Bruno rosario Rosario Candelier bruno candelier Cuadrivium 13 Año 20 Aliento cósmico... en la poesía de Valentín Amaro
Aliento cósmico, fruición espiritual e integridad de la conciencia en la poesía de Valentín Amaro
N
ada como la palabra para revelar la integridad de la conciencia, y nada como la poesía para expresar la autenticidad del alma humana mediante la expresión que fluye, limpia, serena y genuina, de los meandros de la sensibilidad con el lenguaje de la lírica, como se puede apreciar en la poesía de Valentín Amaro.1 Cuando una frase bella o una intuición estética se funda en una verdad sentida y vivida, la creación poética es hermosa y cautivante, con la huella de su influjo estético y el impacto de su fruición espiritual. El soplo de la palabra canaliza el pensamiento profundo y la vivencia del espíritu, según revela la obra poética de Valentín Amaro. Si se mira correctamente la percepción reclama una visión precisa de los fenómenos y las cosas, mediante una adecuada valoración que encauce y perfile la forma pertinente. La verdad que el pensador descubre y la belleza que el artista recrea, seducen al lenguaje de la poesía. La creación poética de Valentín Amaro está impregnada de un aliento cósmico en el que la persona lírica ausculta la huella sutil que horada su sensibilidad y atiza su conciencia. Y asume el poeta el arquetipo cósmico de la piedra como símbolo de la paciencia infinita: ¿Grita acaso el árbol si desde tierno le cruza el alambre y llora su sangre verde?
¿Grita acaso la piedra su rodar? Padre, en estas horas donde el hombre /pregunta su condición de sombra y pesar un ligero atisbo se acerca.2 Un pensamiento profundo subyace en el trasfondo del lenguaje poético de Valentín Amaro. Y evoca el Misterio y las voces que traen las hondas verdades de muy antiguas esencias que solo la poesía canaliza en las imágenes y los símbolos arquetípicos. La lumbre de la Mocanidad aflora en la lírica de Valentín Amaro. Él no dice todo lo que sueña, pero lo sugiere; él no expresa todo lo que el Arcano le dicta, pero lo deja entrever: Llaga la tarde su muerte, vamos sin trajes por el polvo y son muros estos cuerpos tendidos al lenguaje del misterio. Cuando escribimos, ¿quién escribe? ¿Quién acerca nuestros pies al caos y aprieta nuestras gargantas? Mueren las horas mientras temerosos danzamos al son de palabras dictadas; pero, ¿quién las dicta? ¿Quién en el silencio de estas noches largas, toma nuestra voz y grita? No hay respuesta
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