad de Arquitectura, edificio en donde Luz cursó su carrera. Ca. 1970. Germán Téllez. Colección Museo de Bogotá.

Izquierda: Luz, elegante, y grupo de amigos entre los que está Enrique García, de pie. Ca. 1945. Archivo Maldonado-Tió.

Derecha: Edgar Burbano y Enrique García escondido. Presumiblemente en un salón de la Facultad de Arquitectura, Universidad Nacional de Colombia. Ca. 1944. Archivo Maldonado-Tió.

un costeño desabrochado, pechugón, que vivía en la universidad y cogía las cosas de los amigos. Era una vergüenza. Luz tocaba el piano y ambos cantaban.

ISABEL MARIÑO: Ese grupo de amigos de la universidad se dispersó: Lucho Pacini, que era millonario, se fue para Barranquilla; Enrique García, para Santander; Burbanito se volvió para Pasto. Entonces, Luz se quedó sin amigos.

JORGE ARIAS DE GREIFF: Yo la conocí cuando estaba terminando Ingeniería y ella Arquitectura, y había un curso que era común. El curso de Resistencia de Materiales, del Dr. Julio Carrizosa, que molestaba a los arquitectos diciéndoles: “Yo no sé porque los arquitectos no ponen en el plano de una vez el sitio de la gotera”. Y los estudiantes de Arquitectura se ofendían ante esa desfachatez.

ISABEL MARIÑO: Por esa época es que Luz también fue novia de… ¿cómo es que se llamaba… el del teatro…? El feíto, chiquito… ¡García! Santiago García12

BEATRIZ VÁSQUEZ: Una vez me contó una anécdota. Luz y Santiago García se habían ido de paseo al borde de un río y estaban besándose cuando los sacaron corriendo, gritándoles que eso era pecado, que cómo se les ocurría. Me acuerdo de que también decía que Santiago, en los asuntos del amor, era muy inconstante. Esa historia, en todo caso, no prosperó nunca, se quedó ahí como parte de la vida.

12 Santiago García (Bogotá, 1928-2020). Director y fundador del Teatro La Candelaria. Genio del teatro colombiano.

23Primer acto •
Plantilla de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional en 1945. Archivo Maldonado-Tió. Los graduandos en diciembre de 1945: Enrique García, Edgar Burbano, Pablo Lanzetta. Supongo que “la Danta” debe ser Álvaro González. Archivo personal de la familia Amorocho, Federico Durán.

Y los paseos con la que ha de ser su prima, en unas fotos en las que se tomó el trabajo de marcar lugar y fecha.

ERNESTO LLERAS: De la universidad, yo recuerdo que ella hablaba de un ambiente totalmente machista y que, con su carácter, tuvo que abrirse paso a codazos, a punta de carácter y talento, porque ella era buenísima estudiante. Los tipos tenían que admirarla por su capacidad. Ella siempre pensaba que la manera de desarrollar el espacio femenino en un ambiente machista era con calidad. Era muy aguerrida, pero entendía la importancia de hacer las cosas bien. Imagino que la veían como una vieja “pelietas”, pero era inteligentísima y siempre tenía argumentos para plantear su posición. Luz se hacía respetar por su trabajo.

En un restaurante de Bogotá en el año 2007, es decir, cuando Luz tenía 85 años, Ana María Pinzón, una arquitecta e investigadora, le hizo una entre vista, hasta ahora inédita.

ANA MARÍA PINZÓN: Luz, ¿por qué decidiste estudiar Arquitectura? ¿Qué sabías de arquitectura?

LUZ AMOROCHO: Nada. No sabía absolutamente nada. Porque eran otros tiempos y aquí en Colombia no había arquitectos. Así de fácil. La arquitectura era bastante desconocida y los que comenzaron Arquitectura venían de Ingeniería.

ANA MARÍA PINZÓN: ¿Qué cosas te pasaron en la universidad por ser mujer?

25Primer acto •
En la foto se lee "Socorro Hacienda San Lorenzo VII-2-46". Archivo MaldonadoTió.

LUZ AMOROCHO: No, a mí no me pasaron muchas cosas. [Risas] Aunque ahora que me acuerdo, una, dos, tres veces, las tengo aquí. La primera vez, yo estaba en segundo de Arquitectura con el profesor Manuel de Vengoechea13; teníamos que hacer unos trabajos prácticos los jueves, uno comenzaba al mediodía y entregaba a las cinco de la tarde. Yo me quedé en la facultad trabajando en mi proyectico. Y afortunadamente había otros también trabajando por ahí. Al día siguiente el profesor dijo: “Pues el mejor proyecto es este, pero usted no lo hizo” y yo le dije: “¿Cómo que no lo hice?”. Me dijo “Usted me puede asegurar a mí lo que quiera, pero yo no le creo”. El hijueputa me dijo eso. A mí se me escurrieron dos lagrimones. Yo le dije: “Pues sí lo hice” y al tipo le tocó calificármelo. Pero afortunadamente otros dos o tres habían estado al mismo tiempo conmigo en ese salón. Porque a mí lo que me ofendía era que mis compañeros creyeran que yo me aprove chaba de mi condición de mujer. Porque sí lo creían, que por ser mujer me ayudaban.

La segunda, cuando comenzamos a estudiar decoración con Violi14, que era un gran arquitecto. Era tan pendeja la Facultad de Arquitectura, y tan llena de basura, que pusieron a Violi de profesor de Decoración. Entonces él aprovechó para hacer cosas de arquitectura, verdaderamente, y hacer de la decoración una cosa grandiosa. Entonces a mí me encantó ese curso, y me esforcé e hice un proyecto bastante bueno. Entonces viene Violi y me dice “pero este proyecto se lo hizo Burbano”. Yo lo había hecho en el patio de mi casa, porque yo vivía en una casa con patio y tenía mi mesa de dibujo en el patio. Y entonces esa cosa me pareció tan terrible y tan ofensiva. Además, que fuera Burbano el que me había hecho a mí el proyecto. ¡A mí me pareció terrible! Entonces Burbano dijo: “No doctor, no, eso no es así”. Después yo seguí trabajando con Violi, y él se volvió buenísima gente conmigo y tenién dome mucho en cuenta.

Y la tercera. Al siguiente año, viene el negro Gnecco y me dice “Su pro yecto está muy bueno, pero ese proyecto se lo ayudó a hacer Lanzetta”. Le dije “¿Lanzetta a mí?, ¿pero usted en qué está pensando? ¿Usted es que es bobo?”. Eso le dije al profesor. Yo en ese tiempo ya estaba muy machita y ya

13 Manuel de Vengoechea (París, 1911-Barranquilla, 1983). Arquitecto, urbanista y político. Funda dor en 1946 y junto a Carlos Martínez, de la revista Proa de la que ya hablaremos.

14 Bruno Violi (Milán, 1909-Bogotá, 1971). Arquitecto y docente italiano que desarrolló su carrera en Bogotá en los años cuarenta y cincuenta. En 1939 asumió la Dirección de Edificios Nacio nales del Ministerio de Obras Públicas. Diseñó edificios muy importantes para Bogotá, como el Manuel Murillo Toro (1941) o el de El Tiempo (1961); y para la Ciudad Universitaria, como la emblemática Facultad de Ingeniería (ca. 1958) en colaboración con Leopoldo Rother.

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Luz con sus compañeros de estudio en la puerta de la facultad. 1941. Archivo Maldonado-Tió.

Reverso de la imagen: “1941 LUZ AMOROCHO 1941 al centro rodeada de IZ a Derecha de sus compañeros OLAYA, LUCHO PACINI, ALFONSO RAMÍREZ, PABLO LANZETTA ENRIQUE LUCHAU, EDUARDO RAMÍREZ VILLAMIZAR RAMÓN PEÑARANDA, ÁLVARO GONZÁLEZ y EDGARD BURBANO...” Archivo Maldonado-Tió.

27Primer acto •

no se me salían las lágrimas. Y la contestación mía fue tan contundente que el tipo tuvo que echar reverso. ¡Figúrate si yo iba a permitir que mis compañe ros me ayudaran! ¿Para que después dijeran ellos mismos que yo había salido gracias a ellos? ¡Ni loca! Esas cosas me parecían terriblemente ofensivas. Y los imbéciles llegaban allá pensando “¿Esta por qué se pondrá tan brava por eso? ¡Si es lo más natural!”. Es decir, eran hombres.

LUZ AMOROCHO: A mí después me importaba verdaderamente un bledo la facultad, porque yo ya me gradué, me olvidé de todos ellos, nunca los volví a ver y no tenía ningunas ganas de verlos. No fueron amigos míos. Los más ami gos eran un tipo que era medio santandereano, medio costeño, que, entre otras cosas, estaba medio enamorado de mí, y a mí no me gustaba nada, bueno, él siempre estaba como cruzado. Entonces ya, pasó y ya. Yo los veía como muy de vez en cuando, porque yo tenía otros amigos, otra gente. La gente con la que yo quería estar era con “el Mono” Martínez15 y sus ami gos, y con los que hablábamos de literatura. ¡Todos esos! Los que me decían: “Mire, hay una exposición en tal parte”, todas esas cosas. Mis compañeros eran pocos, cabían en esta mesa.

ANA MARÍA PINZÓN: ¿Cómo era ser la única mujer de la universidad?

LUZ AMOROCHO: ¿Ser la única? Pues a mí, como te digo, no me hacía ninguna mella no tener compañeras. No es que yo no me entendiera con las mujeres en ese tiempo, como esa pose que tienen muchas mujeres de que no se entienden con otras mujeres, eso me parece antipático, harto y men tiroso. Uno se entiende muy bien con otras mujeres, porque tiene cosas en común que no tiene con los hombres. Pero ya en el medio de la universidad, del estudio, no me hubiera gustado para nada haber tenido que compartir con las otras niñas.

ANA MARÍA PINZÓN: ¿Y por qué decían que la carrera era para maricas? ¿De dónde viene eso?

LUZ AMOROCHO: Yo creo que era porque los ingenieros eran los manda callares, los abogados y los médicos. Entonces eran los que mandaban en el área profesional. Y lo afeminado de la profesión, de unos tipos que se preo cupan más por la pinta, que dibujan, que son artistas, que no sé qué. En ese

15 Fernando Martínez Zanabria, “el Mono” (Madrid, 1925-Bogotá, 1991). Arquitecto colombiano nacido en España. Fue profesor de la Universidad Nacional de Colombia. Dentro de sus obras más representativas se encuentran la Caja Agraria de Barranquilla (1961-1965), el Edificio Giraldo (1958) y la Casa Calderón (1963).

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Luz y Fernando “el Mono” Martínez, en el Ministerio de Obras Públicas (MOP). 1948.

Archivo Maldonado-Tió.

Primer

mundo así de pelea directa, mirado desde una perspectiva de gente que ejer cía su profesión en el campo, entre la tierra, sin ningún respeto por su cuerpo, porque era la pelea directa de la ingeniería en Colombia, era hacer carreteras. Pero actualmente yo no creo que haya ningún ingeniero que diga una cosa así. Y los arquitectos siguen siendo los mismos maricas de toda la vida [risas].

ANA MARÍA PINZÓN: ¿Qué les daban en la carrera? ¿Qué materia les daban?

LUZ AMOROCHO: Mucho énfasis en matemáticas. “El Mono” Martínez, por ejemplo, que fue un tipo muy inteligente, que era arquitecto hasta el último pelo, aunque luego eran poquitos los pelos que le quedaban, hasta la uña del pie digamos, mejor, tenía tan poco interés por las matemáticas que perdió asignaturas. ¡Pero a él le bajaban la cabeza los profesores! Como era español, gritaba “Grrrrrr” y aquí eso asusta.

ANA MARÍA PINZÓN: Con respecto a las matemáticas, el cálculo y la geo metría, ¿para qué te sirvieron?

LUZ AMOROCHO: Para desarrollarme la cabeza. Y el criterio. Yo pienso que las matemáticas son una muy buena formación, de lógica y de muchas cosas.

ANA MARÍA PINZÓN: ¿Cómo era estar sola en la universidad?

LUZ AMOROCHO: La facultad era chiquita y estaba recién fundada. Yo tenía compañeros con quienes trabajaba siempre, compañeros de quienes en un momento dado me enamoré, porque trabajaban conmigo, normal, común y corriente. Pero yo tenía mis amigas del colegio, me seguía viendo con ellas, siempre me apoyaron mis amigas, y todas las cosas del corazón, pues yo les comentaba y las vivía por fuera de la facultad.

Además, estaban mis compañeros, me gustaba estar con los costeños porque eran alegres, pero eran de otros cursos. Por ejemplo, yo tenía un compañero que tocaba piano increíble, entonces hacíamos fiestas, pero en esas nunca estaban mis compañeros con los que yo estudiaba.

29
acto •

IV. Las huelguistas del Colegio Mayor

Estando en el Ministerio de Obras Públicas (MOP) a Luz la llamaron para trabajar en el recién fundado Colegio Mayor de Cultura Femenina de Cundinamarca. Buscaban una mujer que pudiese dirigir el curso de Delineante de Arquitectura, que era para mujeres, y ella era la única arqui tecta del país, entonces, ¿a quién más podían nombrar?

ANA MARÍA PINZÓN: ¿Qué pasó después de la universidad? ¿Qué posibilida des laborales había para las arquitectas en ese momento? Bueno, los arquitectos.

LUZ AMOROCHO: Lo único que yo puedo saber es lo que me pasó a mí. Me puse a trabajar como directora del curso de Delineante de Arquitectura del Colegio Mayor de Cundinamarca, lo dirigía doña Ana Restrepo del Corral, luego rectora del Gimnasio Femenino16 toda la vida.

ISABEL MARIÑO: Luz fue jefa mía en el trabajo, me nombró de secretaria. Yo lo único que tenía que hacer era saludar a los profesores, simpatiquísimos, que ella había nombrado, y llevarlos de la mano hasta la puerta del aula. Y una vez al mes, hacer una lista con las calificaciones que me daba Luz. Ella era muy seria, muy juiciosa. El Colegio Mayor tenía una norma: no se podía matricular sino a gente de cuarto bachillerato para arriba. Pero doña Ana era bondadosa y empezó a colar niñas de primero, de segundo y de primaria: analfabetas. Entonces Luz y yo, de brutas, le hicimos una huelga para que se respetaran las normas. Terminamos derrotadas. Doña Ana siguió en su puesto y no pasó nada. Pero doña Ana, que era una mujer muy inteligente, nos llamó a Luz y a mí, que habíamos hecho huelga contra ella. Nos agradeció lo fran cas que éramos y nos dijo que teníamos razón.

ANA MARÍA PINZÓN: ¿Por qué te fuiste del Colegio Mayor?

LUZ AMOROCHO: Porque me fui a trabajar al ministerio, precisamente en lo del Grupo de Tumaco.

ANA MARÍA PINZÓN: ¿Eras la única arquitecta en el Ministerio de Obras Públicas?

LUZ AMOROCHO: En ese momento sí.

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16 Gimnasio Femenino. Prestigioso liceo para educar a las niñas de la élite bogotana. Luz, Isabel y dos desconocidas, presumiblemente del grupo de “huelguistas”. Ca. 1947. Archivo Maldonado-Tió. Luz, Isabel, Leonor, tres desconocidas y un joven, al fondo, en Monserrate. Ca.1950. Archivo Maldonado-Tió. Luz en otro paseo. Ca. 1950. Archivo Maldonado-Tió. Luz tocando la harmónica y con carriel serrero. Ca. 1950. Archivo Maldonado-Tió.

V. El Grupo Tumaco

En octubre de 1947, al tiempo que Bogotá se preparaba para la Novena Conferencia Panamericana con múltiples obras de “embellecimiento”, las llamas consumieron Tumaco.

Ubicado sobre la costa del Pacífico, se trata de un asentamiento de pobla ción mayoritariamente negra, pero que le da nombre a una cultura pre hispánica: la cultura Tumaco. En la biblioteca de Luz, ya muerta, recuerdo haber visto algunas réplicas de su cerámica.

En ese exuberante puerto donde vivieron unos tumacos, viven varios pueblos que llegaron después, unos indígenas nativos más del norte, unos negros palenqueros o libertos, o unos criollos de todo pelaje, sacerdotes, maestros o empresarios, de la madera, el caucho, la tagua, o el contra bando, por mencionar algunos, antes de la droga y a lo largo de los siglos.

Del Colegio Mayor, Luz había pasado a trabajar para el Ministerio de Obras Públicas (MOP), en la sección de Edificios Nacionales, que antes dirigiera su profesor Carlos Martínez17. Su primer encargo allí fue la reconstrucción del municipio tras el incendio, en el diseño de las nuevas edificaciones, junto con sus colegas de lo que se llamó el Grupo Tumaco.

El ministerio había contratado estudios técnicos con la firma Sert18 y Wiener19, así que, bajo la supervisión de Josep María Sert, siguieron la “cartilla” que tenía la oficina de este para fundar ciudades nuevas: identi ficar las necesidades y los edificios públicos necesarios, de acuerdo con el número de habitantes, etc.

Las noticias eran alarmantes. Según un diario capitalino, negros armados de machetes se dedicaban al saqueo.

17 Carlos Martínez (Subachoque, 1906-Bogotá, 1991). Arquitecto, profesor de Luz y fundador de la revista Proa

18 Josep Lluis Sert (Barcelona, 1902-1983). Arquitecto. En 1928 se trasladó a París para trabajar junto a Le Corbusier. Sus obras y proyectos se sitúan en la vanguardia europea y la tradición catalana, si así se puede decir. Tras la Guerra Civil se exilió en Estados Unidos desde donde trabajó en la urbanización de ciudades de América del Sur. También se dedicó a la docencia.

19 Paul Lester Wiener (Leipzig, Alemania, 1895 1967). Fue un arquitecto y urbanista alemán que desarrolló obras y ejecutó proyectos de grandes proporciones en toda  América. Cuñado de Henry Morgenthau Jr., secretario del Tesoro entre 1934 y 1945 durante la presidencia de Franklin D. Roosevelt.

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Periódico El Tiempo (Bogotá), 13 de octubre de 1947.

Periódico El Tiempo (Bogotá), octubre de 1947.

33Primer acto •
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Luz bajo el ala de un DC3 de Avianca, en el aeropuerto La Florida de Tumaco. Ca. 1948. Archivo Maldonado-Tió. Luz visitando la isla de El Morro donde proyectarán el nuevo Tumaco. Ca 1948. Archivo Maldonado-Tió. Luz en el océano Pacífico. Ca. 1948. Archivo Maldonado-Tió. Luz bañándose con desconocidos. Ca. 1948. Archivo Maldonado-Tió.

Arriba: Revista Proa 14, agosto de 1948.

Derecha: Periódico El Tiempo (Bogotá), 14 de octubre de 1947.

Y Luz Amorocho aterrizó. Veinticinco años tenía la única arquitecta que iba a hacer una ciudad nueva.

El Grupo Tumaco publicó en las revistas Proa 14 y 15 el proyecto. Además de su supuesta participación en el planteamiento general, Luz proyectó dos colegios. Por las fechas de los planos encontrados en el Archivo General de la Nación, sé que se quedó un par de años más en el MOP. Hizo escuelas y viviendas. De todo eso sobreviven el trazado vial y “cuatro casas en ruinas de las que diseñó “el Mono” Martínez”, dijo ella. ¿Por qué? Le pregunta la entrevistadora20

LUZ AMOROCHO: Pregúntale a Colombia. Falta de coherencia y sobra de política, y de todo lo que tú quieras, pregúntaselo a Colombia de verdad, porque yo no lo sé, no tengo ni idea.

PEPE CERÓN21: Cuando yo trabajaba en una oficina de la calle 13, un día estaba tomando chocolate en un Monteblanco que había entre la 7.ª y la 8.ª, y que después fue el Banco Nacional de París. Cuando de repente, con mucha algarabía, entró de primera, vivaracha y con su pelo motoso, la que después

20 Entrevista inédita a Luz Amorocho, realizada por Ana María Pinzón en 2007.

21 Pepe Cerón (Bogotá, 1930). Arquitecto. Amigo y vecino de Luz.

35Primer acto •

supe que era Luz Amorocho. Venía acompañada de muchos señores, uno grande al que le decían el Mono. Eso fue inolvidable.

Le pregunté a Pepe si le podía mandar fotos en las que aparecía Luz junto a sus compañeros del Grupo Tumaco, con la esperanza de que me ayudara a reconocer.

PEPE CERÓN: Mándeme lo que le dé la gana, pero apúrele, porque yo ya voy a cumplir noventa años y puede ser que esta sea la última vez que abra el pico. Chao.

Para los arquitectos contemporáneos de Luz, e incluso los de la genera ción posterior, el Mono fue una figura determinante. Mi papá, sin ir más lejos, decía que era su gran maestro. Me encanta enterarme de que Luz era mayor que el Mono, por tres años. Busqué a Darío Jaramillo, para que me contara cómo se conocieron Luz y el Mono.

DARÍO JARAMILLO22: Yo creo que pudo ser en el ambiente de la facultad, como los dos eran pura UNAL [Universidad Nacional]. Fernando, por ejemplo, terminó la carrera, pero siguió de profesor, él nunca se salió del útero univer sitario. Él no era propiamente un amante de tener amigas23, pero le tenía un enorme cariño a Luz y hablaba con mucha simpatía de ella.

En la entrevista de marras…

LUZ AMOROCHO24: Debió ser medio peligroso ser alumno del Mono, porque la tendencia era adoración u odio. Era verdaderamente una persona lidad, era una curiosidad y era verdaderamente lúcido.

DARÍO JARAMILLO: Sabes que, ahora que lo pienso, también pudieron conocerse por Alejandro Obregón25, del que ambos fueron muy amigos. Ahí también hay una relación que puede conectarlos.

DARÍO JARAMILLO: Ellos tuvieron un romance tormentoso. Luz y Obregón. Ella tenía cuadros de él. Yo a Luz la conocí muy recién salida de esos rollos,

22 Darío Jaramillo (Santa Rosa de Osos, 1947). Poeta.

23 Supongo que se refiere a su fama de misógino empedernido.

24 Entrevista inédita a Luz Amorocho, realizada por Ana María Pinzón en 2007.

25 Alejandro Obregón (Barcelona 1923-Cartagena 1992). Pintor, inmigrante de la Guerra Civil española. Para la crítica de arte Marta Traba —que por cierto escribió un inolvidable artículo sobre Luz Amorocho, estudiado al otro lado de este libro— Obregón fue quien trajo la pintura moderna al país. Solía decir que “con él empezó todo”.

“El Mono” Martínez y víctima desconocida. Oficina del Grupo Tumaco en el Ministerio de Obras Públicas. Ca. 1948. Archivo Maldonado-Tió.

“El Mono” Martínez y Luz. Oficina del Grupo Tumaco en el MOP. Ca. 1948. Archivo Maldonado-Tió.

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El Bogotazo. 9 de abril de 1948.

Fondo Manuel H. Colección Museo de Bogotá. MdB 11780

Primer

pero no sé hablar de ellos, francamente. Si ella estaba triste, seguramente me llamaba y me decía “tomémonos un café”, pero no era para contarme el motivo de su tristeza. Siempre fue muy celosa de su intimidad y su vida privada.

Ay Dios… Obregón, Roda, Fornaguera, los Martínez Zanabria26 eran familias de la República española que llegaban a Bogotá huyendo de la horrible derrota. Luz después, y recién llegada a Europa, iría a Barcelona y tendría muchos amigos aquí, lamentablemente, aún de rastro desconocido. Pero el cuento de amores con Alejandro Obregón que yo conozco, refiere que cuando ter minaron, ella quedó furiosa. Tenía un retrato que le había hecho Obregón. Entonces lo vendió por lo que le dieron y le mandó a Alejandro, por correo, el recibo de la venta.

ISABEL MARIÑO: Cuando las cosas se acaban, hay que acabarlas.

Hay dos hitos, si se puede decir contemporáneos, en la historia de la arqui tectura en Colombia, el 9 de abril de 194827, cuando la ciudad ardió, y la visita de Le Corbusier28.

ANA MARÍA PINZÓN: ¿El 9 de abril, el Bogotazo, qué? ¿Qué hizo para la ciudad?

LUZ AMOROCHO: Para la ciudad, pues dejó el lote. Los estudiantes de arquitectura solucionaron la carrera 10.ª, como ya les habían aplanado todo… Proyectos, produjo proyectos de facultad.

ANA MARÍA PINZÓN: ¿Qué recuerdas de la visita de Le Corbusier? ¿Qué impacto tuvo sobre tu carrera?

LUZ AMOROCHO: No, sobre mi carrera nada, para nada. Eso es como una visita de un señor que es muy importante. Por ejemplo, que te digan a ti, que eres artista de la televisión, que qué impacto tuvo que viniera a Colombia Brad Pitt29. Pues delicioso, rico, me dio un besito, pero para tu carrera,

26 Padres del “Mono” Martínez.

27 El día 9 de abril de 1948, a raíz del asesinato de líder popular Jorge Eliecer Gaitán, una muche dumbre incendiaria quemó y saqueó el centro de la ciudad.

28 Le Corbusier (La Chaux-de-Fonds, Suiza, 1887-Roquebrune-Cap-Martin, Francia, 1965). Arqui tecto suizo francés, icono del siglo XX.

29 Brad Pitt (Oklahoma, EE. UU. 1963). Actor, modelo y productor de cine.

37
acto •
Alejandro Obregón. Fotografía encontrada en un álbum de Luz. Ca. 1955. Archivo Maldonado-Tió.

¿impacto? Nada. Para nada. Sí impactó a mucha gente, porque todos los estudiantes recogían los papeles que Le Corbusier tocaba: era la beatería. Pero no creo que eso los convirtiera en nada de nada. La única cosa fue que algunos de ellos tomaron contacto, y después fueron a Francia y trabajaron con él, en la oficina de Le Corbusier directamente.

ANA MARÍA PINZÓN: ¿Eso no avivó como cierto discurso sobre la arquitec tura o alguna cosa?

LUZ AMOROCHO: Pues lo que pasa es que todos estábamos muy imbuidos en la arquitectura de Le Corbusier. Todos teníamos los libros de Le Corbusier, yo todavía los tengo. Lo adorábamos. Entonces que venga, papacito, pues claro. Pero no es porque eso ponga ni quite, sino que uno está muy con tento, además porque el tipo va a decir cosas y va a pronunciar discursos. Pero yo ni siquiera me acuerdo de nada de lo que hubiera podido decir Le Corbusier. Salmona30 después era el abanderado de una arquitectura que no era lecorbusiana para nada. Él estaba más bien era por Aalto31, ¿no? Es decir, después toda la arquitectura se volvió Alvar Aalto. Primero todo era Le Corbusier, después todo era Alvar Aalto…

ANA MARÍA PINZÓN: Tú hiciste un artículo en Proa sobre la modernización del barrio Santa Inés, y apareces “arquitecta señorita Luz Amorocho”.

LUZ AMOROCHO: Es que en ese tiempo a uno le estaban refregando siem pre si era señorita o no.

Le pregunté a Ernesto por los asuntos del corazón de Luz con su tío Miguel.

ERNESTO LLERAS: Mi tío Miguel fue un tipo importantísimo, era brillantísimo y demoledor también, pero tenía ese problema de vivir en el closet, y cuando ella lo conminó y le dijo: “Bueno, ¿se casa conmigo?”, a él esa noche le dio un infarto.

Debió ser una tensión tremenda, esa tensión del disimulo y tener que enfrentar la verdad, una cosa interesantísima. Porque ella lo puso contra la pared, en frente

Revista Proa 3, 1946.

30 Rogelio Salmona (París, 1927-Bogotá, 2007). Destacado arquitecto. Estudió en la Universidad Nacional de Colombia. En el 48 volvió a Francia, donde ingresó a trabajar como colaborador en el estudio de Le Corbusier, durante unos años. En 1958 regresó a Colombia. A lo largo de su vida colaboró con otros arquitectos colombianos como Hernán Vieco y Guillermo Bermúdez. Fue candidato en 2007 al Premio Pritzker de Arquitectura. En 2003 ganó el prestigioso Premio Alvar Aalto, otorgado por la Asociación Finlandesa de Arquitectos (SAFA).

31 Alvar Aalto (Finlandia, 1898-1976). Arquitecto casado con la arquitecta Aino Aalto.

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a sí mismo. Él era un tipo bastante notable en lo que hacía, terminó su vida de presidente de la Corte o del Consejo de Estado, o yo no sé qué diablos.

Y con una pata fuera del closet porque el amante de él era su chofer. Él se fue a Europa con su chofer de paseo y ahí se supo todo. Y le dejó la casa en herencia. Y Miguel fue muy amigo mío, entre los sobrinos de él yo era el gran amigo. Y con migo hablaba de todo y ahora que me acuerdo hablaba de Luz. Pero hablaba de Luz con mucho dolor, entonces no era fácil hablar de Luz con él.

Una vez estaba Miguel con su amante en un restaurante y entró Luz… ¡Y no me acuerdo qué pasó! [Risas] Luz fue la que me contó eso, que él se puso nerviosísimo, y claro, la saludó y todo, pero queriendo salir de ella rápido. Y no le presentó al chofer. Y ella se dio cuenta y prefirió respetar esa intimidad. Yo creo que lo que ahí es importante es esa pasión de Luz, esa capacidad impresionante que tenía de involucrarse con las cosas de la vida.

39Primer acto •
Luz en alguna finca de la tierra caliente. Ca. 1950. Archivo personal de la familia Amorocho, Federico Durán.

VI. Cuéllar Serrano Gómez32

Los investigadores del otro lado de este libro encontraron un artículo que publicó Marta Traba33 en 1955, “La arquitecto. Luz Amorocho”. Por las fotos, el mobiliario, los uniformes, etc.34, me imagino que estas fotos que tengo en mi álbum son en las oficinas de Cuéllar Serrano Gómez (CSG).

32 CSG: firma principal de la arquitectura moderna en Colombia.

33 Marta Traba (Buenos Aires, 1930-Madrid, 1983). Escritora y crítica de arte.

34 Ver imágenes del artículo mencionado del otro lado, en Luz Amorocho, arquitecta páginas 12, 16, 63 y 106.

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Luz en las oficinas de arquitectura de CSG (¿?). Ca. 1955. Archivo Maldonado -Tió.

En el año 1950 Luz entró a trabajar en CSG, una firma a la que se unirá luego Gabriel Largacha y que construirá buena parte de la arquitectura moderna en Bogotá: el Aeropuerto El Dorado, el Hotel Tequendama o el edificio de Seguros Bolívar, donde quedaban sus oficinas recién mencionadas.

CARLOS NIÑO MURCIA: Entre los principales edificios de los cincuenta está Seguros Bolívar, donde, además de las oficinas de CSG, en el último piso, quedaba la Embajada de los Estados Unidos, las oficinas de la Texaco y de Good Year. Era como el centro administrativo de Colombia y es de una cali dad impresionante. Tenía aire acondicionado, que eso en Bogotá no existe ni existía. Magnífico. Y es, justamente, de esa época en que estaba Luz.

CARLOS NIÑO MURCIA: Cuéllar Serrano Gómez fue de una importancia aterradora, sobre todo por José Gómez Pinzón, que era el timón de todo. Gabriel era el diseño, pero el gerente era José Gómez, que fue rector de la Universidad Nacional, ministro de Obras, creador de la Sociedad de Ingenieros, o sea, un tipo importantísimo. No solo hacían proyectos, sino que tenían ladrillo, prefabricados, tenían como veinte oficinas, de empresas de ellos o de asociaciones. El puente Pumarejo lo hicieron ellos, era una empresa muy berraca.

ERNESTO LLERAS: Cuando ella trabajaba en Cuéllar Serrano, a Willy35, que estaba de primíparo, se le acabó el lápiz y todos los demás, por mamarle gallo, le dijeron: “Usted tiene que ir a hablar con el jefe [que era Serrano] para que le dé un nuevo lápiz”. Y él ya iba a ir, cuando Luz lo vio y le dijo: “Noooo, no sea bobo, yo le doy un lápiz, tome, si usted va, queda como un imbécil”. Willy quedó flechado con eso. Es que esa era una característica importantí sima de Luz: ella era una persona superbuena, es decir, era capaz de darse cuenta de cada uno de los demás, en qué andaba. Por ejemplo, en una visita veía quién estaba mal e iba y lo acompañaba. Luz era increíble para eso, tenía una sensibilidad impresionante, humana, y una bondad total, cosa que no tiene nadie.

35 Willy Drews (Pereira, 1938). Arquitecto y amigo de Luz.

41Primer acto •
Edificio Seguros Bolívar. Ca. 1955. Fondo Saúl Orduz, Colección Museo de Bogotá. MdB 17796 Fiesta en la casa de Gabriel Serrano, en la carrera 7.a con calle 85. Hoy desaparecida. Ca. 1955. Archivo Maldonado-Tió. Misma fiesta. Gabriel Largacha canta y Luz, de boina, se prepara. Ca. 1955. Archivo Maldonado-Tió.

Fiesta donde el maestro Angulo (escrito por detrás de la fotografía). Luz y Willy Drews, su compañero en CSG. Ca. 1957. Archivo Maldonado-Tió.

Arriba: Misma fiesta. Luz con Gabriel Largacha. Archivo Maldonado-Tió.

Abajo: Misma fiesta horas después. Guillermo, conocido como “el Pajarón” Bermúdez, Luz y Largacha. Ca. 1957. Archivo Maldonado-Tió.

CARLOS NIÑO MURCIA: Otro proyecto muy importante de CSG fue el Club Los Lagartos. Era una cosa diferente a las oficinas, porque era un club recreacional, muy abierto, con grandes ventanales, una cosa campestre. La modernidad se presta mucho a esta integración con la naturaleza.

LUZ AMOROCHO36: CSG comenzó por Gabriel Serrano y por José Gómez Pinzón; después entró Largacha37, porque era un excelente alumno de Gabriel Serrano, y ellos lo convidaron a que también formara parte de la compañía, entonces entró de socio. Pero los diseñadores eran Gabriel Serrano y Gabriel Largacha, y se acabó. Ellos eran los que daban la última palabra, porque además eran los dos arquitectos. Pero éramos nosotros los que desarrollábamos las ideas de ellos. Entre otras cosas, porque ellos eran los responsables de esa vaina. Y pues nosotros lo desarrollábamos mejor que como lo hubiera desarrollado un dibujante, pero tocaba decir: “Gabriel, a usted qué le parece, yo solucioné esto así”. Eso no se podía decir “Yo terminé este edificio así y así es como me da la gana”.

Eso era moliendo para presentar los proyectos, como siempre. Es decir, había un ambiente, una cosa, y había como el amor por todo eso de que yo pertenezco, yo soy de la élite que estudia, o que ha estudiado arquitectura, y que es mejor que nadie, porque es artista y es científica. ¡Mentiras! Uno no es ninguna de esas cosas, pero sí creía. Lo mismo que los médicos o los ingenie ros. Todos los estudiantes piensan que eso es lo último y que ellos son parte de lo último. No tanto que uno pudiera cambiar el mundo, sino que uno tenía la capacidad de cambiar el mundo. Que uno tenía la iluminación, porque pertenecía a eso que recogía todo, que comprendía todo; la ciencia, el arte, el no sé qué… Y va uno a ver y los arquitectos no son ni científicos ni nada de nada, son incultos a morir, nunca han leído nada, son unos ignorantes en general muy grandes. Y mis compañeros eran así. Entonces había unos, como hay en todas partes, que sí se preocupaban por eso, que sí leían; “el Mono” Martínez, por ejemplo, era un tipo que toda la santa vida leyó. Porque eso es solo si quieres saber del mundo en el que vives, y que estés interesada en la literatura, y que estés interesada en la música y todas esas cosas, porque estás con los ojos abiertos. Pero lo otro son las ilusiones de uno cuando sale de estudiar.

Niño desconocido, su hermana Leonor, Luz y mujer con gafas. Ca. 1953. Archivo Maldonado-Tió.

36 Entrevista inédita a Luz Amorocho, realizada por Ana María Pinzón en 2007.

37 Gabriel Largacha (Bogotá, 1921-1986). Arquitecto y docente. Socio de CSG en 1945. Ganó el primer premio en la primera Bienal de Arquitectura de Colombia en 1962.

Luz, presumiblemente en el centro de Bogotá, en algún barrio por modernizar. Ca. 1955. Archivo personal de la familia Amorocho, Federico Durán.

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LUZ AMOROCHO: Cuéllar Serrano Gómez era la godarria total. Yo por las mañanas me miraba al espejo y ponía cara de Cuéllar Serrano Gómez, porque tenía que ir allá a parecer muy católica, a parecer muy creyente, a parecer que aceptaba todos los principios morales y todas las cosas de esa sociedad, y yo como no creo en eso, ni nunca he creído ni en religiones, ni en vainas de esas y no creo en Dios. Todos eran de la Acción Católica. Imagínate, Gabriel Serrano, a quien yo estimaba mucho, una vez llegó a la oficina y nos dijo “Estoy un poco preocupado porque resulta que ahora los chinos (o sea los hijos de él, que eran chiquitos) ya suben a mi oficina y entran. Y yo tengo que esconder las revistas del Geographic Magazine por que muchas veces salen negras desnudas de la cintura para arriba”. Tenía que esconderlos para que los niños no vieran tetas. ¿Usted qué opina de convivir diez años uno con gente así?

45Primer acto •
Luz en la casa de Gabriel Serrano. Ca. 1955. Archivo Maldonado-Tió.

VII. Quemó las naves

La decisión de irse a vivir a París, a los 38 años, con una carrera como arquitecta relativamente exitosa, es una de las decisiones que más admiro de Luz, de su libertad. Era algo que siempre había querido, su adorado París. El caso es que un buen día de 1960, desde el Aeropuerto El Dorado, aunque puede que en otro avión, Luz viajó.

ISABEL MARIÑO: La mamá le decía: “Ay no, mija, yo sufro mucho pensando, si se va para París va a acabar cantando en un cabaret”. “Va a acabar en un bar de mala muerte en París”. Porque Luz cantaba en francés, con muy buena pronunciación, y hacía ronquetiado como Edith Piaf, entonces descrestaba a Nalú, que era como le decían a la mamá. Bueno, Luz le decía Rabito, ¡qué cosa más horrorosa! Nalú le tenía miedo a Luz. Todas le teníamos miedo. Era curiosa Luz. Cuando se fue a París, me dejó de regalo su biblioteca. Ella se fue para no volver.

ERNESTO LLERAS: Quemó sus naves. A mí me dijo así.

LUZ AMOROCHO38: Yo toda la vida había querido ir a Europa e ir a Francia porque tenía mucho apego por la cultura francesa. Y se me presentó la oportunidad, de poder ir y de conseguir una beca. Finalmente, me la dieron cuando yo ya estaba allá y no sé, como mucha gente se había ido para Francia, y mucha gente estaba en París, es decir, en ese momento todos querían ir a Francia, ¿no? Pero sobre todo irse de aquí, irme de un medio muy engañoso, muy engañoso. Por ejemplo, yo tenía muy buena amistad en un momento dado con Obregón, y conocí a Grau39, y conocí al maestro Angulo40 y conocí a no sé quién. Y uno iba a hablar con ellos, y uno estaba marginado porque uno era mujer, y uno tenía que tener el comportamiento que a ellos les pareciera, que uno sí era una mujer o que era cheverísima. Pero eso estaba compuesto de cosas que no eran lo que uno era en rea lidad, sino lo que debía aparentar. Y era lo de siempre; ser bonita, callarse el pico, no estar opinando. ¿Entonces para qué tenía uno relación con una persona que fuera interesante si uno no podía intercambiar ideas con esa persona? Que es distintísimo a lo que me pasa a mí actualmente, que me viene pasando ya desde hace mucho tiempo, que es cuando ya la gente

38 Entrevista inédita a Luz Amorocho, realizada por Ana María Pinzón en 2007.

39 Enrique Grau (Ciudad de Panamá, 1920-Bogotá, 2004). Pintor colombiano, conocido por sus retratos de figuras amerindias y afrocolombianas y sus cuerpos con corsé.

40 Guillermo Angulo (Medellín, 1939). Escritor, fotógrafo y editor.

Aeropuerto El Dorado. Boeing 707 (primer jet transatlántico que cubría la ruta a Europa) de Avianca, 1961. Fondo Saúl Orduz. Colección Museo de Bogotá. MdB 05018

46

no está esperando de mí ninguna otra cosa sino ser una persona neutra que puede pensar. Es que, si actualmente hay machismo, en ese entonces era el colmo. El hermano de un amigo arquitecto, mucho menor que yo, una vez le dijo a la mujer, que escribía artículos y publicaba: “¿Usted qué es lo que es? ¿Usted es un macho o es una hembra? ¿Usted qué hace escribiendo? ¡Dedíquese a su casa!”. Y cogió la máquina de escribir y se la botó al jardín.

Entre sus amigos de esa época, fines de los cincuenta, estaba Juan Antonio Roda. Pintor de origen valenciano, que se había establecido reciente mente en Colombia y, desde 1959, era profesor de Dibujo en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional. Y del mismo grupo de repu blicanos españoles mencionados atrás. Este retrato que le hizo Roda sí lo conservó.

ISABEL MARIÑO: De donde Antonio Roda una vez salió llorando, hecha una furia porque Toño me hizo un retrato a mí que me gustó mucho. Y Luz le dijo: “Isabel Mariño parece una matrona”, a lo que Toño le contestó: “Es que Isabel Mariño es una matrona, tiene marido e hijas y casa propia, es una matrona”.

Y entonces Luz se puso furiosa y peleó con Toño. Con él peleó hasta morir, nunca volvieron a ser amigos, pero volvían a ser amigos.

Pero volviendo al cuento, Luz era así, radical en sus afectos. Y esos afec tos, por lo pronto, se dirigían a París, aunque como siempre, con escala en Nueva York, donde vivían su hermana Leonor y Sofi, su vieja tía.

47Primer acto •
Luz y Antonio Roda en el Palacete (Edificio de amigos del que ya hablaremos.) Ca. 1992. Archivo Maldonado-Tió.

Luz y Sofi Phillips. Nueva York. Ca. 1960. Archivo Maldonado-Tió.

Luz. Ca. 1960. Archivo Maldonado-Tió.

Retrato al óleo que le hizo su amigo Antonio Roda en 1955 y que tenía en el salón de su casa. Camilo Rodríguez-IDPC, 2021.

Segundo acto

La correspondencia de Luz a Nicole, a lo largo de 36 años de vida. 59 documentos: 16 postales de Año Nuevo y 43 cartas, 8 de ellas con sobre. Fotografía de Mariona Tió de Gispert.

I. Noticias de Luz

A partir de aquí y como si fuera otro libro dentro del mismo, incluyo mate riales de última hora. Por un lado, Luz siempre se refería a una arquitecta francesa que era su jefa y amiga en París, de nombre Nicole Sonolet. Por internet encontramos a una profesora en Nueva York que investiga su obra. Esta nos contactó con una sobrina de Nicole, Christine, que vive en un caserío de viñedos cerca de Burdeos, en Francia. Y esta dijo que había encontrado un tesoro, las cartas que Luz le había escrito a su tía. En Bogotá teníamos las respuestas de Nicole (Luz las había dejado en su apartamento, en lo alto de un armario).

Y, por otro lado, me encontré con Ignacio Gómez Pulido y con su archivo fotográfico. Encontré ciudades y encontré retratos, del año 68 en adelante, hasta que apareció lo digital y todo despareció.

Ignacio, por teléfono, recuerda que Luz vivía en el 37 bis, Rue Etienne Marcel, “7eme étage sans ascenseur, en una buhardilla de esas de techo inclinado que uno en un momento no cabe y le toca agacharse”.

LUCAS: ¿Vamos?

IGNACIO: Vamos.

Hicimos el recorrido para un lado y para el otro de la calle. Ese número no existe, no encontramos el edificio. Ignacio dudó hasta de la calle: Etienne Marcel le pareció muy ancha.

LUCAS: Todo ha cambiado…

IGNACIO: No, París es siempre la misma, lo que ha cambiado es mi cabeza.

Luz en el apartamento de Ignacio Gómez Pulido, en el 14 Rue de Jura. 1975. Archivo personal de la familia Amorocho, Federico Durán.

51Segundo Acto
Ignacio en un café de la calle Etienne Marcel. París. Fotografía de Lucas Maldonado. 2021.

Pero volvamos a Luz, los siguientes seis años de su vida pasaron en París. Trabajó en el taller de Nicole Sonolet, que era un año menor que ella. Christine, la sobrina de Nicole, por obvias razones, sí recuerda con precisión el número del atelier:

CHRISTINE DE BREMOND D’ARS: Nicole tenía un sitio muy bonito en París, en el 3 de la Rue Saint Dominique, una calle que lleva al Boulevard St. Germain. Ahí, al lado de la casa de América Latina, había un magnífico hotel particular con un porche muy grande, con patio y todo. Arriba, en la chambre de bonne41 más vieja, sin pedirle permiso a nadie, había levantado el techo y organizado su estudio y su oficina, donde trabajó y vivió por muchos años. Cuando teníamos doce y trece años, mi hermana y yo vivimos allí durante un año. Por eso yo veía mucho a Luz, porque cuando llegaba del colegio, ella estaba ahí, en su mesa. Había cuatro mesas de dibujo para los arquitec tos, esas mesas de dibujo altas que se pueden inclinar, con sus respectivos taburetes adelante. Y yo me acuerdo siempre de Luz, encaramada sobre un taburete haciéndome enormes sonrisas. Era muy chistosa, ella, encima de su taburete. Siempre estaba sonriente. O en todo caso con nosotras, las niñas, porque estábamos pasando por una situación muy difícil: mi mamá estaba en el hospital porque todo el tiempo trataba de suicidarse. Era bipolar grave. Y Luz era muy gentil con nosotras, muy cariñosa. En mi recuerdo, Luz era una mujer muy chiquita en un taburete enorme.

Estas fotos de Ignacio salen de unos negativos en una carpeta que decía: Les Halles 1968. Las calles de Luz de su casa a su trabajo.

41 Altillo en el tejado, muy común en los edificios parisinos.

París, rutas recomendadas hoy por Google Maps entre la calle Etienne Marcel y el Atelier en el 3 de la calle Saint Dominique. Lucas Maldonado. 2021

Yo mismo posando en el archivo de Ignacio en Pinilla Ambroz, España, septiembre de 2021. Fotografía de Mariona Tió de Gispert.

52
53Segundo Acto
Pasando por la Conciergerie. 1968. Fotografía de Ignacio Gómez Pulido. Camino por Le Quai. 1968. Fotografía de Ignacio Gómez Pulido. La fromagerie. Muchos camembert, incluso para Luz. 1968. Fotografía de Ignacio Gómez Pulido. Bus delante de la Tour Saint Jacques. 1968. Fotografía de Ignacio Gómez Pulido. Edificio principal del mercado de Les Halles. 1968. Fotografía de Ignacio Gómez Pulido.

Luz llegó a vivir a París en 1960. En el 62 trabajaba ya con Nicole y, así lo creo, también vivía ahí al momento de escribir esta carta. Nicole, algo habitual en ella, estaba de viaje. Primero en México y luego en Nueva York, donde conoció a Leonor. Quizás por la prisa, y raro en ella, esta primera carta del paquete está mal fechada y no puso el mes. Pero en el año 62 solo hubo un jueves 17 y fue en el mes de mayo, por si viene al caso. La carta tiene tres páginas, traduzco algunos apartes.

LUZ AMOROCHO: Muy querida Nicole,

Figúrate que recibí tu carta el domingo por la mañana, a las 10, cuando me alistaba para comenzar el plano del subsuelo. Fue una suerte, te explico por qué. El domingo 6, ya terminados los detalles para M. Dupré, comencé con la escuela: últimos toques a las fachadas, con la idea de tener todo listo el lunes. Había trabajado la víspera, muy contenta de mis círculos, cuando el martes temprano, antes de pasar por el BERU, me encuentro en el escritorio una nota de Tast, diciendo que no iba a poder ayudarme y un telefonazo de la señora Serailler para decirme que necesitarán la totalidad de los planos el 15, con sus copias42. Afortunadamente un camarada de estudios supo que necesi taba ayuda y me socorrió de forma muy eficaz. Todo esto para decir que el día que llegó tu carta (domingo 13) la única cosa que no habíamos comen zado a hacer era el plano del subsuelo. […] Como ves, todo bien.

No te escribí a México por temor a que la carta no alcanzara a llegar: tuvimos un día de huelga en el P.T.T.43 Cuando veas a mi mamá44, abrázala de mi parte. Gracias por eso y por lo que le llevaste a Leonor. Me escribió diciendo que le pareciste muy simpática y que fue una lástima la falta de tiempo para verse más. Yo vi a tu mamá un día y he hablado por teléfono con ella. Le dije que le escribirías pronto.

Por lo demás, todo el mundo pregunta por ti: […]

¿Y tú? Yo estoy muy contenta con tus noticias porque parece que todo va muy bien ¿cierto? Miami no es muy interesante, pero hace sol, que no es poca cosa. (Aquí de nuevo cae la lluvia y hace frío). México en cambio, debe ser algo formidable.

42 Se refiere a copiados con heliógrafo 43 PTT: Postes, Télégraphes et Téléphones. El correo francés. 44 Suponemos que la madre de Luz estaba en Nueva York viviendo con Leonor, la hermana de Luz.

55

Me encantaría estar oyéndote contar el viaje… Bueno viejita, te abrazo mucho y hasta pronto. Luz

CHRISTINE DE BREMOND D’ARS: Yo creo que Luz y Nicole eran especial mente cercanas, es como si hubiera sido un encuentro, o como si se hubie ran impregnado la una a la otra. Nicole, por ejemplo, fue la segunda mujer en graduarse de la Escuela de Bellas Artes, ella misma me lo dijo. Pero cuando ella estaba haciendo arquitectura, era la única mujer en el taller. […] Era una pequeña chica burguesa, toda rodeada de chicos de Bellas Artes, y contaba que a veces llegaba al taller, en verano, y los muchachos estaban desnudos, trabajando. Así que para saludarlos tocaba apretarles el sexo. [Risas]

Carta desde París de Luz a Nicole. 17 de mayo de 1962.

56

Era algo muy particular, crecer con los muchachos de Bellas Artes. Pero ella se sentía cómoda y usaba malas palabras. Si acaso se le caía algo, pegaba un grito: “putain bordel de merde”45. Incluso en las cartas. El año que estuve en su casa, ella vivía con un fotógrafo danés, un gigante que andaba muy enamorado, pero ella no tanto. Nicole no era, digamos, sensual, sino más bien seca. Vivía sobre todo para su trabajo y para sus amigos. Nunca quiso tener niños. Siempre me decía “Mis niñas son tu hermana y tú”. Era muy tierna, pero no lo demostraba. Quería mucho a la gente, aunque no a cualquiera. Yo me acuerdo de que yo la cogía y la levantaba, como era tan ligera…, y le decía “mi chiquita”. Es que ella era flaca y bajita, apenas un metro cincuenta y ocho. Y muy delgada.

Oyendo a Christine a veces no sabía si hablaba de Nicole o de Luz.

JAIME CASTELL46: Como Nicole viajaba mucho, le dejaba su apartamento a Luz, en la Rue St. Dominique. Era un apartamento de un nivel, tenía alcoba, una zona de estar, el baño con tina y todo; un apartamento buenísimo, en el altillo. Eso estaba, no me acuerdo cómo, conectado con el estudio, con las mesas de dibujo. Estaba conectado por dentro. Entonces cuando Nicole iba a EE. UU., o a México, como Luz trabajaba ahí, pues se quedaba a dormir. Vivía ahí, iba a su apartamento solo a dar vuelta y luego volvía. Nicole era muy espe cial, muy querida con los colombianos. Como era tan amiga de Luz, enton ces nos conocía a todos los que llegábamos. Y, aunque no nos conociera, a nosotros nos dejó su apartamento un fin de semana, cuando estábamos recién llegados.

Yo había conocido a Luz en el 63 o 64, cuando ella vino de París a Bogotá, en diciembre del 63. Fuimos a comer, yo le conté que estaba buscando una beca con la Alianza Francesa y ahí nos hicimos amigos con Jacques47, aunque era javeriano48. Luego llegué a París en el 64 y ahí me dio trabajo. Yo viví algo más de un año y Nicole me ofreció trabajo, buenísimo, me dijo: “Si no tiene más que hacer, venga y trabaja conmigo”. Allá en la oficina de Nicole lo que hice fue una escalera circular, para una escuela que ambas estaban haciendo en las afueras de París. Luz era la responsable también. Ambas me llevaron a conocer la escuela ya construida, en el carro de Nicole, un carro pequeño, en el que apenas cabíamos los tres, tal vez un MG. Yo iba atrás y ellas ade lante conversando.

45 Puto burdel de mierda.

46 Jaime Castell (Bogotá, 1936). Arquitecto.

47 Jacques Mosseri (Bogotá, 1936). Arquitecto.

48 Se refiere a la Universidad Javeriana y una supuesta rivalidad interuniversitaria.

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II. Ducha a la francesa

CAMILA LOBOGUERRERO49: Luz vivía al lado de Les Halles. Yo creo que los puestos alcanzaban la calle de Luz, porque en las noches se regaban por todas las calles aledañas de lo que hoy es Chatelet. Y era lo que aquí en Bogotá llamamos un “desayunadero”, al salir de una fiesta. El mercado de ver dad empezaba a las siete de la noche y terminaba a las cinco de la mañana. El restaurante Au Pied du Cochon, en el puro mercado, estaba abierto toda la noche. Vendían la mejor soupe a l’oignon, famosa, y donde comían tanto los marchantes del mercado o los camioneros, como los jóvenes al salir de fiesta o hasta de bailes de gala. Pero a las seis de la mañana las calles del barrio estaban como tachuelita de plata, relucientes de limpias.

JACQUES MOSSERI: Yo estuve por primera vez en París a principios de los sesenta y llegué donde Luz. Porque ella era la guía de los arquitectos colom bianos en París. Y, como era de metódica, a uno le explicaba qué debía mirar, para dónde y cuándo. Estuve en su casa como tres o cuatro meses. Y en mis recuerdos no hacíamos nada, vagar por la ciudad, ir a bares y cafés, ver todo el cine y todas las obras de teatro.

HERNANDO TÉLLEZ50: Jaime Castell contaba que la casa de Luz era una chambre de bonne que no tenía ducha, ni siquiera al final del corredor, enton ces Luz ponía un plástico que colgaba de la pared y el piso, y encima un platón con agua caliente. Y cepillo y jabón. Y ahí en el salón se duchaba.

IGNACIO GÓMEZ: En el salón no. En la cocina, sobre el piso de baldosa, de cerámica hexagonal. Luz ponía un platón y ahí se bañaba. Cuando yo llegué a París, siempre iba a bañarme donde Luz.

JAIME CASTELL: Yo no estuve quedándome en el apartamento de Luz en París, pero el cuento de la ducha de Luz era famoso.

JACQUES MOSSERI: Yo sí me duché mucho ahí. Pero lo importante no era eso, sino el tiempo que nos dedicaba a los arquitectos que llegábamos. Nos enseñaba París.

49 Camila Loboguerrero (Bogotá, 1941). Cineasta, primera mujer en hacer largometrajes de cine en Colombia y, a su vez, mi mamá; la que me dio a luz.

50 Hernando Téllez (Bogotá, 1937). Arquitecto, amigo y vecino de Luz.

58
83. Barrio en el que vivió Luz en París. 1968. Fotografía de Ignacio Gómez Pulido.

Acto

ANÍBAL ALFARO51: Luz a uno le enseñaba el reglamento de París. Uno, no reír sin necesidad, dos, en los restaurantes, compartir la cuenta, y tres, no voltear la cabeza para mirar el trasero de la mujer que pasa.

ISABEL MARIÑO: Yo estuve en París, en el apartamento de Luz, pero cuando llegué le había dado una flebitis y vivía con la mujer de Salmona, la señora francesa de Rogelio, y yo llevé a Luz del apartamento de Michelle al suyo. Todavía estaba enferma y con mi marido cogimos un taxi y montamos a Luz. Ella compró un pan francés larguísimo y se puso a comer pan entre el taxi. Y nos ofrecía pan. Al chofer también.

ELSA MAHECHA52: Ella me contaba algunas cosas. De su gran amor en París, por ejemplo, pero yo nunca supe cómo fue, ni qué fue. Presiento que no era muy libre. No sé, no sé… Solo que ella quiso mucho a una persona y no le salió con nada, como decimos nosotras.

JAIME CASTELL: En París, ella tenía un amigo que nunca conocí. Me decía: “No venga mañana, porque voy a estar con mi amigo”. Pero no lo conocí nunca. Era como secreto. Nadie lo conoció.

JAIME CASTELL: En diciembre del 64, nos fuimos para Barcelona, Luz, Jacques y yo. Pasamos las fiestas de Navidad y Año Nuevo. Era muy barato. Fuimos en tren. No fuimos a Madrid, porque lo que nos interesaba era Barcelona, toda la bohemia. Luz tenía muchos amigos allá, que le organizaban fiestas, para celebrar su venida. Es que ella tenía muchos amigos españoles, y apenas llegaba se reunían todos y comenzaban a armar parrandas increíbles. Era un grupo grande. Gente de teatro, pintores, todos muy interesantes. Uno que escribía libros... Me acuerdo de que vimos mucho teatro, en catalán. Ella lo hablaba y uno mismo a los pocos días lo entendía.

Tal vez el que escribía libros fuese Castellet: en su biblioteca encontré este libro, Veinte años de poesía española. Antología 1939-1959, de Josep M.a Castellet, muy trajinado y con la dedicatoria: “Para Luz Amorocho con la amistad de J. M. Castellet. Barcelona, 28 XII 60”.

Pero el 60 fue el año en que llegó Luz a París y nosotros ya nos vamos.

51 Aníbal Alfaro (Plato, Magdalena, 1937- Madrid, 2021). Arquitecto y amigo entrañable de Luz.

52 Elsa Mahecha (Bogotá, 1940). Arquitecta, amiga de Luz.

59Segundo
Biblioteca de Luz Amorocho. Fotografía de Laura Buitrago. Luz. Ca. 1966. Archivo personal de la familia Amorocho, Federico Durán.

III. Bogotá est si laide

LUZ AMOROCHO53: Seis años duré en París. Cuando se acababa el trabajo donde Nicole, yo conseguía trabajo con otros arquitectos. Pero eran cosas esporádicas. Yo no podía ejercer mi profesión, porque no estaba permitido, tenía que hacer bachillerato y una cantidad de cosas para poder firmar como arquitecta. ¿Entonces qué hacía?

Cuando se acabó un trabajo, aproveché para viajar a Colombia porque mi mamá iba a venir. Ella vivía con mi hermano. Él era profesor de la Universidad de California54 y tenía el año sabático, y lo iba a pasar en Venezuela, pero en Venezuela se volvía trabajoso que mi mamá estuviera con ellos. Así que ella se vino a Colombia y se alojó en casa de mi otro hermano. Entonces yo aproveché, vine, y al mes ya estaba trabajando en la Universidad Nacional. Y me instalé en Colombia.

“Bogotá es tan fea”, le escribe a Nic en una de sus cartas luego de regresar de París en 1966, después de haber vivido allí durante seis años. Luz llegó a Bogotá a un barrio al que se le llamó la Colina de la Deshonra. Al parecer porque un vecino que subía le gritó a otro en una ventana que venía del cine de ver una película con ese título, y así se quedó. Cuando Luz volvió de París a tomar vacaciones en Bogotá, esa colina se estaba convirtiendo en una comuna de artistas, intelectuales y viajeros.

Por una carta escrita a lo largo de varios días, entiendo que aterrizó en Bogotá el 15 de mayo de 1966.

LUZ AMOROCHO: Muy querida Nic:55 una pequeña carta para decirte buenos días desde Bogotá. ¿Cómo estás? Yo llegué aquí el lunes, hace cinco días, pero solo hoy encuentro calma para decirte algo […] El viaje para comenzar:

De París a Nueva York, muy cansada porque además del autobús hasta Luxemburgo tuvimos una espera de más de catorce horas en Reikiavik, empeorada por una de mis jaquecas. […] Eso significó que llegué donde Leonor [Nueva York] a la 1 pero como ella estaba en el hospital por el turno de noche, fue mi vieja tía Sofi la que me esperó con las llaves del apartamento,

53 Entrevista inédita a Luz Amorocho, realizada por Ana María Pinzón en 2007.

54 UCLA, Universidad de California en Los Ángeles.

55 Carta de Luz a Nic, escrita desde Bogotá entre el 20 y el 28 de mayo de 1966.

Carta desde Bogotá de Luz a Nicole, 20 de mayo de 1966.

60

61Segundo Acto

que a su vez no pude abrir; finalmente entré a las 2 de la mañana, con ayuda del conserje. Qué contenta me puse con semejante descanso tan merecido. Pasé los 8 días en Nueva York haciendo compras (no tuve tiempo en París); un trabajo idiota y fatigante. Pero al menos vi una muy bonita exposición de la obra del arquitecto Khan (no sé si su nombre se escribe así) en el Museo de Arte Moderno.

[…]

Salí para Colombia el 6 de mayo. Después de una noche de vuelo, con escala en Miami para cambiar de avión y de compañía de aviación, llegué a Medellín [donde] pasé ocho días muy agradables. […] Como te puedes imaginar he visto a todos los amigos y he tenido un número considerable de empachos56

no muy recomendables para la salud, pero excelentes para el gusto y para el espíritu. […] En Bogotá fue Jacques Mosseri y una de las hermanas de Olga57 los que me dieron la bienvenida en el aeropuerto.

[…]

Del contacto con todos los amigos, te podrás imaginar que ya vi un número considerable. Al otro día de mi llegada fui a la exposición de cerámica de Beatriz Daza58 y me encontré una cantidad de arquitectos —viejos amigos, entre otros— ese mismo día hablé de trabajo con dos o tres personas, entre ellas Willy Drews y Mejía59 que me ofrecieron posibilidades.

Darío Jaramillo, que había referido la amistad de Luz con “el Mono” Martínez, fue su vecino en la Colina de la Deshonra por más de cinco años.

DARÍO JARAMILLO: Fueron más de cinco años. Yo vivía en el primer piso, ella en el segundo, en un edificio que está en la calle 26, sobre una calle muy pendiente, a la que le decían la Colina de la Deshonra. En verdad era un vecindario absolutamente burgués, pero le decían así.

ALFREDO VÁSQUEZ60: La historia de este barrio viene de atrás, porque a esa calle en tiempos de la Colonia, la llamaban la Calle de las Boquitas Pintadas, era en el extrarradio y arriba estaban las putas.

El arquitecto de esos edificios era suizo y se llamaba Otto Fritz Gempler; así dice en las escrituras. Decían que los edificios estaban unidos, porque por los

56 Ver capítulo 3 del tercer acto, titulado “Siete empachos”.

57 Olga Cadena, también conocida como Olga Amaral (Bogotá, 1932). Artista visual.

58 Beatriz Daza (Pamplona, 1927 Cali, 1968). Ceramista, pintora y dibujante. Además de su trabajo artístico, destaca su labor docente en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional.

59 Eduardo Mejía (¿?). Miembro del Grupo Tumaco.

60 Alfredo Vásquez Luna (Bogotá, 1954). Arquitecto y dueño del restaurante Vásquez y Cebollas, sobre la antigua Colina de la Deshonra.

Edificios de la Colina. Al fondo, las Torres del Parque en obra. Ca. 1970. Fotografía de Ignacio Gómez Pulido.

patios hicieron unos huecos y se pasaban de un edificio al otro. En el patio mío, en un muro quedó la huella de donde era el hueco. Se pasaban por den tro, para ir a otra fiesta. Y Luz yo me acuerdo que andaba en un Volkswagen escarabajo y lo parqueaba afuera sobre el andén.

DARÍO JARAMILLO: Eran, aún son, unos edificios muy pequeños. No había administración, vivíamos tres personas y había una solidaridad enorme, sobre todo entre Luz y yo. Cada uno sabía que podía recurrir al otro siempre, pero no en permanencia, porque los dos éramos personas muy independientes. Además, hay una cosa que está en el trasfondo de todo esto y es que Luz fue lo que siempre le dio la gana ser, ella con ella, sin ninguna teoría detrás. Era todo aquello que una mujer independiente de hoy querría ser. Sola e inde pendiente, con una vida que ella decidía, con las relaciones sentimentales que decidía tener, en el momento en que decidía tenerlas. Una mujer, en esa libertad, igual a cualquier hombre. Y sin necesidad de ningún segundo piso de teorías. Era, de verdad, una persona muy entrañable.

Encuentro en la biblioteca de Luz un ejemplar de "La voz interior" de Darío, publicada en 2006, con una dedicatoria que termina así: “Luz: siempre te recuerdo riéndote con mi risa, D.”.

DARÍO JARAMILLO: Hay muchas categorías en las relaciones. Yo puedo decir que fui vecino de Luz muchos años y que éramos excelentes vecinos. Luz fue una vecina encantadora, absolutamente servicial, muerta de la risa. Si yo la fuera a definir con una frase bien burguesa, como corresponde a ese ámbito de la vida, diría que es la mejor vecina que he tenido.

Además de Darío, Luz tenía por vecinos en esa época al famoso Enrique Grau, que disfrazaba a todo el mundo, y a otras dos personas que se hicieron muy amigos, Rafael “Rafa” Moure y Hernán Díaz61. Juntos conforman un trío inolvidable, tan célebre por su trabajo como por sus fiestas.

De esos primeros años en el Bosque Izquierdo, son una serie de fotos que le tomó Hernán en el parque de los perros. En la que está sentada dentro de una caseta es una foto que Luz dejó en su escritorio antes de morir.

Biblioteca de Luz Amorocho. Camilo Rodríguez-IDPC, 2021.

61 Rafa Moure (Pamplona, 1939) y Hernán Díaz (Ibagué, 1931-Bogotá, 2009) fueron una pareja muy famosa bajo el nombre del segundo, fotógrafo importantísimo en Colombia.

62

Luz, Rafa y Hernán por una fotógrafa desconocida. Ca. 1969. Archivo Maldonado-Tió.

Luz en el parque de los perros. Ca. 1969. Fotografía de Hernán Díaz. Archivo de Rafael Moure.

Barrio La Macarena, Bogotá. 1970. Fotografía de Ignacio Gómez Pulido.

IV. Marat-Sade

En la primera carta que le escribió a Nic desde Bogotá, a cinco días de su llegada, Luz se lamenta de no haber podido ver en Nueva York el Marat… Sade; así se abreviaría en general el titulito del dramaturgo Peter Weiss: La persecución y asesinato de Jean-Paul Marat, como fue representada por los internos del manicomio de Charenton bajo la dirección del marqués de Sade.

LUZ AMOROCHO62: Desgraciadamente no pude ver “Marat-Sade”, por total imposibilidad para encontrar una entrada, mucha lástima porque parece que fue el evento teatral más importante de la temporada en Nueva York y Londres.

Se refiere al famoso montaje de Peter Brook, estrenado en 1965 y llevado a la pantalla dos años después en una versión dirigida por él mismo, y que habría de influir a muchos teatreros alrededor del mundo, entre ellos Santiago García, un viejo novio de Luz ya mencionado. Esa relación de Luz y Santiago duraría muchos años, contaba Patricia Ariza, la pareja de Santiago. Hablaban muy largo por teléfono porque Santiago le contaba a Luz del montaje que estuviera haciendo, para que Luz le opinara.

LUZ AMOROCHO: Con Jacques [Mosseri] he visto muy seguido al grupo de teatro de Santiago García (¿te acuerdas del tipo que vino un día a tu casa con una chica morena muy bonita?). Esa gente está organizando una “Casa de la Cultura” a partir de la cual ellos esperan desarrollar diversas actividades, como cine, música, exposiciones, etc., además de teatro. Ya hay programas bien coordinados y las presentaciones van a comenzar el 14 de junio con una exposición de dibujos y una obra de teatro.

Encontraron un local comercial que convirtieron en pequeño teatro —sufi cientemente bien desde el punto de vista técnico y de aspecto— para ciento ochenta personas. Ya hay muchas actividades alrededor de eso. Seguramente, las cosas vistas de lejos pueden parecer pequeñas y también está el hecho de que la gente aquí comparada con la gente en Francia es menos constante. En sus proyectos (en su conjunto). Hay una mayor facilidad cuando se trata de tener una idea, pero para prolongarla en el tiempo es otra historia. ¡Pero te explico banalidades! Por el momento lo que es interesante es que hay un proyecto y se hacen realidad unas pequeñas manifestaciones.

62 Carta de Luz a Nic, escrita desde Bogotá entre el 20 y el 28 de mayo de 1966.

Bogotá. Ca. 1970. Fotografía de Ignacio Gómez Pulido.

64

Rafael Maldonado - mi papá - a la izquierda con un gorro; un desconocido, Jacques Mosseri y Luz, en primera fila. Todos haciendo de los locos del asilo de Charenton. 1966. Archivo Maldonado-Tió.

El proyecto del que se hacían realidad unas pequeñas manifestaciones era la Casa de la Cultura, que muy pronto se convertiría en el Teatro La Candelaria, base del teatro moderno en Bogotá. Sí resultaron constantes, pero cambiaron de nombre, cuando se hicieron a un local definitivo. Y, con respecto a la obra de teatro que iban a presentar, se trataba de Marat-Sade, en la que la propia Luz acabó actuando de loca.

LUZ AMOROCHO63: A las seis o a las seis y media, en general, me voy para donde mi mamá [y] a las nueve salgo para el ensayo de la obra de teatro que vamos a presentar […].

ISABEL MARIÑO: Un día Luz nos invitó a ver Marat. Yo llevé a las niñas y en la obra gritaban “copulación, copulación, copulación”. Las niñas me pregun tan “¿Qué es eso?”, pues debían creer que era un postre de natas. Yo no les expliqué y entonces Luz me dijo que yo me había escandalizado, porque ella había obligado a que las niñas escucharan esa palabra.

63 Carta de Luz a Nic, escrita desde Bogotá el 25 de julio de 1966.

65Segundo Acto

LUZ AMOROCHO64: A mí me parecía muy interesante eso de estar haciendo teatro.

Aunque no me gustaba toda la juerga que se organizaba en la Casa de la Cultura, de amanecidos… Uno llegaba a las nueve de la mañana, un día, y había cadáveres por el suelo, borrachos. Y yo no era de eso y era mayor también. Siempre he sido mayor que todos. Pero lo importante es que estaba en otra cosa, yo era completamente distinta de la que había dejado. Allá no había ningún Cuéllar Serrano Gómez, ni la vaina confesional, ni tenía que tapar que yo era atea ni ninguna de esas cosas. Entré a una cosa comple tamente distinta. No tenía nada que ver con lo que había dejado y tampoco tenía ningunas ganas de tomar las riendas de eso que había dejado.

CARLOS NIÑO MURCIA: ¿Te acuerdas de que Mosseri no tenía una pierna?

LUCAS: Me acuerdo. Incluso mi mamá a veces cuenta una anécdota muy divertida de una salida galante, pero ahora no viene al caso. Tengo entendido que Jacques la había perdido a causa de una enfermedad que tuvo de niño.

CARLOS NIÑO MURCIA: Eso. Entonces en Marat-Sade Mosseri se aflojaba la prótesis, y salía sin pierna y la golpeaba contra el suelo. [Risas]

JACQUES MOSSERI: Fue una locura, durante ese montaje vivíamos todos con todos, como en una comuna, durante meses. Eso nos cambió la vida a todos los que pasamos por ahí, aun a los que no seguimos haciendo teatro sino arquitectura, o lo que sea.

ELSA MAHECHA: Yo vi la obra. Espectacular. Y me acuerdo del papel de Luz, que era fantástico, haciendo de loca. Ella gozó mucho con eso, mucho. Porque ella era crespita y se alborotaba el pelo así, que ella odiaba, pero para el teatro le quedaba súper.

JACQUES MOSSERI: En las fiestas Rafael65 y Luz tenían un espectáculo de ventrílocuo: Luz hablaba y Rafael hacía el muñeco.

64 Entrevista inédita a Luz Amorocho, realizada por Ana María Pinzón en 2007.

65 Rafael Maldonado Tapias (Bucaramanga, 1936 – Bogotá, 2001). Arquitecto, docente e investiga dor. Entre sus edificios más importantes en Bucaramanga están el Centro Ferial (1995) y hasta su muerte prácticamente la totalidad del Campus de la Universidad Autónoma. En 1999 publica su Historia de la arquitectura escolar en Colombia. Unal. Unibiblos. Ya lo veremos más adelante.

66

Última página de la carta desde Bogotá de Luz a Nicole, del 29 de agosto de 1967, con dibujo de la planta de su apartamento y habitación disponible para su amiga.

Las zonas señaladas en el dibujo se traducen así, de arriba a abajo, en el sentido de las manecillas del reloj:

-Habitación disponible (trabajo, depósito o para ti, si vienes)

-Habitación de Kurt (Barch)

-Cocina con un minúsculo cuarto para la coima (que no tengo ni tendré) y su baño -Salón-comedor

-Sol de tarde y magnífica vista -Corte muy impreciso -Toda la vista que te puedas imaginar sobre la sabana -Mi cuarto Archivo de Christine de Bremond d’Ars.

LUZ AMOROCHO66 : Bogotá, 29 de agosto del 67. Mi querida Nic. […] Quería explicarte el montón de razones que justifican mi largo silencio, pero no lo haré […]. Lo único que puedo hacer ahora es escribirte… nada más… y esperar a que me expliques qué idea tú te haces de mí.

RAFA MOURE: ¡Ese edificio sí es el de Luz! El de la foto que sigue. Yo no sé por qué Darío dice que Luz vivió años en la Colina de la Deshonra, la pura Colina era esa calle que subía empinada, en la foto que pasó hace como seis páginas con las Torres del Parque atrás, aunque cuando eso no se habían construido las Torres, para nada. Ella siempre vivió en un mismo edificio desde que llegó al barrio, ese sobre la carrera 4.a.

DARÍO JARAMILLO: Pues Luz sí vivió en el edificio que había sido de Beatriz Daza y que entonces era de su hermana, Dora Daza. Allí conocí, pregúnteles si no me cree, a Camila, a su papá, a Lleras y a Luza Morocho…

LUZ AMOROCHO: Tengo sin embargo razones que me paralizaron varios meses —si no lo estoy aún— “Asuntos del corazón” como dirías tú, que en ese momento me dejaron terriblemente tonta: durante varias semanas no podía ni siquiera leer: montones de momentos, te lo aseguro, sin compara ción con otros vividos antes: Con Nico67 por ejemplo.

[…]

66 Carta de Luz a Nic escrita desde Boghotá el 29 de agosto de 1967.

67 ¿Acaso será este, Nico, el novio secreto de París?

67Segundo Acto

En Francia era distinto, precisamente creo, por la falta de referentes. Siempre amé, amo aún, vivir entre jóvenes, digamos, para dar una explicación… ama ble y no hablar de otras más “psicológicas”, también válidas. Y es una manera de probar la novedad, en el día a día, con frescura y el maravillarse de aquel que no ha vuelto de todas las cosas. Y este gusto tiene su precio… Pero vale la pena, para mí al menos. Qué caro me habría salido quedarme con mis contemporáneos […] Los señores miran y oyen a las mujeres como si fueran los viejos maestros de antaño.

[…]

Vivo en un apartamento que comparto (arriendo y todo) con un “joven” arqui tecto suizo. (El suizo no es aquel de los “asuntos del corazón”). Frecuento jóve nes arquitectos que son mis vecinos (por ejemplo, Jacques Mosseri y otros). Y de repente, me vi completamente dependiente de uno de los jóvenes (no muy joven, 31 años) con todos los problemas que ello conlleva, más algún otro: ¿ok? Pues es la vida y sigo viva. ¿Qué opinas tú?

Esa es una carta sin respuesta de Nicole. No la tenemos, se perdió. La edad del joven no tan joven coincide con la de mi papá.

A la izquierda, el edificio desde el que Luz escribió la carta reseñada en la página anterior. 1970. Fotografía de Ignacio Gómez Pulido.

68

V. De regreso a la Nacional

Hojas de contactos de Ignacio Gómez Pulido, con la Ciudad Universitaria en obras en el año 1970. Nótense, en la tercera fila, los edificios de la Biblioteca y el Centro Estudiantil vistos desde lo que sería la oficina de Luz, o la Rectoría, en la Torre de Administración, una vez construida.

Pero, volviendo a su regreso de París, lo que tengo por cierto es que muy rápido empezó a trabajar en la universidad.

LUZ AMOROCHO: Jueves, 2668 […] Las posibilidades de trabajo en la Universidad son grandes. Hablé con Mejía y se trata del Centro de Planeación de la Universidad Nacional, que se encarga de la organización física de la Ciudad Universitaria, de la elaboración de proyectos para unos edificios que faltan, y remodelaciones de los antiguos. […]

Sábado 28. Ayer hablé con el jefe del centro y comenzaré a trabajar el pri mero de junio. Ya te hablaré más tarde de mis actividades en ese sentido.

En carta del 25 de julio, cumplió su promesa:

68 Carta de Luz a Nic, escrita desde Bogotá entre el 20 y el 28 de mayo de 1966.

69Segundo Acto

LUZ AMOROCHO: Trabajo de forma continua: estoy preparando una investigación sobre el empleo de los espacios destinados a la enseñanza en la Ciudad Universitaria. Vamos a combinar esto con unas encuestas sobre la ocupación horaria de esos espacios. Además de evaluaciones físicas de cada uno de los edificios y de su equipamiento. Con esto y conociendo la afluencia más o menos grande de estudiantes hacia cada uno de los secto res, podríamos establecer las necesidades actuales y hacer algunos estima tivos para los años venideros. Tenemos la sensación de estar cambiando alguna cosa.

ANA MARÍA PINZÓN: ¿Qué tipo de colaboración había de parte tuya en Proa?

LUZ AMOROCHO: Ninguna, más bien Proa colaboró conmigo porque me publicó mi tesis. Yo tenía buena amistad con Carlos Martínez y él me ayudó a mí mucho, después, para un libro que yo hice sobre el desarrollo de la Ciudad Universitaria.

Su libro, que dicho sea de paso es una sencillísima publicación de cien páginas con tapa blanda, que algunos llaman la publicación de Luz o su monografía. Incluso podría llamársele revista, más porque lleva el logo de Proa, pues fue una publicación especial de esa revista, la número 1 de una colección llamada Monografías Arquitectura.

Y en la contraportada, una foto de la torre de la Rectoría donde tenía su oficina Luz. Pero nos estamos anticipando. Cuando Luz entró a Planeación esa torre ni siquiera existía.

Volvamos al 66, Luz recién llegada de vivir en París, con 44 años de edad. Para empezar, echaba de menos el bistrot du coin parisino

LUZ AMOROCHO: Hago una especie de jornada continua porque en la Ciudad Universitaria es terrible tener que salir a medio día a buscar un restau rante —de hecho inexistente cerca del trabajo— donde pueda encontrar alguna cosa de comer y que no sea muy cara o muy fea: […] Salimos tarde, pero es sobre todo la enorme e increíble complicación del transporte. Llega a un nivel que tú, habitante de una ciudad “desarrollada”, no debes alcanzar a comprender: Primero hay una completa ausencia de vehículos públicos a partir de las nueve y media de la noche. Eso se podría resolver con un taxi… pero son tan raros y los choferes se sienten tan dueños de la situación, que me ha

Portada del libro con dibujo de Fritz Karsen sobre la organización del conocimiento en la Universidad. Universidad Nacional de Colombia. Planta física, 1867-1982 Monografías Arquitectura 1 (Bogotá: Proa, 1982).

70
Contraportada del libro.

Segundo Acto

ocurrido quedarme una hora tratando de parar uno sin lograrlo. […] Además tú como mujer tienes que hacerte acompañar de alguien porque verdade ramente arriesgas a que te molesten de una forma bastante desagradable si estás en la calle, así, tratando de buscar un taxi en la noche. Historias, por decir lo menos, desagradables, se cuentan varias.

La llegada de Luz al Centro de Planeación coincidió con la aprobación de un crédito del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para construir una serie de edificios dentro de la Ciudad Universitaria.

Centro de la Ciudad Universitaria. Biblioteca, Torre de Administración y Auditorio, aún en construcción. Ca 1970. Fotografía de Ignacio Gómez Pulido.

LUZ AMOROCHO69: En la Oficina de Planeación entré a trabajar en el plan urbano que desarrolló el rector José Félix Patiño70, que tenía de soporte un préstamo del BID. En el desarrollo de todos esos edificios que se hicieron en ese momento: edificios de administración, la Biblioteca, el Centro Estudiantil, el edificio de Matemáticas, el edificio de Ingeniería, muchas cosas. La Oficina estaba dividida en varias secciones. Entonces yo terminé dirigiendo a todas las dibujantes. Y finalmente terminé de jefe de toda la cosa. Pero cuando yo entré ya todos los proyectos estaban adjudicados. Yo no diseñaba.

69 Entrevista inédita a Luz Amorocho, realizada por Ana María Pinzón en 2007.

70 José Félix Patiño (San Cristóbal, 1927-Bogotá, 2020). Médico, rector de la Universidad de Colombia entre los años 1964 y 1966. Reformó la estructura de la universidad en lo que hoy se conoce como reforma Patiño.

71

ELSA MAHECHA: Yo conocí a Luz en el 66, cuando me llamaron porque el BID prestó un montonón de plata para hacer unos edificios en la Nacional. Tuve el honor de que me incluyeran en ese selecto grupo de arquitectos, el cual dirigía Luz. Me asignaron el Museo de Ciencias Naturales. Yo recién graduada y muerta del susto, me puse a trabajar como loca. Y me hice muy amiga de Luz, sin saber cómo, porque ella no era fácil. Era bastante crítica. Ella era feminista y yo en esa época no sabía nada de nada; era muy ingenua a pesar de que había estudiado. Así que ella me abrió muchísimo los ojos. Siempre me decía que había otro mundo que no era el de la niña juiciosa, casada y sometida. Me prestó todos los libros de Simone de Beauvoir, de Sartre, me abrió la mente. Ella era fantástica. Y solidaria a morir. Nos quisimos muchísimo, casi como hermanas, a pesar de que tenía la edad de mi mamá. Luz nos dirigía el taller; no tanto en el sentido del diseño, sino que nos orga nizaba, más o menos, todas las cosas que teníamos que hacer, y ponía todo en filita, como era ella: muy, muy, muy organizada. En realidad, ella estuvo más en la parte administrativa porque con el machismo que hay aquí, tú sabes… Entonces, nos imponían a Arturo Robledo71, que llegaba allá como un dandi. Ellos eran los directores de nosotros. Ella no intervenía mucho en los diseños, digamos, porque eso era manejado allá por las estrellas de los arquitectos. Luz no quería a los hombres mucho. Y tenía toda la razón porque eran unos machistas.

De una u otra manera, Luz les ayudó a muchas mujeres a que se abrieran camino como arquitectas. Una misión política, digamos.

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Tira de negativos de la Universidad en obras. Ca. 1970 Fotografía Ignacio Gómez Pulido. 71 Arturo Robledo (Manizales, 1930-Bogotá, 2007). Arquitecto, amigo de Luz.

ELSA MAHECHA: Todo lo que yo hice después fue por lo que aprendí con Luz. Sin las enseñanzas de ella, yo no hubiera podido tomar las decisiones que tomé luego. Porque abrí los ojos y vi que las mujeres valíamos, y aún más las que habíamos estudiado. Ahora… ¿misión política? Pues en algunas personas caló mucho lo que ella decía. Luz nos concientizó, sobre todo del machismo en las profesiones. Es que a mí me hicieron la guerra por todo lado y en todo sentido.

LUCAS: ¿Cómo?

ELSA MAHECHA: Pues porque yo no era tan fea, entonces me decían que yo no iba a poder seguir la carrera, que yo servía era para que todos los hombres me miraran y según ellos me acostaba con todo el mundo. Fue duro para mí entrar a la Universidad y aguantarme esa vaina.

LUZ AMOROCHO72: Muy querida Nic […] Estamos obligados, esta semana, a dejar de lado las cosas importantes para concentrar el trabajo y el esfuerzo en la presentación de una parte de los anteproyectos y de muchos gráficos que deben servirle al Rector de la Universidad para alagar al BID, es decir, los “gringos” que deben entregar la plata para ayudarnos. Evidentemente hay mucho bluff y aún las cifras —sin cambiarlas— son tratadas para volverlas lo más convincentes posibles. Supongo que es así aquí y en todas partes, pero no puedo impedirme pensar en la Bogotá de cuando yo era niña, y los men digos se maquillaban las heridas para volverlas más impresionantes a los ojos de las buenas gentes bien pensantes. […]

72 Carta de Luz a Nic, escrita desde Bogotá el 9 de agosto de 1966.

73Segundo Acto

[…] Todo esto podría parecer muy negativo; pero hay que acordarse de la fachada bastante inadaptada de mi carácter que se sensibiliza terriblemente de esas cosas. Pero trabajar en la Universidad sigue siendo muy interesante. Si solo pudiéramos tener un poco más de rigor, de continuidad en las ideas, y de cohesión…

Su cargo la hacía pasear por todas las facultades. Era la encargada de velar por el campus, por el buen estado de los edificios. Los estudiantes de entonces la recuerdan paseando por ahí, recorriendo las distintas facultades, mirando todo. Nadie sabía bien qué era lo que hacía. Mirar. Pensar. Alguna foto quizás. Volviendo al libro tan serio que escribió, incluye un inventario de los edifi cios construidos en ese momento en la Ciudad Universitaria, cada uno con fotos y registro de las intervenciones hechas a lo largo del tiempo.

Por ejemplo, del edificio de Ingeniería. Como detalle curioso, ella comenta que la oficina del decano era muy lujosa, al parecer más de lo necesario, pero, sobre todo, en el largo registro de pequeñas intervenciones que se le han hecho al edificio, está descrita una que diseñó ella misma. La cafetería quedaba en el extremo del edificio, al fondo del corredor en un aula del pri mer piso. Ella devolvió esa aula a su función original y puso el merendero en el hall. Supongo para que la gente pudiera comer y conversar cómoda y sin aglomeraciones. Y ella misma se encargó de ese diseño. No me extraña.

Otro ejemplo en su libro de los pequeños cambios que diseñaba ella misma está en el Auditorio. El enorme León de Greiff de la Universidad Nacional. Luz diseñó unas gradas, simples cuatro escalones, para que los actores pudieran bajar del escenario a la platea y viceversa. Pero como diría mi hermano teatrero, ¡derribó la “cuarta pared”!

Planta del primer piso del edificio de Ingeniería, que incluye el cambio de la cafetería que hizo Luz. Tomado del libro de Luz, Universidad Nacional de Colombia. Planta física, 1867-1982. Monografías Arquitectura 1 (Bogotá: Proa, 1982), 44.

Edificio de Ingeniería en cuarentena, Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. 2021. Lucas Maldonado. 2021.

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Antigua Facultad de Arquitectura, hoy Bellas Artes, el día de la foto en obras de remodelación. Lucas Maldonado. 2021.

BEATRIZ VÁSQUEZ: En ese entonces Planeación Física quedaba en el piso 9, en el ala oriental del edificio. La dirección de Planeación quedaba en el sector occidental, con vista a la plaza Che, que está conformada por la Torre, la Biblioteca, el Auditorio León de Greiff y, en la esquina suroriental, el Centro Estudiantil. Era una oficina de planta libre, en donde el escritorio más grande era el del jefe de la unidad, o sea que fue el de Luz durante los años en que estuvo, después de que inauguraron el edificio. Todo lo demás eran mesas de dibujo y las planotecas al fondo. Todo el mundo trabajaba en una mesa de dibujo, dibujantes y arquitectos. Había una mesa grande en la mitad, donde se extendían planos, o donde se atendía a los profesores o a los decanos.

Desde el piso 9 se debía ver el edificio, ahora de Bellas Artes, pero que había sido originalmente la Facultad de Arquitectura, y donde ella había estu diado su carrera. Yo lo encontré escondido, sellado por las obras, desnudo con el ladrillo a la vista.

75Segundo Acto

Corte fachada de la Torre Administrativa. Tomado del libro de Luz, Universidad Nacional de Colombia. Planta física, 1867-1982. Monografías Arquitectura 1 (Bogotá: Proa, 1982), 77.

Torre de Administración durante las obras producto del Plan Cuatrienal de la Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. Ca. 1970. Fotografía de Ignacio Gómez Pulido.

Plano intervenido de la Ciudad Universitaria. Atrás, el auditorio y, al fondo, la Torre de Administración, hoy vacía y en obras. Plaza Che. Bogotá. 2021. Lucas Maldonado. 2021

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Antigua Facultad de Arquitectura con los tubos del BID. Bogotá. Ca. 1970. Fotografía de Ignacio Gómez Pulido.

Allá, en la puerta del fondo, estaba parada Luz un día hace cuarenta años, con una mano entre el bolsillo y diez compañeros de clase a su alrededor.

Antigua Facultad de Arquitectura, hoy Bellas Artes, en obras. Universidad Nacional, Bogotá. 2021. Lucas Maldonado. 2021

CAMILA LOBOGUERRERO: Yo creo que el principal legado de Luz fue su manera de vivir, lo que influyó en las mujeres. Su prefeminismo, digamos, porque todavía no existía, por lo menos aquí en Colombia, un movimiento feminista fuerte. Pero Luz fue muy determinante para muchísimas mujeres, todas las que trabajaron con ella en Planeación, en la Universidad Nacional, porque antes en CSG y en esas empresas eran veinte hombres y Luz. Era macha, en ese sentido, pues manejarse ahí como arquitecta debió ser muy difícil, de verdad era aplastante, y se necesitaba la personalidad enorme de Luz para poder sobrevivir. En eso Luz fue fundamental en toda una genera ción de mujeres profesionales en Bogotá. Creo yo.

77Segundo Acto

VI. Los turbulentos setenta

Para comienzos de 1971, Luz visitó a su hermana Leonor, quien trabajaba como radióloga en un hospital neoyorquino. Por su aparato de rayos X pasa ron celebridades como Mick Jagger73 y Robert de Niro74 a los que, según dicen, además de hacerles radiografías les cogió una tetilla75. Desde Nueva York, Luz le envió una postal a Nic, en la que hacía un breve resumen de su último año.

LUZ AMOROCHO76: Después de tanto tiempo de silencio, no quiero termi nar 1970 sin enviarte algunas noticias. Como síntesis, podría decirte que para mí fueron doce meses repartidos entre “asuntos del corazón” (como dices tú) y del trabajo. Aunque finalmente, se solucionaron con cierta tranquilidad por un lado y algunos buenos resultados por el otro. Ahora estoy en Nueva York, de fiestas con Leonor y mis amigos de acá.

A su regreso a Bogotá, Luz se encontró con la resaca de un país cada vez más agitado y turbulento. Desde la Universidad Nacional, vivió muy de cerca los ecos de una aguda crisis política y social. Muy pronto en el cam pus comenzaron a sucederse protestas, cierres y huelgas.

JORGE ARIAS DE GREIFF: El problema, en el fondo, era porque el presi dente era postizo. Las elecciones del 70 las ganó el general Rojas Pinilla77 y ha debido ser el presidente. El general Rojas no armó escándalo, pero se creó un partido, contrario al Gobierno, la Anapo (Alianza Nacional Popular). Muchos profesores militaban ahí. Y, además de todo eso, los estudiantes estaban en contra del nuevo Gobierno que quería hacer una reforma de la Nacional que no les convenía.

Cuando empezó la reforma, yo estaba en el Observatorio Astronómico — Luz también debía estar— en un acto por el nacimiento de Kepler.

A la recepción que daba la Academia —y como cosa que nunca había sucedido— asistió el ministro de Educación, que era Luis Carlos Galán78. Y

73 Mick Jagger (Kent, Reino Unido, 1943). Cantante, compositor, músico y actor británico, recono cido por ser el cantante de la banda The Rolling Stones.

74 Robert De Niro (Nueva York, EE.UU. 1943). Actor, director y productor de cine.

75 Recogido en entrevista al historiador del rock y amigo de Leonor, Eduardo Arias.

76 Postal de Luz a Nic desde Nueva York, con fecha 24 de enero de 1970, aunque se trata, en realidad, del año 1971.

77 Gustavo Rojas Pinilla (Tunja, 1900-Melgar, 1975). Fue presidente de Colombia entre 1953 y 1957 gracias a un curioso golpe militar.

78 Luis Carlos Galán (Bucaramanga, 1943-Bogotá, 1989). Abogado, periodista y político. Además

Fiesta en un estudio de pintura en Nueva York. Luz con antifaz y Leonor mirando a la cámara; sentada, la pintora Fanny Sanín; al centro, el crítico Germán Rubiano; Aníbal Alfaro, arquitecto ya mencionado, en el piso; y de pie, a su lado, su esposa Prudence. Ca. 1970. Archivo MaldonadoTió.

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79
Acto
Postal desde Nueva York de Luz a Nicole, 24 de enero de 1970. Archivo de Christine de Bremond d’Ars. Elecciones presidenciales de 1970. Bogotá. Fotografía de Ignacio Gómez Pulido.

después que dieron un vino, Galán se acercó y me dijo que del ministerio iban a llamarme. Yo me olí el tocino, y cuando Galán me llamó y fui al ministerio, todo el tiempo le estuve hablando de los inconvenientes de la reforma. Pensé que había quedado curado. Pero el 1.º de enero, en una finca de Isabel Mariño cerca a Arbeláez, a mitad de la mañana apareció el Ministro. Todas las casas quedan hechas un desastre el 1.º de enero, así que corra todo el mundo, a esconder botellas. Sacamos una mesita al jardín y sentamos al Ministro para que quedara de espaldas a la casa. Ahí fue que me ofreció la Rectoría.

Yo le dije que me nombraran encargado, que yo no tenía ningún problema con la universidad, pero el problema era que la gente de la universidad estaba contra el Gobierno. Y era más fácil, para la universidad, destituir a un encargado que a un rector titular. Y para mí, es lo mismo estar en el cargo que tener el encargo. Así que aceptaron. Hice todo lo posible para que el proyecto no saliera, pero Pastrana lo sacó adelante. Cerró las Residencias Universitarias y expulsó a los de las Juventudes Comunistas, que eran muy disciplinados y abstemios como unos monjes. Entonces, cuando los sacaron, eso quedó en manos de la plaga.

de ministro de Educación de Misael Pastrana, candidato a la Presidencia de Colombia con gran des opciones y asesinado por orden del cartel de Medellín.

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Observatorio Astronómico. Universidad Nacional, Bogotá. 2021. Lucas Maldonado. 2021

Tira de negativos de Luz en Bogotá. 1970. Fotografía de Ignacio Gómez Pulido.

ISABEL MARIÑO: Cuando Luz entra en las Residencias de estudiantes, como encargada de Planta Física, cuenta que vivían familias enteras, con papá, mamá, hijos y la muchacha del aseo, familia de clase media.

JORGE ARIAS DE GREIFF: Durante la huelga, Luz siempre estuvo de mi lado.

A fines de ese mismo año, ya no desde Nueva York sino en la ciudad uni versitaria de Davis, California, a donde había ido a visitar a su hermano profesor y a Nalú, su mamá, y así como para distraerse de toda la tensión de un encuentro familiar, Luz le narró a Nic los sucesos de ese agitado 1971.

Sobre que llevó la siguiente carta desde Davis, California, de Luz a Nicole en París. Archivo de Christine de Bremond d’Ars.

LUZ AMOROCHO79: En Colombia, se pasó todo este año viendo aparecer problemas que se encadenan día tras día; desde los que tienen que ver con la reforma agraria, con invasión de tierras, hasta los de la reforma urbana, pasando por huelgas de maestros de escuela, de trabajadores del petróleo, de transportistas, escándalos en el ejército —por negociaciones poco claras con la cadena de hoteles Hilton— despido del director del DANE, un instituto de los más serios en Colombia, que publicó unas cifras con porcentajes, del costo de vida, bastante alarmantes y que no le gustaron al Gobierno, etc. Esta situación se reflejaba en la universidad, toda: es así como, a partir de febrero,

79 Carta de Luz a Nic desde Davis, California, con fecha 30 de diciembre de 1971.

81Segundo Acto

recién comenzadas las clases, una huelga de apoyo a los estudiantes de la Universidad del Valle, estalló en señal de protesta contra la invasión policial y los hechos violentos cometidos por ella en Cali.

Esto estuvo seguido por la expulsión física del Rector de la Universidad en Bogotá, por parte de los estudiantes, y la invasión armada de la policía en los terrenos de la Ciudad Universitaria. Las clases estuvieron suspendidas desde marzo hasta el mes de agosto. Mientras tanto, el señor Presidente80 de la República no encontró otra solución más armónica que emitir un decreto nombrando un Rector […] con plenos poderes de decisión en todos los planos. De modo que, sin querer, preparó las consecuencias que siguieron, a saber: protestas de estudiantes y profesores, al comienzo tranquilas, segui das por unas más fuertes, con respuestas de parte del grupo en el poder, bastante arbitrarias, como suspensiones de contratos a los profesores por unos meses, o expulsión de estudiantes, o demandas a otros de renunciar a sus contratos; e incluso, declaración de no existencia de un puesto de trabajo ocupado por alguien que se oponía al sistema.

Todo esto, antes o después de algunos hechos muy importantes: una segunda expulsión del rector por los estudiantes, una nueva invasión de la policía y una situación para todos insostenible. El presidente decide crear una comisión de “notables” (nuestras reminiscencias tribales) que al final resultó en una fórmula para la creación de un Consejo Universitario, elegido por voto popular y en el cual todas las fuerzas estén representadas. La fór mula fue aceptada finalmente por todo el mundo, las elecciones se llevaron a buen término y los resultados le dieron la razón a la mayoría, contraria mente a lo que un grupo de la Rectoría, unos reaccionarios apestosos, había pensado. Así que, como en las historias para niños, esta de la Universidad termina, para el año 1971, con un happy ending color de rosa; para dejarnos ir relativamente confiados, cada cual por su lado.

Termina su carta contándole que irá feliz a Nueva York a visitar a su her mana, con el ánimo de “relajar las tensiones producidas por mi visita aquí.” Luego de eso Bogotá y volver a soñar con París.

LUZ AMOROCHO: Mis deseos [de viajar a Europa] no deben engañarte sobre el hecho de mi aceptación final y completa —yo creo— de Colombia como mi lugar natural, a pesar de todas las angustias de todos los órdenes, o la comparación con otros modos de vida posibles, y aunque no se trate

Antigua calle 26 o de la Colina de la Deshonra. Barrio La Macarena. 1976. Fotografía de Ignacio Gómez Pulido.

Escudos antimotines en la puerta del edificio La Loma, que Luz compraría años después. Ca. 1970. Fotografía de Ignacio Gómez Pulido.

82
80 Se refiere al mismo
Misael Pastrana.

de una satisfacción completa: igual que tú, y tal vez por razones de edad, como dices, estoy mirando todo desde más lejos, y acepto un cierto “desde afuera” que, por la fuerza de las cosas, es el hecho de cada día y del con tacto obligado —y deseado— con los más jóvenes que yo. Es en Colombia donde encuentro una verdadera razón de ser.

Cuando empezaron a crecer las torres, no solo las del Parque sino la de KLM o la esperpéntica torre Verde, esa comunidad de artistas se disolvió. Pero varios de aquellos jóvenes que Luz mentaba en su carta regresarían para comprar en el aledaño barrio Bosque Izquierdo. Luz misma.

83Segundo Acto
Torres del Parque. Bogotá. Ca. 1970. Fotografía de Ignacio Gómez Pulido.

VII. Un desencuentro y dos despedidas

Este es un rollo de fotos de Ignacio disparado durante una caminata con Luz por París. Algunos edificios que ella señaló, los lugares de esa época que no volverá

Viajera incansable, volaba casi todos los años, ya fuera a los Estados Unidos, donde estaban sus hermanos Jaime y Leonor, ya fuera a París, a encontrarse con Nic y no sabemos quién más. Sus amigos recuerdan los trayectos inverosímiles que la conducían hasta Islandia o el mismísimo Polo Norte, antes de llevarla a su destino, con tal de procurarse rebajas, según ella enormes, en los tiquetes aéreos.

Uno de esos viajes. Septiembre del 75. Por las cartas sabemos que práctica mente se cruzó con Nicole. Apenas logró verla unos minutos en el aeropuerto de Orly, antes de que cogiera un avión hacia Argelia.

LUZ AMOROCHO81: Mi bien querida Nic. Fui muy feliz contigo el sábado, a pesar de la brevedad de nuestro encuentro. Y qué rabia en ese tren, regre sando de Orly, cuando me di cuenta de que no eran las 9h ½ sino las 8h ½. Aproveché mi error para ir a entregarle las llaves a Anne, en St. Dominique y de regreso di un “paseo” por el Boulevard Saint Germain. Te confieso que tuve resaca pensando en toda una época que no volverá, una de las más importantes en mi vida, tan vinculada a estos sitios. Además, me parece que el espíritu de las calles y de los lugares, cambió tanto en los últimos seis años, que solo aumenta la sensación de ruptura irremediable. No lo quiero pero me persiguen las frases para dar, esta vez sí (y por primera vez) mis verdade ros adioses a una ciudad (más exactamente: a todo un conjunto de cosas) que tanto amé. Si encuentras un momento libre, escríbeme: me gustaría mucho saber algo más sobre tu trabajo y qué va a ser de tus proyectos. Te abrazo mucho. Luz [Anne tiene tu styló82]

Y la respuesta de Nicole desde Argelia unas semanas después:

NICOLE SONOLET83: Muy querida Luz, quería responderte en seguida luego de tu carta de septiembre y, como ves, no fue el caso. Yo también rabié cuando descubrí que nos habíamos equivocado por una hora. Habría

81 Carta de Luz, desde París, a Nicole, en Argelia, del 9 de septiembre de 1975.

82 Diminutivo de estilográfica.

83 Carta de Nicole a Luz, desde Argelia, en septiembre de 1975.

84
Luz en París. 1975. Fotografía de Ignacio Gómez Pulido. Vistas del recorrido de Luz con Ignacio. París. 1975. Fotografía de Ignacio Gómez Pulido
85Segundo Acto
Carta desde París de Luz a Nicole, 9 de septiembre de 1975. Archivo de Christine de Bremond d’Ars

preferido seguir discutiendo contigo, antes que comer en ese restaurante gélido de Orly. Pero, en fin, en todo caso nos vimos y por poco nos perde mos. Después de mi regreso […] me enervo menos con mis colegas: ya no espero gran cosa de ellos. De mí, saber de una vez, qué es lo que quiero y qué es lo que puedo. Desafortunadamente las dos [cosas] no se correspon den en la actualidad. […] Continúo en mi pequeño run run, esperando que mi vida se desenrede sola. Estoy en un curioso estado de suspensión en un vacío de algodón. La vida en Argelia es bastante “mierdosa”, especialmente en la oficina, donde la atmósfera intelectual – moral – psicológica no me gusta nada. Si fuese mi oficina, no soportaría como empleados a personas tan estúpidas y reaccionarias. Discursos sobre las mujeres que me rompen el corazón, mezclados con recitación de eslóganes. […] Hablan de la gue rra como de un partido de fútbol y detentan la Verdad desde lo alto de su pretendida virilidad. Esta consiste en relegar a las mujeres, levantando el culo de su silla para ir a pasear sus corbatas y desgranar sus discursos en las calles o con sus sorbetes. Tuve gripa durante diez días, o quince, y ahora un espanto de cosa en la lengua. Según una amiga, se llama “muguete” y debo ir rápido donde un doctor […] pues podría ser una especie de “champiñón” que agarré comiéndome un sándwich en Annaba84, porque comenzó justo después de eso.

NICOLE SONOLET85: Me pregunto si los planes que hago para estos pueblos no son completamente idiotas. En todo caso, no tienen nada que ver con la “Arquitectura”, lo cual me sería indiferente si pensara que eso no guarda relación con las gentes que la van a habitar. Y ahí está mi duda —a veces angustia—: me gustaría tanto no participar en la demolición de todo lo que es bonito, en ellos y alrededor de ellos, pero ¿qué hacer? No basta con amar a la gente para hacerla vivir —eso es lo más triste—. Mi esperanza es que, que riéndolos, quizás ocurra un imponderable que tenga algún valor minúsculo.

Ahora veo tan diferentes sus vidas. Nicole en Argelia o en México o en la India, viviendo de aventura en aventura, diseñando o construyendo lejos de

84 Annaba es una ciudad argelina, capital de la provincia de su mismo nombre, situada en la costa mediterránea, cerca de la frontera con Túnez.

85 Carta de Nicole a Luz, desde Argelia, en septiembre de 1975.

Encabezado de la carta desde Bogotá de Luz a Nicole, 22 de mayo de 1977.

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Luz, en su apartamento en las Torres de Pekín (¿?), Bogotá. 1976. Fotografía de Ignacio Gómez Pulido.

Nicole, en su casa en París. 1970. Fotografía de Jean-Louis Langlois. Archivo de Christine de Bremond d’Ars.

87Segundo Acto

casa; Luz en Bogotá, yendo a su Ciudad Blanca, a su Oficina de Planeación, como todos los días, tan metódicamente, tan rutinariamente...

Después de su despedida de una ciudad y de “una época que no volverá”, se enfrentó Luz con la más profunda de las despedidas. Ana Lucía, o Nalú, o Rabito, como llamaba a su mamá cuando era niña, murió en febrero de 1976, un mes antes de cumplir los noventa años.

ERNESTO LLERAS: Yo me acuerdo cuando murió la mamá, fue tremendo. Para Luz fue una cosa demoledora, y ella ya era grande, estaba vieja, tenía cincuenta y pico de años.

La mamá estaba muy mal, con Alzheimer, completamente mema. Yo la vi, por que en esa época iba mucho a conversar con Luz, que se había llevado a su mamá a vivir con ella. Y Nalú siempre estaba ahí, sentada. No hablaba ni nada.

LUZ AMOROCHO86: Me quedé sola, como antes. Su presencia se había vuelto para mí algo muy cálido y carnal. Imagino que debe ser parecido con un niño, que a veces puede ser insoportable pero que lo piensas durante todo el día. Mi mamá me permitió descubrir en mí, unas profundas posibi lidades de ternura. Y ese sentimiento (acompañado de otros muy contra dictorios) provoca que esté enormemente agradecida. Aunque parezca un lugar común, es cierto que en mi caso su recuerdo me acompaña. Su muerte estuvo precedida por la de mi tía (su hermana), a quien quería tanto y que sufrió mucho antes de morir. Para mí era horrible, porque sabía que todo lo que yo podía hacer por ella no aliviaba en nada su sufrimiento. Un mes después de la muerte de mi mamá, su hermano menor murió también y, con él, toda la familia por el lado materno desapareció. Todos esos muertos me dejaron por dentro vacía y con un sentimiento muy fuerte de pasar a primera línea en la escena. Un día tuve la visión de un largo desfile de mujeres muertas de mi familia, que venían del infinito y cada una abría los brazos para recibir a la última.

Luz en su apartamento de las Torres de Pekín (¿?) mostrándole unos planos a Ignacio. 1976, agosto. Fotografía de Ignacio Gómez Pulido.

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86 Carta de Luz a Nic desde Bogotá, del 22 de mayo de 1977.

Luz en un paseo al río. Ca. 1970. Fotografía de Ignacio Gómez Pulido.

VIII. El Bosque Izquierdo

Si la infancia de Luz estuvo asociada al barrio Santa Inés y su juventud a Chapinero, la segunda mitad de su vida, tras su regreso de París en el 66, ocurrió casi toda en el Bosque Izquierdo. El barrio de calles curvas (del cual la calle principal de la Colina de la Deshonra era lindero) está en lo que hoy es el centro de Bogotá. Recostado, por metáfora, sobre las estribaciones de Monserrate, fue diseñado en los años treinta por el arquitecto y urbanista austríaco Karl Brunner, aquel al que los “modernos”, los otrora amigos de Luz de la revista Proa, odiaban como al enemigo, por considerarlo un “dino saurio” que torcía las calles. Le acusaban de medievalista.

CARLOS NIÑO MURCIA: El Bosque Izquierdo era un sitio muy lindo; era la llegada de Brunner y la superación de la cuadrícula y esas calles que suben en curva, para seguir mejor la pendiente, llenas de árboles. Eran ya la idea de la ciudad jardín, del garden city inglés.

Tras un breve intervalo en las Torres Jiménez de Quesada (llamadas “Torres de Pekín” por la fama de sus vecinos comunistas de línea maoísta), donde vivió con su madre los últimos meses de su vida, para fines del 77 regresó al Bosque Izquierdo. Al edificio La Loma que, no se si por casualidad, había sido construido por la firma Cuéllar Serrano Gómez cuando Luz trabajaba

89Segundo Acto

allí. En ese apartamento vivió más de cuarenta años, hasta su propia muerte.

LUZ AMOROCHO87: Con Hernando Téllez y su mujer, los dos arquitectos, comenzamos a manejar los detalles económicos y legales para comprar un pequeño edificio de tres apartamentos dúplex (uno para mí, uno para mi hermana y el más grande para los Téllez) con garajes, un taller y un jardín. Comenzamos con 3 centavos, pero después de una larga y peligrosa danza en la cuerda floja logramos volvernos propietarios […] hay que aceptarlo, con una buena dosis de torpeza.

HERNANDO TÉLLEZ: La amistad de Luz fue inicialmente con mis papás. Ella apareció en mi casa de infancia, no me acuerdo a través de quién, e iba con alguna frecuencia los sábados, en la tarde, cuando usualmente iban intelec tuales, escritores, amigos de mi papá, etc.… Un día, cuando yo tenía diecisiete o dieciocho años (o sea en el 54, 55), yo entré a la biblioteca y ahí estaba Luz, con mis papás, hablando de las relaciones, de las mujeres y todo eso88. Luz le dijo a mi papá “Mire, es que yo soy virgen y a esta edad ser virgen, es una vergüenza”. Ella después aseguraba que nunca había dicho eso, pero yo me acuerdo claramente, porque a uno de joven esas cosas se le quedan en la cabeza. El caso es que después, cuando yo crecí y Luz volvió de Francia, esa amistad siguió, especialmente cuando se murió mi papá. Seguimos siendo amigos —y vecinos— hasta el día de su muerte. Pero, en todo ese tiempo, intimidades Luz nunca tuvo conmigo, nunca habló de novios, nada.

El segundo y tercer piso de La Loma eran los de Luz y Leonor —que Luz reformó y sacó tres apartamentos— el cuarto y el quinto, de los Téllez, y arriba la terraza de tantos banquetes. En la foto, de la que espero no equivocar la fecha, se ve atrás el Edificio Bosque Izquierdo, conocido como Gozque Izquierdo. Ahí, en el piso 10, compraría años después su aparta mento Leonor.

HERNANDO TÉLLEZ: Las relaciones de vecinos eran estupendas. Luz admi nistró el edificio hasta que comenzó a perder la memoria. Era la que llevaba las cuentas. Algún día le propuse que redondeáramos, pero me respondió: “No. Un peso es un peso, cuentas son cuentas”. Ella, además, era muy inde pendiente. Yo me acuerdo, a los pocos meses de habernos trasteado, salía Luz con su jeep, y me atreví a preguntarle para dónde iba. Me respondió:

87 Carta de Luz a Nicole, 22 de mayo de 1977.

88 “Asuntos del corazón”.

Barrio Bosque Izquierdo, Bogotá, en los setenta. Archivo Maldonado-Tió.

Edificio La Loma, Bogotá. 1976. Archivo personal de la familia Amorocho, Federico Durán.

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91Segundo Acto
Luz en su edificio La Loma, en el apartamento de los Téllez, y con mi papá en las fotos, haciendo de diva, de campesina triste, de rockera, y quién sabe de qué más. 1982. Fotografía de Ignacio Gómez Pulido.

“¡A ti qué te importa!”. Nunca más pregunté. En otra ocasión que llegó con el mercado y de imprudente me ofrecí a ayudarle. Me dijo: “No, yo no necesito que me ayudes y punto”. Se giró y se fue.

Yo para ese momento tenía seis años. En mis recuerdos de infancia siem pre está ella: en las largas sobremesas de domingo en casa de mis papás, con Fernando Jiménez, Ernesto Lleras y algún invitado ocasional, o con los Téllez, o en sus visitas imprevistas, cualquier día, a cualquier hora, comen tando algún suceso o renegando de algo que le acababa de pasar, en los cumpleaños, en las celebraciones, en las tristezas…

A la izquierda de la foto se ve una casita de juegos para niños. Mi mamá contaba que, cuando la estaban construyendo entre mi papá y un tío mío ingeniero, llegó Luz a supervisar, y furiosa les hizo levantar el tejado, corregir no sé qué y volver a techar. Esa casita sobrevivió al caserón de mis abuelos sin una gotera.

En 1978, año en que nació mi hermano Matías —“Maticos”, lo llamaba ella—, mis padres compraron, junto a Fernando y Ernesto, el edificio Palacete, a pocas cuadras de La Loma, también en el Bosque lzquierdo. Desde entonces, se convirtió en una especie de segundo hogar para Luz.

Luz y Rafael cuidando la carne, en Chía, en casa de mis abuelos. 1976, enero. Fotografía de Ignacio Gómez Pulido.

Luz en el Palacete. Ca. 1979. Archivo personal de la familia Amorocho, Federico Durán.

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El apartamento de Luz en el Bosque Izquierdo. Bogotá. Ca. 1976. Archivo Maldonado-Tió.

Recorte del periódico El Tiempo encontrado entre los archivos de mi papá. Sin fecha, pero, por la edad que dice tener Luz, calculamos que es de 1977. Bogotá. Archivo Maldonado-Tió.

“La primera arquitecta colombiana”. Ella se ganó ese título, que también la hizo sufrir. Lo que recuerdo de ese artículo fue un comentario perverso de un arqui tecto que dijo: “La primera, pero en el tiempo”. Para decir que no era la mejor sino la más vieja. En el mismo artículo, la periodista cuenta: “Lo primero que nos topamos en la puerta de su apartamento es un letrero de colores, garrapa teado en letra infantil que dice: Esta casa es de Luz Amorocho, lo escribió Lucas. Lucas es el más pequeño de sus amigos, tiene 6 años y la visita con frecuencia”.

Yo soy ese Lucas, aunque equivocaron mi edad. De modo que el mismo artículo que la nombraba a ella la primera arquitecta me nombró a mí su escribiente. Bueno, no. Lo de la primera arquitecta ya lo traía ella tiempo ha nombrado.

En esta foto estamos ella y yo en un circo, en Chía, un pueblo cerca a Bogotá. Creo recordar la carpa toda destartalada en un potrero. En la foto, Luz me levanta la cara y yo siento que eso me hace un poco estúpido. Pero también se ve, o al menos yo creo ver, la delicadeza con que lo hace. Me está corri giendo y haciendo una foto especial, porque nadie le levanta la cara a nadie para una foto. Me encanta que estemos Luz y yo, solos, con el pato Donald.

Ella me enseñó que su nombre se podía escribir así:

Dibujo de Lucas, 2 de octubre de 2021.

93Segundo Acto
153. Luz con Lucas Maldonado y el Pato Donald. 1976. Archivo Maldonado-Tió.

IX. La jubilación

Después de tres lustros, con sesenta años recién cumplidos, Luz se retiró de la Oficina de Planeación y pasó a ser, oficialmente, una pensionada de la Universidad Nacional de Colombia. Ese mismo año publicó su mentado libro.

CARLOS NIÑO MURCIA: Luz hizo ahí un trabajo muy juicioso, una historia breve, pero un trabajo muy, muy importante.

ERNESTO LLERAS: Es que no es solo una historia, sino una concepción ideo lógica de lo que es el campus y por qué fue hecho así. Eso fue lo que ella hizo, mientras fue directora: tratar de que el campus respondiera a esa idea básica, que es un campus de democracia, de construcción, de posibilidades de intercambio entre la gente. Es un trabajo de urbanismo.

LUZ AMOROCHO89: Yo estaba encargada de todo lo que era planta física. Para mí era muy importante saber exactamente cómo, en qué consistía y cómo estaba distribuido cada uno de los edificios. Y cuál era la histo ria de cada uno. Entonces me levanté datos y me levanté planos en el Ministerio de Obras Públicas, de toda la historia del desarrollo de la Ciudad Universitaria como entidad física, desde que se fundó hasta el 82, que fue cuando yo terminé ese trabajo y salí de la Universidad. Pues, mejor dicho, me jubilé.

ANA MARÍA PINZÓN: ¿Fue iniciativa propia hacer toda esta investigación?

LUZ AMOROCHO: Claro, iniciativa propia, pero porque era una necesidad del trabajo que yo tenía que hacer. Y quedó como un documento que la gente consulta todavía. A pesar de que ya está obsoleto y hay que agregarle muchas cosas. Yo le decía el otro día a Beatriz Vásquez que hubiera valido la pena que alguien empatara eso, del 82 para acá.

BEATRIZ VÁSQUEZ: Yo conocí esa publicación porque entré a la universidad a trabajar en el año 83 y lo primero que hice fue estudiarme la monografía de Luz, porque tenía que saber la historia del campus de la Ciudad Universitaria. Como duré veinticinco años en esa oficina, tuve la oportunidad de cono cer el archivo histórico y ahí estaban todos los documentos que preparó Luz. Y mucho de ese material fue el que se publicó en la monografía de

89 Entrevista inédita a Luz Amorocho, realizada por Ana María Pinzón en 2007.

Luz llega a la Oficina de Planeación en el 66 y se pensiona en el 82. Estos dibujos que publica dan cuenta de la cantidad de edificios en los que participó. Tomado del libro de Luz, Universidad Nacional de Colombia. Planta física, 1867-1982 Monografías Arquitectura 1 (Bogotá: Proa, 1982), 17-19.

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Bogotá de noche. 1976. Fotografía de Ignacio Gómez Pulido.

Luz. Ca. 1980. Archivo personal de la familia Amorocho, Federico Durán.

Segundo Acto arquitectura que, como te digo, para mí fue el referente. Luego me pensioné y esos planos quedaron ahí. Y un día me enteré de que un tubo del bendito baño se reventó, se inundó todo y se mojaron los planos. Luego de eso, yo no sé para dónde se los llevaron, porque son documentos históricos muy valiosos de la Ciudad Universitaria.

Beatriz conoció a Luz como directora de la Oficina de Planeación Física de la Universidad. Luego de su jubilación, Beatriz ingresó como arquitecta de esa oficina y fue jefa de esta durante doce años desde 1994.

BEATRIZ VÁSQUEZ: el Seminario 70 fue un seminario que organizó la Rectoría de la universidad para reflexionar sobre la organización académica y el espacio físico de la Ciudad Universitaria. Yo vi algunos esquemas en pla nos. Ella explicaba cosas, tomaba notas y escribía encima de una copia helio gráfica, por decirlo de alguna manera. Esas copias, como eran documentos de trabajo, también se guardaban ahí en el archivo, colgados para que no se dañaran en las planotecas horizontales. Ella era así, como fue toda su vida, una mujer supremamente rigurosa y excelente dibujante. Muy precisa. En esa época se dibujaba a lápiz y las dibujantes pasaban luego a tinta. Se dibujaba en papel mantequilla de 90 gramos, con grafos, con díngrafos, y posterior mente con rapidógrafos. Pero los dibujos que yo vi de Luz eran dibujos a lápiz. También vi planos de remodelaciones de edificios, creo que algunos detalles del edificio de farmacia. Perfectos, impecables. Luz tenía la perfec ción totalmente tatuada en su interior. Ella era una mujer muy cuidadosa, muy perfeccionista.

EDITH LOZANO90: Yo dibujé mucho con Luz, tanto en edificios que se construyeron como en remodelaciones. Yo la acompañaba a hacer todas las mediciones que eran a milímetro porque ella era a milímetro. Cuando hacíamos los levantamientos eran perfectos. Luz no nos dejaba pasar medio milímetro, era muy estricta en eso, muy puntual.

BEATRIZ VÁSQUEZ: Yo me acuerdo de que a Luz, ya pensionada, le encan taba ir a la Oficina de Planeación, cuando yo estaba ahí de jefe. Iba, se estaba un rato, se tomaba un tinto91, luego íbamos y almorzábamos.

HERNANDO TÉLLEZ: Una de las cosas que la divertían era bajar a la univer sidad a cobrar el cheque de su jubilación, haciendo cola en la caja de la

90 Edith Lozano (Bucaramanga, 1942). Arquitecta. 91 Café negro.

95

universidad para que se lo dieran. Un día le pregunté por qué no hacía que se lo consignaran, “¿para qué tienes que ir a la universidad?”. Y ella me responde: “¿Y cómo quieres que me entere quién se ha muerto y quién no?”.

Por la correspondencia sabemos que a principios del 82 Luz viajó de nuevo a París

Como siempre con escala en Nueva York.

Carta de Luz Amorocho en la que renuncia a la Universidad Nacional, 1982. Archivo Maldonado-Tió.

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Nueva York con sus torres. Ca. 1982. Ignacio Gómez Pulido. Postal desde París de Nicole a Luz deseándole un feliz 1981 y que concluye diciendo: “soy una larva o tal vez una boba, quizás me recupere un día. Creo que no”. Archivo personal de la familia Amorocho, Federico Durán. Leonor Amorocho, desconocido, Prudence Alfaro, Fanny Sanín y Aníbal Alfaro, pero esta vez en el piso no él, sino Enrique Grau. Fotografía (presumiblemente) de Luz. Nueva York. Ca. 1982. Archivo Maldonado-Tió.

Intermedio: Luza

I.

Con Luz hemos sido amigos desde que yo era un niño. Se suponía que ella era la novia de mi tío Miguel. Pero yo siempre la asocié con papá, con quien siempre estaba enfrascada en debates intensos. Tanto, que más tarde llegué a pensar que era una de sus múltiples amantes.

Pero de lo que quiero hablar aquí es de nuestra amistad. Porque se inició entonces. Yo debería tener unos siete u ocho años, y ya escribía poesía. Ella me leía y me hacía comentarios alentadores. Recuerdo que una vez me invitó al circo, que era más bien un espectáculo de magia en el Teatro Colombia. Y me parece que esa tarde ella observaba feliz mis reacciones. Luego me invitó a una malteada en el Monte Blanco, un café que me pareció elegantísimo.

A mamá no le gustaba mucho Luz. Creo que la ponía celosa su personalidad arrolladora.

Cuando terminó su romance con Miguel dejé de verla. Muchos años des pués, papá trajo a la casa una máscara mexicana que Luz le regaló esa tarde. “Quemó sus naves”, dijo.

Fue hacia el año sesenta, cuando ella se fue a París, y regaló todos sus habe res. Había roto con su pasado. Había llegado el día en que se hizo necesario navegar, como en el poema de Maya. Ella rompió con todo y se fue al albur. Ya sabemos que encontró un espacio donde poder “ser ella misma”. Y tam bién sabemos cómo volvió años más tarde a Bogotá y descubrió su “lugar”, sus raíces, el entorno de su mamá.

Fue entonces cuando nos volvimos a encontrar. Fue en una exposición de pintura. Comenzamos a conversar y comenzó a surgir una tremenda con fianza. Yo supe que ella era no solamente alguien en quien confiar, sino una verdadera “persona”.

Con ella aprendí lo que es escuchar de veras. Para Luz, su interlocutor era la persona más importante de ese momento. Y me parece que su don especial consistía en “la presencia”. Siempre estaba presente. Y esta era su magia. Nunca se perdía en las conversaciones, como es tan común entre nosotros: “Este, yo… vaya...”, y miradas al vacío. Siempre estaba enfocada. Lanzaba

99Intermedio
Luz. 1977. Fotografía de Ignacio Gómez Pulido.

su dardo, que podía ser una flecha cariñosa o de aparente confrontación. Como diciendo: “Sea usted mismo”. Supongo que eso era algo que mucha gente no aguantaba de ella.

Hay una ranchera que nunca he oído y que menciona Octavio Paz como muy mexicana. Dice algo así como: “Corazón apasionado, disimula tu tristeza…”. Creo que Luz, ya es hora de decir que yo la llamaba Luza, era un corazón apasionado. Y disimulaba su tristeza, que siempre iba con ella.

Sospecho que la tristeza de Luza nacía de una soledad trágica. Porque era irremediable. La soledad de quien añora “lo real inalcanzable”. Y esto, se me antoja, consiste en llegar al fondo de los demás. En nuestra sociedad nadie se quiere dejar abordar de esta manera. Así pues, Luza iba de frente a la trage dia. Como un toro de lidia empecinado en lograr lo imposible.

II.

Precisamente todo eso, su pasión por la verdad, su aceptación de la cru deza del mundo sin tratar de maquillarla, su honestidad sin dobleces, fue lo que me atrajo en nuestro segundo encuentro. Y ahí comenzó la amistad tempestuosa.

No he conocido a nadie que tenga esa pasión por la comunicación sincera. Por eso era tempestuosa cualquier relación con ella. Ella no transigía. Si captaba un amago de lo que llamaba “teatro”, se tornaba implacable. Era, por tanto, imposible que la relación no fuera tempestuosa. Yo adoro el teatro. Fue, pues, mi gran maestra. Era el espejo más puro, sin una mota.

Otra de sus facetas era una inmensa bondad. Una capacidad enorme de comprensión, acogimiento y lealtad. Como dije ya enantes, siempre estaba presente. En los momentos difíciles. Y en los felices.

A ella también le encantaba el teatro y tenía un oído privilegiado. La recorda mos todos cantando como Edith Piaf o haciendo de Gelsomina, la protago nista de La strada de Fellini, y de su relación con el machote de Zampanó. O cantando Josefina Gujmá, una canción cubana o sevillana, no se sabe. Tenía una gracia feliz.

100

III.

Luza pertenecía al clan de las Morocho, Luza y Leonora, su hermana. Con ellas hicimos un viaje a Nueva York que para mí fue memorable. Peleaban todo el tiempo como buenas hermanas y yo hacía de pararrayos. Pero lo gozamos mucho. Creo que fue su último viaje.

Luego vino el ocaso. Un día no quiso salir a almorzar conmigo como hacía mos con frecuencia. Dijo que no quería salir más. Y su mente comenzó a fallar. Otro día me dijo: “Ya no podemos charlar como antes porque me cuesta trabajo hablar. Pero queda el afecto”.

Su última lección. La permanencia del afecto.

Bogotá, 21 de septiembre de 2021

101Intermedio

Tercer Acto

Dibujos de Luz para el edificio Persépolis. Corte y fachada principal. Anteproyecto. 1982. Fondo Rafael Maldonado Tapias. Proyecto: Persépolis, Archivo Central e Histórico, Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá.

Luz en su apartamento del Bosque Izquierdo en Bogotá. 1984. Fotografía de Ignacio Gómez Pulido.

I. Nuevos trabajos

Luz Amorocho se jubiló en 1982 de la Universidad Nacional. Quiere decir que mi Luz era una señora jubilada. Yo no la recuerdo así. Pero ya no sé si solo recuerdo fotos. Esta es de ese año 82, en su casa. Más que una señora pensionada, yo reconozco a la archifamosa: Lucifer del Monte.

LUZ AMOROCHO92: Como quiero llevarle esta carta hoy a Xavier [Rueda], que se va mañana [para París], y el arquitecto, con quien estoy haciendo un proyecto me acaba de llamar por teléfono para que vaya a su oficina, ter mino ya y te abrazo mucho. Di muchas cosas buenas a toda la familia. Luz

El arquitecto supongo que es Rafael Maldonado, a quien no he presentado, mi papá. Mi papá de sangre, digamos, porque en esa comuna en la que crecí yo tenía varios “como” papás. Así como Luz era como mi mamá. Fernando y Ernesto eran como mis papás. Bueno, tal vez Fernando era más papá de mi hermano y Ernesto, más papá mío. Eso está por aclarar. Y cuando mis papás se iban de viaje me dejaban donde amigos vecinos, los Téllez, por ejemplo.

Y menciono todo este personal para hablar de un edificio que hicieron varios amigos: Persépolis. Ni idea de dónde salió ese nombre. Por un lado, el barrio de al lado, el orgulloso barrio obrero de La Perseverancia, usa de mote La Perse. Y, por otro, en 1971, el sha de Irán en las ruinas arqueológicas del pala cio de Persépolis, y para celebrar los 2.500 años del imperio persa, hizo la que podría ser la fiesta más grande de la era moderna. No me extrañaría que la idea fuera de Luz. El edificio en todo caso se llamó así: Persépolis.

Años más tarde, a comienzos del 93, Luz le envió una tarjeta a Nicole deseán dole feliz año y contándole de sus ocupaciones actuales:

LUZ AMOROCHO93: Un año más y nosotras en las mismas esperando todo lo que pueda traernos. Por un lado, regreso de nuevo a la arquitectura: como te decía en mi última carta mi hermana va a volver a vivir en Colombia y estoy en obra rehaciendo una parte de su apartamento, y por otro lado una amiga94, quiere que haga la misma cosa con otro apartamento que ella acaba de comprar. Todo esto está bien y me hace feliz.

92 Carta de Luz a Nicole en París (enviada con Xavier Rueda), 25 de septiembre de 1984.

93 Tarjeta de Año Nuevo de Luz a Nicole, comienzos de 1993.

94 María de Mar Ravassa (Cali, 1942). Editora.

103Tercer Acto
Postal de Año Nuevo desde Bogotá de Luz a Nicole. 1984. Archivo de Christine de Bremond d’Ars. Luz posando para Ignacio en su apartamento del Bosque Izquierdo. 1984. Fotografía de Ignacio Gómez Pulido. Luz en su apartamento del Bosque Izquierdo en Bogotá. 1984. Fotografía de Ignacio Gómez Pulido.

Fernando Jiménez, aparte de muchas cosas, era el mejor para poner apo dos. Lucifer del Monte, por ejemplo. Álvaro, el maestro de obra, siempre iba a trabajar con el mismo ayudante y en el mundo de la arquitectura estaban de moda Alvar y Aino Aalto, entonces, a Álvaro y a su ayudante los llama ban Alvar y Aino.

ÁLVARO VENEGAS95: Yo conocí a doña Luz porque le gustó un color que yo había preparado. Y duré trabajando con ella alrededor de treinta años; haciendo varios trabajos, en diferentes partes. Ella era muy cuidadosa del color. Me llevaba un papel o una tela, me llevaba cualquier cosa, y yo le sacaba el tono que ella quería. Exacto. Porque le gustaba que las cosas fueran, digámoslo así, perfectas. A ella no le gustaban los errores. Una vez, estábamos remodelando el apartamento de doña María de Mar y hubo un muro que quedó corrido medio centímetro. Tocó desbaratarlo, demolerlo y corregirlo, para dejarlo tal y como estaba en el plano. Muy puntual en su trabajo, tanto en las obras como con los colores. Era muy puntual; con los pagos, con todo.

Después de jubilada, Luz nunca abandonó la arquitectura. Aunque tampoco es que se hubiera puesto a diseñar. Como había hecho en la Nacional, pero en pequeño, su labor se centró en reformas, adecuaciones, mejoras locativas en edificios ya existentes. Me parece que es una labor nunca suficientemente reco nocida, no la del arquitecto que diseña los edificios (muchas veces los diseña para otro uso que el que le da el tiempo), sino la labor del que los arregla para que sirvan mejor a quienes los usan para lo que los usan. Lo que se dice, más cómodos. El o la arquitecta arregladora. No solo en la universidad tantos años, sino con tantos amigos. Ella le hizo comprar y les arregló sendos apartamen tos, no solo a su hermana Leonor en el edificio contiguo al suyo, sino a quien se volvería su gran amiga, María del Mar, cien metros más abajo, en el edificio de Vicente Nasi. Cien más arriba vivían Fernando, Ernesto y mis papás, y a otros cien metros, Jacques Mosseri y Ana Mercedes Hoyos. Era un barrio que ella, sin decir, fue haciendo; un barrio con unas relaciones humanas de amigos que se comportaban como familia escogida. Aunque con mil peleas y gritos, pero eso no lo voy a contar aquí. Al final de esta historia es un barrio lleno de árboles y de restaurantes ricos, alguno tipo parisino, como el bistro du coin, que Luz echaba de menos recién llegada. A mí me ayudó en dos reformas que le hice al que fuera el taller de arquitectura de mi papá en las Torres del Parque y donde estuve instalado viviendo. Y me asesoró en el diseño y la construcción de una cabaña, en el páramo de Guasca. Después de terminada yo quería hacer una 95 Álvaro Venegas (Bogotá, 1948). Maestro de obra.

105Tercer Acto

ampliación y, cuando se la dibujé, no le gustó y me dijo: “No, acuérdate de que el agua no pide permiso para entrar”. También me enseñó que el modulor de Le Corbusier es de 1,83 metros, pero que ella medía 1,49.

Aparte de esos trabajos de arquitectura, Luz se dedicó a las traducciones. Publicó traducciones del francés como El propietario de la catedral de Roger Judenne, o del inglés como Los mitos griegos de Mary Pope Osborne. También unos cuentos de Tolstoi que no he podido conseguir.

LUZ AMOROCHO96: En estos tiempos, me paseo de lado a lado todos los días, toda encorchada, y me voy cayendo en pequeños “deprimidos” y haciendo maromas para enderezarme. Pero a parte de eso, ahí voy […] Espero que en un futuro no muy lejano, encontraremos un lugar para volvernos a ver y hablar de tantas cosas, mientras tanto si encuentras un momento, cuéntame cómo estás, tu trabajo de consultora, tu apartamento, y todo lo demás. Te abrazo mucho ¡Nic!: mi nuevo número de teléfono: 2832948. Luz

Yo ese teléfono me lo sabía de memoria. Me encantaba ir a su casa a ver películas en Betamax, tenía muchas de guerra. Y revistas. Ella seguía en sus cosas y yo me sentaba a leer su colección de Chapinero97, una revista que para mí fue un descubrimiento tan importante como para otros Maiakovski.

En su oficio de escritora Luz publicó en la revista Proa un artículo muy bonito sobre su querido profesor Carlos Martínez y sobre los inicios de esa revista que ella sentía como propia.

Dibujo de Nicole, de 1992, retrato de Luz traductora. Archivo personal de la familia Amorocho, Federico Durán.

96 Carta de Luz a Nicole, 12 de octubre de 1990.

97 Revista Chapinero, en referencia a Chapinero, que se había vuelto el barrio de la movida, de los locos, de los hippies. Era una revista de tiraje alternativo de Eduardo Arias y Karl Troller.

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Revista Proa 404, 8 de mayo, 1991, 26-27.

Luz con su Land Rover Santana en un paseo a Boyacá. Ca. 1982. Archivo personal de la familia Amorocho, Federico Durán.

II. Luz al volante

Yo compré el último carro que tuvo Luz, un campero Chevrolet Samurai blanco, que aún conservo. Ella nos buscó a mi hermano y a mí, y nos dijo que nos lo quería vender. Dijimos que sí. Tuvimos ciertas facilidades de pago, porque pagamos el 50 % de entrada y el resto a lo largo de un año. Aunque, si me pongo a hablar de mí, Luz me regaló mi primera cámara de fotos y me trajo de Panamá mi primer computador. Ojalá un día alguien escriba un libro de Luz y las máquinas. Su carro era ella. Aquí con su Land Rover en los ochenta.

Siempre tuvo carros grandes, jeeps, camperos. Decía que como era mujer, y además tan bajita, le tocaba tener un carro grande y fuerte. Tenía un banquito que usaba para montarse. Y luego se sentaba encima de un cojín. Como disfrazada de gigante.

107Tercer Acto

En una carta que Luz le escribió a Nicole en 1988, con 66 años, le cuenta que sufrió un infarto. Y cómo lo lamenta, el médico le prohibió manejar.

CAMILA LOBOGUERRERO: El infarto fue temprano, por la mañana. Ella ten dría, no sé, más de sesenta años ya.

ERNESTO LLERAS: Yo fui a la clínica. Ella y yo estábamos peleados en esa época, pero al ir a la clínica nos reconciliamos.

CAMILA LOBOGUERRERO: Además, se le acabaron las jaquecas. No le volvieron a dar. Porque las jaquecas de Luz eran terribles. Duraba tres días encerrada, con las cortinas corridas, la luz apagada, no podía ver nada, ni oír nada ni nada de nada. Entonces, después de eso, solía decir que el mejor remedio para las jaquecas era el infarto.

LUZ AMOROCHO98: Acabo de releer tu carta que recibí al final de 1987 y me doy cuenta de que he debido mandarte noticias desde hace días. […] Pero estuve bastante mal al final del año. No fue un año muy brillante para mi salud: primero por tensiones en el trabajo y tal vez emocionales también, así como otras circunstancias físicas, se comenzaron a acumular razones para provocarme un desequilibrio de mis funciones cardiacas; tanto así que, a mediados de junio, tuve un infarto (no sé cómo se escribe [en francés]) bas tante delicado. Estuve en la clínica durante trece días, de los cuales tres en cuidados intensivos y, luego, un mes de reposo en mi casa. Después de eso, dos más, antes de poder manejar: muy complicado para mis desplazamien tos a la obra. Muy maluca toda esta historia. Afortunadamente, mi hermana pasó un mes conmigo y me ayudó mucho. […] Cómo me gustaría poder hablar contigo. Pero este año quiero ir a Nueva York donde mi hermana, hay momentos en los que uno busca el calor de la familia, y en mi caso es sobre todo Leonor […] si encuentras el momento y el coraje escríbeme. Me pongo tan contenta cuando llegan tus cartas. Ah! ¿cómo van tus sobrinas? Te abrazo muy fuerte. Luz

LEONEL DOMÍNGUEZ99: Un día ella sale de la casa y, cuando está como en la 19 con 30, se da cuenta de que está en pico y placa100; que ese día no puede circular. Entonces para el carro y lo daña. Le desconecta algo que sabe que

98 Carta de Luz a Nicole, 19 de enero de 1988.

99 Leonel Domínguez (La Habana, 1956). Médico ginecólogo.

100 Medida de control del tráfico de la ciudad, que prohíbe la circulación de los carros de placa par en los días de fecha par, y viceversa.

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Tercer Acto puede arreglar fácil. Luego llama a una grúa, que la lleva hasta el Bosque Izquierdo y la deja frente al garaje de su casa. Espera a que se aleje la grúa, arregla el carro y entra al parqueadero.

ERNESTO LLERAS: Un día Luz venía por la avenida Circunvalar. Y como había un trancón, pasó por encima del prado central. Hizo lo que hace un salvaje: subirse al separador y meterse de vuelta en contravía. Terrible. Era increíble: manejando era absolutamente sin principios.

CAMILA LOBOGUERRERO: Ella era muy vehemente al hablar y, cuando iba manejando y estaba contando algo, se volteaba a alegarle a uno, mientras seguía manejando. Y uno se moría de pánico. Abandonaba el timón y dejaba de mirar para delante. Yo evitaba montarme con ella de chofer.

ERNESTO LLERAS: Yo me acuerdo una vez que veníamos con su hermana por la avenida Suba. Dijo: “Ay, se me olvidó cruzar” y cruzó. El semáforo estaba en rojo y aplastó a un motociclista. Fue cuando la metieron presa. Y no quisieron soltarla.

CAMILA LOBOGUERRERO: Claro, la detuvieron y la llevaron a la Estación 100, a un patio de detenidos horrible. Ahí pasó la noche. Cuando tuvo el acci dente se puso a alegar con el policía y con el de la moto, en vez de llamar al seguro y llamar al abogado…

Un día llegó furiosa a casa de mis papás. Como otras veces, llegaba de visita un poco en cualquier momento y sin avisar, pero esta vez hecha una furia. Con la guerra del Narco en Colombia, empezaba la moda de andar en camionetas con escoltas muy agresivos, que pasaban mostrando sus armas y aullando. En la avenida Circunvalar, como Luz no se hizo a un lado con la alharaca, uno de esos hampones le echó el carro encima, la sacó del carril y luego siguió de largo pitando. Ella, ni corta ni perezosa, sino todo lo contrario, aceleró. Lo alcanzó y, a su vez, le atravesó el carro. Un escolta se bajó, se acercó y con la culata de su fusil ametralladora le reventó el espejo del copiloto. Se volvió a montar y se fue. Ese espejo sigue funcionando mal, pero no se lo he querido cambiar. Me recuerda algo muy importante que aún no sé qué es sobre la guerra del Narco.

ÁLVARO VENEGAS: Una vez, o varias veces, me dijo: “Álvaro, maneje usted”. Porque ella manejaba terrible, lo ponía a uno nervioso. La gente me decía: “Oiga, pero Álvaro, ¿usted qué pinta? Porque Luz a nadie le suelta el carro, a

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nadie”. Y yo: “No sé, pero a ella le gusta que yo le maneje”. Y así, con ella nos entendíamos muy bien.

Su amiga Nicole, mientras tanto se había ido a vivir al campo francés, allá en los viñedos de Burdeos, cerca a Libourne, donde la iría a visitar Luz, y se debatía entre ser una arquitecta moderna o una campesina segadora.

LUZ AMOROCHO101: Mi plan es ir a Nueva York en septiembre, el año entrante, porque mi hermana que estuvo aquí en abril para la celebración de mis 70 años compró un apartamento con la intención de venirse a vivir a Colombia y yo creo que mi viaje en septiembre será más o menos el último […] Dicho lo cual me parece terrible que tú no puedas venir a Colombia de una manera o de otra con ocasión de tu posible visita a México. Leyéndote parece que estás muy contenta de vivir en el campo, a pesar de tus proble mas de “campesina segadora”. Yo sé cómo duelen esas cosas porque yo también, con mi columna vertebral toda jodida, tengo [constantes] dolores en las piernas, en las rodillas, en el cuello, etc., que me recorren.

Dibujos de Año Nuevo que le manda desde París Nicole a Luz, enero de 1992. Archivo personal de la familia Amorocho, Federico Durán.

101 Carta de Luz a Nicole, 12 de octubre de 1992.

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Postal desde París de Nicole a Luz, con pintura del encuentro de las dos amigas. Septiembre de 1993. Archivo personal de la familia Amorocho, Federico Durán.

III. Pregúntale a Colombia

En septiembre del 93, Luz y Nicole se vieron de nuevo. Luz pasó por París, pero se encontraron en Libourne, en la estación de tren.

Pulido.

NICOLE SONOLET102: Mi muy querida Luz. Este pequeño dibujo infantil repre senta tu llegada a la estación de Libourne en septiembre del 93. Desde aquí espero que este año nuevo sea bueno para ti: amigos, traducciones, visitas de Leonor etc.… Aquí, los dos últimos meses tuvieron un clima aterrador: lluvia, lluvia, lluvia que se mete a las casas, que no deja montar en carro, que desmoraliza —en lo único que pienso es en el sol—. Me voy un mes a París para retomar aliento. Un fuerte abrazo, Nicole.

Y Luz le contesta:

LUZ AMOROCHO103: Volver a Colombia después de mi viaje, en el que estuve tan contenta, y sentir que todos los problemas de cada día, de la calle, de la política, y de tu propia vida, te caen encima, es muy duro y tampoco es

102 Carta de Nicole a Luz, septiembre de 1993.

103 Carta de Luz a Nicole, enero de 1994.

111Tercer Acto
París. 1995. Fotografía de Ignacio Gómez

bueno para la salud, pero uno termina por aceptarlo: yo soy de aquí y todas las cosas me pertenecen. Un poco como la familia: muchas veces es una mierda, pero tú no puedes —y no quieres— cambiarla por otra. Y aún más, no pierdes la esperanza de modificarla al menos un poquito.

Por el momento, pienso que 1994 va a ser un poco diferente para mí, por el hecho de la presencia de mi hermana en mi vida de todos los días.

Su relación con Colombia me intriga. El país que Luz logró por fin, con 77 años, confesar que aceptaba. ¿Cuál país es el que a uno le pertenece?

LUZ AMOROCHO104: Querida Nic, Se me complica tanto la cotidianidad: enredos por resolver, compromisos, etc.… pero, sobre todo, por un malestar diario que comparto —así lo creo— con muchos colombianos, y que me impide lograr mi deseo —muy presente—de comunicarme con la gente que quiero.

[…]

Es un sentimiento colectivo que, al principio, respondía al escándalo que estalla, en una sociedad más bien cerrada, cuando hay un magnicidio, una muerte atroz, el sacrificio de un niño, es decir, actos dispares, ejecutados contra individuos o grupos distintos. Pero, después, la repetición desmesu rada hace que el acto, insoportable en sí, se vuelva una noticia más. El cuerpo social se anestesia, para poder sobrellevar la vida de todos los días, para poderla vivir: oyes sin oír, miras la tele y cambias de canal.

[…] [Ahora mismo] hay un gobierno desacreditado, frágil, mentiroso, que dice que todo saldrá bien; y el congreso, en el que una cantidad considerable de individuos está acusada de elegirse con dólares del “narco”, ahora va a decidir sobre la aprobación (o no) de unas reformas a la Constitución, tan convenientes para el gobierno (el presidente) y sus corruptos intereses.

Entretanto, el país es testigo de un enfrentamiento entre las “fuerzas del orden” y las masas de campesinos que se desplazan —desde varias regio nes— para llegar a los centros urbanos, en protesta por las fumigaciones de enormes extensiones de territorio sembradas con coca y que para ellos representa su único ingreso105. Y, detrás de ellos, hombro a hombro (para ayudarlos) la “Guerrilla” —alguna vez revolucionaria— profusamente conta minada por el tráfico de cocaína y de amapola. Además de eso, grandes pro pietarios de enormes extensiones de tierra, que son los capos de la droga.

104 Carta de Luz a Nic, escrita desde Bogotá en agosto de 1996.

105 Y, para las culturas aborígenes, una planta sagrada.

Postal de Año Nuevo desde Bogotá de Luz a Nicole, enero de 1994. Archivo de Christine de Bremond d’Ars.

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Por otro lado, en las ciudades, los ciudadanos salen a la calle a protestar con tra el alza de los servicios, o que les pagan mal o lo que sea. Y fuera de eso está la “Contra guerrilla”, paramilitar. Al comienzo, pagos por los propietarios de grandes “fincas”, para defenderse del asalto de la guerrilla, que quería (y aún quiere) su ganado y sus tierras, y que los obliga a darles plata periódica mente, si quieren tener “paz”.

Esos “contras”, que servían también a los grandes “capos” de la droga y deri van su fuerza de la droga, tienen como razón de ser el combatir a la guerrilla (¡¡ella misma también financiada con la droga!!). Los “Contras” son muy tolera dos por el ejército, la otra cara de la misma moneda, el odio a la guerrilla los une. Y, en medio de todas esas fuerzas, los campesinos masacrados.

Una carta escrita hace más de 25 años acerca de la misma guerra, una guerra, como dijo el otro, vicaria. Una guerra que el imperio mandó a hacer contra una droga que resulta ser el producto colombiano que más se vende, pero de eso no se puede ni hablar. Una guerra ajena, como dice Luz, de todos contra todos, pero todos financiados por el Narco.

113Tercer Acto
Luz en otro paseo. Ca. 1989. Archivo personal de la familia Amorocho, Federico Durán.

IV. La caída

En 1995 hizo el que creo que fue su último viaje. Como decía Nicole, me voy un mes a París para retomar el aliento. De regreso le manda a Nic desde Davis lo que sería un autoretrato, digamos, agradeciendo lo feliz que fue con ella en París.

Ese letrero “Luz de 66 à 98”, ha de ser puño y letra de Nicole, que usó algún día la postal como cartón que dobla: para organizar su correspondencia y hacer un paquete con la de Luz. Me encanta que esa pequeña Luz sonriente hubiese servido de portada al paquete de cartas.

La última carta, la del 98, relata un accidente pero también termina con una sonrisa.

LUZ AMOROCHO106: Tu carta me dio un placer adicional: de hecho, cayó como una manifestación de la amistad en un momento en el que los ami gos juegan un papel principal. Te explico: El 9 de junio a las 11 de la noche, cuando volvía de cenar donde unos amigos, ya en mi casa y al bajar por la escalera del apartamento (tiene dos pisos), me resbalé y luego me balanceé en el vacío saliendo por el lado de la susodicha escalera, cuya barandilla107 no tiene protección lateral.

LUZ AMOROCHO: ¡¡No pierdas este bello dibujo!!

Caí como un bulto y me rompí cinco costillas del lado derecho de la espalda, una se desplazó, y un pulmón sufrió, aunque de forma superficial, lo suficiente para causar una neumonía. El estruendo de mi caída fue tal, que los vecinos de arriba lo oyeron y bajaron cuando yo, con enorme esfuerzo, me había levantado, tratando de tomar aire para respirar. Los soplos que daba eran bramidos. Logré abrirles la puerta y llamaron a mi hermana. Me llevaron a la clínica, me diagnosticaron una neumonía y ahí me quedé nueve días. Al salir me instalé donde mi hermana, en donde estoy ahora, esperando una recuperación, y [volver a] mi vida de todos los días sin necesidad de ayuda. Para esto, espero también la autorización del doctor, a continuación de una radiografía que demostrará si mis huesos están suficientemente consolidados. Hoy cumplo seis semanas de esta estupidez. Mientras tanto leo, leo, leo. [Escucho] un poco de música y te escribo. […] No me siento

106 Carta de Luz a Nicole, 19 de julio de 1998.

107 Luz escribe garde-fou, que literalmente se traduce como guarda-locos.

Postal desde Davis de Luz a Nicole. 1995. Archivo de Christine de Bremond d’Ars.

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Escalera en el apartamento de Luz Amorocho. 2021. Fotografía de Camilo Rodríguez-IDPC.

Carta desde Bogotá de Luz a Nicole. 1998.

Archivo de Christine de Bremond d´Ars.

orgullosa de escribirte cartas pesimistas. Hay, sin embargo, una buena noticia: el apartamento de mi hermana, en un décimo piso […], tiene una vista maravillosa hacia todos lados. La habitación donde duermo da sobre un parque público108 con árboles enormes, lindos prados. Esto al menos, nadie nos lo puede a quitar… Así es ¡como estamos!

LEONEL DOMÍNGUEZ: Yo la conocí en un té, en el 99. Cuando comencé mi relación con Ernesto, a los cuatro días él me dijo: “Vamos a tomar té con Fulanita”. Y llegó Luz Amorocho con su paragüitas, siempre, todo ese tiempo era el mismo paraguas chiquito y la misma carterita; una carterita chiquitica…

MATÍAS MALDONADO: Y siempre un pañuelo aquí, en la manga.

Era impresionante porque, cuando estaba ya muy vieja, se ponía loca cuando se le enredaba el pañuelo con la manga larga de la camisa, la manga del suéter, y su reloj de pulsera. Lo guardó en el puño que no era, pensaba, y le daba una angustia terrible. Una vez me dejó ayudarla, confió en mí. Yo se lo arreglé y quedó tranquila, pero solo por cinco minutos.

LEONEL DOMÍNGUEZ: Y se me olvidaba. Iba también con el bastón, siempre con su bastón, porque tenía un pie más corto que el otro.

CAMILA LOBOGUERRERO: Es que, cuando la operaron de la cadera, le quedó una pierna más corta que la otra. Pero cuando le operaron la otra cadera, ya se le arregló. Se las emparejaron. Y ahí quedó perfecta otra vez, decía ella.

Era una caminadora incansable, sí, pero según me dijo ella misma un día, en aquel último viaje exageró. Me hizo incluso un estimativo de los kilóme tros que caminó, y no recuerdo cómo calculó ni cuantos fueron, pero sé que dejó caderas en París.

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108 Parque de la Independencia.

V. Las hermanas Morocho

Contaba Luz que, alguna vez, alguien —un paisa, supongo, por mi recuerdo de su imitación del acento— le había dicho “tan raras ustedes, las herma nas Morocho, llamarse la una Luza y la otra Leonora”.

La relación de Luz y Leonor fue siempre especial, no puedo decir rara, porque a veces me recuerda la mía con mi hermano. Se adoraban, pero al tiempo podían odiarse y decirse las cosas más horribles. En los momen tos difíciles, en todo caso, como cuando le dio el infarto, o cuando se rodó por las escaleras, a quien buscaba Luz era a su hermana. No es un detalle menor el que, a lo largo de casi tres décadas, creo que no pasó un solo año en que no fuera a visitarla a Nueva York.

Y en 1994, cuando Leonor se devolvió definitivamente de los Estados Unidos, se instaló en un apartamento que Luz le había conseguido, primero, y luego reformado. Y que, además, quedaba a media cuadra de su casa. ¡Desde la ventana de la una, se veía el apartamento de la otra!

La única carta que he encontrado dirigida a su hermana venía con una noticia muy emocionante escrita por Luz desde una notaría: ya tenía apar tamento en Bogotá:

Nota desde la Notaría Sexta de Bogotá de Luz a Leonor. 1992, 11 de julio. Archivo Maldonado-Tió.

117Tercer Acto
Luz y Leonor. Ca. 1930. Archivo MaldonadoTió.

ERNESTO LLERAS: ¿Usted se acuerda que hicimos un viaje a Nueva York Leonor, Luz y yo? Yo pensaba: “Cómo soy de bruto, ofreciéndome a acompa ñarlas, va a ser complicadísimo”. Pero no. Ellas se pegaban ¡unas agarradas…! Muy divertidas. Yo hacía de árbitro. Una vez, por ejemplo, en el Museo de Arte Moderno: la una “que yo quiero ir a la sala de no sé quién”; y la otra “pues yo quiero Picasso”. Entonces yo les dije: “Vaya usted a Picasso, vaya usted a no sé qué, y estuvo. ¿Qué importa?” Pues no, ellas tenían que ir juntas.

Luz siempre se quejó de que todas sus amigas, incluso las de la juventud y de la infancia, eran ahora amigas de Leonor. Como Isabel Mariño o Beatriz Carreño, y no me acuerdo quién más, que acabaron siendo las grandes amigas de Leonor y dejaron un poco de lado a Luz. Claro, y como Luz quería todo taaan de verdad. Luz era el conflicto.

La gente no se aguantaba esa cosa moral de Luz.

LUCAS: Matías, mi hermano, recordaba que yo llegaba a la casa y armaba unos líos familiares tremendos y entonces ellos decían: “Ay, es que almorzó con Luz”. Comer mojarra frita con ella era una terapia y yo llegaba, simplemente, a tratar de decir en familia, las cosas con claridad. ¡La verdad os hará libres!

ERNESTO LLERAS: Luz es un personaje tan importante para nosotros. Ahí hay un genio, la genialidad en Luz era hacernos florecer a nosotros. No se trataba de los edificios, es sutil, es en las relaciones humanas, es en esa tremenda ética que tenía Luz, en esa capacidad de afecto y, por lo tanto, de relacionarse con los demás de tal manera que los demás pudieran brillar. Es complicadísimo, en este libro parte de lo que nos toca es descubrir ese genio.

Para mí eso es lo más importante de un ser humano, cualquiera, no la obra grandiosa, sino el tejido que va construyendo con su gente. Oscar Wilde decía que la obra de arte de él era su vida. Para Luz también.

Luz descolocaba, por más que uno la conociera o por más que otros pensaran que uno la conocía, más bien. Tengo un recuerdo muy intenso, comiendo en Las Cositas de la Abuela, de perder la seguridad al terminar una frase, pensando: “No tengo la más mínima idea de con qué me va a salir Luz”.

ERNESTO LLERAS: A mí me gustaba de Luz su honestidad: era frentera. Me encantaba que me regañara, yo me ponía hecho una furia también, pero me encantaba. Porque sabía que me estaba diciendo algo que me convenía. Yo, por ejemplo, le contaba cosas íntimas, que no le cuento a nadie. Se las

Luz y Leonor mostrando pierna en el apartamento de Luz del Bosque Izquierdo. Ca. 1985. Archivo Maldonado-Tió.

118

Tercer Acto contaba a ella y siempre percibí un intento de comprensión de lo que me estaba pasando, extraordinario. Yo no conozco a nadie que sea así como ella, en eso, en tratar de verdaderamente comprender, de meterse en el pellejo del otro. Uno se daba cuenta de que el esfuerzo era muy auténtico y yo creo que Luz, desde ese punto de vista, era una gran maestra. Ahora, ¿por qué la odiaba la gente?, porque la gente pensaba que Luz era conflictiva, precisamente por eso, porque Luz quería entender. Y a uno no le provoca profundizar en sus cosas. Pero Luz chupaba como con un aguijón, vamos al fondo, y eso es extraordinario, para mí fue una escuela maravillosa.

CLARA INÉS CÁRDENAS109: Las peleas con la hermana, doña Leonor, eran terribles, antes de que a Leonor le diera su derrame pelearon mucho, a mí me tocaba en medio de las dos. Una vez, durante el almuerzo, doña Luz le dijo a doña Leonor: “Y a usted qué le pasa, Leonor, que yo la noto como rara”, pero así, desafiante. Entonces doña Leonor se paró y doña Luz se fue detrás con el bastón diciéndole “¿Qué le pasa?, ¿qué le pasa?”. La siguió hasta el cuarto y doña Leonor se metió al baño. Doña Luz agarró a tumbar esa puerta. Yo le decía: “Pero no, doña Luz, tranquilícese”. Y ella: “No, es que esta hijueputa no tiene por qué dejarme así”. Entonces ya doña Leonor abrió la puerta —porque el escándalo era fuerte— y le dijo a Luz: “Váyase, váyase que yo no la quiero ver aquí”.

ERNESTO LLERAS: Digamos que a mí se me viene a la cabeza con Luz la pasión por la verdad. Ella tenía una obsesión con lo que ella consideraba la verdad. Ella era fanática en eso. En esa exigencia de la verdad. Y de que uno fuera coherente, de la coherencia. Por eso ella era una persona muy difícil y con mucha dificultad para hacer amigos, para tener amigos. Y es esencial del ser humano ser contradictorio, pero si uno le decía eso: “Yo tengo derecho a contradecirme, Luz”, “No, cucu, no”, decía ella. Porque otra característica de Luz es que admiraba mucho lo que ella llamaba “la inteligencia”. La inteligen cia es otra cosa complicadísima, pero lo que para ella era inteligencia, ella lo admiraba profundamente

LUCAS: ¡La verdad os hará libres!

109 Clara Inés Cárdenas (Santa María, Boyacá, 1965). Fue empleada de Luz para el aseo de su casa y del edificio La Loma. Cuando Luz se puso enferma, Clara estudió enfermería para cuidarla.

119

VI. Siete empachos

Ya en la primera carta que le envió a Nicole, en el 66, a su regreso de París, refirió una serie de indigestiones que había sufrido luego de su reencuentro con todos los amigos:

LUZ AMOROCHO110: He tenido un número considerable de empachos no muy recomendables para la salud, pero excelentes para el gusto y para el espíritu.

Mi hermano dice que empacho no se usa. Pongamos la definición de María Moliner, que era el diccionario de Luz.

MARÍA MOLINER. Diccionario de uso del español: 1. m. Estorbo.

2. Indigestión. Hartazgo causado por el exceso de algo.

El caso es que el gusto de Luz, tanto por el término como por su práctica, le valió el apodo de Siete Empachos que le puso Fernando Jiménez.

CAMILA LOBOGUERRERO: Eso era por la película de Lina Westmüller, que acababa de salir: Pascualino siete bellezas

110 Carta de Luz a Nic, escrita desde Bogotá entre el 20 y el 28 de mayo de 1966.

Biblioteca de diccionarios de Luz en su apartamento del Bosque Izquierdo. Fotografía de Camilo Rodríguez-IDPC, 2021.

120

Tercer Acto

MATÍAS MALDONADO: No le gustaba que Fernando la llamara así, pero es que ella siempre estaba como en conflicto con Fernando, siempre peleaban por cualquier tontería.

LUCAS: ¡Bueno! Que no lo oiga Luz diciendo que peleaba por tonterías.

MATÍAS MALDONADO: Fernando también se inventó el apodo Lucifer del Monte.

Los sábados, Luz se reunía a escuchar óperas y conciertos y hacer crítica musical, con un grupo de melómanos que incluía a Jorge Arias de Greiff y a Isabel Mariño. Según supe, lo más interesante de las reuniones de melóma nos eran los paseos y las comilonas.

MARÍA DEL MAR RAVASSA: Yo a Luz la conocí a finales del 85, ella me remo deló mi apartamento en el 86. Y comencé a participar en el grupo de música. Pero yo no recuerdo a Jorge Arias de Greiff ni a Isabel Mariño. Para nada. No cuando yo llegué. Eran Raúl Paredes, el médico, que era como el líder de la cosa, Eduardo Brieva, que fue rector de la Nacional…

LUCAS: Sí, fue al que Luz le presentó su carta de renuncia de la universidad.

MARÍA DEL MAR RAVASSA: Eso, él, y su mujer Lola. Ellos eran verdade ramente muy profundos en su análisis. Y luego entró al grupo Leonor, la hermana de Luz, en el 86, cuando volvió a vivir a Bogotá. También estaban los Feferbaum; él también muy profundo en sus comentarios. Oíamos bastante ópera. Y música clásica. Nos reuníamos a las cuatro o cinco de la tarde, siempre en una casa distinta, y quien ofrecía la reunión, daba la comida. La reunión iba hasta las diez, o diez y media, u once… Por ejemplo, duramos tres semanas oyendo sinfonías de Beethoven.

CAMILA LOBOGUERRERO: Después de sus encuentros con el grupo de música, siempre volvía empachada.

ISABEL MARIÑO: No hemos hablado de cómo comía. Lucecita, ¡cómo era de tragona! Le encantaba comer. Siempre que ella venía, yo estaba pen diente de tenerle cosas ricas, porque venía mucho a almorzar a la casa. Ella hablaba mucho de lo que se cuidaba y de que no podía comer esto y aque llo, al final se lo comía todo. Y era feliz.

LUCAS: Era algo sobrenatural, así de chiquita, ¡pero cómo comía!

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CAMILA LOBOGUERRERO: Y, además, era una gran cocinera. Cocinaba delicias, pero a los cincuenta o sesenta años, un buen día se aburrió y nunca más volvió a cocinar.

ELSA MAHECHA: Cuando yo regresé a vivir a Colombia, al principio inventamos un aquelarre porque yo vaticinaba leyendo el chocolate y nos reuníamos unas brujas en la 60 con 7.ª, en la casa de una de las dibujantes; una dibujante que Luz quiso mucho (aunque al principio se odiaron). Y era un verdadero aquelarre, pasábamos delicioso, nos reíamos, cantábamos, yo imi taba a Eartha Kitt y ella a la Piaf. ¡Y cómo comíamos! Nos divertíamos mucho

Luz con Estela y David Feferbaum, años antes, sin comentarios. 1975. Ignacio Gómez Pulido.

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Tercer Acto a pesar de la diferencia de edad. Era, o es, la mejor amiga, la única mujer que he tenido de amiga en toda mi vida.

MATÍAS MALDONADO: Luz almorzaba todos los días en un restaurante que se llama Las Cosas de la Abuela o Cositas Ricas111, como que tiene ambos nombres, no sé. El caso es que un día quedé de almorzar con ella. Entonces le dije que yo la invitaba, pero que fuéramos a otro lugar. Había una parrilla argentina que acababan de abrir. Bueno… durante todo el almuerzo estuvo incómoda, renegando de todo. Un pequeño infierno. A Luz era muy difícil sacarla de sus rutinas. Al menos, de sus rutinas gastronómicas.

MANOLO ORJUELA112: Los viernes, en el restaurante del barrio Cositas Ricas, la bandeja paisa era imperdonable y ella estaba siempre ahí, bajándosela entera. Todos los viernes. Qué apetito tan bacano.

MATÍAS MALDONADO: Una vez que yo cumplía años, fuimos a almorzar a una pescadería en el Restrepo, en el sur de Bogotá. Ella debió pedir un pargo o un róbalo frito. Una cosa gigantesca. Todos le decíamos, “Luz, ¿no será mucho para ti?”. Pero ella ni nos respondía. Estaba concentradísima. Y se comió hasta el último bocado. Siempre admiré su talento para comer pescado porque al final dejaba el esqueleto perfecto, como si fuera una ilus tración de un libro de biología. La gente que trabajó con ella insiste mucho en lo perfeccionista que era, que era una gran dibujante, muy meticulosa… Yo la vi con los huesos del pescado.

111 Restaurante familiar La Casa de la Abuela, conocido por algunos de sus clientes como Las Cosi tas de la Abuela. Ubicado en la calle 27 # 4A-25 en el barrio La Macarena, en Bogotá.

112 Manolo Orjuela (Bogotá, 1971). Director de teatro.

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VII. La casa de Clara

El último trabajo de Luz como arquitecta fue en 2004. Consistió en una reforma y ampliación de la casa de Clara Inés Cárdenas, Clara, la mujer de la limpieza que estuvo con ella hasta el final de su vida y una de las perso nas que más llegaron a conocerla.

CLARA INÉS CÁRDENAS: Yo voy para treinta años trabajando en el aseo del edificio La Loma. Con Leonor duré como veinticuatro y con Lucecita, como veintiséis. Ella me decía: “Cuando cumpla los cien años, la pensiono”. Además, doña Luz fue una persona tan importante para mí… Fuimos amigas. Confidentes. Nos sentábamos a conversar, a tomar café o un whisky, cuando ella estaba de humor, los sábados de tertulia, por la tarde.

Las conversaciones que tengo con Clara me recuerdan ese placer por arre glar los edificios. Me impresiona calcular que tenía más de ochenta años, iba todos los días en su jeep (el que luego me vendió) a visitar la obra, en el barrio La Victoria, encaramada en un andamio, supervisando cada detalle. Cuando voy a la casa de Clara y José, su marido, me dice él lleno de orgullo: “Este es el edificio…”. Yo como un imbécil estaba esperando un edificio de Le Corbusier, y me encuentro una construcción, igualita a la de al lado, que a su vez es igualita a las tres de más allá.

Clara me cuenta que, después de diez años de trabajar con Luz, tuvo el coraje de invitarla a la primera comunión de su hijo, a la ceremonia y luego a comer torta, en su casa. Una semana después, Luz le dijo: “Clara, llevo una semana sin dormir. Usted tiene que vivir como viven las personas, usted no puede vivir con un bombillo eléctrico prendido todo el día. Vamos a reformar su casa. Piénselo”. El marido no estaba de acuerdo porque no se quería endeudar. Clara estaba por dar luz a su hija. Luz insistió y aceptaron. Lo que hizo, simplificando, fue construir un tercer piso con teja translúcida. En el segundo, a la plancha del techo le hizo un hueco para dejar un vacío a doble altura, que le diera luz natu ral al comedor. Y, por último, tres cuartos, con ventana a la fachada principal, y uno de ellos, el de Clara, con un pequeño salón.

Un lindo día de obra, Álvaro, más conocido como Alvar, llamó a Luz: “Hay una grieta en la plancha”. Luz llegó con Beatriz Vásquez para que le ayu dara a pensar cómo reforzar la estructura. Clara y José sufrían por los dineros, pero Luz les dijo: “Esto fue culpa mía, yo me lo inventé, yo pago esta parte y no molesten más, porque vamos a hacerlo para que aguante

Fachada de la casa de Clara. 2021. Archivo Clara Cárdenas

Planos de la planta del segundo piso dibujados por Luz para la casa de Clara. 2004. Archivo de Clara Inés Cárdenas.

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La escalera que menciona Clara. 2004. Archivo de Clara Inés Cárdenas.

Tercer Acto el temblor”. Hicieron dos columnas que suben desde sus cimientos hasta la terraza y pusieron vigas de lado a lado en cada piso.

CLARA INÉS CÁRDENAS: Eso fue una remodelación total, nosotros nos acostábamos y el cemento nos caía en la cabeza. Pero nuestra alcoba quedó más amplia, nos hizo la sala. Dijo “una salita de recibo, si usted está enferma y quieren venir a verla, pues que se sienten acá”. Y armó esta escalera caracol. Cuando terminamos quedó todo tan divino, lleno de luz… Yo decía “Gracias Lucecita por pensar en mi bienestar”. Es una casa muy cómoda, muy agra dable, muy amplia. Cuando llego, todos los días, entro y digo: “¡Gracias, Luz! ¡Gracias!”. Todos los días. Yo creo que así va a ser hasta que me muera.

ÁLVARO VENEGAS: El hecho de ella ser mujer arquitecta, a mí eso nunca me molestó. Me acuerdo de una anécdota, en la obra de doña Clara. Una vez que ella fue y me dijo: “Voy a subir a mirar la terraza cómo está”. No había escaleras para subir, tocaba por una escalera de esas de recargar. Y ella se fue con falda. Me dice: “Téngame la escalera”. Yo le respondo “Uy, doña Luz, pero…”. Entonces me pregunta “¿Me va a mirar las piernas?”. Ya cuando se bajó le dije: “La próxima venga con pantalón”. Nos reímos, nos reímos mucho. Pero es que con esa edad que ella ya tenía, pues es lógico que a uno le den nervios de que le pase algo.

CLARA INÉS CÁRDENAS: Ella fue la mamá que nunca tuve. Para mí fue una persona muy, muy especial. Vivía pendiente de todo lo que tenía que ver conmigo. Cuando iba a trabajar con ella, ella cancelaba lo que tuviera que hacer. Y duramos más de diez años yendo a almorzar a donde Las Cositas de la Abuela. Solamente una vez, en 2001, la vi soltar una lágrima. Fue cuando murió don Rafael Maldonado. Fue un sábado, ella iba para la funeraria, me dijo: “Clara, necesito que me acompañe a tomarme un té”. Estaba muy triste, se le desgajaron dos lágrimas. Me dijo: “Creo que fue la única persona que me llegó verdaderamente al alma, siempre lo voy a recordar”. Yo creo que el amor de ella fue don Rafael. Y Lucas, el hijo que nunca tuvo.

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Alvar, José Ventero (dueño de la casa y ayudante de obra), Aino, Luz y María Victoria de Téllez. 2004. Archivo de Clara Inés Cárdenas.

VIII. Última entrevista

De la entrevista de marras que le hicieron en el año 2007, he usado a lo largo del relato casi todo, me queda un pedazo aún, justamente mi favorito, el de los “asuntos del corazón”.

ANA MARÍA PINZÓN: ¿Cómo era estar metida en ese mundo tan masculino?

LUZ AMOROCHO: Yo estaba acostumbrada. Primero porque me crie con mis dos hermanos. Y fuera de eso, porque a mí nunca me ha gustado la ñañacería de las niñas, de la compañía femenina, de mujeres que se han criado entre mujeres. Me parece fatal porque odio esa discriminación. De lo más humillante. Eso que le dije a un pendejo el otro día, que una mujer no tiene derecho a ser fea. ¿Cuándo a un hombre se le ha ocurrido que no puede hacer algo porque es feo? Es una vaina muy terrible y muy discriminatoria y muy injusta. Entre otras cosas, ¿cuán tas mujeres en la historia sobresalieron y posiblemente eran horrorosas? Por lo

Luz en casa de Hernán y Rafa. Ca. 2007. Fotografía de Hernán Díaz. Archivo Maldonado-Tió

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menos en los cuadros que uno ve, ¿no? ¿Y cual de esas imbéciles puede hacer lo que hace una artista que no voy a nombrar pero que es muy fea, y la gracia que ella tiene, y la inteligencia y el sentido del humor, y muchas cosas? Y lo que la quiere su marido, entre otras cosas, además. Lo que pasa es que lo del amor es muy misterioso. Mira, yo he visto tipos lindísimos enamorados, “¿Y qué le verá a esa?”. Lo mismo que le pasa a uno. Uno se enamora de un tipo feísimo “¿Qué es lo que le pasó? ¿Qué le pasó? ¿Qué es lo que mira?”. ¡Uno no sabe! Porque es físico. Porque cuando tú te enamoras es del físico.

ANA MARÍA PINZÓN: No, pero no necesariamente.

LUZ AMOROCHO: ¡Ay!, pero señora, entonces lo querría como amigo. La diferencia entre querer a una persona como amigo y amarla está en el cuerpo. Está en el deseo. No tiene nada que ver con el esquema, con la descripción de la belleza, tiene que ver con el físico. Porque tú te enamoras del físico de la otra persona. De tocarle la piel. Y que te la toque. Y lo que sea, todo lo que sabemos que se hace. ¿Eso con qué se hace? Es el cuerpo el que lo atrae a uno. Lo atrae en el sentido físico. Tú me puedes caer a mí muy bien, y quererte muchisísimo por razones que son muy válidas, pero no me enamoro de ti por que tu cuerpo no es lo que a mí me atrae, para eso, para el amor.

ANA MARÍA PINZÓN: ¿Qué tan difícil era ser profesional y soltera?

LUZ AMOROCHO: No, para mí no hubo nunca problema, al contrario.

ANA MARÍA PINZÓN: ¿Tú piensas que si te hubieras casado hubieras dejado de ejercer la profesión?

LUZ AMOROCHO: Si me hubiera casado, bajo las condiciones en las que la gente tenía que quererse en esa época, yo creo que habría ahorcado al marido. O él me ahorcaba a mí. Es muy posible que fuera él a mí, porque yo soy muy chiquita.

ANA MARÍA PINZÓN: ¿Nunca encontraste a alguien con quien te hubiera gustado casarte?

LUZ AMOROCHO: Pues sí, cuando uno está enamorado se quiere casar. Pero después, cuando se desenamora, ya no. Cuando pensaba ahoritica en haber tenido hijos, se me junta el cielo con la tierra. Cada vez que veo yo a una pareja bien envainada con sus hijos, me digo: “Dios mío, Dios mío. ¡Qué es esta felicidad de no tener hijos!”.

127Tercer Acto

ANA MARÍA PINZÓN: O sea que no te arrepientes para nada

LUZ AMOROCHO: No, no, no. De lo que me arrepiento, mejor dicho, hay un recuerdo que a mí me persigue mucho y que cuando se me aparece, por allá a las tres de la mañana, puede ser muy, muy traumático. Una vez hicimos un viaje con mi hermana al Perú y estuvimos en Machu Picchu. Hicimos unas excursio nes por unos caminos del indio, que eran terribles. Montaña ahí y precipicio ahí, y uno pasando por aquí. Todavía me acuerdo de eso. Y siento la angustia más terrible de pensar en ese paso. Yo pasé por ahí y todavía siento que se me eriza todo. Eso siento yo con esos recuerdos: de las que me salvé.

La sensación de ese peligro. Es que tú no te puedes imaginar lo que yo siento: se me recoge todo, esa cosa que la llaman en Colombia “culillo”, por que está directamente relacionada con esa parte del cuerpo. Eso, a las tres de la mañana. Ese miedo sobrepasa todo. Y eso lo siento al pensar en haber hecho ciertas cosas. En que me hubiera metido en el berenjenal más terrible de la vida. Y que me escapé. Tal vez por ser muy directa, por estar poniendo siempre las cosas sobre la mesa, ¿no? Porque todas esas cosas del enamo ramiento, especialmente en mi época, estaban llenas de mentiras, llenas de presuposiciones. Uno tenía que mostrar la cara de fulanita, para que un tipo lo aceptara a uno. Sabiendo uno que uno no pensaba eso, que uno no era eso.

Ha pasado tanta agua debajo del puente. La perspectiva que tengo sobre mi propia vida es muy rara, es como si fuera la vida de otra persona. No puedo decir “¡Ay! Eso verdaderamente me pasó a mí”. Es raro, muy raro. Tengo la memoria de las cosas, pero no me meto en el pellejo. Yo pienso, ¿por qué esta ría yo tan afanada por eso? Cuando tú te acuerdas de cuando tenías diez años, ¿tú te sientes la misma, misma, misma? Es como si uno fuera varias personas.

ANA MARÍA PINZÓN: ¿Por qué nunca fuiste docente? ¿Nunca te interesó?

LUZ AMOROCHO: No, para nada.

ANA MARÍA PINZÓN: ¿Por qué no abrir oficina sola o con alguien?

LUZ AMOROCHO: Porque yo estaba trabajando en otra cosa. No estaba muy interesada en eso, la verdad. Además, no tenía ganas de esa brega, eso no ha sido lo importante en mi vida.

ANA MARÍA PINZÓN: ¿Entonces?

LUZ AMOROCHO: ¿Ah? Bueno, mi señora, son las seis y media, me voy.

Postal de Luz a Nicole desde Machu Picchu. 1968. Archivo de Christine de Bremond d’Ars.

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Luz en un segundo viaje a Machu Picchu. Ca. 1983. Fotografía de Leonor Amorocho. Archivo personal de la familia Amorocho, Federico Durán.

IX. ¿Qué día es hoy?

Una vez llegué a buscarla a su casa porque habíamos quedado de comer juntos. A las doce y media muy en punto llegué, pero ella no salía. Timbré y, cuando por fin contestó, se le había olvidado. Bajó a abrirme, casi histérica de la furia con ella misma, llena de rabia, casi llorando, decía “¡No puede ser!, ¡no puede ser que me pase esto a mí!”.

MANOLO ORJUELA: Ella me tocaba la puerta a veces, como a las once y media de la noche. Eso lo tuvo que haber hecho dos o tres veces: Me decía: “Hola, viejito, perdóname, ¿qué día es hoy?”. Y yo le decía: “Pues Luz, hoy es miércoles”. Hasta que un día me dijo que estaba muy rayada con esa situa ción de olvidar qué día era. Yo traté de darle ánimo; le dije que los días se parecían todos unos a otros y por eso era tan sencillo pretender que era un día y no otro. Esa fue una conversación de diez minutos, de las pocas veces que se sentó en mi sala a que habláramos los dos.

MATÍAS MALDONADO: Durante esos años yo vivía en un edificio junto al de Luz y, como mi edificio no tenía parqueaderos, entonces yo les alquilé un garaje ahí en La Loma y ahí guardaba mi carro. Me acuerdo que, si salía temprano a trabajar y pasaba por el carro, muchas veces me encontraba a Luz —cuando todavía salía de su apartamento— bajando a mirar el periódico que acababan de dejar por debajo de la puerta. Pero no para recogerlo por que le interesaran las noticias. No. Ella buscaba el periódico era para saber la fecha. Le producía mucha angustia no saber qué día era.

MANOLO ORJUELA: En el 2012 ya tenía yo intenciones de comprar un apartamento y le dije que si me vendía el apartamento donde yo vivía, pero que era de ella. Nunca quiso vendérmelo, me decía “Yo prefiero tenerte ahí, mijito, toda la vida, y que me des un arriendito”. A decir verdad, yo salí en el 2014 de ahí pagando un arriendo mínimo. A ella lo único que le importaba era tener a alguien que fuera de su confianza. Entonces, cuando le dije que ya había encontrado un apartamento y que me pensaba ir en seis meses, me pidió el favor: “Me va a dar muy duro que te vayas, no te vayas, miremos a ver qué podemos hacer”. Me di cuenta —y también ella— que de alguna manera nuestras soledades se estaban acompañando.

LEONEL DOMÍNGUEZ: Recuerdo cuando Luz se sienta con María del Mar y Ernesto y les dice que tienen que ser sus apoderados para administrar el dinero del banco, para que la vida siga.

129Tercer Acto

ERNESTO LLERAS: Enferma pero lúcida, ella sabía para dónde iba. La lucidez de Luz es una de las cosas que más me impresiona porque, completamente mema, me dice a mí: “Yo siento mucho no poder tener una conversación contigo, pero queda el afecto”. Es una cosa maravillosa y ella ya estaba total mente ida, pero el afecto quedó siempre.

MANOLO ORJUELA: Ay, la cabeza, porque lo primero que le falló fue la cabeza. Ella el cuerpo lo llevaba muy bien, porque manejó ese carro hasta los 87 años. Alguna vez me contó que, yendo para la universidad, se bajó del carro porque no se acordaba para dónde iba. Ese mismo día dejó de mane jarlo. Se bajó del carro y dijo: “Ay, jueputa, ¿para dónde voy?”.

Los últimos tiempos los pasó muy mal, vivía con unas angustias terribles. No sabía dónde estaba, y decía “¿Por qué me tienen presa? ¡me tienen presa estos hijueputas!”.

Hablé con Ernesto, supe que ambos le habíamos preguntado, cada cual por su lado, algo así como que si quería suicidarse, que si quería ayuda. A mí me contestó que no: “No soy capaz”.

130

X. Un velorio clandestino

Yo estaba en México, en un festival de cine, cuando me llamó mi hermano a contarme que Luz se había muerto.

HERNANDO TÉLLEZ: Fue lo más trágico, nosotros nos enteramos de que se había muerto Luz por tu mamá113. Porque nosotros no sentimos ni llegar a la funeraria, ni la sacada del cadáver, nada. Eso fue cinco de la mañana, no supimos a qué horas, la sobrina se encargó, llamó y se la llevaron. Ernesto Lleras averiguó en qué funeraria estaba, llamamos y dijeron: “Ya van a salir para incinerarla en la 60 y pico”, y nos fuimos. Ahí ya estaba tu mamá, Jorge, el otro sobrino de Luz, con uno de sus hijos y su mujer. Nadie se enteró de que se había muerto, de que la iban a incinerar, nada.

BEATRIZ VÁSQUEZ: Sí, parece que muy poquitos supieron. Falleció al ama necer de un domingo y ese día yo me enteré por la tarde. Me contó Ernesto Lleras que estaba en la Funeraria Gaviria de la calle 43, o sea, el lunes eran las exequias, por decir algo, a las diez de la mañana. Entonces me fui muy tem prano a la funeraria. Creo que llegué a las ocho de la mañana de ese lunes y estuve ahí en la salita con ella un ratico, conversándole, dándole las gracias por haberme dado la oportunidad de conocerla y de haberme enseñado tantas cosas.

MATÍAS MALDONADO: Esa noche que fui a la funeraria tuve muchos sen timientos encontrados, como dicen. Por un lado, claro, había eso de que uno desde hace rato pensaba que lo mejor que le podía pasar a Luz, en el estado en el que estaba, era morirse. Porque, como dice el poeta, “todo nos llega tarde, hasta la muerte”. Y a Luz la muerte sí que le llegó tarde. Tanto que, desde hace tiempo, muchos la habían dado por muerta. Pero, por otro lado, al principio me pareció muy triste no ver a casi nadie en la funeraria. Porque los entierros en donde no hay nadie que vele al muerto son doblemente tristes. Estábamos, además de Luz en su cajón, Ernesto, Leonel, César, mi mamá y yo. No había nadie más. Y entonces caí en cuenta que estábamos los del Palacete. Que ella era nuestra muerta y que era a nosotros a quienes nos correspondía llorarla. Bueno, a nosotros y a usted. Pero usted estaba de viaje.

LUCAS: Sí, la lloré sentado sobre las ruinas de Tenochtitlán; qué soledad desde entonces.

113 Se refiere a Camila Loboguerrero.

131Tercer Acto
Luz y Matías Maldonado en un fotograma de Cantos del paraíso. 1997. Colcultura, Archivo Camila Loboguerrero.

MATÍAS MALDONADO: El entierro fue al día siguiente, por la mañana, en el cementerio de Chapinero. Era un día gris y lluvioso. Los entierros siempre son en días grises y lluviosos, así haga calor y el cielo esté azul. Y me acuerdo que, cuando se terminó, alguien propuso que fuéramos a almorzar a algún lado y no me acuerdo quién sugirió un restaurante griego. Allá fuimos, un grupo de unas quince personas. Entre aceitunas negras y quesos de oveja y berenjenas y corderos —y las correspondientes libaciones con vino, claro— nos pusimos a recordarla. Y como diría el otro poeta, pero al revés, “todo aquel llanto se tornó pronto en risa”. Luz se había ido, pero nos dejó su risa. Y su apetito. Un apetito absolutamente pantagruélico.

LUCAS: Que tiene que ver con su curiosidad.

Las últimas imágenes que tengo de Luz son fotogramas de dos películas, qué casualidad.

ISABEL MARIÑO: ¿Tú te puedes creer que yo hice una negación y no tengo ni idea cómo me enteré de la muerte de Luz? Ni la más remota idea… Luz… lo que yo quería decir es que Luz fue muy Luz.

132
Lucas y Luz. Fotograma de la película Yo, Lucas. 2010. Archivo Lucas Maldonado. 2010

Epílogo

Yo le propuse a ella, cuando todavía me reconocía y podía seguir una conversación, que hiciéramos un libro sobre ella y me dijo que no, “yo no doy ni para un capítulo”. El lío que es este libro (porque de todas maneras ella me dijo que no hiciéramos un libro) no es un lío. Porque Luz misma me enseñó así: desobediente.

Este es un libro de cuentos, artículos, opiniones y hechos, oídos y tergiver sados, sobre mi eterna amiga.

Espero me lo perdone.

Cenizas de Luz en el Palacete, pendientes de regar. 2020. Lucas Maldonado. 2020
133Epílogo •

Agradecimientos y colaboraciones

Agradezco al Grupo de Investigación en Historia de la Arquitectura en América Latina (Gistal) de la Universidad Nacional, liderado por Silvia Arango y conformado por William García, Katherin Triana, Diego Romero y Laura Buitrago. Especialmente a esta última que me ayudó mucho. Tuvimos un programa semanal, los miércoles de Luz, donde compartíamos lo que cada quien iba encontrando. Una dicha. Hasta que cada libro cogió por su lado: seguramente en las contradicciones, encontraremos más Luz.

Adelaida Callejas

Rafa Moure

Luisa Ungar María del Mar Ravassa Gloria Castro

María Lucía Amorocho Jerónimo Castillo

Jorge Amorocho Tatiana Urrea Meredith Toor María Valencia

Myriam Bautista

José Tió

Mireia de Gispert

Breno Pentagna Antonio von Hildebrand Liliana Cortés

Steven Navarrete Federico Durán

María Lucía Amorocho Emiliano Zalamea

Gabriel Escalante (Archivo Universidad Nacional)

Página web Un día, una arquitecta Christine de Bremond d’Ars Aníbal y Prudence Alfaro

Unión General Inmobiliaria S. A. Maria Gràcia

Comité editorial Luz al oído Mariona Tió Matías Maldonado Camila Loboguerrero Marta Jové

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Articles inside

Epílogo

1min
pages 133-136

X. Un velorio clandestino

3min
pages 131-132

IX. ¿Qué día es hoy?

3min
pages 129-130

VIII. Última entrevista

5min
pages 126-128

VII. La casa de Clara

4min
pages 124-125

VI. Siete empachos

4min
pages 120-123

V. Las hermanas Morocho

5min
pages 117-119

III. Pregúntale a Colombia

4min
pages 111-113

IV. La caída

3min
pages 114-116

I. Nuevos trabajos

6min
pages 103-106

II. Luz al volante

6min
pages 107-110

INTERMEDIO: Luza

4min
pages 98-101

IX. La jubilación

5min
pages 94-97

VIII. El Bosque Izquierdo

6min
pages 89-93

VII. Un desencuentro y dos despedidas

6min
pages 84-88

V. De regreso a la Nacional

11min
pages 69-77

III. Bogotá est si laide

6min
pages 60-63

VI. Los turbulentos setenta

8min
pages 78-83

IV. Marat-Sade

8min
pages 64-68

II. Ducha a la francesa

4min
pages 58-59

I. Noticias de Luz

9min
pages 51-57

II. La loca Frufrú del Baltabarán

5min
pages 17-20

IV. Las huelguistas del Colegio Mayor

2min
pages 30-31

VII. Quemó las naves

4min
pages 46-49

VI. Cuéllar Serrano Gómez

6min
pages 40-45

I. Shirley Temple colombiana

6min
pages 13-16

III. Primera arquitecta del país

12min
pages 21-29

Prólogo

3min
pages 10-11

V. El Grupo Tumaco

10min
pages 32-39
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