El cuento del barbilampiño ¡Buenas tardes, Señor mío! Erase una vez un barbilampiño casado, cuya mujer, hallándose en cinta, lo exigió que le comprase queso tierno. Salió á la calle mi buen hombre, y encontrando á un pastor, le dijo: −«¿Tienes queso tierno?» −«No, querido barbilampiño, ¿cómo lo he de tener? Cuando ordeño mis cabras y cuezco la leche, viene un dragón y se la bebe. ¡Que me caiga la maldición de Cristo si tengo tiempo para hacer quesos!» −«¿Es verdad lo que dices? Yo castigaré al dragón. Cuando ordeñes las cabras y vayas á hacer la cuajada llámame». −«Si me libras de él te llevaré mucha leche y queso, y te le todo de balde». Cuando llegó la hora acostumbrada, el dragón se preparó para ir al cercado del pastor. Adelántase el barbilampiño, arroja por el suelo ceniza quemada, cierra con llave y se queda dentro con la leche cuajada en la mano. Llega el dragón y mira si el pastor hacia la cuajada para entrar á comérsela, Le dice desde adentro el barbilampiño: −«¿Quién eres?» −«¡El dragón!», contesta. −«¿Qué es el dragón? Me pareces una mosca y dices el dragón!» Trata éste de abrir la puerta, pero observándole por la cerradura el barbilampiño, exclama: 261