Xocolatl
Jorge Llanderal Rueda Jorge Llanderal se graduó como maestro chocolatero pasados los cincuenta años de edad, aprendiendo de los mejores. Hace siete años dedica de lleno su vida Jorge Llanderal se graduó como maestro chocolatero pasados los cincuenta años de edad, aprendiendo de los mejores. Hace siete años dedica de lleno su vida al estudio del cacao y chocolate. Dicen que nunca es tarde para descubrir nuestros sueños. Jorge materializó el suyo a los 52 años. Hoy tiene 67 y es un orgulloso maestro chocolatero que forjó una exitosa empresa dedicada a este preciado alimento desde sus cimientos más básicos con un ingrediente especial: la pasión genuina. Una cosa es continuar la historia y otra es empezarla de cero. La de Jorge es un caso ejemplar. Nació en 1949, en Uruapan, Michoacán. En esa época existía una fábrica de chocolate para beber llamada Moctezuma, que cuando tostaba su cacao aromatizaba todo el pueblo. Jorge, así como sus paisanos, lo bebían a diario en el desayuno con agua y endulzado con piloncillo. Así, empezó un romance con el cacao que tardaría medio siglo en reencontrar. Sus padres, Rosendo Llanderal, tenía un hotel llamado Posada Madrid y Sara Rueda impartía clases de cocina a las señoras del pueblo. Con el tiempo, y a la par de estas ac-
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tividades, empezaron un negocio de catering y banquetes, al que Jorge asistió desde los 10 años, pues su padre siempre le inculcó el trabajo con la regla de: “si quieres comprar algo, yo pondré la mitad y tú la otra”. Así, el acompañar a su madre por pollos vivos para los banquetes o ser monaguillo de una panadería tradicional, donde le pagaban tres pesos en especie y tres en pan eran normales en su vida. Aquel hombre llegó al mostrador y pidió que le hicieran una escultura de chocolate para su pareja. Habían discutido y le parecía que era el mejor obsequio para la reconciliación. Aunque no es la especialidad del maestro chocolatero Jorge Llanderal Rueda, uno de los mejores del País, éste accedió al encargo, a sabiendas de que el amor y el chocolate son una inmejorable combinación. Ya en la Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España, Bernal Díaz del Castillo daba cuenta de que Moctezuma lo bebía como afrodisíaco, y es un hecho que su consumo causa una sensación placentera y relajante, como descarga de endorfina.