El judío y la doncella Eranse en cierta ocasión dos hermanas, las cuales vivían en distintos pueblos. Ocurrió que una de ellas escribió á la otra suplicándole que fuese á asistirla porque se encontraba en ocasión de parto y deseaba tenerla á su lado en aquel trance. Luego que hubo abierto la carta y enterádose de la súplica de su hermana, á quién amaba entrañablemente, se dirigió al pueblo con su marido y su hijo, dejando al cuidado de la casa á la hija, joven hermosa y honesta, no sin recomendarla á una vecina anciana. Algunos días después de la marcha acertó á pasar por debajo de la casa un judío que vendía toda clase de objetos de tocador, y al oírlo la joven salió á la calle para comprar algunos. Quedó el judío prendado de su hermosura, y al preguntarle ella los precios, le contestó que por un solo beso le daría todo el género. La joven bajó los ojos llena de rubor, y sin decirle una palabra se vuelve á casa, cierra tras si la puerta y no se asoma ya por más veces que el mercader pasa anuciando los objetos que tiene en venta. Pero he aquí que desde aquel momento el judío ya no puede ni comer ni beber y pasaba los días y las noches debajo de la casa de la joven, y no consiguiendo nada se dirige á la anciana, á quien dice: −«Buena anciana, si me alcanzas estar á su lado te daré cuanto quieras». La mala mujer corrió en seguida y trató de inducir á la joven á cometer maldad con el judío, mas viendo que era inútil insistir contra su virtud, maquinó una sorpresa. Dijo así al judío: −«No he 193