Cenio y la lamia Vivían juntos doce hermanos, uno de los cuales se llamaba Cenio, y habiendo acordado viajar por el Extranjero, se marcharon de su país, y llegados á una ciudad fuera de su patria se albergaron en casa de la Lamia7. Tenía ésta doce hijas, y con el siniestro fin de escaldarlos con agua hirviendo, invitó á los jóvenes á que durmiera aquella noche con sus hijas, á quienes advirtió que se pusiesen velos negros para reconocerlas más fácilmente. Cenio, que había oído es advertencia, por la noche cuando estaban dormidas cambió de sitia las cubiertas, con lo cual sucedió que la Lamia escaldó, no á los extranjeros, sino á sus hijas. A media noche despertó Cenio á sus hermanos para marcharse antes de que la Lamia se apercibiese del engaño y los matase. Anduvieron desde allí algunos días, al cabo de los cuales llegaron á otra ciudad, á cuyo rey se presentaron, y los admitió en calidad de criados. Cenio era el más hábil, por lo cual sus hermanos le cobraron envidia, y con ánimo de perderlo refirieron al rey que la Lamia tenía una cubierta que resplandecía de noche lo mismo que si fuera día. Entonces les preguntó el rey: −«¿A quién enviaríamos para que nos la trajera?» y los hermanos indicaron á Cenio como el más apto. Díjole el rey: −«¿Eres capaz de ir y traérmela?» −«Iré, señor», contenstó. Marchó al momento á casa de la Lamia, y á escondidas vertió toda el agua que había en la casa y le llenó la despensa de sal. Cuanto á la noche volvió de fuera la Lamia, después de 7
Demonio en forma de mujer (Nota del Trad).
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