El señor Lázaro y los dragones Erase un zapatero remendón, á quien llamaban Lázaro. Cierto día que estaba trabajando, llegáronse á molestarle infinidad de moscas, é irritado les tiró una suela, con la cual mató cuarenta. Ocurriósele entonces hacerse una espada, sobre la cual grabó estas palabras: «De un golpe he matado cuarenta almas». Se marchó al Extranjero, y á dos días de distancia de su patria encontró un pozo, junto al cual se echó y se quedó dormido. En aquel paraje vivían los dragones8. Sucedió que uno de ellos fué á sacar agua y vió á Lázaro dormido y á su lado la espada con aquella inscripción; se volvió y lo refirió á los otros, quienes le encargaron le propusiese ser compañero suyo. Aceptó Lázaro la proposición y vivió en compañía de los dragones! Habláronle de la costumbre que tenían de ir por turno á buscar agua y leña. Llególe á Lázaro el turno para ir por agua, para lo cual se servían los dragones de un odre en el que cabían doscientas ocas9 de agua. Con suma dificultad llevó el odre vacío hasta el pozo, y en la imposibilidad de transportarlo lleno del líquido se entretuvo en ahondar la tierra alrededor del pozo. Estrañando los dragones su tardanza en volver, enviaron uno de ellos para saber lo que ocurría. Llegó el comisionado al sitio y le dijo: −«¿Qué haces ahí, señor Lázaro?» −«Como no quiero, 8 9
Hombres salvajes (Nota del Trad.).
La oca equivalía a cuarenta y cuatro onzas de peso (Nota del Trad). 63