propuesto: dominio público (a excepción de Szymborska), publicado/a en el siglo XX, representativo/a de su país, universalidad de temas, calidad poética reconocida y brevedad de una página. Entre los laureados con el Nobel de literatura, además de los citados Yeats (1923) y Szymborska (1996), se encuentran el belga Maurice Maeterlinck en 1911 (Lloro los labios ya gastados / donde los besos no han nacido, / y los deseos abandonados / sobre dolores abatidos) y el danés Johannes Vilhelm Jensen en 1944 (Y vemos trocarse en centellas / a pequeñas flores amarillas de un fulgor soberano), ambos todavía con pocas traducciones al castellano. El poema de Jensen, de hecho, tuvimos que traducirlo del inglés, tal como los poemas del eslovaco Pavol Országh Hviezdoslav (Es preciso atacar, rendir, vencer, / nos, los débiles, a ruines tiranos), el letón Aleksandrs Čaks (Con amigos veo declinar el día / hasta superar la tranquila espera) y la lituana Salomėja Nėris (¡Oh, madre! Dime, ¿por qué la tierra muda / transita, día y noche, silenciosa?). También convoqué a algunos escritores que antes solo había leído casualmente: el alemán Stefan George (Y supe con tristeza de la renuncia: / ningún rumor puede reemplazar a la palabra), el croata Antun Gustav Matos (Esta campana que solloza / como un titán, bajo un extraño cielo, / me trae a la memoria otra campana), la finlandesa Edith Södergran (he visto a una mujer sonriente y pintada: / jugaba a los dados su dicha, / perdiéndola), el húngaro Attila József (En vano hundes tu rostro en ti mismo, / sólo podrás lavarlo en otro rostro), la luxemburguesa Anise Koltz (A veces una palabra / cae del cielo / No va dirigida a nadie / pero cubre de golpe / un paisaje), el rumano Ilarie Voronca (en lo alto de los promontorios ondea el estandarte del viento / nada oscurecerá la belleza de este mundo) y la sueca Karin Boye (Sí, por supuesto que duele cuando los pimpollos se abren. / ¿Por qué de otro modo la primavera vacila?). Por último, a quienes conocí gracias a esta labor: el búlgaro Nikola Vaptsarov (Quizás sin avisar, invitado lejano / al que ya nadie espera, te visite en un sueño), el chipriota Costas Montis (Bajo nuestras casas había otras casas, / bajo nuestro pasos, otros pasos, / bajo nuestro amor, otro amor), el esloveno Srečko Kosovel (Como si anduviera / sobre puntas, / 12