néstor E. e. rodríguez rodríguez néstor Cuadrivium 13hombre Año 20de la multitud Norberto James Rawlings, el
Norberto James Rawlings, el hombre de la multitud
I Observa hijo cómo rasguña el mar las orillas de la playa cómo a dentelladas húmedas impone su reino salobre. sta lección que Norberto James Rawlings (República Dominicana, 1945) ofrece a su hijo, condensa en sus poderosas imágenes toda una pedagogía del vivir del exiliado. La voz del poeta, confundida aquí con la brega de ese mar inconmovible, arropa con su luminosidad la memoria de los días idos. Según se desprende de las líneas que completan el poema, lo que queda de ese gesto afincado en la lejanía no puede ser menos que una ganancia: “Cuando canta el mar/ se embriaga de sol la brisa/ se cuela su música amarga/ entre blancas cortinas de agua/ y construye la distancia/ con invisibles partículas/ de transparencia diurna”. El poeta pide una tarea sencilla de humanidad: saber escuchar esa “música amarga” de nuestro mar más próximo. Y ¿qué le dice el mar a Norberto James Rawlings? Como para Derek Walcott (Santa Lucía, 1930-2017), ese otro inmenso bardo antillano, el Caribe es el depositario de heroicas historias personales, de batallas por la supervivencia en un espacio en donde la subyugación muestra sus más ruines matices. Ese mar narra así una historia que no escamotea
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la realidad calamitosa que padecen los hijos de las islas. El poeta conoce bien los detalles de este relato. Ese Caribe arrastró consigo a sus antesapados jamaicanos, los James de Ocho Ríos, hasta el polvo del Ingenio Consuelo y su miseria. La misma suerte corrieron los Rawlings para llegar a los bateyes aledaños a Macorís del Mar desde Roseau, en la Dominica de los antiguos caribes, y los algodonales del sur de los Estados Unidos. A la recia estirpe de los cocolos le dedicó el joven Norberto James Rawlings acaso su más grande creación: “Los inmigrantes”. Los versos iniciales de este himno a uno de los más notables componentes de la cultura dominicana compendian la materia que refulge a lo largo de su considerable obra: “Aún no se ha escrito/ la historia de su congoja./ Su viejo dolor unido al nuestro”. Ciertamente, la pulsión agónica que rezuman estos versos celebratorios del acervo proveniente de los inmigrantes de las Antillas de habla inglesa marcará no solo los textos de Sobre la marcha (1969), su primer poemario, sino toda su obra hasta el momento. Este rasgo capital de su poética literaria se une a la finura de su artesanía para hacer de la obra de Norberto James Rawlings, junto a la de Pedro Mir (1913-2000), el estadio más alto de la poesía social dominicana.
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