manuel Salvador salvador Gautier gautier Manuel 13 Año En La multitud esstáCuadrivium el conocimiento sobre 20 la novela de José Acosta
En La multitud está el conocimiento: sobre la novela de José Acosta Presentación de la novela La multitud de José Acosta en la Feria Internacional del Libro 2011
El tema l origen y la destrucción del conocimiento es el tema de la historia, entre fábula y oráculo, que nos presenta el poeta, ensayista y narrador José Acosta en su novela La multitud (1). Es un tema que, a través del tiempo, de manera impositiva en muchas ocasiones, lo ha manejado la filosofía, la religión, la historia, la sociología, la antropología y, últimamente, la genética. José Acosta lo maneja asombrado por la vastedad de su significado y con la certeza de que podrá, de alguna manera, definirlo. Emprende su obra construyendo un escenario desolador en una ciudad de Nueva York arrasada por una catástrofe que no se explica, un holocausto que ocurrió y creó un desbalance ecológico que ya se ha equilibrado, donde hay edificios intactos, ruinas, derrumbes, choques entre máquinas, perros, palomas, un oso, rastrojos putrefactos de animales, pero no hay gente, solo desaparecidos. Tampoco cadáveres. Los busco y no los encuentro. Me choca que no los haya. Serían la constatación de una realidad que no se impuso el autor, ya que una fábula no es real. En la fabulación de esta novela, solo hay recuerdos de personas y de situaciones en las introspecciones de Santana, el protagonista, único sobreviviente del holocausto, un Adán sin Eva en una tierra prometida
E
desmantelada, un Robinson Crusoe en un viaje definitivamente solitario. La desesperación, el desencanto, la insatisfacción de Santana es saber que no hay futuro. Que el futuro que le espera es solo la repetición del presente y luego, la muerte. Santana es un animal intelectual: vendedor de enciclopedias, doctor en letras, conocedor de planteamientos culturales tan disímiles como la teoría cuántica (P. 67) y la historia detallada anterior a Cristo (P. 80). En esa situación de soledad, donde su perro fiel, Odoroto, y sus recuerdos es lo único que lo acompaña, Santana se desespera. Teme. Sabe que debe “salvar al hombre que había en él, para mantener a raya al salvaje que, posiblemente, desde algún territorio del olvido, buscaba el modo de someterlo, de invadirlo, de aniquilarlo” (P. 11). Para evitar a ese salvaje, Santana prepara una enciclopedia personal, “el menhir que esculpía como un escarpelo, la atalaya desde donde esperaba la llegada de la multitud” (P. 21), y se sumerge en sus recuerdos para tener siempre presente a ese “hombre que había en él”. Pero, ¿quién es ese “hombre que había en él”? En Santana hay dos hombres: el hombre de “la línea” y el hombre de “la cosa”. El hombre de la línea es el hombre ordinario, de todos los días, que debe comer para vivir, amar para satisfacerse. El hombre de la cosa es el hombre del conocimiento, el hombre
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