interpretación y acción de los ácratas ante la revolución-guerra en España, cuál su reacción ante la colaboración libertaria con el gobierno, cuáles las acciones de solidaridad y participación durante la contienda. Sin eludir, por supuesto, la situación de sus movimientos locales que, a fin de cuentas, determinaron la manera de involucrarse e interpretar lo acontecido en la península.
Un cuarto periodo fue identificar las posturas, la adhesión, la contribución y el debate del proceso revolucionario cubano. Eso, por un lado, por el otro, ahondé en cómo vivieron los libertarios cubanos ‘su’ revolución y cómo respondieron ante el giro socialista. En este apartado analicé el ‘último gran exilio’ anarquista: el de los ácratas cubanos.
Cuba, Argentina, México
Concatenado a lo apuntado, aclaro. En los capítulos tres y cuatro, soslayé el estudio del anarquismo en Cuba en gran medida porque me fue imposible acceder a fuentes entre 1920 y 1950. Las localizadas me impidieron, siquiera, dibujar a grandes líneas la historia del acratismo cubano. Un hecho comprobable, por fuentes secundarias o por lo mencionado por los medios anarquistas mexicanos y argentinos, es la existencia de un movimiento cohesionado con la capacidad de resistir a la dictadura machadista, participar, algunos de sus elementos, en la guerra civil española y tender puentes de solidaridad con los exiliados ibéricos. Síntomas de eso fueron sus medios impresos como Rumbos Nuevos, Solidaridad y Estudios Sociales, la creación de una sección de Solidaridad Internacional Antifascista (SIA), la fundación de la Asociación Libertaria de Cuba (ALC) y de las Juventudes Libertarias de Cuba durante la década del 40. Aun así, al no poder acceder a documentación seriada y continua, me obstruyó adentrarme a Cuba en la temporalidad referida.
Como se denota, abordo el ciclo revolucionario occidental del siglo XX (Rusia, España, Cuba), excluyendo a México a pesar de haber ocurrido en este país la primera revolución social laureada del siglo XX, la cual contó con una participación importante de los anarquistas, entonces ¿por qué no la traté? La respuesta descansa en que la misma no propició debates a profundidad ni rupturas, no se creó una corriente ni despertó un cambio sustancial 6