1er.
La bruja Florentina
Lugar
Hugo Eduardo Gaona Reyes Esc. Francisco González Bocanegra • Mpio. León
M
i abuelo Gonzalo me contó que en la comunidad de Llano Grande, una noche se encontraban tres hombres platicando mientras encerraban a sus animales en los corrales, de pronto Faustino, uno de ellos, miró para arriba y pudo ver una luz muy brillante en el cielo y dijo en voz alta: —¡Miren, Juan, Celestino, es una bruja!— Ellos respondieron: —¡No, más bien parece una estrella!— Faustino insistía: —¡Es una bruja, la bajaré!
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Entonces Faustino se quitó los huaraches, los colocó en el piso con las suelas hacia arriba, se quitó la faja que llevaba puesta a manera de cinturón, y comenzó a rezar. Cada vez que hacía una oración, también hacía un nudo a la faja. Juan y Celestino observaban cómo iba haciendo más nudos y oraciones, mientras que la luz del cielo se acercaba cada vez más. Cuando hizo el último nudo, pudieron ver a la bruja cerca de ellos, la intentaron sujetar, pero ella se defendía, se resistía, aleteaba, y cuando por fin lograron agarrarla, la llevaron a encerrar en un jacal. En la madrugada, alrededor de las 2 o 3 de la mañana, la bruja gritaba: —¡Déjenme salir, por favor!, ¡quiero ir a casa!— Juan se acercó y le dijo: —¿Por qué deberíamos dejarte ir?— Ella le contestó que antes de salir de su casa había dejado a su esposo dormido, y que al amanecer, él se daría cuenta de que ella no estaba y se iba a molestar mucho. Les dijo: —Me llamo Florentina y soy de Guadalajara, ¡no he hecho nada malo!, si me dejan ir, les prometo que el día que ustedes visiten mi ciudad yo los recibiré con gusto, en agradecimiento al favor que me hicieron—. Entonces, ella les dio la dirección del lugar