Los amigos Vivían en cierta ocasión dos jóvenes que se querían tan entrañablemente, que no se separaban sino el tiempo preciso para retirarse á descansar. Sucedió que uno de ellos se casó, y desde aquel momento se volvió celoso, y se separó del amigo, á quien, cuando por casualidad veía, decía al pasar por su lado tan solamente buenos días, pues temía que si entablaban conversación tendría que llevarlo á su casa y allí vería á su mujer. Y no paró en esto, sino que construyó una casa de tres pisos: colocó en el piso bajo á madre, en el segundo á su suegra y á su mujer en el alto, encargando á la madre muy especialmente que no abriese la puerta á algun imprudente que pudiera presentarse. ¿Qué hace entonces su amigo? Disfrázase de rico extranjero y, aprovechando la ocasión en que el marido había salido á su trabajo, se presenta y llama en la casa. Abre la madre, y después de saludarse mutuamente, le pregunta: −«¿Qué te ocurre, joven?» −«Yo, responde, soy un extranjero acaudalado: he visto esta casa y como me ha gustado mucho, me atrevo á pedirte me hagas el obsequio de permitir que la examine por dentro». −«Dios me libre, joven! Me ha prohibido mi hijo que deje entrar á ningún hombre». Te doy cien piastras, buena mujer, si me consientes la entrada». Cuando oyó la infeliz cien piastras las tomó al momento y le dijo: 287