Sombrereros
Para los ácratas cubanos el movimiento obrero y, una de sus armas de lucha, la huelga, estaba ligado de manera íntima con la cuestión nacional. Mas, para el caso mexicano y argentino se desató una querella entre quienes apoyaban las huelgas como medio de reivindicar la dignidad de los trabajadores, modo de negociación ante la patronal y el Estado, como método para exigir mejoras materiales inmediatas, como ejercicio revolucionario y, por último, como una herramienta capaz de incentivar el derrumbe del régimen Estado-capital; lo anterior, por una parte, por la otra quienes las creyeron perjudiciales para el trabajador y para sus organizaciones, pues al dejar de percibir el salario la vida del proletario y su familia se veía sumida en la miseria y, en el caso de las organizaciones obreras, las desgastaba moral y materialmente.
En México encontramos una polémica, desarrollada entre 1874 y 1875, respecto a las huelgas que ilustra muy bien el tema. Antes de entrar a él, citaré un par de ejemplos sobre qué papel le signaron los redactores de El Socialista a las huelgas. Al definir sus posturas a favor o en contra de los paros, los redactores de este impreso se remitieron a Europa y las consecuencias de estas acciones en el mundo laboral industrializado, en particular en Francia e Inglaterra. La mejor manera de solucionar el conflicto entre el capital y el trabajo, opinaron, era el arbitraje y la conciliación. Su postura la sustentaron en las huelgas ocurridas en Inglaterra, donde, según dejaron escrito, la relación entre los salarios, la oferta y la demanda del trabajo demostraban la imposibilidad de “las transformaciones radicales y súbitas en las relaciones sociales, [estas] recuerdan las ruinas que han ocasionado, las estadísticas muestran los resultados deplorables de la mayor parte de las huelgas, [se] recomienda vivamente al recurrir a la conciliación y al arbitraje para evitar las crisis estériles, así se puede con paciencia hacer prevalecer las ideas sanas y ver lenta, pero seguramente, realizarse el progreso”.173
Su posición se reafirmó por los juicios emitidos ante una serie de huelgas desarrolladas a finales de 1872 y principios de 1873 en las fábricas textileras del Valle de México, uno de los pocos sectores industrializados de México. Dos causas incitaron a los operarios a parar 173
“Las huelgas”, El Socialista, núm. 13, México, 15 de septiembre de 1872. 90