ESCENARIOS
7. MONUMENTO A LA RAZA INDÍGENA
Con cinco metros de altura y ocho toneladas de peso, el monumento tallado directamente sobre la piedra es del escultor bachué Miguel Alfonso Sopó Duque, quien fuera profesor de la Universidad Pedagógica. Se colocó el Monumento a la Raza Aborigen en la Glorieta, que era la entrada norte de la ciudad en los años 60 del siglo XX. El hombre caído simboliza al ajusticiado y agonizante zaque Aquimín, la mujer de
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pie representa a Adeizagá, hija del Cacique de Gámeza, que era su prometida. El monumento está incompleto, le falta la figura de un arquero muisca que completaba la escena, el cacique Tundama, en bronce, que el escultor Miguel Sopó, aunque luchó hasta el final, nunca logró hacer realidad. Las malas lenguas, que no faltan en Tunja, lo llaman “El Monumento a la Pereza”.