REGRESO A LA NIÑEZ
Santiago Corchete Gonzalo Centro de Estudios Mirobrigenses
1.- INTRODUCCIÓN Todas las personas hemos sido niños. A tal respecto, conviene aclarar que el diccionario RAE (Real Academia Española) considera sinónimos los términos niñez e infancia, definiendo a ambos como el tiempo transcurrido desde que nacemos hasta nuestra llegada a la pubertad, que la RAE sitúa hacia los nueve años de edad. Durante tal periodo de tiempo, quedarán marcados con sello indeleble los rasgos principales de nuestra personalidad, modelados a través de los procesos del conocimiento-aprendizaje vividos principal- De los tres corralones existentes en la calle Lázaro, el más próximo al desaparecido “Caño mente en el seno familiar y refor- La Jesusa” y actual avenida de Béjar, fue regentado por mis padres durante muchos años. zados con la interacción de otros Fotografía de F. Domínguez. apoyos e influencias externas: escuela, vecindad, barriada, primeras amistades… etcétera. Por todo lo cual y, con razón poética, no es de extrañar que el mundialmente famoso poeta alemán Rainer Mª Rilke (1875 – 1926) haya afirmado que “la verdadera patria del hombre es la infancia”. Dado lo importante que también es la niñez para el autor de esta crónica, pasaremos seguidamente a desvelar algunos datos significativos que quedaron grabados con letras de nostalgia en los recónditos espacios de la ya polvorienta memoria. Hechos y anécdotas que acontecieron ante mis absortos ojos en el universo territorial urbano donde transcurrió mi niñez.
2.- MI BARRIO, MI UNIVERSO Nací en el número 37 de la antigua calle Santo Domingo (hoy avenida de Béjar) de Ciudad Rodrigo, por cuanto un altísimo porcentaje de esos nueve primeros años transcurrieron casi exclusivamentemente en el entorno mirobrigense de las calles: Lázaro, precedida por el singular pilón y caño “La Jesusa”, hallándose situadas en ella las sobrias portadas de tres amplios y contiguos corralones; calles Cárcabas, Peramato, Voladero, campo de San Cristóbal e iglesia parroquial del mismo nombre, así como la típica fuente-cañería circular construida con roca granítica para el llenado de los cántaros de barro/latón para el agua del consumo familiar; la amplia y popular calle del Rollo (Lorenza Iglesias), conventos de las MM Carmelitas y Clarisas en la calle Rastrillo; la calle Santa Clara con accesos
En el gran corralón familiar monté por primera vez un equino: el del señor Tomás (dueño de la dehesa San Román), que cuando acudía a Ciudad Rodrigo dejaba su cabalgadura en tan amplias dependencias, al igual que lo hacían otros muchos labradores amigos de mi padre.
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