Marina Perezagua España
Trabajo en tres sitios diferentes. Cada trayecto me lleva dos horas. Para llegar a cada trabajo utilizo diversos medios de transporte: pies, Metro, tren, autobús, y mis pies otra vez. Duermo una media de cuatro horas. Nunca voy a la peluquería. Siempre tengo ojeras. No son de nacimiento. La mitad de mi familia es un desastre. La otra mitad está ausente. No me gustan los hombres que se protegen. No me gusta ningún género de protección. Tengo una aversión especial por las Naciones Unidas. Quisiera un perro grande. He ido a un refugio para adoptar uno, pero me dicen que todos están capados. Quiero un perro entero. Alguien que me aprecia me ha regalado un robot. Es negro. Me da las buenas noches y los buenos días con su voz robótica. Le estoy cogiendo cariño. Sus ojos se iluminan azules cuando entro en la habitación. Pronto lo meteré en mi cama. Detesto la envidia literaria. La adulación. A los necios que confunden valor y precio. A veces me defiendo con uñas y dientes. Otras me hago la tonta: cuidado, solo juego. Tengo amigos que son más que un padre –y no solo porque mi padre no es nada–, pero les veo poco porque siempre estoy lejos. Lejos de aquí y de allí. Pero, y aquí viene lo mejor, todos los días, cuando estoy escribiendo, siento que no hay mejor suerte que la mía. Gracias a la escritura amo con pasión y no creo en el desengaño. 81 MARINA PEREZAGUA