mercedes lópez-baralt lópez-Baralt mercedes Cuadrivium 13 Año Lecciones 120 Historia, antropología y literatura: de ultramar
Historia, antropología y literatura: Lecciones de ultramar1
S
i la historia cuenta el acontecer, la antropología y la literatura cuentan cómo se vive ese acontecer, ambas poniendo el acento en la cultura. Pero la literatura va más allá, porque en ella la meta de la belleza es imprescindible. Pero resulta que historia, antropología y literatura se dan la mano con mucha frecuencia, especialmente en la narrativa literaria de largo alcance; es decir, la novela. No hay que remontarse tan solo a Sir Walter Scott (Ivanhoe, 1819) para explicar el origen de la nueva novela histórica hispanoamericana, de la que el argentino Abel Posse es un autor emblemático (pensemos en Daimon). Tenemos más cerca, en la hispanidad, a Benito Pérez Galdós, que con sus Episodios Nacionales y sus novelas españolas contemporáneas (La desheredada, Tormento, Fortunata y Jacinta, Misericordia) de la segunda mitad del siglo diecinueve e inicios del siglo veinte ha superado a los historiadores, al enseñarles a los españoles su propia historia. En los Episodios Nacionales el tema central es la historia, que se convierte en alegoría al tomar la forma de trama casi siempre romántica. Pero en sus novelas principales, que inician un realismo poderoso equiparable al de otros europeos –Flaubert, Balzac, Dickens y Dostoievski–, ya la historia pasa a segundo plano. O por lo menos la historia épica, la de las gestas heróicas y las fechas emblemáticas. Porque a Galdós le importa más la dimensión antropológica de
la historia, lo que Unamuno nombró como intrahistoria. Es decir, la vida de la clase media y del proletariado, y la cotidianidad que no aparece en la prensa, el medio poderoso que aprovecha la historia grande para acceder al pedestal de la oficialidad. Sobre todo, a don Benito le interesa lo que pasa en la psique tantas veces atormentada de sus personajes. Pero no olvidará la historia nunca, aunque la relegue a un segundo plano. En su novela mayor, Fortunata y Jacinta: dos historias de casadas (1886-1887), las etapas históricas de la España finisecular nombran los momentos álgidos del triángulo entre los protagonistas: Fortunata, una hermosa hija del pueblo que ama apasionadamente a un señorito burgués; Juanito, un don Juan cuya pusilanimidad se anuncia en el ito de su diminutivo; y Jacinta, su dulce esposa, sumisa y paciente. El final hermana a Fortunata con Jacinta, cuando ambas toman el control de sus vidas prescindiendo del amor de Juanito. La fuerza de ambas mujeres explica el hecho de que el nombre del galán compartido no acceda al título: no lo merece. Los títulos de algunos capítulos de esta singular novela emparejan con humor los acontecimientos conyugales o adulterinos del triángulo con eventos históricos. El título “La restauración vencedora” metaforiza, con el regreso de la monarquía borbónica a España tras el derrocamiento de la Primera República en 1874, la vuelta de Juanito a Jacinta, tras un
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