Capítulo 02 | 30
do el escenario propicio para el regreso de propuestas políticas y económicas neoliberales y la entrega de la soberanía económica y bienes del Estado en manos de los propios especuladores. Así, se instauraba en la historia Argentina una nueva modalidad de ataque a la democracia, una nueva herramienta antipatriótica y especulativa. Los grupos de poder condensados en medios de comunicación, establishment económico y organismos internacionales de empréstito, orquestaron una nueva crisis que sería acompañada por la cada vez mayor amenaza de sectores antidemocráticos de las fuerzas armadas y militares con sed de poder y revancha. La denominada primavera alfonsinista y los grandes logros en materia de derechos humanos fueron opacados paulatinamente por los permanentes golpes antidemocráticos de aquellos sectores que fueron responsables por un lado, y cómplices por otro, de los 7 años que atravesó nuestro país bajo el mando de los militares. La crisis económica y humanitaria, la cesación de pagos de deuda y las leyes de Punto Final y Obediencia Debida culminaría con la salida antes de tiempo de Alfonsín y su gobierno del poder, y los comicios que llevarían a Carlos S. Menem a ocupar el Sillón de Rivadavia. En julio de 1989, llegaron al gobierno nacional Carlos S. Menem y Eduardo Duhalde bajo la fórmula del Frente Justicialista Popular. Durante su campaña Menem prometió principalmente realizar una revolución productiva, para lograr bajar la desocupación y estabilizar las variables micro y macroeconómicas. Sorprendentemente la propuesta de implementar un proyecto industrialista y redistribucionista quedaría en una promesa de campaña. Al comienzo de su gobierno el presidente Carlos Menem rompió con la mayoría de sus aliados electorales, reformulando una nueva alianza política, económica y social con los más grandes grupos económicos del país. Sin embargo, durante los dos primeros años de su mandato la profundización de la hiperinflación heredada del gobierno anterior continuaría. Es por ello que ante semejante caos económico, en el año 1991 el entonces presidente Menem puso al frente del ministerio de economía a Domingo F. Cavallo, ex presidente del Banco Central durante la dictadura militar. Cavallo implementó en 1991 el Plan de Convertibilidad económica, también llamado el 1 a 1, el cual consistía entre otras medidas la creación del “Peso” como nueva moneda nacional dejando atrás a los “Australes” y en equiparar el valor de un peso nacional a un dólar estadounidense (“uno a uno”). Esto lograría bajar la inflación a cero por ciento, y también a la destrucción de la industria nacional y aumentó de la desocupación, ya que el dólar “barato” y la desregulación económica fomentaría las importaciones industriales por sobre lo local y la especulación económica. Además, la sanción de la Ley de flexibilización laboral habilitaba despidos injustificados o indebidos. La declaración de la emergencia económica dio vía libre al recorte de gasto e inversión pública y achicamiento y vaciamiento del Estado especialmente en educación, salud y políticas sociales, y la privatización o venta de empresas y activos del Estado a empresas multinacionales a precios muy bajos. El sistema jubilatorio pasó a manos de entidades financieras privadas, mientras la indigencia y el desempleo crecían incesantemente, así como la desindustrialización y el endeudamiento externo profundizando la crisis económica y social. La reforma de la Constitución Nacional de 1994 habilitada luego del denominado “Pacto de Olivos” entre el presidente Menem y ex presidente Alfonsín, habilitó entre otras cosas la reelección presidencial y la asunción del entonces presidente en 1995, su segundo mandato.