LA MONEDA EN EL MERCADO INTERNO PERUANO COLONIAL | 217
constantemente en las ciudades, donde se vendía por peso, y conforme pasaba el tiempo correspondía menos peso por la misma cantidad de dinero. Así, en 1549, se debía dar 44 onzas de pan por un real, pero dos años luego se daban 42 onzas, 40 en 1599, 32 en 1608, 28 en 1626, 27 en 1698 y 18 en 1718. Luego de un prolongado lapso de vaivenes, en 1779, 1 real de pan debía tener 32 onzas y en 1808 solo 28. Las acemitas y el pan llamado de regalo (para hospitales) costaban 50% menos que el pan blanco.33 Más complicado es el control de precios en tiempos posteriores a terremotos y otras catástrofes. Las tarifas eran elevadas de manera arbitraria por los que brindaban servicios públicos aprovechando la mayor demanda de su trabajo. El caso es que en tiempos de calamidades las normas se alteraban y los conflictos que se suscitaban nos muestran las condiciones que regían tanto en tiempos normales como en casos extremos. Por ejemplo, dos años después del terremoto de 1746, en la costa central, el Cabildo capitalino impone una tarifa a los aguadores de 2 reales por viaje de una mula de cuatro angarillas y de 3 reales si la carga era azúcar. A quienes cobrasen 4 reales les esperaban 50 azotes (eran negros esclavos). Ante esto, los aguadores realizan una suerte de “huelga”, retirándose de las pilas de la ciudad, donde habitualmente se les encontraba para pedir sus servicios. Lucas de Molleda, dirigente de los aguadores de la plaza mayor, explica sus puntos de vista. Refiere que el Cabildo elevó a 4 reales la carga, y que ellos la aceptaron a pesar de que aun así esta tarifa no cubría sus necesidades, pues paralelamente se fijó en 6 reales el “jornal” que los peones esclavos debían pagar a sus amos, y por eso entendieron que ellos debían pagar 4 reales a sus amos. Sin embargo, esto no se cumplió, pues los amos exigían 8 reales (un peso o patacón) a sus esclavos peones por día y a los aguadores se les obligaba a dar 6. En esta situación es que el conde de la Granja, alcalde de la ciudad, les notificó en octubre de 1748 que debían cobrar solo 2 reales por viaje, y los aguadores optaron por el “retiro” o paralización de labores. Además de los gastos cotidianos, adujeron que el precio de las mulas había subido de 16 a 50 pesos (patacones), lo mismo que su manutención, y que debían asumir el pago de los efectos en caso de pérdidas o accidentes, que eran frecuentes por la sobrecarga de las angarillas. Tras señalar que no era cierto que los jornales estaban a 1 patacón (sino a 6 reales) y que el que ellos pagaban a sus amos era de 4 o incluso menos, el Cabildo los obliga a cobrar solo 2 reales por viaje, pues “no se puede permitir con tan grande perjuicio de la causa pública que esta que en 1691 subió a 5½ pesos de 9 reales como manifestación de la crisis agrícola luego del terremoto de 1687, que elevó el precio hasta 17-20 pesos de 9 reales para bajar a 12 pesos de 9 reales en 1697. En el siglo XVIII, los precios bajaron sistemáticamente hasta colocarse entre 3 y 5 pesos, salvo durante la década de 1740 y la guerra de independencia. 33. Quiroz 2008: 106-108.
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15/08/2019 11:31:53 a.m.