de Tlaxcala se reflejaba la tensa situación provocada por la rivalidad entre los hermanos Antonio y José Julián Llaguno, ganaderos de Fresnillo, Zacatecas y de José María, Lubín y Viliulfo González, de Apizaco Tlaxcala. Fue tan acerba la competencia entre los ganaderos mexicanos, tanta la rivalidad, que trasladaron la selección de sus reses a distintos métodos de cría, los que seleccionaron bajo su propio concepto sus encastes a pesar de que todos los vacunos que importaron de España procedían de Saltillo. Los toros mexicanos adquiridos por los hermanos Botto, para su temporada de Lima eran el producto de las cruzas del ganado criollo con vacas y toros de la ganadería de don Antonio Rueda y Quintanilla , Quinto Marqués de Saltillo, que en 1854 formó su hato a partir de las compras de reses al militar sevillano José Picavea de Lesaca. Vacada del encaste de la desaparecida ganadería del Conde de Vistahermosa, hato del que fue adquirida por Salvador Varea Moreno, que la vendió a Pedro José Picavea de Lesaca y de los Olivos. En 1828 Salvador Varea realizó unas ventas de toros a Manuel Suárez Cordero. Venta que dividió en dos partes, una para su hija Manuela Suárez Jiménez que pasó
a formar la ganadería que ya tenía en propiedad su esposo Anastasio Martín, y que en la actualidad es la ganadería de Hijos de Dolores Rufino; y la otra para su hijo Manuel Suárez Jiménez. A Manolo le duró poco la ganadería ya que la vendió a Dolores Monge Roldán para formar la ganadería de Murube. Picavea de Lesaca falleció en 1830 y fue sucedido por su esposa Isabel Montemayor Priego, quien al morir le sucede su hijo José Picavea de Lesaca Montemayor que venderá la ganadería a Antonio Rueda y Quintanilla, VII Marqués de Saltillo, dando lugar muy conocida y recurrida ganadería de Saltillo. Capítulo Tres JOSELITO EN LIMA
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iez años antes que naciera Javier Garfias Joselito el Gallo visitó América. Lo hizo invitado a Lima para la temporada de 1919, la que organizaron los Hermanos Botto en la Plaza de Toros de Acho. Lima está a 4 mil 650 kilómetros de San Luis Potosí y, por causa del luto que vivía por la muerte de su muy querida madre, no fue a México que tanto le atraía y del que tanto escuchó. Los mexicanos se habían enterado de la grandeza de Joselito El Gallo, sabían de Juan Javier Garfias 39