toro y más emotivo; le bordó un quitazo por chicuelinas y una faena de dominio absoluto, cadencioso temple y absoluta redondez. El grito de “¡Torero!” resonaba a todo volumen cuando utilizó el acero y con media en lo alto hizo doblar al astado, cuyas orejas pasearía entre el júbilo general. Al final no había la menor duda: el trofeo Covadonga era suyo. 10.- Dic. 18 1977. Camino y Martínez. “Navideño” y el éxtasis. En su “Caracterización del espectador taurino”, Fernando Savater postula la existencia de un lastre inevitable en el bagaje emocional de todo buen aficionado a toros: lo llamó “La Faena Eterna”. Aquella que iluminó a modo de revelación su historia personal, esa faena contra la cual compara, aun sin querer, todo el toreo posterior que a tal taurófilo le sea dado presenciar; una especie de sentencia anticipada, capaz de convertirse en muro infranqueable para toda faena futura. La iluminación irrepetible que llevamos en lo profundo del sentimiento y la memoria. 11.- Dic. 19 1978. Ya retirado de los ruedos Camino regresaría por una ultima ocasión en una corrida Goyesca alternando con Manolo Martínez y Curro Rivera. Capítulo Veintidós EL NIÑO DE LA CAPEA 170 Javier Garfias
“Corvas Dulces”, 22 de diciembre de l974, Manchadito”, 17 de febrero de 1985. a aproximación de Pedro Gutiérrez Moya “Niño de la Capea” al ganadero Javier Garfias ocurre desde el mismo inicio de su carrera. Se reúnen torero y ganadero que es cuando El Capea incursiona en la temporada venezolana, y ocurre la reunión en San Cristóbal como primer escenario.
L
El destino quiso que ese teatro sostuviera cual atril el destino de los momentos más brillantes de Javier Garfias y de Pedro Gutiérrez en su historial sudamericano. Ha sido Venezuela en su aproximación al contacto estrecho, entre El Capea y Garfias una consecuencia en los carteles más importantes de la temporada. Fueron 22 en los que figuró el salmantino en plazas venezolanas coincidiendo con la divisa de Garfias. Es el de Pedro Gutiérrez y Garfias uno de los capítulos más fascinantes en la historia taurina venezolana, porque como evento es el relato de un registro profesional entre dos figuras históricas del toreo universal: José María Manzanares y Niño de la Capea. Que junto a Francisco Rivera “Paqurri” integraron la terna de mayor