Secretaría de Educación
La Subsecretaría para el Desarrollo Educativo a través de la Dirección General para el Desarrollo Integral de la Comunidad Educativa, difunde este compendio de narrativas de estudiantes de 6to. grado de escuelas públicas del estado de Guanajuato, el cual se realizó con fundamento en el art. 35 fracc. I y VIII del Reglamento Interior de la Secretaría de Educación de Guanajuato. En este trabajo la reproducción de los materiales pudo haber sido modificado en su contenido para efectos de la publicación, respetando siempre las ideas principales de cada autor.
Leyendas de mi comunidad
Primera edición Edición y diseño editorial: PIIL (Programa Integral de Impulso a la Lectura)
© 2018 Secretaría de Educación de Guanajuato Complejo Administrativo Pozuelos s/n 36082 Guanajuato, Guanajuato, México www.seg.guanajuato.gob.mx
Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio sin el previo y expreso consentimiento por escrito de la Secretaría de Educación de Guanajuato a cualquier persona y actividad que sean ajenas a la misma.
Impreso en México
crear debes ser consciente ÂŤ Para de las tradiciones, pero para mantener las tradiciones debes crear algo nuevo.
Âť
Carlos Fuentes
Prólogo Este compendio que tienes en tus manos es la recopilación del folclore y fantasía compuesto por leyendas populares, que aquí se presentan escritas desde la mirada de niñas y niños de 6° grado de primaria. En estas narraciones el pasado se vuelve presente a manera de leyendas.
Las leyendas son esas historias que transmitimos mayormente de forma oral a nuestros familiares y amigos a través del tiempo, sobre personas, lugares o hechos. Ya sea que se traten de sucesos reales o fantasiosos, siempre conservan un toque de misterio que nos envuelve, nos maravilla y además, en ocasiones, nos quita el sueño.
Algunas leyendas tienden a dejarnos una moraleja o lección. Este consejo es lo importante, al transmitirlo de manera divertida o con cierto miedo, aseguramos que los lectores presten atención y aprendan la enseñanza.
Nota: La Secretaría de Educación Pública se reserva el derecho de omitir algunos nombres de personas o lugares mencionados en las leyendas, con la finalidad de salvaguardar la identidad de los mismos. Y acorde a la decimotercera base de la convocatoria publicada para el 1er Congreso de Creación Literaria, se han modificado en forma parcial, algunas de las leyendas impresas en este cuadernillo con la intención de excluir contenido de carácter violento u ofensivo que pudiera herir susceptibilidades en algunos lectores.
Índice
La bruja Florentina Alberta y Julián La última bruja Contrato con el diablo El beso en el balcón Ernestito La leyenda del fantasma del Camino Real La niña del espejo La leyenda de las ánimas La niña que anda penando ¡Qué susto! Los pozos del fraile La casa del terror La piedra del padre El catrín El hombre de la carreta La indita encantada Cómo nació la collazada en la localidad La Providencia Don Diego El Brinco del Diablo La Loca de las Vías El atleta de La Bufa La cueva del Cerro del Puerto Las almas en pena de La Alberca El jinete del Cerro de Arandas La leyenda de San Jerónimo El niño perdido en su sueño La novia Vicenta El conde de la Ex Hacienda del Copal
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El monje Bolas de fuego Rosarios nocturnos El tesoro de La Cerca Doble La terrible historia del cráter El callejón del Diablo La Monita y los pájaros La iglesia del miedo El Cristo de oro El fantasma del castillo Catle La niña del panteón El caminante misterioso La leyenda de la mujer vampiro El abuelo, el niño y la bruja María Graciana La leyenda del llanto La Niña Blanca La piedra que Satanás tocó El convento de La Merced
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Cuentacuentos y Cronistas La importancia de los Cuentacuentos y Cronistas
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Los cuentos que integran esta antología, fueron selecionados por los siguientes académicos y personalidades del mundo de las letras de Guanajuato. Dr. Daniel Ayala Bertoglio Lic. Elisa Jaime Rangel Lic. Daniel Silva Lic. Graciela Elizarrarás Cerda
1er.
La bruja Florentina
Lugar
Hugo Eduardo Gaona Reyes Esc. Francisco González Bocanegra • Mpio. León
M
i abuelo Gonzalo me contó que en la comunidad de Llano Grande, una noche se encontraban tres hombres platicando mientras encerraban a sus animales en los corrales, de pronto Faustino, uno de ellos, miró para arriba y pudo ver una luz muy brillante en el cielo y dijo en voz alta: —¡Miren, Juan, Celestino, es una bruja!— Ellos respondieron: —¡No, más bien parece una estrella!— Faustino insistía: —¡Es una bruja, la bajaré!
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Entonces Faustino se quitó los huaraches, los colocó en el piso con las suelas hacia arriba, se quitó la faja que llevaba puesta a manera de cinturón, y comenzó a rezar. Cada vez que hacía una oración, también hacía un nudo a la faja. Juan y Celestino observaban cómo iba haciendo más nudos y oraciones, mientras que la luz del cielo se acercaba cada vez más. Cuando hizo el último nudo, pudieron ver a la bruja cerca de ellos, la intentaron sujetar, pero ella se defendía, se resistía, aleteaba, y cuando por fin lograron agarrarla, la llevaron a encerrar en un jacal. En la madrugada, alrededor de las 2 o 3 de la mañana, la bruja gritaba: —¡Déjenme salir, por favor!, ¡quiero ir a casa!— Juan se acercó y le dijo: —¿Por qué deberíamos dejarte ir?— Ella le contestó que antes de salir de su casa había dejado a su esposo dormido, y que al amanecer, él se daría cuenta de que ella no estaba y se iba a molestar mucho. Les dijo: —Me llamo Florentina y soy de Guadalajara, ¡no he hecho nada malo!, si me dejan ir, les prometo que el día que ustedes visiten mi ciudad yo los recibiré con gusto, en agradecimiento al favor que me hicieron—. Entonces, ella les dio la dirección del lugar
en donde vivía, acto seguido les repitió que cuando anduvieran por allá, la visitaran y con gusto los recibiría. Pasaron algunos años y un día Faustino, Juan y Celestino tuvieron la necesidad de ir hasta Guadalajara para realizar un trámite, una vez que arreglaron su documentación, ya cuando se disponían a realizar su viaje de regreso, se acordaron de aquel día, Juan les propuso: —¡Vamos a ver si es verdad lo que nos dijo la bruja!—Faustino y Celestino respondieron: —¡Está bien, vamos a ver qué pasa! Fue entonces que se dirigieron a la dirección y con las señas que Faustina les dio, por fin llegaron, tocaron la puerta, ¡cuál fue su sorpresa cuando una mujer muy elegante salió, e inmediatamente los reconoció! Los invitó a pasar, los atendió de maravilla y les agradeció el gesto que tuvieron con ella. Juan, Faustino y Celestino pudieron comprobar que era verdad lo que la bruja les había dicho, quedaron sorprendidos por su gentileza. Al regresar al pueblo de Llano Grande, les relataron a sus amigos y familiares esta historia que al paso de los años se ha convertido en leyenda. Los tres amigos estaban contentos al saber que no toda la gente es mala y que, como dice el viejo refrán: «arrieros somos y en el camino andamos», nunca se sabe el día que podamos necesitar ayuda de otras personas, por eso, hay que hacer el bien, sin mirar a quién.
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2do.
Alberta y Julián
Lugar
Joselyn Paola Zúñiga Villanueva Esc. Siete Luminarias • Mpio. Valle de Santiago
C
uentan que hace mucho tiempo, en la ciudad de Valle de Santiago, Guanajuato, había un viejo rey que tenía siete hijas, a las que hoy conocemos como «Las Siete Luminarias», ellas eran: La Alberca, La Hoya de Cíntora, La Hoya de Rincón de Parangueo, La Hoya de Estrada, La Hoya Blanca, La Hoya de Álvarez y La Hoya de Solís. Un día, el rey las hechizó para que nunca se casaran, ya que él las quería muchísimo. Se decía que para romper el poderoso hechizo, una de las hijas tenía que ser llevada a la iglesia más cercana, es decir, a la iglesia de Victoria de Cortazar.
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Una noche La Alberca, quien se llamaba Alberta, se escapó tratando de romper el hechizo, ya que ella estaba profundamente enamorada de Julián, conocido actualmente como el Cerro de Culiacán. Mientras ella caminaba, se topó con un leñador que juntaba leña para su casa. Viendo la oportunidad, le pidió que la cargara hasta la iglesia, y una vez allí, ella le daría todo el dinero y la leña que él quisiera, el leñador aceptó. Al llegar a la puerta de la iglesia, la gente le preguntó: —¿Qué es ese animal tan feo que cargas en la espalda?— En ese momento, el leñador volteó y miró que atrás, llevaba un dragón que echaba fuego por todos lados, y lo aventó. Entonces, él escuchó: —¡¿Para qué me soltabas, si ya la llevabas ganada?!— Debido a esto, Alberta tuvo que regresar a su casa muy enojada. Una vez en su casa, su mamá le preguntó: —¿Es verdad que intentaste romper el hechizo?— Y ella le contestó: —Sí, pero sin que mi papá se diera cuenta—. Días después, el rey se enteró de lo sucedido y les volvió a hacer otro hechizo más
poderoso aún, a causa de este, las siete hijas se convirtieron en volcanes y cada siete días hacían erupción. Al poco tiempo, La Alberca bramaba y el Cerro de Culiacán le contestaba, y para que eso no continuara, un sacerdote los fue a casar; a La Alberca con el nombre de María Alberta del Corazón de Jesús y al Cerro de Culiacán como José Julián, desde ese día ya no bramaron más y quedaron casados hechos volcanes. Desde entonces, el agua de La Alberca cambia de color: verde, su color natural; azul, para avisar cuando alguien se está ahogando; y roja, cuando va a suceder algún temblor en cualquier parte del país. La Alberca es el cráter más conocido de Valle de Santiago y se localiza en el centro de la ciudad, debido a esta cercanía, es el más visitado. Mucha gente dice que cada 25 de septiembre, Día de La Alberca, ella se traga a un hombre, tratando de suplir el amor que nunca tuvo, y aunque muchos buzos los busquen, no encuentran nada, pues se dice que no tiene fondo (aunque hoy sabemos que no es así). Esta bonita historia nos enseña a luchar y defender, por mucho que sean los obstáculos, al verdadero amor.
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3er.
La última bruja
Lugar
Cecilia Troncoso Hernández Esc. Ignacio Allende • Mpio. Silao
E
n un lluvioso atardecer del mes de agosto, un grupo de estudiantes de la comunidad de Cuarta Parte, decidieron salir a caminar a través de las terracerías principales del lugar. Jugaban, saltaban y reían sin parar por la felicidad que les causaba la libertad de sentir la lluvia sobre sus rostros, por la agradable sensación de la suave brisa y el aroma tan encantador de la tierra mojada, así como por las flores verdes y amarillas que sobresalían por la orilla de la calle. Poco a poco, fueron perdiéndose en la lejanía de la comunidad, y sin pensarlo, ya estaban a kilómetros de distancia de sus hogares, esa libertad los fue orillando a perderse entre los cerros y la vegetación.
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De pronto, César, uno de los estudiantes de sexto grado, verificó la hora en su reloj y decidió volver a su casa. Sin pensarlo, abandonó al grupo. En el camino de vuelta a su casa, vio a lo alto del cerro a una hermosa mujer que estaba sentada en una gran peña, él pensó que se trataba de la sombra de un árbol, pero la mujer comenzó a caminar más de prisa, a César se le aceleraba el corazón al ritmo de sus pasos, mientras la voz de esa mujer empezaba a invadirlo en todo su cuerpo. Fue tanto el miedo, que en pocos minutos llegó pronto a casa y con un color muy pálido entró corriendo a su cuarto. La madre de César, que en esos momentos estaba haciendo la comida apresurada, fue a ver qué ocurría con su hijo. Este no podía hablar por el miedo que aún taladraba su cerebro, intentó calmarse, pero no pudo impedir que su rostro palideciera levemente. Pasadas las horas, el chico se sintió mejor al recibir un té de manzanilla y gracias a un cálido beso que su madre le propinó en la mejilla, mismo que fue un brevísimo bálsamo de paz en todo su cuerpo. Ya más tranquilo, César pudo hablar con su madre y le hizo saber lo que había visto. Al finalizar su relato, la madre le aconsejó no salir de la casa sin pedir permiso, porque en la loma salía una mujer muy hermosa que empezaba a llamar a las personas, y cuando se acercaban a ella se convertía en un horrendo monstruo con cabeza de serpiente y cuerpo de perro salvaje.
César escuchaba atentamente lo que le contaba su madre y bebía la infusión que ella le había preparado. Estaba tan absorto por la charla, que tardó en notarlo, la tarde se había oscurecido antes de lo esperado. Una brisa fresca lo había obligado a interrumpir la conversación de su madre. Quedó paralizado porque al mirar el cielo cubierto por amenazantes nubarrones, se preguntó con preocupación qué les estaría pasando a sus compañeros de grupo, le comentó a su madre que sus compañeros estaban lejos de sus hogares, y que probablemente se encontrarían con ese inmenso monstruo en lo alto de la loma. La lluvia arreciaba. Pesadas gotas se multiplicaban cayendo en las láminas de la casa de César como proyectiles, cubriendo más superficies con el transcurso de los minutos. La madre de César dio parte a los familiares de los compañeros de su hijo y de pronto, las calles comenzaron a llenarse de muchas personas que, preocupadas, iban tras el paradero de sus hijos. En poco tiempo, la multitud se hacía cada vez más y más grande y la comunidad entera comenzó una búsqueda por los cerros de los alrededores. Al poco tiempo, la lluvia se fue desvaneciendo poco a poco, transformándose en una fina llovizna. Una luz en lo alto de un cerro fue la señal de que la gente venía de regreso con sus hijos sanos y salvos. Desde ese entonces, César, sus compañeros y la mayoría de los habitantes de la comunidad, tienen la costumbre de avisar antes de alejarse de las inmediaciones del pueblo.
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Contrato con el diablo Densel Gabriel Aguilar Esc. Prof. Pablo Gómez López • Mpio. Santa Cruz de Santa Cruz de Juventino Rosas
E
n el pueblo de Juventino Rosas existe una hacienda muy bonita, llamada Valencia, conocida por sus hermosos jardines y la leyenda que guarda entre sus paredes.
Cuenta la leyenda que su antiguo dueño, don Vicente, era un hombre rico y poderoso, conocido entre las personas por ser un cacique que se aprovechaba de los pobres. Él vivía junto a su hija, la cual amaba más que a nada y su esposa, eran una familia muy feliz, pero don Vicente tenía muchos enemigos.
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Una noche entraron a su casa a robar, en aquellos tiempos, no eran muy comunes los bancos y don Vicente guardaba todas sus riquezas en su casa, el ladrón se llevó hasta el último peso. Entonces, don Vicente al enterarse de esto, se enfureció y juró encontrar a aquella persona que le había robado, buscó por un tiempo, pero fue inútil. Cegado por el odio, nunca se rindió. Un día, cuando estaba buscando por un camino, se encontró a un catrín muy elegante, quien le dijo a don Vicente que él lo podía ayudar a cambio de algo que él quisiera mucho. Don Vicente desesperado por el dinero, accedió e hizo un contrato con el catrín, sin darse cuenta de que era el mismo diablo. El catrín le dijo que tenía que ir por el camino viejo a Celaya junto a las vías del tren y seguir las señales por muy raras que parecieran. Así lo hizo, se fue por el camino que parecía el más tenebroso, pero tenía que continuar, a pesar del miedo, pues escuchaba lamentos. Muy al fondo del camino don Vicente vio un caballo solo con una bolsa de dinero colgando, vio algunas monedas que brillaban a lo lejos y siguió hasta que encontró recargado en un árbol al ladrón ahogado de borracho. Don Vicente estaba tan feliz de encontrarlo con su dinero, que aunque faltaba un poco, esto no le importó. Después, mandó fusilar al ladrón e hizo una enorme fiesta para celebrar, olvidando que lo que más quería era a su hija, y el catrín haría valer su contrato.
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Al día siguiente, cuando don Vicente despertó, su hija había desaparecido. Él intentó buscar al catrín, pero jamás lo encontró, ni a su hija. Don Vicente entró en depresión, perdió todas sus riquezas buscando a su hija, todo por su ambición por el dinero. Cuenta la leyenda que murió de tristeza, solo en su hacienda, y desde entonces, al meterse el sol, se refleja la sombra de don Vicente. Hay quien dice que se aparece ofreciendo oro para encontrar a su hija, y que quien lo ayuda condena su alma al infierno.
El beso en el balcón Said Alejandro Mata Morales Esc. Ignacio Allende • Mpio. Guanajuato
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abía una vez un poderoso hacendado y de carácter especial que se llamaba don Luis, quien amaba profundamente a su hija Elisa. Pasó el tiempo y Elisa se convirtió en una hermosa mujer, a ella le gustaba salir a montar su caballo por los pastizales de la hacienda. Un día, se topó con un forastero llamado Alejandro. La humildad, la buena educación y las atenciones de Alejandro conquistaron el corazón de Elisa. Acordaron verse por segunda vez en el mismo lugar, esto era una buena idea para Elisa, ya que su padre le prohibía relacionarse con hombres, al menos que él lo eligiera.
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El tiempo pasaba, Elisa y Alejandro continuaban con citas a escondidas y su amor crecía poco a poco. Un día don Luis invitó a su hacienda a un hombre de clase alta llamado Diego de la Mora para presentárselo a Elisa, su plan era que contrajeran matrimonio. Elisa no pudo negarse ante las órdenes de su padre, aunque su corazón pertenecía a Alejandro. Al ya no poder asistir a sus citas secretas, Elisa decidió verse con Alejandro a escondidas en el jardín, su padre no se dio cuenta y ella le platicó lo que estaba sucediendo y le comentó que ya no podrían verse. Alejandro se llenó de emociones encontradas y le respondió que no lo permitiría. Elisa le dijo: ―Mientras pensamos en una solución, puedes venir a visitarme por las noches a mi balcón, mi padre no se dará cuenta. Alejandro estuvo de acuerdo y comenzaron las visitas secretas. Un día, mientras los enamorados se daban su primer beso, don Luis andaba caminando por el jardín y los vio. Lo primero que pensó en hacer, fue acabar con la vida de Alejandro; sin embargo, al acercarse en el balcón, el señor comenzó a sentirse mal y murió al instante. Elisa corrió hasta donde estaba tirado su padre y lloró por su partida.
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Tiempo después, como ya no había impedimento alguno, Elisa y Alejandro pensaban en casarse y vivir felices por siempre. Sin embargo, algo muy curioso pasó, en una noche de luna llena, se comenzó a ver en la Plazuela de los Ángeles a un hombre rondar y subir al callejón, al acercarse a la casa de Elisa pasó a través de las paredes y se comenta cómo éste le arrebató la vida. Todas las personas de la ciudad de Guanajuato saben que la historia es verdad y que posiblemente el asesino espectral de Elisa sea su propio padre, quien en sus oscuros pensamientos, así lo habría hecho. No hay nada peor que la mala voluntad y hasta la muerte los puede perseguir. Por eso, es bueno que actuemos bien y sin miramientos.
Ernestito Hannya Alizee Samperio Vega Esc. Ignacio Allende • Mpio. Guanajuato
T
odo comenzó cuando dos vidas se perdieron. Ese grito aterrador de don Martín se escuchó por toda la mansión de los Mendoza, donde una noche de gran tormenta, entró a su casa, encontrando a su mujer sin una gota de aliento, ella lo miraba con enojo, con fuego en su mirada, diciendo: —¿Qué hiciste Martín?— Él bajó la mirada, una lágrima corría por su rostro, sabía que su vicio al juego y la avaricia habían penetrado en su cuerpo dándole la vida de su amor a aquel sabio diablo con el que había perdido su última jugada en ese salón.
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Don Martín al ver la mirada sin sentido y sin alma de su esposa, salió exaltado de la habitación, su grito despertó a Ernestito, su hijo de seis años, quien tomó a su padre de las piernas y llorando le preguntó: —¿Qué tienes papacito?— Él no le contestó, simplemente lo ignoró y se encerró en la habitación lleno de remordimiento y cólera. Ernestito no lograba contener el llanto, no sabía lo que ocurría, pero su nana doña Rosa, logró que el trauma de aquella noche no fuera tan doloroso, pues lo cubrió entre sus brazos con aquel chal que su patrona usaba para cargar al niño de bebé y lo llevó a su humilde casa, desapareciendo del hogar que una vez fuese de una familia feliz. Fue así que Ernestito creció, siendo un humilde minero de Cata, buen hijo de mamá Rosa, buen hermano, amigo, con principios y educación, guapo él, de porte español, con ese plus que solo tiene la gente adinerada de esos tiempos. Aunque había olvidado su pasado, cada noche lo despertaba el sobresalto de las pesadillas que rodeaban su vida, mamá Rosa lo abrazaba con tal fuerza que él lograba dormir tranquilo: —Son solo pesadillas—, le decía. Él convencido, le creía. Doña Rosa tenía muy arraigada la educación religiosa y sus hijos habían sido partícipes de
la iglesia. Ernestito no podía ser la excepción, todos los días, pasaba con el padre Juan para apoyarlo, pues era un señor de edad avanzada, pero con mucha sabiduría. Ernesto le había platicado de sus pesadillas recurrentes, donde una señora de hermosa figura, pero con una gran angustia, le pedía, extendiendo su mano, la sacara del infierno. El padre Juan sabía que eso era verdad, pues conocía la historia de sus padres y estaba consciente de que seguramente era el alma en pena de su madre; sin embargo, no podía hacer mucho más que sugerirle orar por ella. El sacerdote conocía toda la verdad, pero doña Rosa se lo había platicado en secreto de confesión, a lo que a él solo le quedaba callar y rezar por el tranquilo descanso de esa mujer. Pasó el tiempo y por razones de organización, el padre Juan fue invitado a cubrir al señor Abad a la Basílica Colegiata de Nuestra Señora de Guanajuato el Sábado de Gloria, donde la misa se realizaría entre las 10 de la noche y la madrugada del Domingo de Resurrección. Así que solicitó a Ernesto el apoyo como acólito, pues era de los pocos que conocía detalladamente los ritos a realizar en una misa y así fue. Esa noche Ernesto se despidió de mamá Rosa, ella lo bendijo como cada día, prometiéndole un rico atole blanco y buñuelitos a su vuelta, pues la señora Rosa ya era muy viejita para poder salir a tan altas horas de la noche. La ceremonia terminó, Ernestito se despidió cordialmente del padre, él le correspondió con un abrazo cariñoso, le dio la bendición y le agradeció su apoyo. El chico salió de la iglesia con una sonrisa tranquila e inigualable, tomó su morral y se dirigió por la calle de El Truco, allí justo bajando la escalera del templo, se encontró con un señor de figura gallarda, él lo llamó por su nombre: —Martín Ernestito—, dijo. El joven volteó amablemente y sin temor le preguntó en qué lo podía ayudar, el hombre sonrió y en tono de burla respondió: —En mucho chiquillo, tú eres uno de los Mendoza, un alma prometida. Sí, esa mujer que escuchas en sueños es tu madre, quien cree protegerte desde el infierno, ilusa, pues no es así, hoy vengo por ti, no hay más, la avaricia de tu padre don Martín tuvo su precio y sus consecuencias, el dinero no lo es todo, él no lo supo entender, pues aún en el infierno ha jugado tu ser. Ernestito levantó su cara y por el reflejo de la luz de la lámpara logró ver el aterrador rostro de aquel sujeto, era el diablo. No tenía otra alternativa, algo en su corazón le decía que su pasado lo perseguía, presentía que esa noche sería su fin, y que nada podría hacer.
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La leyenda del fantasma del Camino Real
Edith Areli Reséndiz Jiménez Esc. Adolfo Ruiz Cortines • Mpio. San Luis de la Paz
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ace muchos años, cuando era pequeña, mi abuelo nos contaba historias increíbles de lugares y personajes que posiblemente existieron en la época de los Cristeros, contaba mi abuelo que mataban a la gente y la enterraban con carretas llenas de oro. Una de las historias que contaba mi abuelo que me gustaba mucho escuchar, es la del fantasma del Camino Real.
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En el camino que lleva a la comunidad de Cerro Blanco, exactamente a 500 metros antes de llegar se aparece un hombre vestido de blanco cuyo rostro no se puede ver. Sale aproximadamente a media noche y espanta a todos los que en ese momento pasan por el lugar. Sobre todo a los enamorados que pasan de regreso, después de ver a sus novias en la comunidad de Cerro Blanco. Según decía mi abuelo que si pasaban con su caballo se les atoraban las patas en la arena como si alguien o algo los detuviera. En ese momento, se aparecía el fantasma bajo la sombra de un huizache, sin mencionar una sola palabra, y en cuestión de segundos desaparecía, ésto hacía que los enamorados corrieran sin parar hasta llegar a sus casas, temblando de miedo, olvidándose hasta de sus caballos, que, después de unos instantes, llegaban de igual forma a su casa, causando el asombro de sus dueños. Me encantaba escuchar esta historia una y otra vez. Aunque confieso que todavía me causa miedo saber que se aparece un fantasma en el rumbo del camino por el que tengo que pasar todos los días para ir a mi trabajo, y de solo recordar me da escalofrío y paso muy deprisa.
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La niña del espejo Jessica Guadalupe Aranda Rada Esc. Jaime Sabines • Mpio. León
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uenta la leyenda que hace algunos años en la ciudad de León Guanajuato, había una niña llamada Luz, era muy traviesa, juguetona, divertida. Ella amaba los espejos.
Luz, como todos los días, salió con sus padres a cortar flores al campo para venderlas. Cerca del campo se encontraba un río y a Luz le gustaba ir con su espejo a jugar, le gustaba observar el reflejo del agua y el sol, decía que el espejo era mágico porque brillaba mucho cuando estaba cerca del río.
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Luz soñaba con ir a la escuela y tener muchos amigos, pero le era imposible, ya que no había escuelas cercanas a su domicilio y sus padres no tenían los recursos necesarios para que ella asistiera a una, así pues, ellos le enseñaban lo que podían. Un día cayó una tormenta que logró que el río se desbordara y la corriente era demasiado fuerte. Sus padres le dijeron que no podría salir a jugar al río porque era muy peligroso y podría caer y ahogarse, pero Luz no obedeció y fue al río a jugar. Estando en el río jugando, a Luz se le cayó su espejo y por tratar de recogerlo, se resbaló y cayó a la corriente. Sus padres, familiares y vecinos decidieron emprender una búsqueda, pero todo fue inútil, Luz nunca apareció. Días después encontraron a unos metros del río su espejo y metros más adelante parte de su vestimenta, y desde ese día, Luz sólo vive en el recuerdo de sus padres. Años más tarde la gente que pasaba por el río aseguraba escuchar voces y risas y reflejos de imágenes en el agua como de una niña. Con el paso de los años, cerca del río se construyó una escuela, los alumnos aseguran que en los baños suceden cosas extrañas. Que se encienden y se apagan las luces, se
23 abren y se cierran las puertas, se abren las llaves del agua del lavabo, se escuchan risas y voces de niña e incluso algunos alumnos afirman haber visto a una niña en el espejo del baño. Les cuentan todo esto a los maestros, pero éstos no les creen. Un día, una maestra fue al baño y escuchó ruidos extraños y risas de una niña, la maestra se molestó porque le encendían y le apagaban las luces, enojada, estaba dispuesta a regañar a sus alumnos porque pensó que estaban jugando, salió ¡y cuál fue su sorpresa que no había nadie! Temerosa y sorprendida, volteó hacia el espejo y vio el reflejo de una niña, tenía la cara pálida, vestido blanco enlodado y mojado, cabello largo y negro y los ojos negros. La maestra asustada y sorprendida, contó a un anciano llamado Juan lo que había sucedido. Juan vivía cerca del río, le dijo a la maestra que no temiera, que era el espíritu de Luz que vivía en los baños de la escuela. Desde entonces, la niña del espejo ha sido una leyenda en esa escuela y los alumnos siguen contando su historia año tras año.
La leyenda de las ánimas
Elva Cecilia González García Esc. Juan José Torres Landa • Mpio. San José Iturbide
E
ran las 10 de la noche y doña María, como todas las noches, estaba sentada en un banco en la entrada de su casa, esperando a que su esposo llegara. Sin embargo, él podía llegar a las 6 de la tarde, como a las 3 de la madrugada, ya que era una persona alcohólica y se la vivía tomando de pulquería en pulquería. Cuenta la leyenda que en una ocasión a la media noche, estaba doña María esperando a su esposo, como siempre, sentada en su banco fuera de la puerta de su casa, cuando de pronto, a lo lejos vio venir gente peregrinando, al acercarse más a ella, María se dio cuenta de que llevaban velas encendidas.
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Sorprendida de ver gente peregrinando a esa hora, preguntó: —¿Qué hacen a estas horas? Es muy noche—. A lo cual respondieron: —Sí, es muy noche, pero tú también estás fuera de tu casa—. María respondió: —Yo estoy fuera porque aún no llega mi marido—. Las personas sospechosamente molestas dijeron: —¿Podemos encargarte nuestras velas? Ya es tarde y no podemos seguir peregrinando. Mañana pasaremos por ellas—. María desconcertada respondió: —Claro, yo las guardo—. Recogió las velas y las guardó en un baúl. Más tarde, el marido de María llegó, ella intentó contarle lo que había pasado y no pudo, pues su esposo estaba tan borracho que no puso atención y se acostaron. Pasaron los días y ahora María no sólo esperaba a su esposo sino a la gente que había quedado en pasar por sus velas. Al ver que no pasaban, María abrió el baúl, ¡Oh gran sorpresa, en el baúl sólo encontró huesos! Fue corriendo por el sacerdote, pero él no se sorprendió y dijo a la mujer:
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—Tú no sabes que a la media noche las ánimas salen a peregrinar, y tú, por estar afuera de tu casa no las dejas terminar su peregrinar. Ellas dejaron esos huesos como símbolo de su molestia. Se dice que después de ésto, las ánimas pueden salir tranquilamente a peregrinar porque doña María espera a su esposo adentro de la casa.
La niña que anda penando
Evelyn Guadalupe Olmedo Hernández Esc. Francisco González Bocanegra • Mpio. León
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ras un día de mucho trabajo en el campo, un campesino recogió sus herramientas ya de noche y comenzó a caminar de regreso a casa. En el camino se encontró con una niña muy bonita, ésta le preguntó: — Señor, ¿me podría acompañar al cementerio?— El señor se sorprendió de ver a esta niña porque ya era noche, pero en los ojos de ella había algo extraño, que hizo que el señor aceptara.
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En el camino había muchos juguetes tirados y el señor pensó que eran de niños que habían ido a jugar, pero cada vez que pisaba un juguete éste desaparecía, él pensaba que ya estaba cansado y alucinaba. Cuando llegaron, la niña le dijo que ya la podía dejar sola y que pasara por su recompensa a una dirección que le apuntó. Al día siguiente, el señor pasó por su recompensa, tocó la puerta y salió una señora. El señor le preguntó que si era mamá de una niña como de 8 años, a la mamá se le soltaron las lágrimas y se quería desmayar, pero aún así la señora lo invitó a pasar y le contó la historia de su hija. La mamá comenzó a platicarle que un día su hija se había ido al cementerio sin permiso, y como era muy traviesa se había subido a una tumba, ahí perdió el equilibrio, se cayó, se pegó en la cabeza y murió. En cuanto el señor escuchó ésto, salió corriendo de la casa tan espantado que no se dio cuenta de que al cruzar la calle el semáforo se había puesto en verde, entonces, pasó un coche y lo atropelló. Desde ese día cuentan que el señor y la niña se hicieron amigos y andan buscando nuevas compañías.
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¡Qué susto! Erian Olvera Almaguer Esc. Ignacio Allende • Mpio. Guanajuato
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abía una vez una niña que se llamaba Monserrat, a la que le gustaba siempre andar espantando a sus amigos, en ocasiones les hacía llorar y éstos le pedían que ya no lo hiciera, ella no entendía que estaba haciendo mal y que podía quedarse sin amigos. Le gustaba inventar historias de terror, y buscaba la forma para convencerlos de que la escucharan. En una ocasión, llevó un muñeco al que ya le había quitado la cabeza, su mamá le dijo que no lo fuera a usar para espantar a alguien, ella le contestó que a sus amigos les gustaba escuchar sus cuentos. Monserrat disfrutaba mucho de asustar a la gente.
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Un día, la maestra les pidió que se organizaran para elaborar un trabajo en equipo y que cada integrante del grupo colaboraría, se rifaron para ver qué material le tocaría a cada quien, a ella le tocó llevar piedritas blancas, el único lugar donde había era en el río de Guanajuato, cerca del puente de Noria Alta, por lo que tenía que atravesarlo. La gente decía que ahí se aparecía La Llorona, ella siempre se reía cuando escuchaba ésto y no tenía miedo. Muy valiente le dijo a sus compañeros que iba a ir a las 4 de la mañana por las piedritas, quería demostrar que no era miedosa como ellos. A la madrugada siguiente, se fue caminando rumbo al río, pero ya estando cerca sí le dio miedo; sin embargo, pensaba que no podía quedar mal con sus amigos, no quería que dijeran que era una miedosa. Cuando llegó al puente, escuchó que alguien lloraba, diciendo: —¡Ay mis hijos!— Siguió caminando y el lamento fue más fuerte. Ya no pudo, le dio mucho miedo y se regresó corriendo y llorando. No quería ir a la escuela, pero su mamá le dijo que fuera aunque no llevara el material. Con pena fue y les explicó a sus compañeros lo que había pasado y les pidió disculpas y prometió que jamás los espantaría y lo cumplió, ya no volvió a espantar a nadie desde ese día.
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Siempre es importante cumplir nuestras promesas y ser honestos, y asĂ nos evitaremos problemas.
Los pozos del fraile Lisset Margarita Atilano Urrutia Esc. Juan B. Gómez • Mpio. León
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ntre la calle San Juan de los Lagos y Salamanca, colonia Industrial, cerca del parque Hidalgo, en la época de la Colonia, había frailes enseñando su doctrina tratando de que los chichimecas cambiaran su forma de vida.
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De entre el grupo de frailes estaba el padre Cuenca, quien pretendía la unión entre los chichimecas y los colonizadores españoles. Su deseo era muy complicado, ya que los chichimecas robaban alimento o mataban a la gente. Sin embargo, el fraile Cuenca fue con los chichimecas a tratar de llegar a un acuerdo, pero a la mitad del camino éstos lo atacaron, una flecha lo alcanzó dejándolo sin vida, no contentos con eso, uno de ellos se acercó al cuerpo y le sacó los ojos, ya que le llamaban la atención por el color azul claro de éstos. En ese momento decidieron tirar el cadáver por un barranco, pero no se dieron cuenta de que dejaron los ojos. Cuando los chichimecas regresaron por ellos, no encontraron más que dos veneros que crecían por debajo del suelo como si se trataran de dos venas de agua. Desesperados buscaban y buscaban, pero sólo veían como crecían estas dos corrientes de agua. Con el paso de los días, crecían los rumores del milagro del fraile Cuenca, ya que de los pequeños arroyos se formaron pozos de tanta agua que salía de manera natural de la tierra y constantemente salía de color azul como el color de los ojos del cura. Un señor de nombre Juan, se dio cuenta del milagro porque el pueblo pasaba en esos tiempos por una sequía de años, y al ver el brote de agua inexplicable les dijo que el padre Cuenca le comentó que haría algo para ayudar con la sequía. Así, el señor Juan llegó a la conclusión de que era un milagro del fraile, con su muerte ayudó al pueblo a salir adelante.
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La casa del terror Brandi Abyade Zúñiga Mosqueda Esc. Emiliano Zapata • Mpio. Irapuato
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abía una vez una familia que se mudó a una hermosa casa en Irapuato, en el cerro de Arandas, esa casa era muy bonita, por eso les interesó, sin embargo ellos no sabían que la habían construido donde sucedió algo terrible hace años. La familia llegó muy feliz a su nueva casa, vivían muy bien ahí, hasta que empezaron a oír ruidos extraños en el sótano, pero no hacían caso. Sin embargo, seguían oyéndolos todos los días y se les hizo raro. Entonces preguntaron a sus vecinos qué era lo que estaba pasando, y sus vecinos les dijeron que ahí había sucedido algo terrible:
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Las parejas antiguamente iban al cerro de Arandas para ver las estrellas juntos y pasar un lindo tiempo, una noche sucedió en que una pareja venía de regreso, cuando su carro comenzó a fallar hasta quedarse parado, entonces, el joven se bajó del auto para saber qué era lo que le pasaba y en el tiempo que trataba de arreglarlo, la chica se quedó dormida. Cuando amaneció, ella quiso buscar a su pareja, pero él ya no estaba, finalmente lo encontró sin vida cerca de un árbol. Después de escuchar los hechos ocurridos, los padres se asustaron, y comenzaron a colocar en los cuartos micrófonos y cámaras para saber de dónde venían los ruidos extraños. Una noche, escucharon que algo se movía, entonces vieron en las cámaras y observaron la sombra de un fantasma, corrieron a los cuartos de los niños para ver si estaban bien. Llegó la mañana y la familia acudió a la iglesia más cercana para que se bendijera la casa porque estaba embrujada. Al caer la noche, el padre fue a la casa a bendecirla para eliminar los malos espíritus.
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Al día siguiente, todo estaba normal, ya no salió nuevamente la sombra y fueron felices, se dieron cuenta de que gracias a sus buenos vecinos se habían solucionado sus problemas. Enseñanza: acudir con personas que brindan apoyo y a quienes se les tiene confianza para que ayuden a resolver situaciones difíciles.
La piedra del padre Jennifer Ramírez Estrada Esc. Lázaro Cárdenas • Mpio. Victoria
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proximadamente a unos 4 kilómetros al sureste del municipio de Victoria, en el estado de Guanajuato, se localiza una colina denominada Cerro del padre, se puede llegar a él por diversas rutas, todas ellas son veredas o caminos de arrieros, pues dicho cerro se encuentra en lo alto de la cima de la comunidad de Los Remedios, Victoria, en Guanajuato.
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Desde diversos puntos aledaños se puede ver la loma, la cual se distingue por la forma de un monolito que representa una figura humana consagrada. Es un cerro solitario, puesto que de un lado solamente hay llano, y por el lado oeste se ubica La Zorra, otra colina actualmente conocida como la zona arqueológica de Arroyo Seco. Como en todos los lugares de nuestro país situados en las serranías, se entretejen historias que hablan de aparecidos o de zonas donde existen grandes tesoros custodiados por monolito, el Cerro del padre no podía ser la excepción de uno de esos lugares encantados. Cuenta mi abuelo que cuando él era pequeño, las personas adultas decían que en los tiempos de la Revolución Cristera, el Gobierno estaba en contra de la religión, pero eso no impedía hacer misas, se sabía porque la gente alcanzaba a escucharlas en algunas casas, y para evitar que el Gobierno los encontrara, algunas personas vigilaban para avisar cuando las autoridades se acercaban al lugar, y así el padre podría huir y esconderse donde estaba una piedra cerca de un peñasco en el cual se refugiaba. Mi abuelo cuenta que una de tantas veces, mientras escuchaban misa, los encontró el Gobierno y el padre corrió hacia la piedra, sobre ésto hay las siguientes versiones: —Que ya cuando el sacerdote llegó a la piedra, lo estaban esperando y lo apresaron. —Que cuando el sacerdote llegó, todavía no lo alcanzaban y lo que hizo para salvarse
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fue hincarse y ponerse a rezar frente a la piedra, después de un rato se abrió la piedra y el padre se metió y jamás se abrió. A lo mejor será cierta esta leyenda, pero lo curioso es que todos los niños y las personas, generación tras generación, conocen esta historia como «La leyenda de la piedra del padre». Actualmente, el cerro de El Padre aún es propiedad de uno de los habitantes de la comunidad, por lo que da fácil acceso al lugar. De antemano me reitero agradecida con mis padres por el don de la vida y por ser orgullosamente originaria de esta bonita localidad, llena de grandes riquezas e historias por contar.
El catrín Dania Ximena Terán Gómez Esc. La Gran Tenochtitlán • Mpio. Salamanca
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ace mucho tiempo, en la gran hacienda de Cerro Gordo, rondaba por los alrededores un elegante y bien vestido personaje, al cual apodaban «el catrín». Él siempre vestía traje negro, con un gran sombrero y un pequeño bastón que usaba para caminar. Algunas personas lo podían ver y otras no, ya que él elegía para quiénes ser visible y para quiénes no, como si se tratara de un extraño fenómeno sobrenatural. Mucha gente que lo veía tenía mucho miedo, pero poco a poco fueron acostumbrándose, dejando el miedo atrás.
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A ese hecho se sumaba que todas las personas que lo veían, tiempo después encontraban un inmenso tesoro dentro de sus pequeños y humildes hogares. Ésto fue lo que le pasó a dos habitantes de Cerro Gordo: Guadalupe y Álvaro, a quienes les tocó la suerte de ver al catrín y de encontrar en su pequeño hogar un gran tesoro. Todo comenzó en una oscura y fría noche de invierno, cuando Guadalupe, después de una larga y dura jornada de trabajo, decidió sentarse afuera de su pequeña casa, sobre una gran piedra. Cuando de repente, apareció ese hombre misterioso con mirada de fuego y semblante blanco como la luna, de su boca y nariz salía humo, pero lo más sorprendente era que no tenía ningún cigarrillo encendido. El hombre misterioso le dijo: —Yo soy aquél a quien apodan «el catrín»—. Guadalupe se asustó mucho, sintió que su alma le abandonaba el cuerpo, la piel se le puso como de gallina, no supo cómo reaccionó, pero entró a su casa más rápido que un rayo, sin volver la vista atrás. Lo mismo fue lo que le pasó a Álvaro. Con el tiempo, los dos se fueron acostumbrando poco a poco a verlo, hasta que una tarde, nuevamente se les apareció al mismo tiempo a los dos, en diferentes lugares. A Guadalupe se le apareció en la hacienda y a Álvaro en el campo, ya que él se encontraba
trabajando, y les pidió a los dos el mismo favor, confesándoles que llegó a tener un hijo fuera del matrimonio, quien tenía muchos problemas económicos, pero gracias a ellos podría hacerle llegar gran parte de su fortuna. Al llegar a sus casas, Álvaro y Guadalupe encontrarían una inmensa riqueza en monedas de oro, tendrían que dividirlas en dos partes, una para ellos, y la otra sería entregada al hijo del catrín. Guadalupe sí cumplió con la parte del trato, mientras que Álvaro, cegado por la avaricia, no realizó la encomienda y cayó sobre él una maldición de perderlo todo, volverse loco y rondar por las calles de la comunidad diciendo que el catrín lo perseguía y lo atormentaba. Guadalupe se hizo rico y disfrutó de su gran fortuna, mucho tiempo después murió, pero heredó su suerte a sus hijos y esposa, quienes todavía siguen viviendo en la hermosa y grande hacienda de Cerro Gordo. También los hijos de Álvaro heredaron el castigo, ya que cuentan que ven y escuchan cosas extrañas, que no viven en paz, que hay algo que los atormenta. Por eso, yo te digo que si un día ves al catrín y te pide un favor a cambio de una gran fortuna, tú decidirás. Ya te conté la leyenda, ahora decide si quieres correr la suerte de Guadalupe o de Álvaro.
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El hombre de la carreta Lizbeth Rocha Rocha Esc. Emiliano Zapata • Mpio. León
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ace mucho tiempo, un señor iba rumbo a su casa a las tres de la mañana. Iba tranquilamente caminando, hasta que escuchó un ruido extraño, se preguntó «¿qué será?», siguió caminando, hasta que escuchó otra vez el mismo ruido, volteó y algo muy extraño pasó: vio a un hombre vestido de charro que estaba en una carreta jalada por un caballo de ojos rojos. El señor, muy asustado, se quedó observando y el hombre hizo lo mismo y desapareció. Entonces, de repente, frente a él, pasó un pájaro negro.
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Al siguiente día, a las tres de la mañana, el señor iba acompañado de su amigo, pero éste tomó otro camino para irse a su casa y dejó al señor de nuestra historia, que se fuese caminando solo nuevamente. En esta ocasión también sucedió lo mismo que la noche anterior. Transcurrió una semana, nuevamente el señor iba hacia su casa y miró otra vez al hombre en carreta, el hombre no dejaba de verlo, pero él observó que el hombre tenía la cara dividida en dos partes: una la tenía quemada y la otra la tenía con el cuero caído. El hombre desapareció y el señor asustado corrió y no se detuvo hasta que llegó a su casa. Otro día, nuevamente a las tres de la mañana, pasaba el señor como todos los días, pero ahora se encontró a un adolescente a quien le preguntó qué era lo que estaba haciendo a esa hora en la calle y el chico le contestó: —Pues yo ando aquí cuidando a mi caballo, pero ya me voy para otro rumbo—. El señor siguió caminando, pero se detuvo y dijo: —Ese es el caballo con carreta que he visto con el hombre que se me aparece todas las noches cuando vengo de trabajar—. El señor volteó y vio que más allá estaba el
adolescente en el caballo y luego se convirtió en el hombre vestido de charro en una carreta y con el caballo de los ojos rojos que había visto las noches anteriores. Se fue el señor muy asustado a su casa, al llegar se recostó. Pero el hombre de la carreta con caballo tenía toda la información de aquél, por lo que decidió visitarlo. Algunas personas dicen que vieron al charro que se había metido a la casa de su víctima. El señor estaba ya dormido y no oyó nada, pero el hombre que estaba ahí, despertó y al mirarlo de cerca gritó de espanto. El hombre se esfumó como otras veces. Eran las cuatro y media de la mañana. Mucha gente le decía que el horrible hombre quería tomar venganza. Una noche, a las tres de la mañana, pasaba nuevamente con su amigo. El señor le contó todo lo que le había pasado en aquellas noches que venía de trabajar, su amigo le contestó: —Yo he oído hablar de ese hombre, dicen que todas las noches anda por las calles oscuras y solitarias. Dicen que cuando vivía, si lo querían enfrentar tenían que decírselo personalmente, y que pasa por lugares cosechados con el fin de aterrorizar. Él murió en una fiesta el día del grito porque un hombre de Guanajuato le tenía envidia por ser rico y quiso robarle su fortuna. Él había muerto junto con su caballo en una carreta, sin embargo, quedó su espíritu cobrando vida y buscando venganza sin cesar—. Pasaron semanas y se le había olvidado al señor lo que le había contado su amigo. Una noche cuando venía de trabajar, como siempre a las tres de la mañana, se le apareció otra vez el hombre y desde entonces, nadie ha sabido nada de él. A ese hombre, vestido de charro, en carreta con caballo de ojos rojos, la gente le llamó: «El hombre de la carreta». La moraleja del cuento es que uno no debe desear lo que no se ha conseguido con esfuerzo, hay que ganarse la vida con méritos propios.
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La indita encantada Maricarmen de Jesús Vera Pescador Esc. Lázaro Cárdenas • Mpio. Jaral de Progreso
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abía un cerro llamado el Cerro de la India ubicado en la comunidad Victoria de Cortazar, Guanajuato, ahí se encontraba una cueva donde se dice habitaba una indita y toda la gente que pasaba escuchaba voces o lamentos diciendo: —¡Por favor, sáquenme de aquí!— Pero nadie se atrevía a entrar porque cada vez que se acercaban, sentían un enorme escalofrió que invadía todo su cuerpo y mejor se retiraban. Un día pasó un joven, escuchó el fuerte grito de la indita diciendo:
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—¡Por favor, sáquenme de aquí!— Y el joven contestó: —¿Quién eres?— Y la indita lloraba y lloraba y no decía otra cosa más que: —¡Por favor, ayúdame. A quien lo haga le daré todo mi dinero que hay dentro de la cueva—. Entonces, el joven se armó de valor y entró a la oscura caverna, donde una voz le dijo: —Te doy todo si me llevas cargada hasta la puerta de la iglesia, pero no debes voltear para nada hacia atrás—. Y él contestó: —¡Claro que sí!— Y la cargó en su espalda y caminó y caminó, hasta la puerta de la iglesia e hizo lo que la indita le pidió. Cuando llegó a la iglesia y la iba a bajar en la puerta, escuchó una voz muy dulce diciendo: —¡Muchas gracias!, te premiaré con todo mi tesoro. El joven al escuchar esta voz, volteó y quedó deslumbrado por la belleza de la indita y le dijo:
—Ahora yo quiero pedir un deseo, ¿puedo?— Y ella le contestó: —Pídeme lo que sea—. Y el joven respondió: —¿Quieres casarte conmigo?, no quiero tesoros, te quiero a ti—. La indita contestó: —¡Claro que sí!— Y se casaron y fueron muy felices.
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Cómo nació la collazada en la localidad La Providencia Yaretzy Collazo Barriga Esc. José Ma. Morelos • Mpio. Purísima del Rincón
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a vida en cada país es diferente, debido a sus costumbres y tradiciones; pero esto es lo que hace bonito y especial cada lugar, es su toque único. A mí me gustan mucho los pueblos de Purísima del Rincón. Yo vivo en una comunidad llamada La Providencia, esta comunidad es muy pequeña, sus primeros habitantes se llamaban señora Rafaela Valadez y señor Florentino Collazo, llegaron el día 1 de marzo de 1947. Ellos fueron los primeros en construir una casa en esta comunidad. Traían consigo a sus hijos, los cuales, con el paso de los años, fueron poco a poco construyendo sus propias casas, y formando sus familias… mas les voy a platicar una historia un poco diferente a lo que se ve hoy en día.
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Como les decía, la comunidad de La Providencia ya tenía más casas, debido a que tres de los hijos de doña Rafaela y don Florentino ya habían logrado formar diferentes familias. Herminia era hija del matrimonio y todas las mañanas hacía el quehacer en casa de sus papás, mientras estos trabajaban en el campo, o atendían las compras en el pueblo de San Francisco del Rincón. Una de esas mañanas, Herminia escuchó que alguien silbaba en la calle una canción, la cual se le hizo bonita; así que su curiosidad la hizo salir de casa para investigar el origen de esos silbidos. Cuentan que cuando ella salió, estaba haciendo mucho viento, esto provocó que se le cerrara la puerta de la casa y debido a que no tenía sus llaves para abrir, se espantó mucho. Pensó que si sus papás llegarán y encontrarán la casa sin asear, la pasaría muy mal. El chico que silbaba la melodía, al escuchar el estruendo que hizo la puerta, se acercó a Herminia y le preguntó si se encontraba bien. Ella penosamente le contestó que sí, entonces él se ofreció para brincarse al interior de su casa y ayudarle a abrir la puerta. Herminia, quien aún se encontraba asombrada por lo que acababa de ocurrir y preocupada por no haber terminado aún sus quehaceres, accedió a la propuesta del muchacho.
El chico, con gran habilidad, saltó la barda de la casa y abrió la puerta como habían acordado. Herminia entró rápidamente. Sin embargo, cuando el joven se disponía a salir de la casa, llegó el papá de la muchacha y al verlo, pensó que era el novio de la chica. Ante tal situación, se dirigió a ambos jóvenes y les dijo que se tenían que casar. Los muchachos sorprendidos comenzaron a balbucear, ella le dijo a su padre que no lo conocía y que ni siquiera sabía su nombre. El chico hizo la misma referencia. Mas como la costumbre de la época era muy rígida, ambos jóvenes fueron obligados a comprometerse y a reparar su inocente falta en el acto. De esta forma, Herminia supo que su prometido se llamaba Tomás, mas guardaban la esperanza de que, al no haber iglesia cerca del lugar, don Florentino comprendiera que no podía realizarse el enlace… Don Florentino no dejó salir a Tomás de su propiedad. Encargándole a su esposa «los novios», salió a buscar al sacerdote de alguna comunidad cercana, con tan buena suerte que lo encontró sin problema. En aquella época era complicado discutir con los papás sobre este tipo de situaciones y no quedaba a los hijos sino obedecer, realizaron el enlace bajo un mezquite que tenía la imagen venerada de La Divina Providencia, de ahí, este lugar tomó su nombre y las familias se consolidaron y crecieron más a raíz de este enlace.
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Don Diego Dulce Miriam Vazquez Venancio Esc. Margarita Maza de Juárez • Mpio. Comonfort
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on Diego era una pequeña comunidad de Comonfort, Guanajuato, llamada así en honor a una de las primeras personas que habitaron en este lugar, dueño de una antigua hacienda y de las tierras que actualmente se encuentran ahí localizadas. En la hacienda había manantiales muy bonitos y bellos pastos que se prestaban para hacer días de campo; además había árboles frutales como guayabos, durazneros, chirimoyos, higueras, limas y limoneros. También en el lugar había un criadero de peces donde se podía pescar. Esta hacienda era poblada por los españoles ricos que tenían a mucha gente como esclavos.
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Pasando la Revolución Mexicana, don Diego fue asesinado y la hacienda fue adquirida por otra persona llamada Jesús. Con el tiempo, el lugar se fue poblando y se repartieron las tierras. Actualmente, en el siglo XXI el dueño de la hacienda se llama Timoteo, quien vive ahí con su familia. No obstante, se cuentan algunas historias que han pasado de generación en generación, convirtiéndose en leyendas. Hay una historia peculiar que todas las personas de la comunidad conocen, ya que los abuelos hablan de un personaje llamado el Chan, que significa según ellos «hombre de agua»; es decir, un ser mitad hombre y mitad pez, quien se aparece en el estanque dentro de la hacienda. Se dice que si alguien lo llega a ver, éste lo atrae y lo jala hasta el fondo del estanque, desapareciéndolo por completo. Se supo de dos personas conocidas de la comunidad que misteriosamente desaparecieron, y que muchos aseguran haberlos visto por última vez en la hacienda, nunca más se supo de ellos.
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Actualmente, el lugar luce muy descuidado, ya no se puede pasar por ahí. Pero aseguran muchas personas que se siguen escuchando ruidos extraños, gritos y lamentos. El misterio continuará por siempre, ¿realidad o ficción? quizá nunca lo sabremos, de lo que sí debemos ser conscientes es que las leyendas que nos cuentan nuestros abuelos son un gran tesoro que nos enriquece culturalmente, haciendo de nuestro país un lugar mítico y mágico.
El Brinco del Diablo Karol Regina López Muñoz Esc. Miguel Hidalgo • Mpio. Abasolo
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a ciudad de Abasolo está situada en la falda norte de la Sierra de Huanímaro, donde se elevan cerros rocosos conocidos como Los Tres Picachos. Las haciendas de Corralejo, Cuitzeo de los naranjos, San Juan de Huanímaro, y Peralta, eran propiedades de un solo dueño. La comunicación entre estos ranchos se daba a través del cerro. Se hizo costumbre el recorrido detrás de los cerros, donde la gente paraba a descansar y a comer sus alimentos. Principalmente el 14 de septiembre, día en que las familias pasaban todo el día en el cerro, llevando comida como tamales, pozole, entre otros platillos típicos.
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Siendo el día 13 de septiembre, los vecinos se pusieron de acuerdo para llevar madera para hacer las chozas, porque al día siguiente sería un día de descanso y oportunidad de pasar el día en familia. Cuando salieron, el sol estaba brillante; sin embargo, al empezar a subir, comenzó una gran tormenta. Los vecinos observaron que una figura humana vestida de negro saltaba de un cerro a otro, y al saltar, los relámpagos y la tormenta se transformaban en un gran diluvio. Dieron media vuelta y corrieron rápidamente hasta llegar al templo de la Virgen Santísima de la Luz, tocaron con desesperación la puerta de la parroquia para que saliera el sacerdote Efrén Urincho. El párroco los mandó a descansar mientras la tormenta durara. Al día siguiente la tormenta continuaba con la misma intensidad. Todas las personas espantadas regresaron al templo, hablaron con el señor cura para que les ayudara, y de entre la gente salió una voz que decía «hagamos dos cruces y pongámoslas una en cada cerro». Todos aceptaron esta idea y salieron como si fuera una peregrinación con sus dos cruces en las manos y el señor cura al frente. Aunque el pueblo estaba cerca del cerro, era muy grande la fuerza del viento y los relámpagos iluminaban el horizonte, gracias a ésto, se podía ver a la figura humana saltando tranquilamente de un cerro a otro. Después de mucho esfuerzo, los vecinos
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llegaron al primer cerro en donde rezaron, echaron agua bendita, pero al clavar la cruz se sintió un gran temblor, cayendo una roca hacia el pueblo. La gente avanzó hacia el otro cerro rezando y echando agua bendita, al clavar la otra cruz vuelve a temblar todo el centro y cae otra roca hacia el pueblo. Cuando se quedaron clavadas ambas cruces, todas las personas quedaron admiradas de que la lluvia se acabara y que el sol saliera radiante. El señor cura al ver el gran milagro, le dijo a la gente que se regresara al primer cerro y se celebrara una misa en la primera cruz. Desde entonces, se celebra esta misa año tras año el día 14 de septiembre. Corre el rumor también, que lo que saltaba de un cerro a otro no podía ser una persona, que sólo podía ser el diablo, y desde entonces se le conoce a este lugar como El brinco del Diablo.
La Loca de las Vías Manuel Ignacio Moran González Esc. Justicia Social • Mpio. San José Iturbide
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ace mucho tiempo en el municipio de San José Iturbide en Guanajuato, en las vías que están en una empresa de productos de limpieza, había trenes que se usaban para transportar los productos que fabricaba esa empresa.
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Un joven, de nombre Juan, era conductor de uno de esos trenes y tenía una novia llamada Marina. Un día, ellos decidieron casarse, y un mes antes de la boda fueron a buscar un vestido de novia. Anduvieron de tienda en tienda, hasta que por fin encontraron un vestido bonito, al ir a pagarlo, la vendedora les dijo que no les recomendaba ese vestido, ya que cinco veces lo habían regresado porque las novias que lo usaban nunca se casaban, siempre pasaba algo que evitaba que se casaran. A ellos no les importó esta historia, y aún así lo compraron. Una semana antes de la boda, Juan tenía que ir de viaje en el tren, pero regresaría a tiempo. Pasaban los días y éste no regresaba. Después de esperar y esperar, los jefes de Juan le dijeron a Marina que él había tenido un accidente y que lamentablemente había muerto. Marina lloraba y lloraba, pero seguía esperando a su novio a un lado de las vías con el vestido de novia. Diez años después, ella seguía esperando a Juan, nunca se quitó el vestido. Vendía dulces para mantenerse y le preguntaba a quien pasara por ahí si ya había regresado Juan. La gente del pueblo la llamaba La Loca de las Vías. Cuando ella murió, la enterraron con el vestido de novia puesto. La gente que vive cerca de las vías afirma haber visto a Marina llorando al lado de las vías con el vestido de novia.
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El atleta de La Bufa Agustín Rodríguez Vega Esc. Juan Bautista • Mpio. Guanajuato
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abía una vez un señor llamado Bernardo, quien quería ser el mejor atleta del mundo. Diariamente se despertaba temprano para correr en el Cerro de La Bufa, hasta que un día vio a una princesa en lo alto del cerro, y fue tanta su curiosidad que llegó a la cima para ver de quién se trataba. La princesa le preguntó: —¿Cuál es tu mayor deseo? Bernardo le respondió: —¿Quién eres y por qué lo preguntas? —Soy la Princesa de La Bufa y vengo a cumplirte un deseo—, respondió.
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—Yo me llamo Bernardo y mi mayor deseo es convertirme en el atleta más bueno del mundo—, dijo el señor. —Lo puedo hacer, sólo con una condición. —¿Cuál es esa condición? —Siempre vendrás por la mañana a correr a lo largo del cerro hasta el día en que te dé una señal. —¡Acepto!—, exclamó Bernardo emocionado. Lleno de ilusión, el señor se despertaba todos los días para correr hasta el día en que la princesa le diera la señal. Al ver un gran cartel que decía «Gran competencia de atletismo», Bernardo pensó que era esa la señal y se preparó para ir.
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Después de una dura prueba compitiendo contra todos los hombres de su estado, finalmente resultó el ganador de la carrera. Ya de regreso, se fue corriendo hacia la punta del cerro de la Bufa y le dijo a la princesa: —Gracias por cumplirme el deseo—. Y la princesa le respondió: —Tú hiciste todo el trabajo, yo no cumplí ningún deseo—. En ese momento, Bernardo se puso muy feliz. Pasaron los años, Bernardo se convirtió en el mejor atleta del mundo, no volvió a ver a la princesa, pero siempre vivirá en su corazón y en sus logros porque lo ayudó a darse cuenta de que la perseverancia es la clave para lograr los sueños.
La cueva del Cerro del Puerto
Jairo Noé Almanza Zavala Esc. Adolfo López Mateos • Mpio. Salamanca
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n el Cerro del Puerto de Valle de Santiago, Guanajuato, hay una cueva de grandes dimensiones. La gente cuenta varios relatos extraordinarios con base en las experiencias que han vivido las personas que se acercan al lugar. Se dice que esta cueva pudo ser refugio de los primeros pobladores nómadas del México prehispánico, ya que es bastante grande para albergar a muchas personas. También se narra que en ella pudieron esconderse los bandidos y fugitivos de la época Colonial, de la Independencia, de la Revolución y de la Guerra Cristera.
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Muchas personas afirman que la gente mala la usó como guarida, lo que fue dejando en ella huellas de maldad y de terror en su interior. Por eso, las personas que se atreven a entrar, aunque lleven lámparas, aseguran que sienten escalofríos. Además, si se penetra por más de veinte metros, un miedo imponente impide seguir más profundo, como si algo maligno acechara en la densa oscuridad. Si nadie se atreve a visitarla por la tarde, mucho menos en la noche. Don Pánfilo, cuenta: —Cuando yo era joven, pastaba mi ganado por ese lugar, unas chivas se apartaron del rebaño y al ir a buscarlas, miré a una joven muy bonita y bien vestida, que estaba sentada en la piedra grande de la entrada. Al verla, me dio mucho miedo, ya que dije yo: «¿Qué anda haciendo esa muchacha sola en el cerro?» Se puso de pie y me llamaba con la mano, como diciéndome ven. Fue más grande mi miedo que la curiosidad, ya que de repente, vi que se movía sin tocar el suelo, como que flotaba en el aire. ¡Cómo pude, rápido junté mis animalitos! Y casi corriendo, nos alejamos del lugar. Ya cuando iba retiradito, escuché un aullido largo, largo, como de coyote hambriento o herido. Eso me puso los pelos de punta y caminé más rápido—. Aquí termina la historia de don Pánfilo.
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Cuando llegué a la casa, le conté todo a mi papá. Él me dijo que lo que habita en ese lugar es un espíritu malo que cuida un dinero que escondió ahí, y que si alguien le hace caso puede perder su alma. Hasta ahora, nadie se le ha acercado, ya que toda la gente tiene gran temor a la «mujer encantada», como le llaman los habitantes de la comunidad.
Las almas en pena de La Alberca
Roberto Hernández Romero Esc. Ma. Concepción Juárez • Mpio. Valle de Santiago
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uenta la leyenda que en un pueblo llamado Valle de Santiago, en Guanajuato existe entre las siete luminarias, un volcán inactivo al que le llaman La Alberca, donde en una media noche del año 2006, un grupo de jóvenes se aproximaron al cráter para pasar un buen rato y divertirse. Entre ellos, se retaron para averiguar quién se atrevía a llegar a un raro árbol que podía cumplir cualquier deseo, al que llamaban «Laurel de la India». Aceptaron y bajaron por el único camino existente en ese entonces, mismo que hasta ahora, ahí continúa.
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Al llegar a lo más bajo de La Alberca, encontraron el árbol, pero cerca de él había una mujer alta, de cabellos oscuros con una flor como tocado, y usaba un vestido corto color morado. Al verla, los cuatro jóvenes subieron sin hacer ruido, pero una joven del grupo se tropezó, la mujer la escuchó, y al voltear la joven, vio que era un espíritu haciendo un ritual, la chica intentó escapar de este, pero el espíritu se le pegó. Los compañeros la llevaron con un cura, éste habló con el espíritu, y al hacerlo, él dijo que solamente buscaba venganza, pues había fallecido y nadie lo había ayudado. Al ser liberado, el espíritu prometió ayudar a quienes estuvieran en peligro y haría lo que fuera para salvarlos.
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El jinete del Cerro de Arandas
Renata Guadalupe Mosqueda Cabrera Esc. Emiliano Zapata • Mpio. Irapuato
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n día Juan recorrió, como siempre, el camino a Arandas para llegar a tiempo a su trabajo. Estaba muy contento porque el recién construido Cuarto Cinturón Vial le ahorraba mucho tiempo para atravesar la ciudad de Irapuato. Pasadas unas horas, al regresar de su trabajo, Juan vio fuego en el cerro, pero al percatarse que no parecía encontrarse nadie cerca, decidió estacionar su auto y se acercó hacia él, conforme más se acercaba, el fuego iba desapareciendo.
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Al siguiente día, volvió a ver el fuego, se acercó nuevamente, pero antes de llegar vio a un anciano quien le dijo que no regresara a ese lugar. Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo un hombre a quien apodaban «el tlacuache» salió muy de madrugada a trabajar, y mientras caminaba por esa parte del cerro, escuchó una terrorífica voz que le preguntaba: «¿Quién eres y qué haces aquí?», era un jinete, tenía tapada la cara y el caballo era muy grande y con ojos rojos. Después de preguntarle quién era, el jinete le pidió que desenterrara un tesoro que había dejado en el cerro hacía muchos años. En ese momento «el tlacuache» se llenó de miedo, pero a la vez de avaricia, sintió cómo su corazón dejaba de latir por su familia y comenzaba a vivir sólo por el tesoro: -Será tuyo, y a cambio me darás la vida de un familiar—, le dijo. Pero «el tlacuache» no pudo encontrar la calma, sentía que el jinete se le aparecía exigiéndole el alma del familiar, desde ese día se enfermó y eso lo llevó hasta la muerte. El anciano que contó la historia miró la cara asustada de Juan, quien se dio cuenta del peligro que corría, y desde ese día no volvió a pasar por ahí. Enseñanza: debemos aprender a no ser avariciosos porque podemos perder cosas más valiosas.
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La leyenda de San Jerónimo
Odalis García Gómez Esc. Casa del Pueblo • Mpio. Valle de Santiago
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abía una vez un santito que protegía su comunidad. Un día, en los tiempos de la Independencia, los españoles quemaban las casas de los ranchos y a las mujeres las tomaban a la fuerza. Ya habían quemado a casi todos los ranchos y San Jerónimo hizo sonar la cornetita cuando se dirigían a nuestro poblado, lo que provocó que el ejército realista se fuera para otro rumbo, y así ya no fueron a San Jerónimo a quemarlo.
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Gracias al santo ya no hubo guerra, es por eso que todos los que son de este rancho, somos la mayoría del mismo color de piel, porque no tomaron a las mujeres a la fuerza, pero en los otros ranchos, todos son de diferentes colores: güeros, morenos o mezclados; desde entonces, San Jerónimo siempre ha protegido su comunidad. También cuando se prendió la gasolinera, el fuego ya iba para el rancho, San Jerónimo fue y lo apagó, y las llamas no alcanzaron a llegar aquí, nadie salió herido, y al otro día las personas que fueron a ver la gasolinera y encontraron a San Jerónimo con su ropa quemada y cenizas, por eso se dice que él fue quien apagó la lumbrada de la gasolina. San Jerónimo, es el santito que protege a su comunidad, él ha hecho tantos rescates al pueblo. También se dice que a San Jerónimo se lo llevaron en una ocasión a La Magdalena, y él hizo el milagro de no caber por las puertas del templo, por lo que no se quedaron con él en el templo de ese pueblo. Él quería quedarse en nuestro rancho. Después que veían que no cabía en la puerta del templo, lo regresaron a nuestro rancho, y cuando lo iban a meter a nuestro templo sí quiso entrar y allí se quedó, por ello al rancho lo llamaron San Jerónimo.
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Todos en el rancho vivimos muy a salvo con San Jerónimo, quien siempre que hay un problema, él va y lo soluciona, como en la época de la Independencia, cuando hizo que los españoles se fueran a otro lugar, y así todos los del rancho vivimos muy felices por tener al santito, a quien queremos mucho por lo que ha hecho por todos.
El niño perdido en su sueño
María Montserrat Rivera Jiménez Esc. Ignacio Allende • Mpio. Guanajuato
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rick es un niño de 11 años que tiene una gran imaginación y le gustan las aventuras. Él vive en Guanajuato.
Un día a Erick le contaron varias leyendas en la escuela, pero hubo una que le gustó mucho y llamó su atención, la cual trataba de una mujer que había sido hechizada, pero también habían hechizado a su pueblo, y para romper el hechizo alguien debería bajar desde el cerro de La Bufa hasta La Basílica.
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En cuanto Erick llegó a casa le contó esta historia a su mamá, quien le dijo que todo era mentira, él se puso muy enojado y se fue a dormir. Había pensado que todo era real. Cuando ya estaba acostado en su cama, tratando de dormir, se le ocurrió la idea de escaparse y comprobar que todo era verdad. Se vistió y salió de su casa en silencio, para no despertar a nadie, tomó un camión y cuando llegó a su parada empezó a caminar, tardó como dos horas para llegar al cerro. Cuando llegó se puso nervioso; sin embargo, empezó a caminar rápido y sin detenerse, él estaba muy cansado, pero cuando iba a la mitad pasó algo inesperado. De repente apareció una mujer fea, él, al verla, se asustó tanto que empezó a correr más rápido, empezó a escuchar ruidos, voces, entonces se tropezó y cayó, la mujer poco a poco se acercó más y más, él intentó pararse, pero estaba atorado. Casi cuando estaban frente a frente, se despertó y se dio cuenta de que todo había sido un sueño. Se alegró tanto que empezó a llorar y a pensar qué hubiera sucedido si todo ese sueño hubiera sido real. Moraleja: los sueños pueden ser una realidad de lo que más deseas.
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La novia Vicenta Jessica Fernanda Saavedra Moreno Esc. Jaime Sabines • Mpio. León
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sto que les voy a contar pasó hace años, es una historia de amor trágico, interrumpido por una desgracia y la desobediencia de dos enamorados.
Había una vez dos personas que estaban a punto de unirse en matrimonio el 1 de julio de 1888, pero no sabían lo que el destino les tenía preparado. Vicenta, una mujer alta, delgada, con cabello largo y castaño vivía con su tía sobre la Cuesta de la Paz, iba a casarse con un hombre muy guapo llamado Manolo. Ellos se amaban mucho, pues se conocían desde niños.
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Un día se despidieron como siempre, sin saber que era la última vez que se verían. Era una noche oscura, tormentosa, sin estrellas, dicen que llovió con gran fuerza, que se dibujaban los relámpagos y parecía que el cielo se iba a caer, esto sucedió cuando fue el gran desbordamiento en la ciudad de León. Entonces, Manolo decidió salir a buscar a su dama, ya que le preocupaba que su casa estaba en la parte más baja de la ciudad. Pero a sus padres les preocupaba que a su hija algo malo le sucediera, por lo que no le dieron permiso de salir en ese momento. A Manolo poco le importó lo que dijeran sus padres y pasado un tiempo salió en busca de su amada. Cuando por fin dejó de llover, el lugar estaba totalmente inundado, así que tuvo que rodear el camino por varias horas, durante el trayecto vio dos cuerpos: uno era de la tía de Vicenta y el otro… ¡Sí!, era el de su novia. El joven lloró amargamente, gritaba el nombre de su amada y no pudo más de dolor y se quitó la vida. Dicen que desde entonces un joven llora desconsolado por Vicenta, que se le puede ver corriendo de prisa tras de ella, como queriendo alcanzarla, pero eso nunca sucede, que ellos no se pueden ver porque Manolo desobedeció a su madre, por eso siempre hay que escuchar un consejo. Porque, como dice el refrán, «quien no escucha un consejo, no llega a viejo».
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El conde de la Ex Hacienda del Copal Fabricio Rincón Mosqueda Esc. Emiliano Zapata • Mpio. Irapuato
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a mañana del 2 de noviembre Beto y Raúl llegaron a la hacienda de El Copal en Irapuato, como parte de su visita de rutina. En ese lugar se ubica una universidad y tanto Beto como Raúl trabajan ahí haciendo la limpieza. Habían escuchado muchas veces que la gente cuchicheaba cuando los veían entrar casi de madrugada; algunas personas les habían preguntado si nunca habían visto algo extraño en la hacienda, entonces Juan, que era el vecino de El Copal, les empezó a contar a Beto y a Raúl la historia tétrica que rodea a la hacienda:
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—Dicen que en la hacienda se alojaban viajeros y en la parte trasera, había unas torres a las que llamaban las trojes, en ese lugar se guardaba el ganado. En una ocasión, en que se almacenaba el maíz, en la parte superior de las trojes, éstas se derrumbaron, quedando todos los trabajadores atrapados entre los escombros—. Juan tomó una gran bocanada de aire y luego continuó: —Desde entonces los jóvenes de la universidad, al salir, tienen mucho miedo porque aparece un hombre muy elegante a quien llaman el Conde, al parecer, es un alma de una de las víctimas. Entonces Beto y Raúl temerosos, salieron de la hacienda con cuidado, voltearon a todos lados para ver que no pasara algo raro, unos minutos después empezaron a ver sombras, voltearon hacia atrás y vieron al hombre elegante, se llenaron de miedo, pero la sombra desapareció. Entonces entendieron que era producto de su imaginación. Sin embargo, no volvieron a entrar a la hacienda solos sin luz. Ésto les enseñó a no creer en todo lo que la gente cuenta.
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El monje Kennia Mariel Arellano Vázquez Esc. Emiliano Zapata • Mpio. Irapuato
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n día en la escuela Emiliano Zapata, la maestra pidió la tarea que consistía en traer una leyenda. Al día siguiente, todos desesperados levantaron la mano porque querían leer lo que habían escrito. La maestra pidió a un estudiante que contara su leyenda.
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—Claro maestra: cuenta la leyenda de «El monje» que hace años, después de la Guerra de la Reforma, se derrumbó gran parte del convento de los Franciscanos. Lo que hizo que tanto la orden franciscana, como los vecinos de la ciudad lloraran y se lamentaran de la pérdida.Con el paso de los años, la gente comenzó a ver a un hombre alto y delgado con hábito y capucha negra como los Franciscanos que rondaban por ese lugar en el que ahora se encuentra el kiosco, frente a la Presidencia—. Después de salir de la escuela, Francisco, Cristóbal y Fernando se pusieron de acuerdo en hacer una pijamada en la casa de Francisco, que más bien era un plan para escaparse a media noche al kiosco del centro de la ciudad. Francisco le mintió a su madre diciendo que irían a dormir, rápidamente cerraron la puerta y se escaparon. Al llegar al kiosco casi pasando la media noche, los chicos empezaron a sentir frío, por lo que la piel se les puso de gallina, todo estaba muy oscuro, solamente brillaba en lo alto la torre iluminada del convento. Vagamente voltearon al paisaje que ahora se conoce como La Rinconada, donde vieron al monje, el fantasma terrorífico que traspasó la pared del convento trayendo terror a los chicos. En ese momento, los tres corrieron hasta llegar a la Presidencia, empezaron a llorar y a arrepentirse de haberse ido sin permiso y entendieron que debían de obedecer siempre a sus padres porque ellos siempre quieren lo mejor para sus hijos.
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Bolas de fuego Farid Giovani Reyes Vélez Esc. Emiliano Zapata • Mpio. Irapuato
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abía una vez un grupo de niños que llegaron a Irapuato para pasar un tiempo ahí, tomaron el autobús que recorría todo el lugar, subieron muchos pasajeros. A las 10 de la noche subió una persona que se dirigía a su casa. Sin embargo, el camionero se desvió con dirección a Malvas. Debido a este cambio de ruta del autobús en la noche, los niños bajaron asustados. Entonces vieron una luz muy brillante que logró hipnotizarlos e hizo que caminaran hacia ella, cuando se acercaron más y más, escucharon un dulce canto entonado.
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En ese momento, un viejito que vivía ahí les dijo que no debían ir para aquel rumbo que indicaba la voz, les narró una historia que sus padres le contaban: —Hace mucho tiempo, un joven iba a caballo de Malvas a Rancho Grande a ver a su novia, sus padres siempre le decían que no llegara más tarde de las 10 de la noche. Sin embargo, ese día, se quedó más tiempo con su novia y salió de casa de ella corriendo, agarró el caballo y se fue. Pasadas las 11:30 de la noche vio una bola de fuego cruzar el camino y su caballo se asustó, lo tiró y salió corriendo. Él caminó hacia la luz mientras se escuchaba un canto dulcísimo y se dirigió hacia allá. Por nueve días, nadie supo nada de este joven—, seguía contando el viejito. —Cada vez que él quería encontrar el camino, llegaba al mismo punto. Los habitantes del pueblo habían sufrido, mientras tanto, el acoso de una bruja que buscaba almas de niños no bautizados—. El viejito advirtió a los niños que se alejaran de ese camino, los niños se asustaron y nunca volvieron a ir a ese terrorífico lugar. Desde entonces, siempre están pendientes de la bola de fuego que les habían contado. Aprendieron así, que los ancianos están llenos de sabiduría y debemos preservarla.
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Rosarios nocturnos Ashley Ceja Esc. Miguel Hidalgo • Mpio. San José Iturbide
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ace mucho tiempo, en San José Iturbide, Guanajuato, existió una pequeña parroquia donde vivían tres monjas, pero cuando llegó la Guerra Cristera a este lugar, la derribaron, entonces para seguir rezando su rosario, las monjas lo hacían durante la noche en el desayunador. Todo iba bien, hasta que las descubrieron y fueron castigadas ahí mismo. Se dice que sus almas siguen penando y deambulando, porque nunca acabaron de rezar su rosario.
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Lo curioso es que nunca se le habían aparecido a nadie, hasta hace apenas treinta años, que lo hicieron a un señor de nombre Mario. Ésto sucedió cuando él venía de su trabajo, eran las tres de la madrugada, en la parte cerrada del desayunador, de la nada salieron tres monjas con la cara tapada, cuando él las vio, sintió un escalofrío recorriendo todo su cuerpo, se quedó viéndolas, dice que al cruzar la calle, las monjas se desaparecieron en la parroquia derrumbada y abandonada. Cuando el hombre llegó a su casa, le contó lo que sucedió a su tío, pero éste no le creyó. Entonces decidió investigar por su propia cuenta, al día siguiente volvió a pasar por ahí a las tres de la madrugada, cuando de pronto las tres monjas salieron del desayunador, se acercó a una de ellas y le tocó la espalda, las tres voltearon y gritaron: «¡Nos han descubierto, hay que meterlo al desayunador y encerrarlo! » Después de que encerraron al señor, ya nadie quiso volver a saber sobre las monjas y sus rosarios nocturnos.
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El tesoro de La Cerca Doble Ángel Andrés Martínez Guitarrero Esc. Juan Escutia • Mpio. Comonfort
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ace mucho tiempo en Comonfort, Guanajuato, cerca del cerro de Los Remedios vivía un señor de nombre Vicente que por oficio hacía molcajetes. Todos los días se levantaba temprano, preparaba su almuerzo y se iba en su burro a buscar la piedra para realizar su trabajo. Siempre que cruzaba por un lugar llamado La Cerca Doble (que hace mucho tiempo estuvo en pie), se encontraba con un hombre sentado y compartía su almuerzo con él. Cierto día, el hombre le dijo:
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—Tú me caes bien y te voy a dar un regalo, pero debes darme algo a cambio, me tendrás que regalar tu pañuelo que te va a servir como señal, ya que donde encuentres tu pañuelo tienes que cavar y encontrarás algo que será tuyo, pero deberás hacerlo a la media noche—. En ese momento, don Vicente que nunca había tenido miedo, sintió un escalofrío que le recorrió todo su cuerpo, de regreso a casa encontró a unos amigos que le invitaron a tomar, y al calor de las copas les platicó lo sucedido. Él no era muy ambicioso, pero entre los amigos había un señor de apellido Tapia, quien ciego de ambición, le dio a tomar hasta dejarlo tirado de borracho. Entonces, se fue al cerro junto con su mujer. Al cruzar La Cerca Doble buscó el mencionado pañuelo, lo halló con facilidad ya que había luna llena, estaba entre unos garambullos, comenzó a quitar tierra y piedras, ¡cuál fue su sorpresa cuando encontró ahí unos huesos! Al principio se asustó, pero siguió su tarea de escarbar y más abajo encontró una vasija llena de monedas de oro. De pronto, escucharon voces de gente que se acercaba, le dijo a su mujer que tapara la vasija con las naguas y así lo hizo. De esta forma evitaron ser descubiertos.
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La gente cuenta que el hombre se hizo muy rico y compró muchas tierras. También dicen que su mujer se secó poco a poco de forma inexplicable hasta que murió. De don Vicente se sabe que murió de viejo elaborando sus queridos molcajetes.
La terrible historia del cráter
Dayra Jimena González Quiroz Esc. Cuauhtémoc • Mpio. Valle de Santiago
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a familia Gómez pasaba mucho tiempo encerrada en su casa, ya que tenían sólo dos meses de haberse mudado a su nuevo hogar.
Habían escuchado hablar de un volcán llamado La Alberca, que era un cráter y la gente decía que era un lugar muy bonito y especial. La familia no dudó ni un segundo y se fue a pasar la tarde en familia ahí, sin saber la tragedia que les esperaba.
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Cuando llegaron, quedaron impactados por la belleza de aquel asombroso lugar. Se tomaron muchas fotos en familia, la hija del señor Gómez decidió alejarse un poco más para capturar la mejor imagen. Cuando estaba a punto de tomar la foto, en el momento menos esperado, la niña resbaló y cayó al agua lanzando un aterrador grito, los padres corrieron espantados para ver qué ocurría, hicieron todo lo posible para sacar del agua a su hija, pero nada funcionó. Nunca encontraron a la niña. Algunas personas dicen que se esconde en la profundidad del cráter. Otros dicen que se la tragó el lodo y lo más seguro es que así sea, porque el lodo es como arena movediza. Cuenta la gente que cuando la niña va a salir, las aguas se tiñen de rojo. Se dice que cuando un niño o niña se aleja de su familia, entonces se les aparece la niña y les dice que tengan cuidado, que miren lo que le pasó a ella. Las pocas personas que han visto a la niña, dicen que tiene el cabello negro y despeinado, trae un vestido color rosa desaliñado, su cuerpo tiene heridas profundas y lodo y no trae zapatos. La niña se ha llevado a muchos niños, cuando observa que sus padres no están atentos a ellos, por estar platicando, divirtiéndose, o simplemente por estar con el celular. Los padres desconcertados y tristes por no encontrar a sus hijos, empiezan a decir que algo extraño habita en el lugar.
75 Meses después del accidente de la niña Gómez, llegó al pueblo una joven llamada Daniela, que decían, era prima de la niña ahogada, fue ella quien aclaró que la niña en realidad se llamaba Lucía, esta era muy buena y se preocupaba por los demás, que sus padres y dos hermanos varones mayores la querían mucho, pero que fueron éstos dos últimos quienes la empujaron por accidente. También se dijo que la niña sólo tenía doce años de edad, y que dos semanas después de la desaparición de Lucía, la familia Gómez se había mudado a otra ciudad. La gente triste le comentó a Daniela que haciendo un sacrificio en el mismo sitio, podrían volver los niños desaparecidos en el lugar. Daniela aceptó y llevó flores y dulces para salvar a los niños. Al poco rato, los niños salían en busca de sus padres, quienes prometían ser más responsables. Se dice que Lucía vive muy feliz dentro del cráter y ya no la han visto, pero hay quienes dicen verla en las noches de luna llena o cuando hay algún niño en peligro por el lugar.
El callejón del Diablo Dulce Anahí Bravo Gámez Esc. José Ma. Morelos • Mpio. Salamanca
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a gente cuenta que hace varios años en la calle Tres Guerras, en la ciudad de Salamanca, antes conocida como el callejón del Diablo, ocurrió un acontecimiento inusual que se piensa fue cosa del diablo. La historia es esta: Cerca de esa calle vivía una familia muy rica a la que le gustaba humillar y aprovecharse de la gente humilde. Su único hijo varón vivía con mucha libertad, la cual él aprovechaba para emborracharse y enamorar a mujeres.
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Un buen día, después de tantos excesos y de caminar y caminar sin rumbo, el joven llegó a ese callejón y a lo lejos vio la silueta de una hermosa mujer, lo que provocó en él la curiosidad por conocerla. Persiguió a la mujer por varias calles sin poder alcanzarla, cuando por fin lo logró, la sujetó del brazo y al voltear la chica, el joven se desmayó. Al amanecer, el cuerpo del hijo fue encontrado con el rostro atemorizado. Después de este suceso, se dice que si pasas por esta calle, ya muy noche, se siente como si alguien te persiguiera, y al voltear, sólo ves a lo lejos unos destellos rojos como los ojos rojos del diablo. El recuerdo más vivo del hecho ha sido el nombre que le quedó a la callejuela, conocida por mucho tiempo como el callejón del diablo. En la actualidad, se sigue rumorando que continúa apareciéndose la misteriosa dama, asustando a todo aquél que se atreva a pasar por el callejón después de las 11 de la noche. Moraleja: el alcohol es nocivo para la salud, y más si se ingiere en exceso, porque alguien en estado de ebriedad no es consciente de los actos.
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La Monita y los pájaros
Marina Isabel Blanco Huerta Esc. Emiliano Zapata • Mpio. León
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ace algunos años sucedió un caso espeluznante en una escuela primaria. Se trata de la historia del fantasma de una muñeca que se llamaba La Monita, esta historia aún sigue vigente, ya que se dice que este fantasma aparece todavía en lugares solitarios. En los lugares oscuros tiende a asustar a los niños, por lo que aumenta el miedo en ellos. En una ocasión, a una maestra se le ocurrió elaborar un altar de muertos y en un descuido cayó una veladora y éste se quemó. A partir de ese momento, se le atribuyó a la Monita el haber provocado aquel accidente.
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Una tarde, cuando la intendente se disponía a limpiar los baños, de repente escuchó una voz de niña que la llamaba por su nombre «Claudia, Claudia, Claudia». Al escuchar su nombre varias veces, se dio la vuelta para preguntar por qué la llamaban, a lo que la voz respondió que le pasaran papel higiénico. Al decir esto, Claudia no tardó mucho en ir a pedir papel higiénico a una maestra y en un abrir y cerrar de ojos, la señora regresó nuevamente al baño para entregar el papel. Al asomarse hacia el orificio de la puerta, ciertamente la niña no estaba y a la señora le causó tanto miedo, que salió corriendo de los baños de las niñas. Otro caso es el de los pájaros, ya que al acercarse La Monita, éstos bajan y empiezan a tener una comunicación extraña. Se cree que ésto está relacionado con los accidentes que han ocurrido últimamente con los niños, donde muchos han llegado a parar al hospital. Se acerca el mes de noviembre y es cuando resurgen todas las maldades a las que La Monita está acostumbrada. Los niños temen este regreso y ahora tendrán que hacer sus oraciones cotidianas cuando van al templo.
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Pasarán los años y la incertidumbre seguirá transcurriendo de generación en generación. La moraleja del cuento es que siempre se debe tener fe en uno mismo y creer en algo que nos ayude.
La iglesia del miedo María Fernanda Zavala Chagolla Esc. Narciso Mendoza • Mpio. Irapuato
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uenta la leyenda que hace muchos años hubo una tragedia en la iglesia de la comunidad de Arandas, en la ciudad de Irapuato, Guanajuato. Lo que pasó fue que se desató un mal que atormentó a todos los habitantes por 200 años por culpa de un anciano que jugaba con magia negra y desafiaba las fuerzas del Universo, hasta que llegaron cuatro héroes que salvaron a la comunidad e hicieron un gran esfuerzo. Estos tuvieron que viajar en el tiempo para arreglar los percances que había hecho el malvado anciano, y le devolvieron la tranquilidad a Arandas, cerraron la iglesia donde se llevaron a cabo todos los planes maléficos y se aseguraron de que nadie la volviera a abrir.
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El anciano, quien tiempo después de lo sucedido murió, tenía un hijo llamado Leonardo, él también se murió, pero su espíritu rondaba siempre por la iglesia por más de 100 años. Un día, una familia se mudó a la comunidad, pero ellos no sabían sobre los hechos ocurridos, la mudanza fue normal, llegaron Sofía y Pedro, padres de dos niños que se llamaban Camila de 11 años y Víctor de 13 años quienes eran muy unidos. A la semana de que se mudaron, Víctor y Camila decidieron hacer un pequeño recorrido por toda la comunidad, pero encontraron una puerta secreta que los llevaría al interior de aquella iglesia donde pasó lo del anciano malo. Tiempo después, el espíritu de Leonardo, el descendiente de aquél brujo, empezó a buscar a los cuatro héroes. Dicen que en la madrugada, a las 3:00 se oyen las malvadas risas de Leonardo que sigue pensando en completar su venganza. Moraleja: no hay que vengarse de nadie porque eso es malo y puede hacer que la situación se empeore.
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El Cristo de oro Luis Yandel Domínguez Silva Esc. José Ma. Morelos • Mpio. Purísima del Rincón
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l inicio del siglo XX no había medios de transporte con motor, la gente se trasladaba de un lugar a otro en burros, mulas, caballos o caminando.
En este tiempo, hubo un enfrentamiento que se llamó Guerra de los Cristeros, en la cual, el gobierno de ese entonces quiso terminar con el catolicismo y cerró iglesias. Los encargados o párrocos no se quedaron con los brazos cruzados, entonces los cálices, cristos, santísimos y todo el material santificado, fue sacado de las iglesias y llevado con ellos, pero el gobierno iba de casa en casa, buscando lo que los párrocos cargaban y repartían en muchos lugares.
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Mis abuelos cuentan que en mi comunidad hubo algunas batallas entre el gobierno y los cristeros. Las luchas no eran sólo para proteger los bienes sagrados, sino también el oro que contenían. Por eso los cristeros andaban de rancho en rancho, para no ser localizados. Muchos católicos ocultaban también sus biblias, imágenes religiosas y objetos que representaran sus creencias. De esta forma, se dieron a la tarea de buscar un líder que supiera cómo esconder sus bienes para no sufrir los daños que temían, o perderlos definitivamente. Se cuenta que algunos católicos de ese grupo eran perseguidos por las autoridades. Estas personas llevaban entre sus bienes un Cristo y veinticinco cargas de oro. Venían de la comunidad de Jalpa de Cánovas y al sentirse casi descubiertos, una persona del grupo, cuyo nombre se desconoce, comenzó a decir a sus compañeros que deberían esconder la carga en el Cerro de La Mesa, que pertenece al ejido de Dolores, municipio de Purísima del Rincón. Hasta el día de hoy, nadie ha podido encontrar este tesoro.
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La gente del grupo católico murió, llevándose el secreto del lugar del tesoro hasta la tumba. Algunos dicen que nunca existió, otros que el gobierno lo encontró, la única evidencia que quedó fue un rostro de un Cristo grabado que finalmente también, terminó extraviándose. Bueno, eso se dice entre quienes cuentan este suceso en mi comunidad. ¿Será cierta la existencia de ese tesoro?
El fantasma del castillo Catle
Mary Paz Soria Andrade Esc. Jaime Nunó • Mpio. Celaya
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abía una vez una princesa de cabellera pelirroja, ojos verdes y mirada perspicaz, llamada Azul. Desde niña veía cosas que los demás no podían ver, notaba gente muerta en el castillo donde vivía con su padre, y podía incluso, hablar con ellos en ciertas ocasiones. Un día, harta de todos estos sucesos, acudió con el brujo del reino. El brujo era conocido como Roscuen, un joven alto, delgado y de ojos color cobre, el cual, acababa de recibir como herencia de su abuelo el puesto de curandero y brujo de la familia real.
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Roscuen, primero decidió inspeccionar el castillo, tratando de hacer un diagnóstico. Al final, el fantasma logró comunicarse con él y le dijo que debían sacar su cuerpo de una de las paredes del castillo que estaba cubierta con un tapiz negro. El fantasma les explicó que su abuelo lo había encerrado allí cuando le quitó su tesoro. Para que el fantasma dejara a la familia real en paz y que pudiera descansar su alma, tanto Roscuen como Azul debían pasar tres pruebas: en la primera, debían cortarle una pluma al ave fénix más hermoso que hubiera en el reino y traerla hasta el castillo. La segunda prueba era que debían extraer un doblón del tesoro del viejo dragón de la montaña Rubí y traerlo, igual que en la prueba anterior, al castillo. La tercera y última prueba consistía en que los dos tenían que sacrificar el tesoro más valioso que poseían y arrojarlo al río Esmeralda, de lo contrario, debían arrojarse los dos a las aguas heladas y profundas del río. Los dos muchachos, más que dispuestos a todo, cumplieron las dos primeras pruebas sin ninguna complicación. Sin embargo, cuando llegaron a la última prueba, los dos se mostraron algo dudosos. —No estoy segura de querer arrojar al río mi preciado collar de rubíes y diamantes— dijo Azul.
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—Yo tampoco estoy seguro de querer sacrificar el libro de conjuros contra fantasmas de mi abuelo— dijo Roscuen. Los dos mirándose mutuamente, decidieron no terminar la última prueba, pues no querían deshacerse de sus posesiones más preciadas. Desesperado, malhumorado y como castigo, el fantasma usó toda su energía en arrojarlos al río Esmeralda para que murieran ahogados, y así, al menos, tener algo de compañía. Enseñanza: la avaricia nunca deja nada bueno en nuestra vida.
La niña del panteón Camila Vargas Moreno Esc. Emiliano Zapata • Mpio. Irapuato
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ace mucho tiempo en la ciudad de Irapuato, una muchacha abordó un taxi. El taxista que no la había visto aún, cuando se fijó en ella comenzó a ponerse mal.
La muchacha preocupada le preguntó: —Señor, ¿está bien?, ¿qué le pasa? El señor le contestó:
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—Lo siento, me hiciste acordarme de una experiencia muy fea que me contaron, no te lo tomes a mal. Hace muchos años, una niña hizo una parada a un taxista en el panteón para que la llevaran a la Calzada Insurgentes, al taxista se le hizo raro que una niña estuviera sola a esas horas de la noche acompañada de una muñeca. Cuando llegaron a la casa de la niña, el joven se detuvo, y cuando miró por el retrovisor, la niña ya no estaba, solo la muñeca. El taxista se bajó para entregar la muñeca y la llevó a la casa que la niña había señalado, esto sucedió hace ya mucho tiempo. Cuando tocó la puerta, salió un hombre, el joven taxista le quiso dar la muñeca, pero el señor comenzó a llorar, y le contó que a su niña la habían atropellado y murió, el conductor se puso helado de solo pensar que había llevado el espíritu de una niña en el carro. La muchacha que había abordado el taxi se quedó paralizada de pensar que los taxistas en Irapuato se exponían a esos peligros, y le preguntó si quería ir al doctor, el señor le dijo que no, que todo estaba bien.
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El caminante misterioso Stephany Iraleth Rocha García Esc. Juan José Torres Landa • Mpio. San José Iturbide
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n una noche muy oscura y lluviosa, un señor que se llamaba Julián junto con su caballo Flash, no tenían dónde dormir, venían muy cansados ya que el caballo cargaba una caja muy grande y pesada. El señor Julián encontró una casita donde lo dejarían dormir, ahí les dieron comida y ayudaron al caballo bajando esa caja tan grande y pesada.
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Al día siguiente, ni el señor Julián ni su caballo estaban ahí, pero la caja seguía en el lugar. Como nadie iba a reclamarla, los señores de la casa decidieron llevársela al señor cura, quien días después, el 5 de febrero, decidió abrirla, pero no lo hizo solo, la abrió con todo el pueblo presente. Al abrir la caja todos se sorprendieron, ya que en su interior había una hermosa imagen de Nuestro Señor del Santo Entierro. A la hermosa imagen la trataron de mover a otras capillas fuera del pueblo, pero ni entre todos la pudieron mover. Desde ese entonces, en San José Iturbide se venera al Señor del Santo Entierro, una imagen muy milagrosa de mi comunidad.
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La leyenda de la mujer vampiro
Ellian Arie Gómez Patlan Esc. Benito Juárez • Mpio. Salamanca
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e cuenta que por el año de 1973 existió una mujer acaudalada llamada doña Esperanza, quien vivía en la calle Árbol Grande de la ciudad de Salamanca. Esta mujer quería mucho ayudar a la gente necesitada, con dichas acciones se ganó el cariño y reconocimiento de muchos. Desafortunadamente, un mal día ella enfermó y a pesar de todos los esfuerzos de su familia, la señora Esperanza murió. Días después, tocaron a la puerta de la familia, era un señor de aspecto muy elegante y educado, quien solicitó hablar con el hijo mayor de la señora, y le dijo:
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—Disculpe usted buen hombre, pero me he enterado de su pena y le tengo una sugerencia para que usted y su familia preserven a la persona que tanto aman—. Sin dudarlo, don Felipe preguntó a aquel extraño: —Hombre, ¿cómo es que usted podría ayudarnos?— Entonces el hombre elegante con una mueca que daba escalofríos, sugirió que le hicieran transfusiones de sangre. Sin dudarlo, inmediatamente se puso en marcha el plan. Al cabo de unos días comenzaron dichas transfusiones, y con el paso del tiempo a doña Esperanza le empezó a crecer pelo, uñas y colmillos. La familia contrató a una enfermera para que la atendiera y aseara, todo se empezó a tornar muy extraño porque en ocasiones, por las noches la enfermera observaba que doña Esperanza, supuestamente muerta, cambiaba de posición. Hasta el punto de que en una noche, las cosas se pusieron muy feas: doña Esperanza abrió sus ojos, se sentó a la orilla de la cama y se lanzó violentamente sobre la enfermera, ésto causó gran preocupación a toda la familia; así que optaron por dejarla encerrada en su habitación y mandaron hacer un mausoleo en el panteón de Las Flores
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en Salamanca. En cuanto la obra estuvo terminada, Esperanza fue trasladada por la madrugada para que nadie se diera cuenta, ya que se corría el rumor de que el demonio había poseído su cuerpo, y la gente comenzó a llamarla vampiro. Sin embargo, las cosas no mejoraron, ya que era tanta su fuerza que lograba salir por las noches de su mausoleo y deambulaba por todo el panteón tratando de escapar. Noche tras noche se escuchaban gritos perturbadores y forcejeos en la reja principal. La gente tenía tanto miedo que para protegerse ponían tijeras en forma de cruz en las puertas de sus casas. Al ver ésto, la familia decidió trasladar el cuerpo de doña Esperanza. Nadie supo realmente a dónde la llevaron, pero se rumora que tal vez el cuerpo poseído descansa en una de las catacumbas de la iglesia de San Agustín.
El abuelo, el niño y la bruja
Ana Karen Estrella Rangel Esc. Prof. Pablo Gómez López • Mpio. Santa Cruz de Juventino Rosas
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n Santa Cruz, un rancho de la Purísima, por lo alto de un cerro, hace muchos años, los pobladores tenían miedo de andar en la calle al atardecer, pues se decía que había bolas de fuego. Sin embargo, a doña Ana, habitante de este lugar, eso no le importaba, ella no creía en cosas sobrenaturales. Un día, doña Ana iba rumbo a Santa Cruz y se encontró con un joven apuesto de nombre Joel, doña Ana se enamoró profundamente del joven, y al poco tiempo se casaron y tuvieron un hijo llamado Manuel. Ella era muy feliz y su papá estaba contento de conocer a su nieto.
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Pasaron los años y Manuel creció. Un buen día, a su abuelo se le ocurrió llevarlo de día de campamento, así que se fueron al cerro, ya en la noche se quedaron a acampar bajo unos árboles. Manuel se quedó dormido profundamente y el abuelo salió a recoger leña para alimentar la fogata. Éste se fue alejando poco a poco hasta que escuchó un sonido rumbo al árbol donde el nieto estaba dormido, de la impresión tiró la leña y fue corriendo hacia donde se encontraba su nieto. Estando ahí, vio una lechuza de ojos grandes y brillantes, el abuelo no podía creerlo, la lechuza cayó del árbol y se revolcó, poco a poco se fue convirtiendo en una joven muy linda, quien le pidió al abuelo que no le contara a nadie sobre su secreto y éste le contestó: «No le contaré a nadie, con la condición de que dejes de asustar a la gente». La pequeña bruja aceptó. Se dice que la bruja pasaba los días muy triste por la promesa que le había hecho al abuelo, cada día estaba más y más triste, hasta que una noche se cansó y siguió asustando a la gente, y llevándose a los niños para chuparles la sangre.
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El abuelo cuando se dio cuenta les dijo a todos los habitantes de Juventino Rosas: —La bruja está llena de coraje, y como venganza se llevó a mi nieto Manuel. En la noche saldremos a buscarla—. Llegó la noche, el abuelo estaba desesperado, y todo el pueblo de Juventino se organizó. Salieron a las siete. A media noche encontraron a la bruja, le arrebataron a Manuel y le lanzaron agua bendita. Desde entonces, la gente del pueblo de Juventino Rosas ya no tiene miedo a salir por las noches y fueron felices para siempre.
María Graciana Arely Sabrina Belman Sánchez Esc. Lic. Adolfo López Mateos • Mpio. Santa Cruz de Juventino Rosas
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ace mucho tiempo existió una joven originaria de Juventino Rosas, llamada María, quien era conocida como hechicera de magia blanca, o curandera, ella era muy buena para eso y mucha gente iba con ella para curarse de alguna enfermedad. Decían que tenía una flor mágica que podía hablar y la había conseguido ofreciendo dinero. Era una flor de centro dorado, hojas blancas y tallo de color plata. Esa flor le ayudaba a curar enfermedades, sólo tenía que cortar un pedazo pequeño, ponerlo en agua y la persona enferma debía beberla.
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El tiempo fue pasando y la flor se desgastó, además, se inventaron los medicamentos y la hechicera perdió popularidad. De igual forma, mucho se decía sobre la curandera y sus hechizos, los cuales tenían que pagarse por generaciones. Debido a esos rumores, todos le temían. La curandera utilizó los restos que quedaban de la flor en ella, deseando para sí riqueza, la flor le advirtió que ella no funcionaba para los casos de avaricia. Sin embargo, María no hizo caso. Al sumergir los restos de la flor en agua, ésta brilló por última vez, diciendo «algo malo te pasará, aún estás a tiempo de arrepentirte». Pasaron los años y finalmente la curandera se casó y tuvo dos hijos. Con el tiempo, su esposo murió y ella cayó en extrema pobreza. Así que, un buen día decidió subir al cerro con su bebé cargado en su espalda para cortar algunos nopales. Empezó a cortar los nopales y sintió que alguien la jalaba, volteó temerosa y vio que era sólo una rama. Después, empezó a escuchar una voz que le decía «voltea, voltea», ella volteó y detrás apareció una cueva, esta vez, la voz le decía «entra, entra», así que decidió entrar. Dentro de la cueva María preguntó: —¿Quién me está hablando?—
—Soy tu deseo—, se escuchó. —¿Mi deseo?— preguntó María. —Hace 10 años con la flor pediste riqueza y aquí está, sólo recuerda lo que te advertí—. María ignoró esta última parte, no podía creer todo el dinero que había, diamantes y collares. La voz le dijo que tenía sólo quince segundos, inmediatamente María comenzó a llenar sus bolsillos, al restarle diez segundos se quitó el rebozo y dejó al niño al lado de ella. La flor repitió: —No olvides lo más importante—. María comenzó a preguntarse ¿qué era lo más importante, esta corona, los diamantes? —Te quedan cinco segundos, sal y no olvides lo más importante—, decía la voz. María salió apresurada llena de riquezas, en el suelo encontró un chupón tirado y recordó que era de su hijo, lo más importante en su vida. Entre diamantes comenzó a llorar. Llamó a la policía y la creyeron loca al ver sólo piedras donde se suponía estaba la entrada de la cueva. Moraleja: lo más importante no es lo material, es tu familia.
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La leyenda del llanto Juan Carlos Sandoval Romero Esc. María Teresa de Torres Landa • Mpio. Dolores Hidalgo C.I.N.
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n el año de 1960, en la comunidad La Candelaria, sucedió un acontecimiento escalofriante, pues una noche lluviosa, cuando una familia se encontraba durmiendo, cuentan que entró una bruja a la casa y hechizó al niño más pequeño. La madre al escuchar un fuerte trueno, despertó y alcanzó a ver cómo la luz de los rayos iluminaron el rostro de la malvada bruja. Dicen que, al ver ésto se volvió loca, tomó a su pequeño de tan sólo seis meses y corrió bajo la lluvia hasta un árbol para esconder a su bebé. Las personas que vivían en el rancho, decían que oían llorar al niño de frío, pues estaba en un hueco del árbol. Cuentan que cada vez que una familia pelea, el espíritu del niño comienza a llorar, pues sus papás peleaban mucho, y él quiere que lo escuchen para que ya no se peleen y pueda descansar tranquilo. Enseñanza: no es bueno que los papás peleen frente a sus hijos.
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La Ñiña Blanca Jimena del Carmen Robles Aguirre Esc. Leona Vicario • Mpio. Silao
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uenta la leyenda que en el año de 1970 existía una ñiña llamada Ramona. Se dice que ella tenía una amiga imaginaria a la que llamaba la niña blanca, quien la acompañaba a todos lados, incluso hasta a la escuela. Juntas podían pasar horas platicando y jugando. Como se querían mucho, la niña imaginaria se molestaba porque Ramona, a veces, no le hacía caso y se juntaba con sus otras amigas.
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Cuando salían a hacer deporte, la maestra los organizaba por equipos y las dos, Ramona y la Ñiña Blanca se juntaban. Daban el toque de salida y se iban juntas, pues vivían en la misma casa. También, cuando sus familiares le compraban algo a Ramona, ella decía que no nada más era ella, también estaba su amiga y le tenían que comprar a las dos. Igual era cuando su mamá le servía el plato para que se sentara a comer, Ramona le decía a su mamá que por qué solamente le servía un sólo plato si ya sabía que siempre eran dos. Ramona crecía y La Niña Blanca también. Con el tiempo, la niña ya no le hacía caso a su amiga imaginaria y se fueron olvidando la una de la otra. Se dice que Ramona tenía doce años cuando se olvidó por completo de su amiga. Aunque su mamá se acostumbró y seguía sirviendo los dos platos, un día su hija le dijo que ya no sirviera los dos platos, porque ella ya no tenía a su amiga, que un día se despidió y le dijo que se iría con su mamá. Sin embargo, dicen que a veces se ha visto a La Niña Blanca en el último baño de la escuela, esperando a que regrese Ramona para volver a jugar con ella.
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La piedra que Satanás tocó
Camila Rodríguez Mandujano Esc. J. Guadalupe Victoria • Mpio. Celaya
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abía una vez un niño llamado Francisco que vivía en el municipio de Celaya, Guanajuato, en la calle Aztecas, que en aquel tiempo era un callejón muy oscuro y tenebroso. Cuando Francisco tenía 11 años comenzó una construcción en la esquina de su calle. Un día, iba a comprar leche a la tienda, cuando en esa construcción, él notó una piedra justo en la esquina. El chico siguió su camino hasta llegar a su casa, rápidamente subió a su habitación y toda la noche se quedó pensando en esa piedra, lo más extraño era que ésta tenía un hoyo en el centro y cinco más pequeños en la punta.
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Al día siguiente, le platicó a su papá, pero éste no le hizo mucho caso. Francisco siguió pensando y pensando toda la tarde en la piedra. Pasaron los días hasta que el chico decidió por curiosidad ir a ver la construcción, ahí un arquitecto le preguntó: —¿Qué se te perdió, niño? —Nada señor, sólo me acerqué a ver la piedra, porque esa piedra es muy rara— respondió Francisco. —Pues no sé qué tiene de rara, esa piedra es como cualquier otra— dijo el arquitecto. En ese momento, éste comenzó a convulsionarse y segundos después le dijo cosas muy extrañas al chico, quien asustado, salió corriendo hacia su casa. Le platicó a su mamá lo sucedido, y ella le dijo: —No vuelvas a acercarte a ese lugar. —Sí mamá, no me vuelvo a acercar— respondió Francisco.
Su mamá lo llevó a que un sacerdote le rezara, ya que pensaba que lo que había pasado, era cosa de Satanás. El cura le dijo a la mamá que cuidara a su hijo porque ese señor no le daba buena espina. Pasaron algunos meses, seguía la construcción, Francisco regresó al lugar, pero esta vez ya no le daba tanto miedo porque el suceso de hacía unos meses se le había olvidado. Al asomarse, vio que el arquitecto iba entrando, pero no se abría la puerta hasta que éste metía la rodilla y los cinco dedos de la mano en la piedra. La piedra desprendía entonces una luz, y la puerta se abría. Francisco esperó a que la puerta se abriera para él poder entrar. Colocó su rodilla y los cinco dedos de la mano derecha y la puerta se abrió. Entró a la construcción y ya iba a esconderse detrás de unas tablas, cuando, sin darse cuenta, pisó una e hizo mucho ruido, el arquitecto que apenas iba entrando, escuchó el ruido, y de esta forma descubrió a Francisco. El arquitecto empezó de nuevo a convulsionarse y en tono de voz más gruesa, le dijo: —Sal corriendo, antes de que te arrepientas. El chico aterrado respondió: —Sí señor, ya me voy. Francisco salió corriendo y le platicó todo esto a su mamá. Al final, ellos descubrieron que el arquitecto era un amigo de Satanás. Moraleja: recuerda que siempre hay que obedecer a papá y mamá, porque ellos saben qué está bien para ti.
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El convento de La Merced
Daniel Robles Landaverde Esc. Justicia Social • Mpio. San José Iturbide
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n la ciudad de Guanajuato, un hermoso y colorido lugar lleno de fantásticas leyendas es el Castillo de Santa Cecilia. Se cuenta que ya hace muchos años ocurrió ahí un asesinato de una mujer de la realeza. Los turistas han sentido siempre mucha curiosidad por visitar el lugar, pero salen sumamente asustados, puesto que cuentan que al abrir las cortinas, en las ventanas, hay pequeñas cruces hechas con aceite, y si se observa bien, también las hay en puertas, ésto podría significar que hay peligro de no salir con vida de ahí. Algunos aseguran haber escuchado risas o gritos.
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Este lugar es muy reconocido, incluso ha sido utilizado para grabar películas, en algunas de sus filmaciones se han encontrado figuras y sonidos extraños, un ejemplo de estas películas es la de «Las momias de Guanajuato». Por lo mismo, no es de extrañar que este sitio se haya convertido en un buen centro turístico para los que visitan nuestro hermoso estado. Otra de las leyendas de esta ciudad sucedió en el ex convento de La Merced, donde, un pintor llamado Gerardo Murillo, mejor conocido como doctor Atl, frecuentaba el lugar continuamente en busca de inspiración para sus obras. En ese lugar, cierto día el artista vio que un coronel y su asistente llegaron de forma apresurada, mientras que discutían. En marcha firme, el asistente que caminaba hacia el patio, de repente, se detuvo en seco, mirando fijamente hacia un arco, en el que después el mismo coronel también se centró y comenzó a accionar su arma. Sonaban ensordecedores los disparos y el eco que provocaban. Desde el ángulo en que estaba el pintor, no se alcanzaba a ver quién disparaba, pero terminó por tirarse al piso, sólo se dejaba de escuchar el estruendo de las balas, cuando se tomaba espacio para recargar las armas, las balas cayeron al suelo, el coronel se agachaba para levantarlas sin apartar la vista, como si algo se acercara. En eso el pintor le vio despegar los pies del suelo y levantarse por el aire, como si un hombre muy fuerte lo levantara por el cuello y en
seguida lo arrojara por el piso. El artista corrió en seguida de ver lo ocurrido, pero sólo alcanzó a ver cómo el coronel daba sus últimos respiros, éste había caído inconsciente. El pintor dio su declaración a las autoridades, pero como parecía una historia poco real, lo encerraron, sólo esperaban la declaración del asistente del coronel, quien se encontraba hospitalizado por la impresión. Unos días después al despertar y recobrar los cinco sentidos, fue llevado con el comisario para reconstruir los hechos ocurridos. Se le veía con ojos llenos de miedo, mientras contaba su declaración: —El coronel y yo regresábamos de nuestras labores, cuando cruzábamos por el patio, vimos que desde uno de los arcos se levantaba una sombra más oscura que una noche sin luna, el miedo me paralizó, pero el coronel decidió dispararle, cuando se le acabaron las balas, el fantasma desapareció de los arcos y apareció otra vez enfrente del coronel, ahorcándolo con sus grandes manos, después de ésto, el miedo era tal, que caí desmayado, es que áquello parecía el fantasma de un fraile, pero lucía espantoso con su cara… y sus manos … era…— Titubeaba sin poder terminar la descripción, después de varios intentos. Finalmente, el comisario retiró los cargos hacia Murillo por la declaración y porque las huellas no coincidían con lo que había en el cuello del coronel. A pesar de no creer en ello, dejó a éste en libertad. Cuenta la leyenda que todo ésto sucedió en el convento de La Merced, ubicado en el Mineral de Mellado en la ciudad de Guanajuato.
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La importancia de los cronistas y cuentacuentos
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na manera de conservar la historia de nuestras comunidades, eventos importantes, así como las leyendas a través del tiempo, es por medio de la narrativa oral y escrita.
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Los cronistas recopilan y redactan diversos hechos para dejar un testimonio literario con una base histórica o de actualidad. En el caso de los cronistas, el género literario recibe el nombre de crónica. En Guanajuato, existe una asociación de cronistas desde 1993, cuyo objetivo es agrupar a las personas que llevan a cabo esta labor en los 46 municipios. Dicha asociación está conformada por un grupo muy heterogéneo de: historiadores, abogados, arquitectos, ingenieros, profesores y campesinos, pero todos comprometidos por el gran amor de su tierra natal y dedicados a rescatar y difundir la microhistoria, así como las tradiciones y costumbres de cada localidad, donde se respira el pasado y se recuerdan los acontecimientos que han dado rumbo e identidad a nuestra Patria.
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or otra parte, los cuentacuentos son aquellas personas que se dedican a narrar cuentos o historias y dentro de los tipos de textos que narran, podemos mencionar:
La leyenda, narración que puede resultar fantástica, en realidad puede tener una lejana inspiración con base histórica, y tienen por función dar una explicación o esclarecimiento de algún suceso. La anécdota, es una noticia breve de algún suceso en particular, y generalmente gira alrededor de la persona que vivió la aventura. El relato, es la narración de una sucesión de hechos, reales o no, sin un nudo dramático. La fábula, trata de un género antiquísimo. Es una composición breve que termina en moraleja y los protagonistas son generalmente animales. El mito, es la forma como un pueblo trata de explicar el origen del mundo y del ser humano.
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Mapa del estado de Guanajuato
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hora que has leído leyendas escritas por niñas y niños como tú, ¿te imaginas cuántas faltan por contar?, ¿te gustaría escribir las que tú conoces y compartirlas para que otros las lean? Pon lápiz a la obra y envíalas a través de tu maestro al correo: piil@seg.guanajuato.gob.mx Estaremos atentos para leer las creaciones literarias que compartas.
Nota: al escribir tu historia, fírmala con un seudónimo para fines de protección de tus datos personales. Pídeles a tus padres o tutores que escriban una carta de cesión de derechos para uso educativo y sin fines de lucro a la Secretaría de Educación de Guanajuato, y envíanosla junto con tu historia para su publicación en la plataforma digital del Programa Integral de Impulso a la Lectura (PIIL).
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