EXÉGESIS ÁNGEL NOEL VEGA Exégesis Exégesis 3 Segunda Época
Constructivismo: fundamentos filosóficos y su aplicabilidad al proceso educativo El enfoque educativo constructivista no es substancialmente nuevo. Hace más de dos mil años ya Protágoras había señalado que “El hombre es la medida de todas las cosas: de las que existen, como existentes; de las que no existen, como no existentes”.* En una sociedad de tradición idealista, una propuesta de este tipo contrarrestó la visión de un mundo controlado y manipulado por postulados de autoridad divina. Este enfoque propone al ser humano como el único responsable de sus productos y es un paso en el proceso mediante el cual este toma control de sus acciones y de su vida. Posteriormente, en el siglo 18, la filosofía de Kant aportó al desarrollo del constructivismo cuando afirmó que la realidad no se encuentra “fuera” de quién la observa, sino que en cierto modo ha sido “construida” por su aparato cognoscitivo. Recientemente, WatzlaWick y Krieg (1998) se opusieron a la noción de que las propiedades de un observador no entran en la descripción de sus observaciones. Estos autores señalaron que “la objetividad es la ilusión de que las observaciones pueden hacerse sin un observador”. Una teoría donde se propone que el conocimiento es un reflejo de lo que se encuentra fuera del ser humano, ya no es sostenible; por ende, la realidad es
Bases filosóficas del constructivismo urante la modernidad, el desarrollo del conocimiento se mantuvo enmarcado dentro de los parámetros de una realidad que respondía a las leyes de causa y efecto. En la época contemporánea los desarrollos en los campos de la ciencia, la globalización de la economía y las transformaciones sociales profundas, entre otros factores, han provocado una ruptura con la forma tradicional en que se interpreta la realidad. Esta visión paradigmática emergente ha modificado radicalmente los propósitos de la educación. La misma sugiere que los mismos se enfoquen hacia procesos que habiliten al estudiante a asimilar nuevas ideas, percibir nuevas estructuras teóricas y prácticas, solucionar problemas poco convencionales y a construir nuevos conocimientos para enfrentar las contingencias de un mundo complejo y diverso. Ante esta necesidad, se ha propuesto la implantación del constructivismo como guía filosófica para enmarcar el proceso educativo. Precisamente en este enfoque, se visualiza al educando como un ente proactivo en el desarrollo cognoscitivo y el maestro como un facilitador de información, destrezas y valores (Bruner, 1960).
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