SUS EFECTOS NOCIVOS No todas las opiniones fueron laudatorias para el tabaco, tal como la enconada oposición a este por parte de Jacobo I de Inglaterra. Otro escrito anónimo, Work for Chinney-Sweepers; or A Warning for Tobacconists, también aparecido en ese país tres años antes de la publicación del monarca, atacaba la costumbre del tabaquismo, afirmando que era preferible ser ahorcado por una soga inglesa que ser envenenado con tabaco indio. Simón Paulli, que precedió a Bartholinus en la Cátedra de Anatomía de la Universidad de Copenhaguen, publicó su libro Commentarius de abusu tabaci (Estrasburgo, 1665), donde se pronuncia contra la “bárbara y sucia medicina americana” y adhiere a la opinión de los que la bautizaron con el nombre de hierba insana o herba rixosa. La crítica era feroz y justificada de acuerdo con los antecedentes obraban en la época, y es así como el profesor de anatomía, Thomas Theodor Kerckring, en su obra Spicilegium anatomicum (Ámsterdam, 1670), dijo que en la autopsia de los fumadores, halló una tráquea atascada de hollìn como de estufa, los pulmones secos, friables, y la impresión que producía era como si hubieran sido pasto del fuego. Además, la boca, con su lengua ennegrecida, exhalaba un olor fétido. Francisco Redi (1) había publicado sus experiencias con inyecciones intravenosas en 1671, y demostrado
73