Introducción
L
a publicación de este libro es la culminación de un anhelo largamente acariciado. En efecto, todo partió de antes de cumplir los diez años. Cuando mi padre regresaba de sus tareas en el campo, fue un pequeño agricultor, antes de dormir me leía algún capítulo de un antiguo libro que recordaré siempre, Vidas de personajes célebres. Como su título indica es una exposición de biografías de celebridades del mundo de la filosofía, la música, la literatura y las artes en general. También solía decirme que en nuestro pueblo había un pianista que pronto aparecería en libros como aquel, porque era famoso en todo el mundo y daba conciertos en muchos países. Incluso una murga de nuestro pueblo cantaba lo importante que era. Se refería al Carnaval de 1955, en que fue homenajeado por la Murga Los Rondaores. Era, naturalmente, Esteban Sánchez. Esas lecturas y la consiguiente admiración por el ilustre paisano fueron prendiendo en mi mente infantil y creando, ya de adulto, el firme propósito de escribir su biografía algún día. En ocasiones, con motivo de mis visitas a Badajoz para resolver asuntos del colegio público Calderón de la Barca de Zalamea de la Serena, en el que ejercía como director, me encontré con Esteban Sánchez. La primera vez fue, recuerdo perfectamente, el mes de marzo de 1980 en que me invitó a conocer el Conservatorio y su aula de piano. Ya teníamos una relación cercana, por encuentros en nuestro pueblo y por el disco y casete de la primera grabación del grupo de coros y danzas orellanense que le había regalado unos años atrás. Como se indica en el capítulo 6 de este libro, en varias ocasiones le expresé mi deseo de escribir su biografía. Debido a la modestia que le adornaba rechazó tal proposición, básicamente porque pensaba que no era necesario. No obstante me emplazó para retomar el asunto cuando se jubilara. Sabido es que eso no fue posible. Sin embargo, parafraseando a Cervantes, “confié en el tiempo, que suele dar dulces salidas, a muchas amargas dificultades”. Y en este XXV aniversario de su fallecimiento pude, por fin, hacer realidad este deseo.
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