con el estoque y no pudo continuar en la plaza. el Malagueño terminó con él de una media superior. El Malagueño, que vestía de canela y oro, demostró tener el oficio bien aprendido, aunque después de tanto tiempo en la profesión continuaba ofuscándose demasiado, demostrando a veces torpeza ante los toros. confirma cuanto digo el resultado de su actuación en la siguiente corrida, celebrada el día 29 de julio en Málaga en la que alternó con Cápita y Jaqueta en la lidia de novillos de Gamero cívico. ese día, Antonio Haro, que vestía de color chocolate y oro, estuvo desconfiado y abusando de los medios pases, desconfianza que demostró al entrar a matar, desviándose de la trayectoria en cuantos viajes necesitó para acabar con sus toros. inexplicablemente, este diestro que desde sus inicios hizo concebir grandes esperanzas a los aficionados, se eclipsó, y ante la falta de oportunidades en españa decidió buscar nuevos horizontes en América, donde hizo la temporada de 1909-1910 en lima, caracas y otras plazas con el éxito que no había encontrado en españa. en lima tomó la alternativa el 13 de noviembre, de manos de Antonio olmedo “valentín”,que en presencia del también granadino Juan iglesias le cedió un toro de la vacada de caballero. Hago constar que, aunque nunca revalidó la alternativa en españa, lo considero matador de toros por haber actuado como tal y habido cesión de trastos en la ceremonia de alternativa,
independientemente de que la legislación de la época considerase los doctorados fuera de españa válidos o no. nada más puedo aportar sobre él.
HeRnÁndez GARcíA, FRAncisco “El Bolero”
A Miguel Gálvez “El Lechero” le siguió en popularidad este diestro, cuyo nombre será desconocido por los aficionados modernos, exceptuando a ese selecto grupo de eruditos que gusta de adentrarse en el estudio de la historia del toreo. Francisco de Paula Hernández García, que era su nombre completo, nació en Granada el 2 de abril de 1778, y como desde muy joven estuvo trabajando en el negocio que tenía un pariente de su madre, “un juego de bolas”, situado “junto a un colmado extramuros de la ciudad”, con “El Bolero” se quedó como apodo. sus comienzos debieron ser los habituales de la época: empezaría como banderillero y peón de brega en cuadrillas modestas para ir ascendiendo de categoría hasta por fin conseguir que algún matador de prestigio le aceptase en su cuadrilla y le fuese cediendo algún toro como media espada. el caso es que El Bolero se ofreció para torear desinteresadamente (ya se sentiría capacitado para ello), a la comisión que organizaba en 1803 las Fiestas Reales en Madrid, pero ésta no aceptó la propuesta del joven torero, que entonces contaba 25 años de edad; éste, sin embargo, no cesó en su empeño y se ofreció al arrendatario de las 63