Cuento de las doce zorras Volvíase cierto día á su casa un sacerdote, después de haber celebrando en un pueblo, y en el camino encontró una zorra muerta, á los dos pasos otra, á pocos pasos más otra y para no alargar la relación, encontró en el trayecto hasta doce zorras. Entonces discurrió que si volvía en busca do todas ellas, podría desollarlas y obtener alguna ganancia con la venta de las pieles. Volvió pues, á la más próxima, pero no la encontró. Dijo entonces: −«Dejaré aquí mi valija (estaba llena de pan bendito) é iré á recoger las once zorras, y cuando vuelva aquí, las meteré todas juntas». Volvió, pues, á la más proxima, pero no la encontró. Dijo entonces: Dejaré aquí mi balija (estaba llena de pan bendito) é iré á regoger las once zorras, y cuando vuelva aqui, las meteré todas juntas». Vuelve hacia atrás y no encuentra nada, más atrás, y tampoco, en fin, que no encontró ninguna, y se pensó que otro hombre se le había anticipado, no sospechando que fuera una sola expresamente iba á cada corto trecho haciendo el muerto para burlarse del sacerdote. Mientras andaba y más andaba, aprovecha la zorra la ocasión, y después de comerse todo el pan, llena de pierdas la valija. Llega por fin el sacerdote á casa y dice á su mujer: −«Toma la valija y guarda el pan, porque vengo agobiado del peso». Desata la mujer la bajita y la ve llena de pierdas. −«¿Qué son estas pierdas?», exclama. 271