María Graciana Arely Sabrina Belman Sánchez Esc. Lic. Adolfo López Mateos • Mpio. Santa Cruz de Juventino Rosas
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ace mucho tiempo existió una joven originaria de Juventino Rosas, llamada María, quien era conocida como hechicera de magia blanca, o curandera, ella era muy buena para eso y mucha gente iba con ella para curarse de alguna enfermedad. Decían que tenía una flor mágica que podía hablar y la había conseguido ofreciendo dinero. Era una flor de centro dorado, hojas blancas y tallo de color plata. Esa flor le ayudaba a curar enfermedades, sólo tenía que cortar un pedazo pequeño, ponerlo en agua y la persona enferma debía beberla.
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El tiempo fue pasando y la flor se desgastó, además, se inventaron los medicamentos y la hechicera perdió popularidad. De igual forma, mucho se decía sobre la curandera y sus hechizos, los cuales tenían que pagarse por generaciones. Debido a esos rumores, todos le temían. La curandera utilizó los restos que quedaban de la flor en ella, deseando para sí riqueza, la flor le advirtió que ella no funcionaba para los casos de avaricia. Sin embargo, María no hizo caso. Al sumergir los restos de la flor en agua, ésta brilló por última vez, diciendo «algo malo te pasará, aún estás a tiempo de arrepentirte». Pasaron los años y finalmente la curandera se casó y tuvo dos hijos. Con el tiempo, su esposo murió y ella cayó en extrema pobreza. Así que, un buen día decidió subir al cerro con su bebé cargado en su espalda para cortar algunos nopales. Empezó a cortar los nopales y sintió que alguien la jalaba, volteó temerosa y vio que era sólo una rama. Después, empezó a escuchar una voz que le decía «voltea, voltea», ella volteó y detrás apareció una cueva, esta vez, la voz le decía «entra, entra», así que decidió entrar. Dentro de la cueva María preguntó: —¿Quién me está hablando?—