Pablo Montoya ©Marlon Meza
Colombia
Nací en Colombia en una época de gran violencia (1963). Crecí en medio de ella. Y sigo viviendo en un país donde una buena parte de sus habitantes no quiere salir de ese ciclo agresivo de causas y efectos en que han transcurrido nuestras vidas breves. Parte de mi obra está nutrida de esta constante. Varios de mis libros de cuentos (Cuentos de Niquía, Réquiem por un fantasma y El beso de la noche) giran en torno al mal que se ha lanzado como un animal frenético sobre la ciudad de Medellín. No creo, como decía Borges, y como piensan algunos, que ser colombiano es un acto de fe. Es más bien cargar sobre los hombros el peso de múltiples infamias. Esas que sus ejércitos voraces (el del Estado, los de las guerrillas, los de los grupos paramilitares y el narcotráfico) han cometido a lo largo de los últimos años. Mi obra, de algún modo, pretende dar testimonio de esta desoladora circunstancia. Pero también me he ocupado del arte y la poesía. Escribo, finalmente, por una extraña y apasionante mezcla de convicción y desesperación. No podría decir cuál de mis más de 20 libros escritos hasta el día de hoy es el mejor. A todos los quiero y son producto de mi tortuoso aprendizaje. Pero si pienso en el entusiasmo de los lectores, creo que mis tres mejores libros son Tríptico de la infamia, Lejos de Roma y Viajeros. 69 PABLO MONTOYA ANTOLOGÍA DE CUENTISTAS 2020 / BERNARDO ESQUINCA