BELISARIO SUÁREZ (1833-1910)
El militar ariqueño se unió al ejército en 1853. Luchó con Castilla en la guerra civil contra Echenique (1854-1855), y luego en el conflicto de 1866. Retirado de la vida militar, volvió a la actividad en 1874 para sofocar una revuelta de Nicolás de Piérola, y fue ascendido a coronel. Durante la guerra del Pacífico fue jefe del Estado Mayor del ejército. Por heridas en la batalla del Alto de la Alianza (Tacna), se trasladó a Lima, donde colaboró en la defensa de la capital y luchó en San Juan y Miraflores. Firmada la paz, fue ministro de Guerra (1890) y alcalde de Miraflores (1910).
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PERÍODO 4
[ CAPÍTULO 3 ]
el batallón "Colorados" engañó a Prado al comunicarle que los soldados no querían seguir avanzando; y que a los soldados les hizo creer que Prado los llamaba para defender el morro de Sama, es decir el litoral nor te de Tacna. Y agrega que cuando se presentó ante Daza el batallón "Colorados" (predilecto suyo y apoyo principal en el poder) inquiriendo cómo es que tenían que contramarchar en frente del enemigo sin haber vengado a sus hermanos caídos ya en la guerra, la respuesta fue embustera. "Van ustedes a sucumbir en el desierto y yo los quiero como a mis hijos para consentir en ese sacrificio estéril", les dijo Daza, y agregó que había recibido la llamada de Prado para defender el morro de Sama. "Nos llaman para defender el morro de Sama", repitieron los "Colorados", y accedieron a emprender la retirada. Según otros testimonios, también de origen boliviano, el secretario de Daza, José Rosendo Gutiérrez, dejó el telegrama en que solicitaba la retirada antes de salir de Arica, y Daza recibió el telegrama de Prado autorizándola cuando ya la había iniciado. La idea de llegar a Camarones y contramarchar parece concebida en Arica, madurada en el trayecto y confidencialmente acordada entre los íntimos de Daza antes del consejo de guerra, dice el historiador boliviano Mercado Moreira que ha dedicado recientemente un libro a este enojoso asunto. Daza en su manifiesto de París (París, junio de 1881) trató de defenderse y aseveró que la opinión unánime de los jefes reunidos en consejo de guerra decidió el regreso a Arica por razones de carácter político interno, con el objeto de luego justificar el golpe de Estado y que a él le produjo este voto dolor y vergüenza. En seguida cuenta que avanzó con un pequeño grupo a unirse al ejército del sur hasta que tuvo conocimiento de haberse librado la batalla de San Francisco. Este último dato es falso; pero es cierto, en cambio, que se adelantó con algunos ayudantes hasta Chiza y luego hasta Tana, lugares ocupados antes por Albarracín, y es cierto también que el 19 un fugitivo le comunicó la noticia de esa derrota. A Tana debía haber llegado Daza con todo su ejército el 16. Tana era un miserable lugar con unos cuantos ranchos, pero hállabase a 3 leguas de Tiliviche cuyas dos haciendas tenían alfalfares y quintas de recreo. Entre Tiliviche y Jazpampa, donde estaban los chilenos, la distancia era apenas de 2 leguas.
¿POR QUÉ SE RETIRÓ DAZA?.- ¿Por qué dio Daza la orden de retirada? El ejército tenía todavía agua, víveres y forrajes, aunque escasos. Las perspectivas de encontrarlos aumentaban si se decidía a avanzar en el camino hacia San Francisco. Los cargos de traición o de connivencia con los chilenos fueron voceados en forma violenta y reiterada por muchos bolivianos encabezados por los generales Camacho y Pérez y también por testimonios peruanos; a estos se sumó el historiador italiano Caivano con su característica vehemencia. Las gestiones hechas por Salinas Vega y René Moreno sirvieron como antecedente para tan grave acusación. En realidad no hay pruebas para ella y si bien El Mercurio de Valparaíso del 18 de noviembre publicó un telegrama diciendo que se habían tomado las medidas necesarias para que los dos ejércitos aliados no se unieran, pudo referirse a providencias de carácter militar. Las fuerzas chilenas, como ha de verse luego, se alarmaron mucho ante el avance de Daza. Lo que parece haber primado en Daza es el deseo de retener sus tropas, sobre todo los "Colorados", y no exponerlos, ya que constituían su único apoyo en el poder, inducido por el ansia de evitar para su investidura política y militar los peligros de una campaña tan distinta a las que él había conocido en su vida de soldado revoltoso. A estos sentimientos debió unirse la preocupación ante lo que podían tramar sus enemigos en el propio ejército y en Bolivia si él se enfrentaba a los chilenos en una operación estratégica, penosa, complicada, difícil y de resultados dudosos. Vicuña Mackenna afirmó que Daza tuvo miedo a los chilenos. Ekdahl lo rectifica y expresa que temió, más bien, al desierto y a la oposición en Bolivia. En todo caso su actitud no admite defensa. "A nuestro juicio (dice Mercado Moreira) la orden de la retirada de Camarones fue un acto de cobardía y de inconsciencia imperdonables".