El viejo astuto Vivían una cierta ocasión un viejo y una vieja que no tenían familia, y aunque servían de criados, poseían viñas, campos, bueyes, en una palabra, estaban sobrados de todo. Como se hiciera el hombre muy anciano y no pudiera ya trabajar, convinieron en vender sus bienes y hacerse una casa con jardín para pasar tranquilamente el resto de sus días. Toman, pues, todo y lo venden, quedándose sólo una vaquilla que estimaba mucho la vieja, para que les sirviera de consuelo ya que no tenían otra compañía, pues vivían fuera del pueblo. Tu buena vieja cuidaba la vaquilla como si fuera un niño, y por su mano le daba de comer y beber. Pero consecuencia de tanta solicitud fué que el animal creció y se engordó demasiado, y entonces dijo la mujer: −«Viejo mío, busca quien nos compre la vaca, porque se ha puesto excesivamente gruesa». −«¿ A quién buscaré? contesta el viejo. Puesto que quieres venderla, me parece mejor que tú misma la lleves el domingo al pueblo, y te colocas en la plaza donde se reúnen los hombres, y la venderás á buen precio». Bien lo dispuso el viejo. El domingo muy de mañanita toma tu buena vieja la vaca y la lleva al lugar. Así que llegó, la ven los dezmeros y convienen en burlarse tomando el animal por un macho cabrio. Quedóse la vieja con su vaca en la plaza esperando que salieran los hombres de la iglesia. 161