SEMANA SANTA OSUNA 2018
La ocultación y hallazgo de imágenes perseguidas para protegerlas de la profanación. Algo en común a todas ellas era el reconocimiento de su gran poder taumatúrgico, probado a través de los muchos milagros reconocidos que agradecían sus muchos devotos y la jerarquía eclesiástica se encargaba de ratificar, potenciar y difundir, por medio de documentos oficiales, concesión de indulgencias y publicación de textos apologéticos2.
El fenómeno de ocultación de imágenes religiosas ante el riesgo de la barbarie de su destrucción o destrozo por cuestiones políticas y religiosas es una constante a lo largo de la historia, que se constata desde el principio de las religiones. En el cristianismo paradigmáticas fueron las persecuciones de Roma o las luchas entre iconoclastas e iconóludos en el imperio bizantino desde el siglo VIII, que provocaron un conflicto a nivel político, religioso, artístico y social de enorme trascendencia. También lo fue la Reforma de los protestantes en la Europa del siglo XVI, que provocó la reacción de la ortodoxia católica con el Concilio de Trento y la Contrarreforma. En este contexto se sitúa la conocida cita de Jerónimo Gudiel al tratar sobre el IV conde de Ureña, al asegurar que “[...] al tiempo que Alemania e Inglaterra inficionadas de la heregia Lutherana despedian de si los ornamentos e imágenes de las iglesias, el [Juan Téllez-Girón] velando con animo Christiano, como verdadero de la Iglesia las recogia y amparaua, y aun muchas vezes con suspiros y lagrimas: y assi dexo en su villa de Osuna y en todo su estado del Andalizia tan gran numero de imágenes, y de tan excelente mano, que con difficultad se podrian juntar en gran parte del reyno, y ni mas ni menos muchos ornamentos de los que compró en Inglaterra, menospreciados de los Luteranos [...]”1.
El hallazgo de imágenes antiguas y con carisma durante el Barroco Desde época medieval fueron numerosas las leyendas que relataban el hallazgo de imágenes milagrosas que habían sido escondidas para que no cayeran en manos de los musulmanes. A partir del Concilio de Trento y especialmente durante el Barroco, con el refuerzo de la doctrina tradicional, tomaron especial relevancia aquellas imágenes antiguas que estaban reforzadas por historias recogidas en viejos documentos, ratificados y enriquecidos en época moderna, que les confería un aura de leyenda y una trascendencia que las convertía en instrumentos muy valiosos. La cualidad que más se valoraba en ellas no era tanto su belleza o perfección artística como su aspecto singular y devoto y, especialmente, su origen remoto y capacidad milagrosa. Sobre lo primero se fabulaba con su antigüedad, que se solía remontar a la noche de los tiempos o como muy pronto a los momentos en que se restableció el cristianismo en las respectivas diócesis. En este contexto encontramos las que fueron halladas en el mar o fueron extraídas de pozos, montañas o de los gruesos de los muros de edificios donde siglos atrás habían sido guardadas
Incluso se prodigó un modelo arquetípico de relaciones con un cierto esquema dentro de la variedad que narraban el hallazgo de imágenes, ajustado en su redacción a unas pautas estructurales muy precisas y estables. En el relato del hallazgo el “inventor” era generalmente un personaje joven, sin estatus relevante, como era el caso de campesinos o pastores, a los que se le sumaron religiosos y religiosas a partir del siglo XVII.
1.- GUDIEL, Gerónimo: Compendio de algunas historias de España, donde se tratan ciertas antigüedades dignas de memoria, y especialmente se da noticia de la antigua familia de los Girones y de otros muchos linajes. Dirigida al Excelentisimo Señor D. Pedro Girón, cuarto de ese nombre, Duque primero de Osuna, y quinto Conde de Ureña, Alcalá de Henares, 1577, fs. 119r.-v. 2.- RAMALLO ASENSIO, Germán Antonio: “La imagen antigua y legendaria, de aparición o factura milagrosa: imágenes con vida, imágenes batalladoras. Su culto en la catedrales españolas durante el Barroco”, La catedral, guía mental y espiritual de la Europa Barroca Católica, Germán Antonio Ramallo Asensio (coord.), 2012, pp. 37-102.
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