LA BATALLA DE TACNA.- Campero había dado la orden de que no se iniciaran los disparos de rifle hasta que el enemigo se pusiera a tiro. El avance chileno se orientaba hacia el ala izquierda aliada; y de allí partieron, desobedeciendo aquella orden, los primeros disparos antes de lo que era necesario. A las diez de la mañana ya estaba comprometida y generalizada la lucha en todas las líneas. "En nuestro costado derecho (la descripción de la primera etapa de esta jornada proviene de Campero) donde el combate todavía no era muy encarnizado, el ala derecha de nuestra línea y la izquierda del enemigo presentaba el aspecto de dos inmensas fajas de fuego, como envueltas sobre una especie de niebla iluminada con los tintes del crepúsculo de la mañana. El centro donde obraba con más vigor la artillería enemiga, ofrecía el espectáculo de un confuso hacinamiento de nubes bajas, unas blancas y otras cenicientas, según que la descarga era de Krupp o ametralladoras. El costado izquierdo, donde el combate era más reciamente sostenido, no presentaba sino una densa oscuridad, impenetrable a la vista, pero iluminada de momento a momento, como cuando el rayo cruza el espacio en noche tempestuosa. El tronar era horrible, y más bien, no se oía más que un trueno indefinidamente prolongado". Las reservas del centro aliado pasaron a reforzar la izquierda; las siguieron dos batallones, uno peruano y otro boliviano, de la derecha. El batallón peruano Victoria se replegó desordenadamente en la izquierda; pero los nuevos refuerzos lo suplieron y lograron hacer volver atrás al enemigo con cargas a la bayoneta, tomando prisioneros y piezas de artillería. El ataque chileno empezó a través de las divisiones Santiago Amengual y Francisco Barceló sobre la izquierda y el centro aliado tras de un duelo infructuoso de piezas de cañón que duró de nueve a diez de la mañana. Después de hora y media de fuego intenso, ambas divisiones chilenas, más o menos a las doce y media de la mañana, se retiraron sin cesar de combatir. El ala izquierda aliada, mandada por Camacho, empezó la ofensiva y se robusteció con las reservas formadas por los Colorados y el Aroma y seguida por el centro mas no por la derecha en el propósito de devolver el ataque profundo intentado por el enemigo. Una carga de caballería chilena contra la infantería aliada detuvo el ataque de esta y coincidió con el avance de la 3° división de Domingo Amunátegui Borgoño, cuyos soldados quedaron confundidos con los de Amengual y Barceló, si bien eran cuerpos de refresco, descansados y muy bien amunicionados. Aquí llegó a producirse la matanza en algunos cuerpos peruanos y bolivianos; entre ellos los heroicos Colorados. Mientras la gran reserva chilena se aproximaba al campo de batalla, la suerte comenzó a decidirse. Las ventajas del número, del armamento y de la artillería chilenos contribuyeron al resultado final. La victoria, titubeante durante varias horas, se inclinó por ellos claramente, ya a las dos de la tarde. En una carta particular a su esposa, el coronel José Velásquez, jefe del Estado Mayor chileno, declaró (y este testimonio rectifica algunas versiones de sus compatriotas): "Para qué le digo el papel brillante que desempañó la artillería, hizo prodigios. Los extranjeros en Tacna están sorprendidos de nuestra artillería y los peruanos dicen: 'Qué gracia, pues, por eso ganan los chilenos'". En cuanto a la infantería chilena, Vicuña Mackenna dice que el rifle Coblain "hizo maravillas en Tacna". "Los peruanos (agrega) por el contrario, armados más como turba que como ejército, lucharon con la irredimible desventaja de la variedad de sus rifles de precisión. Solo el Zepita y el Pisagua estaban armados de rifles Comblain. Los Cazadores del Cuzco y el batallón de Morales Bermúdez tenían Peabody americano de largo pero fatigoso tiro, mientras que los cuerpos organizados en el sur se batían con el ya anticuado Chassepot y los demás, especialmente los bolivianos con el Remington”. Al caer herido el coronel Camacho, se le dio por muerto y al sucumbir varios jefes, creció el desánimo en la izquierda aliada. La derecha debilitada por el envío de refuerzos a los otros sectores de la batalla, luchó menos reciamente con la división chilena mandada por el coronel Orozimbo Barbosa. La batalla estaba resuelta poco después de las dos y treinta de la tarde. El historiador Bulnes confiesa que la 1ª, 2ª y 3ª divisiones chilenas, que soportaron el mayor peso de la batalla, tuvieron un terrible cuadro de bajas, pues quedó fuera de combate, entre muertos y heridos, casi el 30% de sus hombres. La 4ª división (dice) alcanzó el 15% de bajas.
CAMPERO HAbíA DADO LA ORDEN DE quE NO SE INICIARAN LOS DISPAROS DE RIFLE HASTA quE EL ENEMIgO SE PuSIERA A TIRO. EL AvANCE CHILENO SE ORIENTAbA HACIA EL ALA IzquIERDA ALIADA; Y DE ALLí PARTIERON, DESObEDECIENDO AquELLA ORDEN, LOS PRIMEROS DISPAROS ANTES DE LO quE ERA NECESARIO.
[ CAPÍTULO 5 ] PERÍODO 4
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