do “Venadito”, de San Mateo, que acabó padreando en la ganadería de Mario Moreno “Cantinflas”. Garfias concentró mucho en el “Marranillas” y empleó un intuitivo método de consanguinidad que transmitió a su descendencia un destacado vigor genético. La ruta que había trazado de don Antonio muchos años antes, con aquello de “abrir y cerrar” en un permanente zigzag, le permitió a don Javier encontrar unos matices tan personales en fenotipo y genotipo que, al cabo de cinco décadas de acuciosa selección, convirtieron su ganadería en un magnífico subencaste de la estirpe sanmateína, inagotable proveedora de simiente. Al estar reflexionando acerca de su trabajo, siempre vuelve a mi recuerdo una imagen cargada de nostalgia: Don Javier estudia reconcentrado cada una de las anotaciones hechas a mano en el libro de la ganadería, mientras el humo de su inseparable puro se eleva sigilosamente hasta lo más alto del techo del comedor de Los Cues, el cuartel general de uno de los ganaderos más representativos de la segunda mitad del siglo XX. El hielo se ha derretido en el fondo de su vaso de whisky. La última bocanada de humo se esparce en el ambiente cuando el viejo aparta el “ocote” de sus labios, a la par que su mano temblorosa da vuelta a
la página de un libro que se cierra para siempre. Desde la pesada tapa de cuero, el hierro de la “T” sobre la “G” tumbada custodia sus secretos celosamente. “Ya va siendo hora de marcharme”, se ha dicho para sus adentros, y apostilla quedamente: “Pero ahí les dejo buena parte de la tarea hecha”. Y así, con tanta naturalidad, sin mediar una palabra, el 1 de noviembre de 2005 llegó a su fin la vida de un hombre muy talentoso –de un auténtico maestro de las generaciones siguientes–, digno heredero del maravilloso legado de los grandes ganaderos zacatecanos de otro tiempo. PUENTE AL FUTURO Carlos Castañeda Gómez Campo Ganadero y Escritor
del
E
n la ganadería la estafeta pasa en silencio. Quienes crearon el toro mexicano estaban criando su propio toro. El gentilicio lo acuñaron la afición y la crítica décadas después de la gestación de este toro único. Singularidad emanada de su propia crianza. De varias puntas de ganado ladino en distintas partes de la geografía nacional, tres familias de románticos, los Barbabosa, Javier Garfias 21