La mujer honrada Un comerciante tenía dos hijos, el uno virtuoso y el otro perverso. Cuando murió, los dos hijos se repartieron la herencia. El mayor, que era más prudente, gobernó bien la hacienda y la aumentó mucho. El pequeño, por el contrario, se entregó á una vida disipada, y al verse reducido á la miseria fué á encontrar al mayor y le dijo: −«Hermano mío, me he arruinado en negocios mercantiles». Movido á compasión le regaló diez mil libras, que también malgastó en sus vicios. Fué de nuevo á su hermano manifestándole que las había perdido en sus negocios y aquél le respondió: −«Hermano, tú no tienes suerte, y así vale más que te quedes aquí en casa con mi mujer, y yo me iré de viaje y te daré la mitad del beneficio». Se fué al extranjero con la mercadería, dejando á su hermano mayordomo absoluto de la casa. A los tres días de haberse ausentado, el hermano menor intentó engañar á su cuñada, pero como era buena y prudente no accedió á sus deseos y le dijo: −«Yo te tengo en puesto de tu hermano, y ¿tú quieres cometer contra mí tal injuria?» ¿Qué hace él entonces para lograr su intento? Se va al tribunal y dice: −«Mi hermano está ausente, y mi cuñada ha cometido adulterio, y yo no puedo tolerarlo». El tribunal, que conocía á la joven, le reprendió y lo expulsó. Marchase de allí, y para lograr su intento, se va á media noche á un compañero suyo borracho, lo introduce en casa de su cuñada, y corriendo al juez le dice: −«Dame dos ujieres para sorprender los amoríos de mi cuñada». Fueron al momento los ujieres y golpearon la 107