La princesa guerrera Cierto rey que vivía en compañía de sus tres hijas recibió un despacho que le obligaba á ir á la guerra, y como era anciano lloraba y reflexionaba entre sollozos lo que debía hacer. Acercósele su hija mayor y le preguntó: −«¿Qué tienes, señor, que lloras?» −«No te importa saberlo; vete de aquí», le contestó. −«No, señor, dímelo». −«¿Qué te he de decir, hija querida? Me han avisado que vaya á la guerra, y no puedo». −«Ay, la guerra será fatal y desgraciada para ti, y te suplico que me cases antes». Fué después la mediana y le preguntó á su vez: −«¿Qué tienes, padre mío, por qué lloras?» −«Vete de aquí, no te importa saberlo». −«No, dime qué es ello». −«No te lo diré porque me contestarías lo mismo que la otra». −«No, señor, no te diré lo que te ha contestado mi hermana». −«Pues qué he de tener, hija mía, me han participado que he de ir á la guerra, y como soy anciano no puedo». −«¡Ay! fatal y desgraciada te será la guerra, y por eso te suplico que antes me cases!» Fué después la menor y también le preguntó: −«¿Qué tienes, padre, que lloras?» −« Vete de aquí, no te importa saberlo». −«No, dímelo». −«No quiero, porque me contestarás lo mismo que tus hermanas». −«No, yo te juro que no te diré lo mismo que las otras». −«¡Qué he do tener, hija mía, me han avisado que he de ir á la guerra, y no puedo por mi edad y mis achaques!» −«¿Y por eso te apuras y lloras, padre mío? Mándame hacer un trajo de hombre y dame un buen caballo, y yo 97