La Cenicienta Estaban en cierta ocasión tres hermanas hilando lino, y se dijeron; «A la que so deje caer el huso la mataremos y nos la comeremos». Sucedió que le cayó á su madre, y la perdonaron. Sentáronse de nuevo y por segunda y tercera vez vino al suelo el huso de la madre. Ea, «á comerla ahora» dijeron entonces. «No, replicó la menor, no la comais, comedme á mí puesto que queréis carne humana». Las otras dos no accedieron, y después de matar á su madre, la guisaron. Sentáronse á la mesa y llamaron á la menor diciéndole; «¡Ven tú también á comer!» Ella se negó y retirándose se sentó en un basto que las gallinas habían llenado de basura, y llorando maldecía á sus hermanas. Estas le dijeron repetidas veces: «Ven á comer», pero siempre se negó, y cuando hubieron acabado, se marcharon. Entónces la menor, á quien llamaban Cenicienta2, recogió todos los huesos y los enterró en un cenizal, incensándolos por espacio de cuarenta días, al cabo de los cuales fué á sacarlos para trasladarlos á otro punto. Al remover la piedra se deslumbró con los rayos que despedía, y aparecieron tres riquísimos trajes bordados que tenían, el uno el cielo con sus astros, el otro la primavera con sus flores, el tercero el mar con sus olas, y además una infinidad de monedas de plata y oro, y todo lo dejó allí mismo; fueron después sus hermanas, y encontrándola sentada sobre el basto, se enfadaron. 2
La ópera italiana titulada La Cenerentola está basada sobre el mismo argumento que este cuento (Nota de Trad).
25