El Juanito de la viuda Comienza el cuento. ¡Buenas tardes su Señoría! Erase cierto rey que tenía un cazador muy diestro, al cual pagaba una pensión á condición de llevarse cuantas aves cazase. Un día tuvo que pasar con la caza por delante del visir, el cual se la pidió, pero el fiel á su palabra, no quiso dársela. El visir se ofendió sobremanera, y desde entonces buscó ocasión para perderlo, más nunca pudo conseguir que el hombre faltase á su deber. Llegó el cazador á envejecer, y sintiéndose gravemente enfermo, llamó un día á su mujer y le habló en estos términos: −«¡Esposa mía, yo voy á morir! ¡Te encargo sigas llevando á la escuela á nuestro hijo, y si alguna vez te pregunta cuál era el oficio de su padre, no selo digas, porque por odio hacia mi podría el visir perderlo!» Dichas estas palabras, espiró. Muerto el cazador, el rey retiró la pensión, y con este motivo el hijo, no solo dejó de asistir á la escuela, sino que andaba descalzo y cubierto de andrajos; así es que las vecinas murmuraban de la viuda y decían: −«¡No iría este joven tan mal vestido si viviera su padre!» Cierto día preguntó á su madre qué oficio había tenido su padre; ella, recordando el encargo que al morir le había hecho su esposo, le contestó que había sido sastre. Comprendió el joven que no le había dicho la verdad, y no cesaba de dirigirle la misma pregunta, hasta que un día su madre le dijo: −«El oficio de tu padre era la caza y el rey le pagaba una pensión con la cual vivíamos desahogadamente». 277