pulmón: “es un milagro que haya salvado la vida”, declaró entonces el célebre doctor Máximo García de la Torre. Con 70 años de edad este gigante de la ‘Fiesta Brava’ es recordado por su valentía... por su toreo rebosante de alegría. Capítulo Veinticinco MANOLO MARTÍNEZ, o simplemente Belcebú “Guerrillero,” fue el toro que mejor vi torear a Manolo Martínez en su triunfal carrera – Es la opinión escrita por don Francisco Madrazo en sus memorias, impresas en el libro El Color de la Divisa, y agrega: … dije: torear, no solo darle pases-. No olvido que el toro estaba marcado con el número 68, y que abrió plaza. Además, era de una preciosa estampa y fue en su lidia claro, serio, encastado y muy fijo, dejando estar a Manolo a su aire y a su gusto. El “Guerrillero” no hizo una sola cosa fea en su lidia y Manolo Martínez le compuso una clásica faena, formada de una treintena de pases, perfectamente dados sobresaliendo un hermoso muletazo de trinchera con la zurda, que fue todo un poema por la belleza, la lentitud y el sabor que le imprimió. Valiosa esta declaración quien haya sido, posiblemente, el aficionado
que vio el mayor número de toros de don Javier Garfias por la condición de veedor de las corridas de toros durante la gerencia de Garfias en la Plaza Monumental México, por sus orígenes en La Punta y como ganadero de Pastejé y por haber sido en vida uno de los más entendidos e informados aficionados en la historia taurina de México. Regresando a la tarde con Paco Camino, fue “Aviador”, como se llamó el cuarto toro de Garfias en el candente mano a mano que salió a la arena abanto y huidizo, provocó un caos de refilonazos, acosos y persecuciones inesperados. Nadie daba un centavo por lo que iba a ser la faena. Craso error. Manolo Martínez picado en su amor propio por la magistral lección del sevillano, estaba resuelto a triunfar. Sujetó la huida del manso con mano maestra, lo centró en la flámula y, aguantando parones y gañafonazos, terminó por convencerlo de quién mandaba en el ruedo. Aquella tarde en Querétaro con el aire impregnado del aroma de la grandeza de Camino con Navideño, se impuso Manolo Martínez. Lo hizo con su temple absoluto y un valor tapado por la estética. Acabó Manolo endilgándole un faenón, templado y cadencioso, en los pasajes culminantes, además de estoquearlo con idéntica decisión Javier Garfias 185