El 28 de octubre, poco más de una semana después de jurar, dimitió el Dr. Arias y mencionó su falta de salud, la grave situación de la República y la necesidad de un Gabinete que satisficiera las aspiraciones públicas. Como sus antecesores, Arias, en su carácter de ministro de Hacienda, había entrado en pugna con el Congreso. Polemizó con este defendiendo el restablecimiento de la circulación metálica cuya efectividad exigía abundancia de pastas para hacer la amonedación, lo cual (en su concepto) justificaba el decreto prohibiendo la exportación de las pastas de plata derogado por la resolución legislativa de 9 de octubre, ratificada el 25 de octubre. El mismo día, 28 de octubre, fue aceptada la renuncia de Arias y la de Guzmán por razones análogas de salud personal y nacional. El Gabinete La Cotera se había quedado sin ministros de Hacienda, de Relaciones Exteriores, de Justicia y de Gobierno.
LOS NUEVOS MINISTROS
TENTATIVAS PARA INCORPORAR A PIÉROLA EN EL GABINETE Y PARA FORMAR UN GABINETE DE UNIÓN NACIONAL.- Piérola había estado en el destierro cuando la guerra se produjo; dícese que a pesar de los esfuerzos de algunos amigos suyos en Lima para reconciliarlo con Prado, tenía una cantidad de armamento, más tarde decomisada en Chile, cuyo destino era servir para una nueva intentona subversiva. Desde Valparaíso, con fecha 24 de mayo, lanzó un manifiesto en el que denunció a quienes en el Perú atizaban las hostilidades. Este documento desconcertó y disgustó a muchos de los dirigentes de su partido (Solar a Piérola, 12 de abril, Archivo Piérola). Llegó al Callao, autorizado por el Gobierno, en el mismo barco en que regresó José Antonio de Lavalle. Fue recibido entusiastamente por sus adeptos y formó un cuerpo de voluntarios, el batallón Guardia Peruana compuesto de partidarios suyos que llegaron a Lima de distintas provincias. Producida la nueva crisis, el 28 de octubre de 1879 con la renuncia de Arias y la de Guzmán, fueron nombrados ministros Manuel Irigoyen, Rafael Velarde y Ramón Ribeyro. La Cotera dirigió ese día un oficio a Piérola para comunicarle su designación como ministro de Hacienda. Piérola contestó revelando que a sacarle del lecho fue un edecán del Gobierno con ese oficio sin darle a conocer los nombres de sus presuntos colegas. "Yo no puedo explicarme –decía– como Ud. haya podido proponerme para aquel cargo, ni como espera S. E. que lo acepte después de haber sido llamado por él hace una semana con el objeto de formar un ministerio, encargo que, aceptado por mí, quedó frustrado precisa y únicamente por no dejárseme la libertad de proponer a mis otros colegas; libertad que demandan la ley, la práctica universal y sobre todo la consideración del enorme daño que al país hace todo el que consiente en afrontar la situación comenzando por privarse de los medios de conjurarla". Y, más adelante, después de atingencias análogas, agregaba que no quería cooperar a mantener el doloroso espectáculo político que se había acentuado en los últimos quince días "hasta hacer devorar al patriotismo una inquietud y una amargura profundísimas que crecen hora a hora en el corazón del pueblo". "La situación, señor presidente del Consejo (afirmaba) es terriblemente grave; lo es, principalmente, por falta de unidad y vigor en la dirección de los negocios públicos; y es tiempo de que cesen las organizaciones de Gabinetes que no obedecen a plan alguno sino a consideraciones de afecto personal o a razones de política interior". El mismo 28 de octubre una comisión de las municipalidades de Lima y Callao había visitado al vicepresidente La Puerta para pedirle que el ministerio inspirase confianza al pueblo, es decir, para pedirle un Gabinete de unidad nacional. Rafael Velarde, nombrado ministro de Gobierno, también renunció alegando que se necesitaban hombres nuevos y porque la combinación a la que perteneció no subsistía. Ambas dimisiones, la de Piérola y la de Velarde fueron aceptadas el 29. Ese día pareció constituirse un Gabinete de gran envergadura. Lo integraron, del equipo anterior, los señores La Cotera e Irigoyen. Los nuevos elementos fueron Alejandro Arenas (Hacienda), Aurelio Denegri (Gobierno) y Ramón Ribeyro (Justicia e Instrucción).
Tras la crisis de octubre de 1879, se produjo un nuevo cambio ministerial. José Arias y Juan E. Guzmán fueron reemplazados por Rafael Velarde, Manuel Irigoyen y el abogado limeño Ramón Ribeyro, a quien vemos en la imagen. A este último se le encargó el Ministerio de Justicia, al cual renunció poco después. En 1886, tras la guerra del Pacífico, Ribeyro fue nombrado ministro de Relaciones Exteriores.
[ CAPÍTULO 4 ] PERÍODO 4
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