SEMANA SANTA OSUNA 2018
El nuevo crucifijo-relicario de la Vera-Cruz con las reliquias del Lignum Crucis y San Francisco de Asís Fue San Francisco de Asís, origen de la mística cisterciense gestada en la Baja Edad Media, el verdadero punto de apoyo del culto histórico a la Cruz, y fueron los frailes minoritas los que, siguiendo al seráfico padre fundador, difundieron su culto en todos sus conventos. A partir del siglo XIV la devoción se institucionalizó de manera colectiva a través de la fundación de las cofradías de la Santa Vera-Cruz, que definitivamente se expandieron por toda España durante la segunda mitad de la siguiente centuria, en la mayoría de los casos de la mano de los franciscanos. La importancia que para estas corporaciones cruceras nacidas en el seno de la familia franciscana tuvo la cruz arbórea del Árbol de la Vera (Verdadera) Cruz, les llevó a fomentar el culto a las reliquias del santo madero en el que fue sacrificado Cristo. Las referencias documentadas más antiguas sobre su hallazgo se localizan en la Historia eclesiástica de Gelasio de Cesarea y en la Historia de la Iglesia de Rufino, escrita algún tiempo después hacia el año 400. Posteriormente fue recogida en la Leyenda dorada de Santiago de la Vorágine. Según la tradición, entre los años 325 y 327, Santa Elena, la madre del emperador Constantino, hizo derribar el templo de Venus que se encontraba en el Gólgota de Jerusalén y ordenó excavar en aquel lugar hasta que se hallaron los restos de la cruz donde había muerto Jesucristo. Se afirma que el descubrimiento sucedió un 3 de mayo y por ello la Iglesia Católica celebra y conmemora en ese día la festividad de la Invención de la Cruz. Las consecuencias milagrosas del hallazgo y el valor capital de una de las reliquias más veneradas y de mayor trascendencia del Cristianismo propició que las peticiones de astillas del sagrado leño fueran legión. Desde fechas muy tempranas fragmentos diminutos de aquel preciado tesoro se fueron distribuyendo por todo el orbe católico. La posesión de
Andas con el relicario antes de la estación de penitencia del Martes Santo Foto: José Manuel Torres Rivera
un signo tan relevante hizo que las iglesias que los albergaban se convirtieran en prestigiosos centros de peregrinación. Cada institución depositaria se aprestó a encargar esplendidos relicarios, labrados en suntuosos materiales, para ofrecer a todos la contemplación reverencial de la reliquia. Los diseños y variadas ornamentaciones respondían al gusto predominante en cada época. Oro, plata, bronce, y otros nobles elementos rendían el universo de materias preciosas ante aquellas menudas esquirlas del santo madero. En ello latía siempre un sentimiento de reverencia y adoración que justificaba la riqueza de sus envolturas.
Detalle de la parte trasera del relicario Foto: Fabián Pérez Pacheco
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Como la mayoría de las cofradías de la Vera-Cruz, la de Osuna contó con un relicario que contenía una reliquia del Lignum Crucis, al menos, según se tiene documentado, desde finales del siglo XIX. La complicada situación por la que atravesó la hermandad tras abandonar su capilla y sede histórica en el convento de