El cordero con vellones de oro Cierto rey, sintiéndose próximo á la muerte, repartió su fortuna entre los tres hijos que tenía. Los dos mayores se emborrachaban cada día un la taberna, y entre éste y otros vicios consumieron el capital de su padre y contrajeron deudas. El menor, por el contrario, conservó los bienes de la herencia, y habiendo contraído matrimonio tuvo una hija hermosísima, á la cual encerró en un palacio que hizo construir bajo tierra. Degolló al artista que lo habla construido para que á nadie pudiera descubrirlo, y publicó un decreto en estos términos: «El que sea capaz de encontrar la hija del rey, se casará con ella, pero de no encontrarla, se le quitará la vida». Muchos hombres lo tomaron á empeño y todos perecieron. Un joven gallardo se presentó á un pastor y le suplicó lo metiera en una piel de oveja con vellones de oro y lo llevara al rey. Hízolo como lo deseaba, metiendo también comida, pan y cuanto necesitaba. Al ver el rey un cordero tan hermoso le dijo: −«¿Vendes el cordero?» −«No, mi señor el rey, no lo vendo, pero si lo necesitas, no te privaré de ese gusto; te lo presto por tres días y después me lo has de devolver». El rey lo tomó y lo llevó al palacio subterráneo, y al encontrarse en una puerta, gritó: −«¡Abríos, cavernas de la tierra!» Y la puerta se abrió por si sola. Atravesando varias habitaciones, tropezó con otra puerta y gritó de nuevo: −«Abríos, cavernas de la tierra», y la puerta se abrió por sí sola. Allí estaba el cuarto, todo de plata, donde habitaba la princesa, á quien dio el cordero y luego lo dejó solo con ella. 89