Grupos, pandemia y hospital Cecilia Carné Si el psicoanálisis se ha planteado, en las últimas décadas, no retroceder frente a la psicosis, ¿Qué decir frente a esta situación límite, más abarcativa aún que la locura? Fernando Ulloa, La novela clínica psicoanalítica.
La presencia Algunas palabras sobre la convocatoria. ¿Qué es la presencia? ¿Cuáles son las presencias del analista? ¿Cómo pensamos la presencia en el trabajo con grupos? ¿Y qué sobre la presencia en el Centro de Salud Mental? Preguntas que me hacen reflexionar sobre los diferentes modos que puede tomar la presencia o hacernos presentes. Cuando comenzó el aislamiento obligatorio y también la obligatoriedad de continuar trabajando desde el hospital, mi sensación en el equipo era que se nos habían “vaciado” los grupos, justamente aquello de lo grupal como potencia, aquello del plus de vivenciar con otros, se había vuelto peligroso. Paralelamente la institución estaba movilizada, surgió la necesidad de armar protocolos de atención, diseñar un triage para la recepción de pacientes en el ingreso, reclamar equipos de protección personal, la conformación de un Comité de crisis, etc. Se nos convocaba a realizar diferentes tareas que me generaban interrogantes respecto a mi función y a la presencia. El atravesamiento político pero también la posición ética. Resonaba el concepto de “abordaje situacional”, la presencia, intervenir en situación, nos alejaba de la escucha analítica. ¿Sí? ¿Y ahora qué? Otra preocupación estaba referida a cómo construir un puente entre el Centro de Salud Mental y la comunidad. ¿Cómo logramos que lleguen al Ameghino aquellos que se encuentran aislados en sus casas? Así surgió por parte de algunas compañeras la elaboración de un dispositivo de atención remota, y así se fue dando también, una modificación en la admisión del Equipo de grupos. Los pacientes que recibíamos de manera individual a través de este dispositivo de atención, podrían ser agrupables.
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