Juan y los dragones Había un hombre que huyendo del bullicio del mundo se fué á vivir al desierto. Poseía algunas ovejas y vendía la leche y la lana, y se entretenía en hacer cucharas, y con el producto de todo ello compraba el sustento para él y su familia, que la componían la mujer y una hija. Hallábase la mujer en cinta, y una noche le sobrevinieron dolores del parto. Corrió el hombre al lugar más próximo en busca de parteras, y entretanto la mujer dio á luz un niño. De vuelta encontró en el camino un monge que le dijo: −«Puesto que se ha hecho tarde, te suplico me admitas esta noche en tu casa». −«Ven», le contestó. Pasó con ellos la noche, y como no tenían quien bautizara el niño, se ofreció y le puso por nombre Juan. Trascurrido algún tiempo murieron el padre y la madre de Juan, que quedó solo con la hermana. Esta le dio una navaja que había dejado su padrino. Decidieron marcharse del pueblo, y al cuarto día encontraron en el camino un hombre que llevaba tres perros. Juan y su hermana habían sacado de su casa tres ovejas, y el hombre les propuso cambiarlas por los perros. Aceptaron, y verificado el cambio, se separaron. Llegaron Juan y su hermana á un palacio habitado por dragones, quienes llenos de espanto al saber que había llegado Juan, cavaron cuarenta orguias10 de profundidad en la tierra y huyeron abandonando su morada. Al marchar dejaron las 10
Medida de cuatro codos (Nota del Trad).
67